Disclaimer: Aún estoy negociando con Kevin Eastman y Peter Laird para que me den los derechos de la serie o, por lo menos, de Mikey y de Raph. Hasta que el acuerdo no se confirme, Las tortugas ninjas no me pertenecen. La imagen de portada pertenece a goOp.
Palabras: 780.
Notas de la autora: ¡Mi primera viñeta del fandom de TMNT! Joder, no os podéis ni imaginar la ilusión que me hace escribir sobre esta serie. Me críe con la de los ochenta —esa que era bastante…estúpida, pero que tenía una intro alucinante—, y a pesar de mi edad, me hallo completa e irremediablemente enamorada de la versión del 2012. Creo que, por fin, han conseguido captar la esencia de los personajes y de los cómics. Es perfecta. Así que…aquí estoy. Deseando escribir muchas cosas sobre ellos y poder saciar mi lado fangirl de una vez, leñe.
—Pequeño torbellino—
Te saca de tus casillas.
Que se inyecte café en vena es la teoría más probable para justificar su insufrible y agotadora hiperactividad (qué otra cosa aclararía sino el porqué de la disminución de las reservas de Nespresso en casa de April).
Raph esto, Raph lo otro. Bla, bla, bla.
A eso se le suma su incesante curiosidad. Quizá sea Donnie el cerebro de los cuatro, pero no cabe duda de que Mikey siente una irremediable necesidad por experimentar. Y por experimentar uno entiende desafiar constante y descaradamente a la vieja parca. Pero no contento con traspasar las leyes de la lógica y de la muerte, tiene que, para colmo, meterte a ti, a Donnie y al intachable (pero nenaza) de Leo en todos sus berenjenales. Porque sois vosotros los que acabáis resolviendo todos sus líos. «Mis experimentos son por el bien común. Es que tú no los entiendes, Raph. No tienes ese "Je ne sais quoi" que hace falta para ser un genio como Donnie o como yo», te refuta Mikey con un mohín en el rostro, después de haber prendido fuego a la cocina por quinta vez tras una de sus pruebas. Tal vez no tengas ese "Je ne sais quoi" del que tanto habla, pero sí tienes sensatez. O, al menos, más que él. Por eso a ti no se te ocurriría probar a mezclar un trozo de pizza con uno de los frascos que Donnie guarda celosamente en su laboratorio, —bajo las enormes y bien claras etiquetas de "Precaución: Mikey, no toques esto. Te quedarás estéril si lo bebes" y "Peligro: productos radioactivos"—, para buscar nuevos sabores.
Y a esto le sigue el que se distraiga con dos de pipas. Se parece a una polilla que en cuanto ve la luz de una bombilla, se olvida de todo y se deja llevar por la atracción que ejerce en ella la dichosa luz. Que durante un entrenamiento se distraiga no importa —bueno, sí importa. Splinter ha sido el principal causante de las jaquecas y de la pérdida de memoria que tus hermanos y tú sufrís gracias a sus "castigos" por no atender—, pero que justo cuando aparezcan el Clan del Pie o cualquiera de los payasos que, por problemas mentales, maritales, laborales o vete tú a saber por qué, deciden haceros la vida más entretenida o más complicada—dependiendo del día— Mikey se distraiga, eso ya no es sólo irritante, sino que también le pone en peligro a él y a todos vosotros.
Pero, sin lugar a dudas, lo que más te saca de tus casillas es que te mire con esos enormes ojos que tiene. Que te siga a todas partes, haciéndote pucheros y poniéndote ojos de cordero degollado. Eso es lo peor.
Y, sin embargo, a pesar de que le des una torta (y bien merecida) en la cabeza por seguirte a todas partes y ponerte esa carita de cachorro abandonado, acabas concediéndole todos y cada uno de sus caprichos. A pesar de lo mucho que le gritas después de haber estado a punto de ser devorado por los mousers, terminas dándole una palmada en la cabeza y diciéndole que no lo vuelva a repetir, que tenga más cuidado la próxima vez. Y él te sonríe siempre ampliamente como respuesta. A pesar de sus experimentos y de su hiperactividad, cuando cae la noche, no puedes evitar reírte al recordar todas las tonterías que Mikey ha llevado a cabo a lo largo del día.
Porque, a pesar del torbellino que es y del trabajo que da, es tu hermano pequeño. Y aunque te enfades con él por esas cosas, no te gustaría que dejara de darte la tabarra con sus estrafalarias ideas.
NOTA.
¿Alguna opinión?Se acepta de todo, ¿eh?: puñetazos, caramelos, comentarios, citas románticas...
De todo, vamos.
