Disclaimer: YuGiOh! No me pertenece, si no a su creador Katzuki Takahashi. Si fuera así, créanme que desde hace mucho Yami y Seto hubieran tenido una hija preciosa.

ADVERTENCIA: Yaoi. SetoxYami. Mpreg. Osea que en el transcurso de la historia habrá embarazo masculino. Si no te gusta no leas por favor. Menciones en contra de la iglesia y el gobierno, así como de la sociedad y la ética.

Vigías del Diablo.

Capítulo 1: Nueva condena.

Era extraño. Ese día no había sol, a pesar de que el calor era casi insoportable. Un joven castaño, de unos dieciséis años, descansaba sobre un escritorio de caoba fina. Unas ligeras ojeras estaban pintadas bajo sus ojos, signo de que no había logrado conciliar el sueño por más de unas horas.

A su lado, en una cama enorme, descansaba un muchacho de cabello extraño y mechones rubios. Un paño húmedo estaba sobre su frente, tal parecía que el joven estaba enfermo.

-Seto…-susurró adormilado el joven.

El simple llamado de su nombre bastó para arrebatarle el sueño y acercarse a la cama. Le tomó la mano.

-¿Estás bien? Yami…-susurró únicamente para que el encamado lo escuchara.

-Me duele… Seto… duele mucho…-murmuró apretando la mano del castaño. El dolor en su cabeza era como sentir miles de taladros penetrando sin descanso.

-Ya… pasará. Tienes que descansar, Yami…-pidió el castaño acariciando la mejilla del menor.

-Duele…-gruñó entre dientes. Su mano seguía oprimiendo la mano de Kaiba con fuerza.

Seto preocupó el gesto y sin saber que más hacer para calmar a Yami, decidió soltarlo. Caminó hasta su escritorio y abrió un cajón superior, sacó un frasco de cristal oscuro y enseguida un pañuelo. Vertió un poco del líquido en el paño y sin perder tiempo caminó hasta el menor que seguía sufriendo.

Lo alzó ligeramente y recargó en su pecho. Llevó el pañuelo hasta la nariz de Yami y presionó contra ésta. El menor forcejeó ligeramente, pero apenas duró su batalla… un olor a frutas inundó sus sentidos y nuevamente se quedó dormido.

Kaiba abrazó con fuerza a Yami, sintiéndose la peor persona al obligarle a dormir, como si se quitara del problema de una manera sencilla y menos complicada… ¡Pero no era así! Su corazón se apretujaba con fuerza viendo a Yami sufrir esa esa manera… no podía soportarlo.

Y no tenía una explicación, ningún doctor pudo darle razones al estado de Yami Atem. Todos alegaban que era un simple dolor de cabeza, que pasaría con el tiempo. Pero aquello solo trajo más desmayos y dolores para su compañero.

Llevaba ya dos meses en los que se la pasaba en cama. Durmiendo por culpa de analgésicos y sedantes ya que muchas veces Yami alegaba que le explotaría la cabeza en cualquier momento.

Seto no sabía que hacer… no quería perderlo. No a él… la única persona es ese mundo que le hacía sonreír… que le daba sentido a despertar en las mañanas… Lo único que le quedaba después de haber perdido a su padre hacía un año…

-Te vas a recuperar… lo prometo. –sentenció Seto mirando el rostro pacifico de Yami.

De eso pasó una semana. Pocas eran las veces que Yami estaba despierto o bien fuera de la cama. Seto, para desgracia del menor, debía atender la empresa que su padre le dejó como legado tras su muerte… una que seguía pensando en vengar.

Tomó el periódico que estaba sobre su escritorio. Leyó el encabezado de la primera plana. "Capturan otro Ojo de Horus." Sonrió casi despiadado.

Ya tenía poco más de un año que se supo sobre los supuestos Vigías del Diablo (como la iglesia los hacía llamar). Personas que llevaban marcado en su cuerpo el dibujo de un ojo egipcio. Según creían muchos, él incluido, esas personas estaban malditas. Cargaban con ellos poderes que sobrepasaban a los humanos y eran los causantes de la muerte de muchos políticos importantes o empresarios de alto calibre.

Su padre incluido y ya asesinado por uno de los "Ojos de Horus."

Desde que supo el nombre (aunque no real) del asesino de su padre, se juró a si mismo acabar con todos y cada uno de los portadores de aquellos signos malditos. Los odiaba, más por acabar con lo que él llegó a considerar como una vida pacífica y perfecta.

La puerta del despacho de Kaiba se abrió un hombre alto de cabello platinado que cubría parte de su rostro, entró calmadamente sin ser invitado.

-Pequeño Kaiba. –empezó con un tono de voz meloso y casi entonado –Por fin han llegado los archivos sobre el nuevo dispositivo de hologramas para la nueva serie de plataformas.

Seto quitó sus ojos del periódico y miró de manera fulminante a Pegasus. Maximilam Pegasus. Detestaba a ese hombre. Más por ser el vicepresidente de su empresa casi de manera obligatoria, su padre lo colocó en aquel puesto asegurando que Kaiba necesitaría de un tutor que supiera manejar a su totalidad la empresa y pudiera aconsejarle cuando se necesitara.

Para Kaiba, un total estorbo. Se creía lo suficiente capaz para llevar una empresa hacia el éxito. Pero no podía despedirlo o degradarlo de puesto, al leer el testamento de su padre, Pegasus quedaba como consejero y mano derecha de Seto y si él llegara a faltar, Pegasus podía ser sucesor a la presidencia y ser dueño legítimo de todo.

Frunció el cejo tanto que incluso sintió un molesto dolor de cabeza.

-Me supongo que ya los habrás revisado. –apuntó Seto prestando atención a su laptop, tenía cosas más importantes en las cuales preocuparse que sistemas operativos holográficos que seguro ya muchos en su empresa habían aprobado. Debía enfocarse en encontrar alguna cura para Yami…

Pero… ¿Cura para qué? ¿Un dolor de cabeza que fácilmente podía catalogarse como migraña? Una que con simples analgésicos no desaparecía. No, Yami sufría de algo más que un simple dolor de cabeza.

¿Un tumor? Los médicos habían descartado aquella idea tras hacerles las debidas pruebas. No habían encontrado nada… aunque Seto no terminaba de anularlo, después de todo, ciertos tumores tardaban en dar señales de "vida".

-Así es. Todo parece estar en orden y la empresa China quiere saber cuándo cerrarán el trato. Me tome la libertad de adelantar tu respuesta que es obvio será afirmativa. Los programas están en perfecto orden y muestran una excelente calidad en la imagen y realismo.

-Entonces cierra el trato y retírate. Estoy ocupado. –sentenció el castaño sin apartar su mirada de la pantalla. Pegasus frunció el cejo sintiéndose ofendido. Dio media vuelta y caminó hasta la salida. Tiempo al tiempo… nada más.

Pasó parte de su tiempo buscando en internet, llamando a médicos de otros países, preguntando a especialistas… pero nada. Los datos que Kaiba daba sobre los síntomas de Yami Atemu no decían nada sobre algún riesgo de vida o muerte. Lo más cercano era un tumor. Según muchos especialistas habría que esperar a que el tumor apareciera, de momento no podían hacer nada…

Yami tendría que conformarse con pastillas y anestésicos para anular un poco el dolor. Cerró su computadora con fuerza, casi podía jurar que había roto la pantalla, pero no le importó… se sentía impotente… un inútil por no saber cómo ayudar a la persona que amaba.

Aquello no era nuevo para Seto, conocía a Yami desde que ambos cursaban la secundaria. Y el amor se fue dando… pero parecía que únicamente de un lado… Yami nunca mostró más que sincera amistad por el castaño… fuera de eso, Seto se había resignado a guardar sus sentimientos y estar ahí para el tricolor.

¿La familia de Yami? Un total misterio. Un día simplemente llegó y se quedó viviendo en su casa. Nunca preguntó nada… y Yami nunca le dijo nada…

Así había quedado… pero de repente la duda le asaltó y las ganas de conocer sobre la vida de Yami no lo dejaban en paz.

-No me queda más que resignarme… ahora ni hablar puede. –susurró Kaiba sin dejar de lucir preocupado. Se puso en pie, necesitaba saber cómo seguía Yami.


-¡AAH! –un fuerte grito perturbó a la mansión. En la habitación que Yami ocupaba, varios enfermeros intentaban sujetar a Atemu. El chico parecía poseído; se sujetaba la cabeza de manera constante y jalaba sus cabellos como si intentara arrancarse el cráneo. El doctor en turno preparaba un tranquilizante. De seguir así, Yami podría lastimarse de gravedad -¡DUELE! ¡QUE PARE! ¡QUE PARE!

-¡Doctor! –demandó un enfermero sujetando la cintura del menor, otro enfermero intentaba quitar las manos del paciente de la cabeza, para evitar más lesiones. El doctor terminó de preparar la jeringa e intentando ser cuidadoso y rápido, logró penetrar en el brazo de Yami.

El tranquilizante no tardó en hacer efecto. Poco a poco Yami dejaba de gritar y sus ojos comenzaban a cerrarse. Varias lágrimas bajan de sus ojos, al parecer el dolor era demasiado para poder aguantarlo despierto.

-Seto…-susurró tras quedarse dormido de nueva cuenta.

Los enfermeros suspiraron aliviados y tras acomodar a Yami en la cama se miraron entre ellos.

-Doctor…

-Vámonos. Dormirá muchas horas. La dosis que le inyecté fue muy alta. –apuntó el médico –Esperemos que con esto… el joven Atemu pueda olvidarse de ese dolor.

Los enfermeros asintieron, pero antes de que lograran salir del cuarto, Seto Kaiba había entrado. El reloj pegado a la pared marcaban las cuatro de la tarde. Muy temprano para que el castaño estuviera en casa, pero aquello ya parecía rutina… desde que Yami había empeorado se la pasaba de más en la casa, vigilando cualquier cosa que el menor pudiera necesitar.

-Kaiba-san. –apuntó el médico. Su tono de voz denotaba sus malas noticias.

-¿Otro ataque? –pregunto centrando su atención en Yami. El doctor asintió.

-Lo siento, hacemos todo lo que podemos, pero tal parece que las medicinas comunes no son suficientes para tratarlo. Esto ya es algo que supera todos nuestros avances.

-Tonterías. –sentenció el joven empresario. Se hizo paso entre los enfermeros y miró a Yami dormir. Notó los rastros de lágrimas en sus ojos. Seguramente aquel ataque había sido muy fuerte –Retírense.

No necesitaba mediocres en aquel cuarto. Después de ser dejado solo, Kaiba tomó la mano de Yami y la acercó a su mejilla. Era tersa… la piel de Yami siempre había sido suave y tibia al tacto. Pocas eran las veces que podía disfrutar de tan dulce roce…

-Una pista… algo… tú debes saber que te ocurre…-susurró Seto. Su timbre de voz estaba cargado de congojo y dolor. Soltó la mano del pelirrojo. Debía calmarse, no perder la poca esperanza que su corazón guardaba por la pronta recuperación de Yami.

Tomó el control de la televisión que descansaba en el cuarto de Yami y la encendió. Total… no le quedaba de otra más que ver pasar el tiempo…

Y sinceramente encerrarse en sus pensamientos comenzaba a ser una idea malsana. Luego comenzaba a conjeturar, suponer y frustrarse al no encontrar una respuesta al estado de Yami.

Pasaba los canales sin mucha atención. Todo era lo de siempre, programas de entretenimiento, chismes, caricaturas, noticias nacionales… se detuvo en un noticiero. Parecía una especie de protesta. Cuando notó el montón de pancartas, cartulinas y tatuajes tachados que todo el mundo traía se dio cuenta de los motivos de aquella "marcha".

Eran protestantes. Personas que deseaban la aniquilación total de los malditos. Sonrió y se recargó mejor en la silla. Sería divertido ver como expresaban toda su discordia y odio hacia los supuestos Vigías del Diablo. Muchos les temían, no se metían en las disputas por temor a ser condenados al infierno; pero otros, los menos creyentes de que existiera un infierno o un cielo, no se tocaban el corazón para hacerles pagar cada muerte que fuera publicada, aún si no tuvieron nada que ver en ella.

Tal parecía que estaban a punto de aniquilar a uno. Seto se preguntaba ocasionalmente el porqué del morbo de grabar tal homicidio. Era obvio que los medios de comunicación no parecían caer en cuenta de la terrible falta hacia la moral pública que ocasionaban. En la pantalla se vio como un hombre ya algo grande caía al suelo y entre toda la muchedumbre lo pateaban sin descanso.

-¡Maldito demonio!

-¡Merece la muerte!

-¡Vamos a acribillarlo!

Sonrió ligeramente complacido. Esperaba ansioso poder ver aquello. Que las cámaras no se pusieran puritanas y decidieran dejar de grabar. Apenas entre la multitud logró ver a alguien que sacaba una pistola y disparaba a quemarropa hacia la espalda del condenado. Varios gritos de miedo y otros de júbilo se escucharon.

Yami abrió sus ojos sintiendo verdadera pereza. Buscó a su alrededor y encontró a Seto dándole la espalda. Sonrió sintiéndose feliz de tenerle cerca. Quiso decir algo pero el sonido de otro disparo lo hizo callar y sus dudas crecieron al escuchar como Seto reía en murmullos.

¿Qué estaba viendo el castaño? aún con la mirada nublada y soñolienta intentó enfocar la televisión.

El sujeto que estaba siendo torturado por los ciudadanos tenía un signo en la frente. Era el ojo de Horus… según había escuchado a Seto, aquellas personas eran malas o enviados del diablo, algo así, no lo recordaba y el dolor de cabeza estaba regresando. Otro disparo y la risa de Kaiba lograron llegar a sus oídos.

¿Era feliz viendo como acribillaban a un ser humano? Yami no podía entenderlo, más bien… no quería entender.

-Ahora son los ciudadanos quienes han decidido tomar acciones con sus propias manos. Al parecer se cansaron de que el gobierno no ponga un alto contra todos los crímenes que están ocasionando estos "Vigías del Diablo." –anunció un reportero mientras se seguía grabando la cruel y cruda matanza que tenían contra el pobre hombre. Ya no se movía…

Yami se llevó una mano a su frente.

-Seto…-llamó apenas en murmullos, haberse despertado no había sido buena idea.

Kaiba volteó enseguida y notó a Yami cubriéndose la cara. Se alarmó y no dudó en acercarse a él.

-Aquí estoy… tranquilo.

-¿Dormí mucho? –preguntó intentando ignorar el terrible dolor de cabeza.

-Demasiado. Ya pareces un oso de tanto que duermes. –dijo cariñoso el mayor acariciando la mejilla del tricolor.

Sonrió apenas con fuerza.

-Lo siento… aún tengo sueño…-susurró. Otro balazo se escuchó. Yami frunció el cejo molesto –Apágalo.

-Deberías verlo. Al fin la gente está haciendo algo para sacar toda esa basura de la ciudad. –apuntó Kaiba fijando su vista en el cadáver que era el portador del tatuaje.

-No soy un maldito insensible como tú. –sentenció Yami alejándose del castaño y dándole la espalda. Aquello le costó un fuerte mareo que intentó ignorar.

Seto se molestó ante aquella actitud.

-¿Para qué los defiendes? Sabes que son unos asesinos. ¿Acaso sientes pena por ellos?

-¿Tú no? –miró por encima de su hombro a Kaiba –Son humanos, como nosotros, Seto. No puedo creer que disfrutes viendo como los maltratan y mutilan por placer.

-Es lo que se merecen.

-Estás cegado por la muerte de tu padre. Madura, por Dios. –sentenció el pelirrojo.

-¿Acaso te molesta?

-Me enferma tu actitud.

-Sabes que puedes largarte de aquí. Si tan mal te pongo, vete de mi casa. –sentenció el castaño.

Yami afiló la mirada y tras sentarse en la cama con mucho esfuerzo miró resentido al mayor.

-Sabes que no puedo hacerlo…

-Y tú sabes que no tendré compasión con ninguno de esos malnacidos. Si tengo a uno de ellos en frente no dudaré en matarlo. –apuntó Kaiba.

Atemu frunció más el cejo.

-Lárgate. Escucharte me da más dolor de cabeza. –sentenció el pelirrojo tras darse media vuelta y arroparse hasta la cabeza.

-Como quieras. –y sin más, se fue del cuarto apagando la televisión antes.

Yami espero a estar a solas. Soltó un molesto suspiro y cerró los ojos. La jaqueca estaba empeorando, pero no quería pedirle nada a Seto. Prefería aguantarse el dolor a tener que soportar su actitud egoísta.

-Diablos… siento que la cabeza se me partirá en dos.

Al día siguiente, Kaiba caminaba en dirección hacia el cuarto de Yami. No lo había visto desde ayer en la tarde que habían discutido sobre el asesinato de aquel sujeto. Tampoco quería estar enojado con el pelirrojo todo el tiempo. Yami ya tenía bastante en que ocuparse y dudaba mucho que si quiera le prestara atención a su pelea de ayer.

A pocos pasos para llegar al cuarto de Yami, notó como una enfermera salía corriendo. Parecía asustada. Como si hubiera visto un fantasma. Seto se quedó parado por unos segundos, reaccionó al escuchar el grito agudo de Yami. Corrió hacia la habitación.

-¡YAMI!

Estaba boca abajo, sujetando su cabeza mientras que un brillo dorado parecía resaltar de entre sus manos. No había nadie en el cuarto y la bandeja con comida estaba regada en el suelo. Al parecer la enfermera la tiró cuando salió corriendo.

-¡Yami! ¡Diablos! ¡¿Qué está pasando? –le tomó de los hombros intentando encararlo -¡Yami!

-¡Mi cabeza! ¡Seto, mi cabeza va a estallar! –chilló el pelirrojo apretando sus manos hasta el punto que sus nudillos se ponían blancos. Varias lágrimas cayeron a la cama. El dolor era insoportable.

Kaiba logró recostar a Yami bocarriba, el brillo comenzaba a desvanecerse, adquiriendo cierta forma. Una que dejó a Seto paralizado y con las manos temblando. Los quejidos poco a poco disminuían y las manos de Yami resbalaban pensadas a cada lado de su cabeza.

-N-no…-susurró apenas con voz. La incredulidad no cabía en su cuerpo. No encontraba razón lógica a lo que era obvio estaba pasando frente a sus ojos. ¡Yami tenía el Ojo de Horus en la frente! Aquello tenía que ser una broma… una de muy mal gusto.

La respiración del menor poco a poco comenzaba a regularizarse. Tragó sintiendo la boca seca y sus ojos intentaron abrirse. Aún sentía punzadas en la cien, pero ya no eran tan insoportables como las veces pasadas.

-Seto…-susurró apenas con voz. Su visión era borrosa y no podía distinguir sonidos. Un zumbido molesto los opacaba.

No podía tener a uno de "esos" en su hogar. ¡Debía matarlo! ¡Yami ahora estaba maldito por culpa de aquel signo!

El doctor, junto con dos enfermeros, entraron al cuarto. Se asustaron justo cuando reconocieron el ojo que descansaba en la frente de Atemu.

-¡Llamen a los guardias! –gritó el médico sin atreverse a entrar al cuarto.

Yami logró sentarse en la cama, aún estaba mareado y algo confundido.

-¿Qué… ocurre? Seto…

Kaiba reaccionó apenas segundos después de escuchar su nombre. Notó como Yami le miraba. Estaba confundido y no era para menos… desconocía lo que había en su frente. Pero aun así… ¡Él debía matarlo! Por culpa de esos sujetos… su padre…

-Seto… ¿Qué pasa? –insistió Yami logrando bajarse de la cama, pero tropezando por sentir sus piernas débiles -¡MALDICIÓN, DIME QUÉ PASA!

El castaño se puso en pie y recobrando su actitud fría y desinteresada, le aventó un espejo al menor.

-Desgraciados…

Yami escuchó el sonido sordo que había echo el espejo al caer contra la alfombra del suelo. Con su mano temblorosa lo tomó y se miró en él.

Sus ojos rojos adquirieron un brillo más fuerte y sus pupilas se dilataron hasta parecer dos puntos negros. Su frente… él era…

-N-no…

Ahora entendía la actitud de Kaiba. Tenía que matarlo… después de todo él lo había dicho días atrás.

Y tú sabes que no tendré compasión con ninguno de esos malnacidos. Si tengo a uno de ellos en frente no dudaré en matarlo.

Sus puños se apretaron con fuerza y una sola pregunta inundó su mente. ¿Por qué?...

Tres guardias llegaron enseguida y con pistolas en mano apuntaron a Yami, éste no se atrevía a verlos. Seguía conmocionado y pensando en las mil y un posibles muertes que seguro Kaiba no dudaría en darle.

-Lo siento…-susurró apenas con un hilo de voz. Sentía que le había fallado a su compañero –Lo siento…

Kaiba reaccionó por la simple mención de esa frase. ¿Yami se culpaba de algo? ¡No, claro que no! Yami no tenía la culpa de nada… ¿verdad? Aquel signo… no probaba nada… ¡¿Verdad?

-Le dicen el amante de las computadoras…

-Pobre diablo, no tiene amigos. Cree que el mundo se resume a su laptop.

-Estar tanto tiempo ciclado en una computadora hará que pierdas el sentido de la vida. Soy Yami Atemu, ¿Y tú?

-¡No te muevas o disparamos!

Aquel grito lo sacó de sus recuerdos. ¿Cuándo se había sumido en ellos? Desechó las dudas y corrió enseguida junto a Yami, lo tomó en brazos y sin encontrar más salida que la ventana, se fue directo contra ella rompiendo el vidrio de ésta con su propio cuerpo. Los guardias quedaron impactados por minutos. Incrédulos de lo que su jefe había hecho.

-¡Secuestran al joven Kaiba! –gritó el médico quien seguía en la habitación -¡Rápido, cierren todas las puertas! ¡No dejen que tome algún carro o jet! ¡No podemos dejarlos escapar! ¡Podría matar al joven Kaiba!

Uno de los guardias sacó su móvil y marcó un número en particular.

-¿Diga? –se escuchó la otra voz por la línea.

-¡Señor, el joven Kaiba ha sido secuestrado por uno delos Vigías del Diablo!

-¡Pero qué horror! ¡No dejen que se escape, Dios no quiera y lo termina matando! ¡Comiencen una búsqueda exhaustiva! ¡Si perdemos al Joven Kaiba sería terrible!-Soltó Pegasus tratando de ocultar en su voz aquella repentina alegría que lo inundó de repente.

-¡Eso mismo haremos, señor! –y se cortó la llamada.

Pegasus dejó el teléfono en su sitio. Tomó la copa de vino que descansa a su lado y la alzó al aire.

-Pero que conveniente resultó ser esto. El pequeño Kaiba ha sido secuestrado. –sonrió de manera alargada –Ahora, solo tengo que encontrarlo antes que los demás…

Continuará…

Nota de la autora: ¡Wola, si es que alguien aún lee fics de YuGiOh XD! Esta historia ya la tenía pensada y había subido una versión que sinceramente no me agradaba mucho, pero quise probar. Se la enseñé a un amigo y enseguida se puso a trabajar en mejorar la trama y salió esto. Combinación de ambas mentes XD.

Ojalá les guste y le den una pequeña oportunidad. ¡Dejen un review! =D.