Disclaimer: D! Powerpuff Girls Z no me pertenece así como sus personajes.

Dedicado a: aifg espero y te guste.


Siempre juntas…

Las lágrimas corrían como cascadas por mi rostro, viendo delante de mi dos ataúdes blancos; mire a las demás personas que estaban presentes, vestidas con traje elegante; en sus caras se podía ver el dolor la tristeza, la frustración y confusión; las lágrimas cegaban mi visión; yo no lo podía aceptar... no quería aceptar que ya no estaban aquí.

Bajé la cabeza mientras las lágrimas se hacían más frecuentes, sentí un dolor dentro de mí; como si me estrujaran el corazón; un dolor que nunca antes había sentido; era el dolor por la perdida.

Sentía como la mitad de mi vida se había ido.

Y dentro de mi esta esa sensación de cuando te das cuenta de que ya no verás a alguien que se preocupaba por ti, y estimabas mucho.

Pero no volverán; y no poder volver a hablar con ellas, contarles mis secretos mis problema, ya no estarán para consolarme y hacerme sentir mejor cuando un chico rompa mi corazón, ya no estarán cuando necesite un consejo; ya no estarán... no estarán en absoluto. Se fueron y no volverán... nada las traerá de regreso.

Me las arrebataron.

Solo podía ver como los ataúdes eran bajados a la tierra, y como las personas a mi alrededor estallaban en un fuerte llanto; y yo con la mirada clavada en los ataúdes que descendían, mientras lloraba para mí misma.

Mi hermana se acercó a mí con los brazos abiertos dándome un abrazo reconfortante, su pecho subía y bajaba como si tuviera hipo; estaba llorando; y yo me permití llorar también en su hombro desnudo.

Después de deshacer el abrazo me encamine abriéndome paso hasta los ataúdes

— Adiós Kaoru— Me despedí mientras dejaba una rosa—. Adiós Miyako— dije también dejando una rosa.

Un nudo se hizo presente en mi garganta.

— No, no un adiós; un nos veremos pronto— Susurre en silencio, cerré los ojos y respire profundo, después me di vuelta dándoles la espalda a mis mejores amigas muertas y salí del cementerio.


Entre a mi habitación y me quite el vestido para remplazarlo por una camiseta. Note que le pertenecía Kaoru, cuando se quedaba en casa. No me la quite y me arroje a la cama abrazando una almohada, enterando mi cara en ella y llorando.

Ya no podía controlar mis emociones.

¿Por qué tuvieron que dejarme? ¿Por qué tuvieron que llevárselas? ¿Que no se dan cuenta que las necesito? ¿Que son una parte importante en mi vida?

De repente sentí que había alguien conmigo, lo sentía. Era una sensación reconfortante pero a la vez daba miedo, recorrí con la mirada toda la habitación, pero no había nadie; estaba sola.

Entre en mi baño; al mirarme al espejo note que mis ojos rosa estaban opacos y rojos de tanto llorar, como el rímel que estaba por toda mi cara y mi pelo disparado por todos lados, en todas direcciones, dejándome con un aspecto demacrado.

Todo mi cuerpo estaba lleno de dolor. No me importa nada, ni siquiera la forma en que me veo.

Volví a la habitación y me volví a acostar, sintiendo mis ojos más pesados pero yo no quería dormir, mi cuerpo no me hacía caso cayendo así en un sueño.


Varios de los momentos que pasamos juntas vienen a mi mente; como la vez que nos conocimos e hicimos amigas...

Fue cuando teníamos 6 años en el parque. Recuerdo que nadie quería jugar conmigo y estaba sola en los columpios cuando Miyako se me acerco; llevaba su pelo rubio atado en dos coletas, una falda blanca y una blusa celeste, acompañada con unas botas caquis, y esa sonrisa tan dulce que la caracterizaba

— Hola— Ella fue la primera en hablar—. ¿Puedo sentarme aquí?— Yo solo asentí—. Por cierto soy Miyako— se presentó y me regalo una sonrisa.

—Soy Momoko un gusto— Estaba feliz, una niña de mi edad estaba con migo y no se burlaba.

— ¿Quieres jugar?— Recuerdo que eso me sorprendió; nadie me invitaba a jugar—. Podemos ser amigas— Bueno eso me había sorprendido más.

—Claro— La cara que tenía era para reírse, seguro.

— Oigan, ¿No quieren jugar?— Se acercó a nosotras una chica de pelo color negro hasta los hombros, de ojos color jade; vestía un pantalón negro y una remera verde con tenis negros.

— Claro, ¿A qué?— Pregunte no jugaba mucho con niñas de mi edad, y creo que mi vos salió cargada de emoción.

— A la escondida... por cierto soy Kaoru— Se presentó.

— Yo Miyako — Se apuntó a ella misma —. Y ella Momoko, un gusto conocerte.

— Igualmente, ¿Quién contara?

— Momoko— Y así comenzamos a jugar; conté hasta 20 y las comencé a buscarlas, pero no las encontré, busque por mucho rato y nada.

Recuerdo que pensé que se habían ido y no querían jugar conmigo como todos; y comencé a llorar.

— ¿Por qué lloras?— Levante la mirada encontrándolas paradas frente a mí.

— Pensé que se habían ido no querían jugar conmigo como los demás niños— Les conteste hipando y limpiando mis lágrimas.

—Claro que no somos amigas ¿No?... estaremos juntas y no nos iremos, nunca te dejaremos sola.

Desde ese día fuimos las mejores amigas; siempre juntas, éramos inseparables.

.

.

Recordé cuando teníamos 11 años y fuimos a una fiesta de disfraces.

— ¿Y de que nos disfrazaremos?— Pregunto Miyako

— Tiene que ser uno que no tenga que usar ni vestido, ni falda — Nos dijo Kaoru.

— Ya sé de qué nos podemos disfrazar, quedaría estupendo — Les dije sonriendo.

— A si ¿Cuál? — pregunto entusiasmada Miyako.

— Los tres mosqueteros— Dije feliz por mi idea.

— Si ese— Apoyo Kaoru.

— Sí. Una para todas y todas para una — Hablamos las tres al tiempo mientras que poníamos las manos en el centro una sobre la otra; y así fuimos a la fiesta como las tres mosqueteras, pasándola muy bien.

.

.

Siempre estuvimos las unas para las otras si lo necesitaban; pero en el momento en el que debía estar con ellas no estuve...

Salíamos del instituto, cuando recordé que deje el libro de cálculo en el locker y tendríamos examen el próximo día por lo que volví por él; las chicas dijeron que me esperarían; corrí hasta mi locker saque el libro y me apresure a volver, cuando estaba llegando pude ver como un auto se dirija a mis amigas; la imágenes pasaron en cámara lenta; la imagen que nunca olvidare es la de sus cuerpos desangrándose en la fría calle; al reaccionar corrí hasta ellas y me hinque a su lado tratando de que abrieran los ojos, que se movieran; pero no fue así... ellas no abrieron los ojos no se movieron; grite y llore frente a los dos cuerpos inertes frente a mi hasta que llego la policía y la ambulancia; todos los presentes miraban con horror, y lastima los cuerpos de mis amigas.

Los médicos se me acercaron preocupados; ya que mis ropas estaban manchadas de sangre pero no mía sino que de mis amigas...

Desde ese momento no pare de llorar y reprocharme por no haber estado con ellas en ese momento; así al menos estaríamos juntas...

Volvieron a pasar frente a mi varias imágenes; y luego todo fue cubierto por una luz; no podía ver nada, hasta que pude ver dos siluetas acercarse, por la segadora luz no podía ver quiénes eran, hasta que estuvieron cerca y pude ver de quien se trataba; mis mejores amigas sonriéndome; corrí y las abrase y ellas me correspondieron

— ¿Por qué lloras?— Me pregunto Miyako.

— Pensé que se habían ido dejándome sola y no volverían— Conteste hipando pero sonriendo.

— Claro que no ¿Somos amigas no? estaremos juntas y no nos iremos, nunca te dejaremos sola — Esta vez hablo Kaoru.

— Sí siempre estaremos juntas recuerdas, una para todas y todas para una— dijo Miyako; luego comenzamos a caminar; lo último que vi fue a lo lejos como la gente lloraba frente a un ataúd y entre las personas estaban mi familia; y por quien lloraban era por mí.

Me aleje junto con mis amigas entre los grandes árboles del cementerio; juntas otra vez y felices que ya nada podría separarnos.