¡Hola! La verdad es que esta historia es de una amiga mía que me ha dejado que la edite. Ya se que a lo mejor el principio no atrae mucho pero os aseguro que es una gran historia. Este capitulo es como si fuera un prologo. ¡Espero que os guste!

Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, una mujer con una gran imaginación ^^

¡A leer!


El cumpleaños de Renesmee

Siempre he querido que fuera normal. Ya se que esa opción era casi imposible de dar para gente como nosotros, pero tenía esa esperanza. Aunque supongo que este último año ha sido de todo menos eso.

Me resulta imposible de ver que ya haya pasado tanto tiempo… doce meses con sus trescientos sesenta y cinco días y sus… Bueno, ya sabes, tantas horas… Igualmente se me ha hecho corto.

Últimamente teníamos mucho que celebrar. De los Vulturis, ni habíamos vuelto a oír. Desde Renesmee era como si se les hubiese llevado el viento. ¡Eh! ¡No os equivoquéis! Estoy encantada de que se les haya pasado esta "adicción" a los Cullen.

Hace un mes estuvimos celebrando Edward y yo nuestro primer aniversario. Alice, para variar, se esforzó tanto que me daba una gran pena decirla que no, aunque esta vez realmente no me importo hacer el sacrificio. Lo daría todo por volver a ver es imagen. La isla Esme llena de velas. No sé exactamente como lo consiguió, pero esa vez la dí las gracias de corazón. Solo había una pega, y esa era mi querida niña, ya que no la iba a llevar a nuestra segunda "luna de miel". Pero no os preocupéis, quedó en buenas manos. Esme, Rosalie y Jake. Los tres la quería con locura y preferirían morir antes de que le pasase algo (ya se que morir es una palabra un tanto extraña en esta historia).

Volviendo al tema, quiero informar de que es mi cumpleaños como vampiro. Dentro de tres días tendré veinte años humanos, aunque ya eso importa poco porque hoy es el cumpleaños del ser más maravilloso que he conocido en mi existencia, aparte de Edward, Renesmee. No me puedo creer que ya hiciese todo un año, parecen cinco, desde que nació mi niña, mi pequeña pateadora.

Alice últimamente se lo está pasando genial organizando todo tipo de fiestas entre mi aniversario, el "ciao" a los Vulturis, y en el día de hoy que es el cumpleaños de Renesmee... Esta Alice... seguro que luego querrá celebrar también mi cumpleaños, pero bueno, da igual, a estas alturas ya no me molestan sus fiestas. Es el día a día.

Mi querida cuñada lleva bastante tiempo preparando que todo salga perfecto en la fiesta, incluso ha llamado a todos los vampiros que vinieron a ayudar a Renesmee cuando la pelea. Algo que me alegra mucho, es que solo se van a quedar unos días. No quiero ser maleducada pero en ese tiempo no hará falta que cacen por aquí, y por lo tanto no habrá muerte de gente inocente.

— ¡Ding Dong!

¡Ah! Ya estaba ahí el aquelarre de Tania. Edward me contó que Garret se había incorporado a ellos. Era de esperarse que hiciera eso por Kate.

Me levanté para abrir la puerta, con preocupación, ya que exactamente no sabía que decirles o preguntarles sobre Irina, la vampira que murió a manos de los Vulturis. Tenía miedo de que si preguntaba por ella, las deprimiría, y eso era lo último que quería.

— Hola, bienvenidos — dije con una sonrisa en la boca mientras les saludaba a cada uno. Un detalle que no se me escapó fueron los ojos miel de Garret. Al parecer el amor puede con todo. Sonreí tiernamente al pensar en Edward.

— ¿Dónde está la niña de mis ojos? — preguntó María abriendo los brazos.

— Si te soy sincera, no tengo ni la más remota idea. Alice se la llevo temprano para prepararla para la fiesta — respondí a la vez que calculaba cuanto se podía tardar en comprarle un vestido a una niña.

— Alice nunca cambiará — dirigí mi mirada a Kate y vi como sonreía alegremente. La vi bien, parecía que ya había superado la perdida de Irina.

Pasaron del recibidor al salón, donde todo estaba repleto de globos…confeti…y los regalos. A medida que llegaban más invitados, la pila de regalos iba creciendo… y creciendo… hasta que llegó a tocar el techo. Esme trajo una tarta enorme, hecha especialmente por ella de tres pisos y decorada con golosinas de color fucsia. Era muy hermosa. Un gran trabajo de repostería. Una lastima que ninguna de los presente llegara a probarla, aunque claro, al día siguiente también estarían Charley, Sue, Jacob… y toda la manada.

—Bella, perdona, ¿puedes subir? — Rose se dirigió a mi desde la planta de arriba.

Al subir lo primero que vi fue un vestido color rosa palo en su cama. Cierto, ni si quiera me había percatado de que todos venían con trajes de etiqueta. Estoy segura de quien fue la idea de venir elegantes… No protesté, dejé que Rose me vistiera, me peinara, me maquillara e incluso dejé que me pusiera unas sandalias color plata que tenían un tacón abrumador. Daba igual. Hoy nada me molestaría, ya que era el cumpleaños de mi adorada y preciosa hija.

Me fui a la cabaña para coger el regalo de Edward y mío, a sabiendas de que "él" estaría allí. El ser más perfecto que han visto mis ojos.

— Edward — sonreí — menos mal que no me hace falta respirar, porque si no habría muerto ahogada. ¡Estas perfecto! — me lanzó una mirada evaluándome. Su traje de chaqueta y su camisa color blanca le quedaban arrebatadoras.

— ¿Me lo dices tú? Diosa afrodita… — me aferró a él con una mano y tocó mi espalda desnuda con otra. No se me escapó su sonrisa pícara en los labios.

— ¿Dónde está la niña? — le dije antes de besarle.

— Con Emmett, viendo el fútbol en algún bar hasta nueva orden. Estuvo con Alice toda la tarde. La niña necesita descansar.

— El plan de Emmett de ver una y otra vez el fútbol hará que al final le guste — mordí su oreja sin reparo.

— Ya le gusta en realidad. Eso es lo malo de tener tantos tíos, todos quieren infundarle su hobbies — Edward pasó su mano desde mi cintura hasta mi pelo — vamos a tener un hija a la que le va a encantar los deportes, los coches, las compras, la decoración, la medicina, el piano… y el hecho de ser madre va a ser su sueño — me estremecí al notarle jugar con mi cabello.

— ¿Podrá tener hijos?

— Si, aunque no va a ser fácil con un Hombre Lobo – Edward despertó su vena celosa — no me imagino un vampiro con rasgos de chucho.

No pude evitar reírme de la situación. A Edward no le gustaba nada el hecho de pensar en ese tipo de cosas, no quería aceptarlo, pero era demasiado protector con ella. Todos los días, la despertaba y empezaba a llamarla princesa. La mar de pegajoso, aunque ha ella no le importaba. Y a mi tampoco…

Sonó el móvil y a regañadientes nos separamos. Alice, siempre tan oportuna nos informó de que todos los regalos estaban en su sitio y que solo faltaba en nuestro.

En menos de dos minutos, ya estábamos en el salón. No pude evitar quedarme de piedra cuando Edward colocó el regalo, ahora no había una montaña… ¡Sino dos! Teníamos que parar de mimarla tanto…

— Ya están aquí — Alice bajo por las escaleras con su vestido color amarillo bailado en su piernas. Me miró y con un dedo índice en la boca indicó silencio.

Apagamos las luces, y al abrir la puerta Emmett, Renesmee fue rápidamente acogida por nuestro fuerte: ¡SORPRESA! Que gritaron todos a la vez.

En un primer momento, se agarró a la pierna de su tío, asustada. Pero al reconocernos, se soltó y fue bailando hacia mí para que la cogiera. Llevaba un vestido rosa caramelo de princesa y unos zapatos del mismo color con gemas plateadas. Ahora lo entendía todo. Como la niña no se iba a despegar de mí, nos pusieron a juego.

Edward se me acercó por detrás y nos abrazó a las dos susurrándonos: Felicidades princesas…

Renesmee sonrió y le dio un beso en la mejilla a su padre. Aunque duro poco ya que rápidamente fue a cada uno de los invitados, como Zafrina o María, que las abrazó con alegría. A Jasper, quien había estado buscando a los invitados, no le soltó hasta que Alice la recogió para ponerla bien el lazo. Algo inútil, porque al ver a Jake, poco dispuesto a perderse alguno de los dos cumpleaños, saltó a sus brazos y se lo volvió a estropear.

— Cariño, venga. A soplar las velas — Esme se acercó con la tarta fucsia hasta la niña, que al no poder llegar por su gran longitud, fue cogida por Carlise.

Le cantamos el cumpleaños feliz a viva voz y Renesmee sopló alegremente. Luego llegó la hora de los regalos. El de Rosalie, era de esperarse. Un muñeco y un carrito para que lo llevase. Ella siempre tan maternal. Emmett, el fan número uno en el deporte, se decidió por un guante de béisbol y una pelota de fútbol. No me esperaba que la niña estuviera tan feliz con esos regalos.

El regalo de Esme no podía faltar. Una gran caja de muñecas para que pudiese echar su imaginación a volar, y el de Carlise, que quiso que su nieta siguiera sus pasos, un maletín de primeros auxilios (de juguete claro).

En cuanto a Jasper, una pequeña bicicleta para que saliese a disfrutar del campo y… A continuación le tocaba a Alice. Ella desde el principio sabía los regalos de los demás y seguramente había compaginado su regalo con el de Rosalie o Esme…

— ¡Feliz cumpleaños! ¡Te va a encantar! — Miré por encima del hombro de Edward y sonreí para mí. Me lo imaginaba. Muñecas con miles de conjuntos que concordaban perfectamente con el regalo de Esme.

Los demás aquelarres trajeron colgantes exóticos, peluches, MUCHOS peluches, aunque el regalo de los Nómada me gustó. Libro Infantiles. Así podría trabajar más la mente.

— Te vamos a pedir un favor, pequeña Nessie — gruñí por lo bajo al ver como la llamaba Kate — Garret y yo estábamos pensando en casarnos, y habíamos pensado que tú fueras la dama de honor. Pues ambos estamos de acuerdo en que tú no uniste. Como un ángel caído del cielo, cuya misión es unirnos. Eres… como nuestro pequeño Cupido.

Renesmee asintió y Kate la abrazó. Era de verdad increíble lo que puede llegar a unir a dos personas una situación.

— … ¿Y la boda donde será? ¿Podría organizarla yo? Ya sabéis que las organizaciones son mi punto fuerte… — No se de que me extrañaba que Alice hubiera intentado controlar la boda.

Edward me cogió por la cintura acercándome a nuestra hija. Pillé enseguida la indirecta.

Era hora de nuestro regalo.

— Toma guapa, esto es de Mamá y mío — Edward alargó la mano y dejó descubierto un pequeño paquetito color púrpura.

Renesmee lo cogió con sumo cuidado y empezó a deslizar su dedos, apartando el lazo de plata. En él había un cordón de Oro blanco, y no solo eso, el colgante que llevaba al abrirlo, descubría una foto de nosotros tres con una descripción el la tapadera.

— "Por las dos partes de mi todo. Siempre…" — susurró Edward.

— "…Estaremos juntos, durante el resto de la eternidad" — terminé.

No se si yo lloré pero la niña tenía los ojos cristalinos. Sin decir nada, nos abrazó a los dos y se quedó en silencio. Estoy segura de que siempre la lleva consigo, para recordarnos a ambos, a sus padres…

Al día siguiente, lo volvimos a celebrar aunque esta vez con Charlie y los demás. No se me escapó el regalo de Jake, quién la colocó en la muñeca una pulsera de plata con un lobo de madera colgando. Rompí a carcajadas cuando la vi, aunque en el fondo me sentía un poco molesta.

— Que las haces, ¿En serie? — le miré pareciendo indignada.

— Supongo que pensé, que tanto la mujer de mi vida, tú, y la mujer de mi existencia, Nessie, las deberían tener — dijo sin dejar de sonreír.

Supongo, que esta vez, si era el amor de su vida, y aunque me doliese ceder a mi niña, y sabía que algún día sería suya, como yo soy de Edward.


Espero que os haya gustado. Os aseguro que ahora empezará lo mejor. ^^ No os preocupéis porque sea corto, intentare que los demás sean más extensos ^^

¡Dejen reviews o si no...! ¿Para que continuar? xD