¡Hola, soy Rhape Seuhans! Y este es mi primer aporte a este fandom, espero les guste~
Advertencias: Vikuri, humor, fluff. Yuri no patina.
Yuri veía caer la nieve dócilmente sobre el pavimento desde la ventana de la tienda de conveniencia. Parecía que iba a ser una noche tranquila y con poca clientela, lo cual lo hizo suspirar con alivio. Tuvo un día cansado en la escuela, y el hecho de que era un lunes, cuando era raro que la gente saliera tan tarde de sus casas, le daba la esperanza de que comenzaría su turno nocturno en total paz.
No obstante, veinte minutos después, Yuri buscaba desesperadamente sus gafas en el piso. Solamente lograba oír un escándalo a su alrededor, voces de chicas que gritaban enloquecidas. No estaba seguro de lo que estaba pasando. Segundos antes él estaba acomodando productos en sus estantes correspondientes cuando escuchó que las puertas corredizas se abrieron y algo lo empujó al piso.
Yuri temblaba nervioso. ¡¿Qué tal si se había metido un ladrón y su vida peligraba?! No podía ver nada sin sus anteojos, pero al menos el griterío femenino se alejaba gradualmente de la tienda.
"Lo siento, culpa mía". Escuchó decir a un hombre al tiempo que éste le colocaba los anteojos de vuelta. "Debí fijarme mejor hacia dónde corría." Entonces lo vio con claridad.
Un par de ojos azules, tan claros y brillantes como el hielo, lo miraban rogando indulgencia por haber tropezado con él. Yuri no supo qué contestar de inmediato. Solamente se quedó mirando a esos ojos hasta que su vista por fin divisó lo demás; cabello platinado, tez blanca, sonrisa deslumbrante, vestimenta elegante... Algo en aquél hombre le resultaba conocido, pero no lograba descifrar qué.
"...¡Oh! No hay problema, señor" Dijo al fin cuando se sintió en menos apuro e intentó incorporarse, entonces el hombre le ofreció un mano y Yuri la aceptó, sintiendo sus mejillas arder por alguna razón.
El castaño quiso regresar a la caja registradora, mas se dio cuenta que aquel hombre todavía tenía su mano entrelazada con la suya.
"Lamento mucho el ruido que he causado en la tienda. Entré aquí a esconderme de mis seguidoras y parece que pude engañarlas. Ellas no suelen ser tan salvaje como hoy, así que también te ruego que las disculpes por perturbar a tu clientela. ¿Hay una manera en la que pueda recompensártelo?" Dijo inclinándose hasta estar a la altura de Yuri, muy cerca de su rostro.
El castaño pudo sentir la respiración ajena sobre su cara, y cada vez que intentó retroceder, el hombre daba un paso más hacia adelante. Era como si no tuviese noción del espacio personal.
"¡N-no necesita hacer nada, señor! A-además no hay n-nadie aparte de usted. No ha hecho n-ningún daño." Respondió, luchando por no tartamudear. La mirada de aquel hombre lo ponía muy nervioso. Era natural que siendo así de atractivo y carismático tuviese un club de fans, pensó.
"Pero te hice daño a ti, incluso se pudieron haber roto tus gafas..."
"¡N-no! ¡Le aseguro q-que no pasó nada!" Logró desprenderse de la mano y, sin correr, caminó lo más rápido que pudo hacia su puesto detrás de la caja registradora.
"Oh, está bien. Al menos permíteme comprar algo como agradecimiento por tu comprensión" Tomó de manera aleatoria algunos caramelos y los dejó sobre el mostrador.
"Uh... Señor, disculpe, ¿usted y yo nos conocemos de antes?" Se atrevió a preguntar, cosa que su innata timidez no se le habría permitido en otras circunstancias, pero en ese momento realmente sintió curiosidad, sumando que el hombre se dirigía a él con familiaridad.
El hombre sacudió la cabeza de manera negativa, mostrando después una gran sonrisa.
"No lo creo. Este es nuestro primer encuentro. Lo sé porque yo jamás olvidaría un rostro como el tuyo."
"O-oh..." De acuerdo. Ahora Yuri entendía porque aquel hombre era perseguido por una horda de mujeres. Era todo un galán con frases bonitas ya preparadas. Si tuviera ovarios seguro ya le hubiesen explotado.
Mientras escaneaba los dulces el castaño hizo lo que pudo por evitar esos ojos azules, pero era imposible no mirarlos si quiera de reojo. No estaba seguro sobre qué pensar de ese hombre, ciertamente no parecía peligroso, y si hubiese querido asaltar la tienda habría aprovechado el momento en que no tenía sus anteojos para hacerlo. Cuando terminó de cobrarle, extendió una mano con el cambio en ella, y el de cabello platinado la tomó entre las suyas antes de tomar el dinero, haciéndolo sobresaltarse porque más bien se había sentido como una caricia.
"Por cierto, mi nombre es Viktor Nikiforov. Es un verdadero placer conocerte, Yuri Katsuki"
Yuri estuvo a punto de preguntar cómo es que sabía su nombre, pero enseguida recordó que lo tenía grabado en su gafete de empleado.
"A-ah, sí. El gusto es mío, señor." Fue todo lo que pudo decir antes de guardar los caramelos en una bolsa y entregárselos.
"Muy bien, Yuri. Te deseo buenas noches y espero volver a verte pronto." Dijo Viktor con voz cantarina antes de dirigirse a la salida.
"Gracias por su compra. Vuelva pronto" Respondió mecánicamente con una sonrisa cordial, como lo habría hecho con cualquier otro cliente, pero en sus adentros estaba en pánico. El sudor invadía su frente. No podía creer que justo en ese día su compañero de trabajo, Yurio, había decidido faltar para dejarlo enfrentar solo a ese extraño cliente.
Al menos el tal Viktor se había retirado del establecimiento sin que hubiese otro incidente a su alrededor. Yuri esperaba no tener que tratar con él nunca más, sus nervios no lo aguantarían. Aunque seguía pensando en que lo conocía de algún lado.
Continuará.
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