Título: Conviviendo con la Muerte.
Fandom: Beyblade.
Personajes: Tala Ivanov & Kai Hiwatari.
Género: Sobrenatural, Humor, Romance.
Rating: T
Advertencias: UA. Tala/Kai, implícito.
Resumen: La Muerte está cansada. La Muerte tiene rostro. La Muerte tiene nombre... Tala Ivanov, y decide tomarse sus primeras y bien merecidas vacaciones en el mundo mortal.
Disclaimer: Beyblade no me pertenece. Pertenece al talentoso, Takao Aoki, al cual le agradezco infinitamente por traer a mi mundo tan bella y shipeable obra de arte.
05/02/08.
1. Capitulo 1- Vacaciones.
La Muerte.
Se dice que tarde o temprano llegará. Que es parte de la vida, pero... ¿Quién está detrás de ese ser que causa temor y miedo a muchos mortales? A personas, que temen que su Destino les alcance.
- ¡Hmf!
Un suspiro abandona sus labios, revelando el cansancio y aburrimiento que tiene en esos momentos. Por supuesto, no es para menos.
- Siempre lo mismo... –masculla con molestia.- Llevarme personas, volver por otras, traerme más... Lo mismo una y otra vez. ¿Desde cuándo? Ya ni siquiera lo recuerdo. ¿Milenios, quizá? Hn.
Sus hombros se encogen a modo de resignación y su rostro, adopta una expresión de fastidio provocado por la monotonía de su existencia.
Porque es verdad, él es la Muerte.
Sí, ese ser que es encargado de terminar con la vida de los humanos y reclamar sus almas como suyas. Y el papiro que acababa de sacar de su larga y negra toga es el Pergamino de la Muerte. La lista de todas las personas que por fin les ha llegado la hora y él tiene que ir a recoger.
Trabajo, trabajo y más trabajo. Nada más que eso. Para eso es que existe.
Aun así, aquello es tan cansado y agotador, tan monótono, que por ahora ya está harto de aquello. Ha llegado a su límite, y ya no puede más. Necesita un respiro.
- ¡Vacaciones! –dice entre dientes, exaltándose por momentos.- ¡Todo el mundo tiene vacaciones! ¡Yo, necesito unas largas y merecidas vacaciones, pero ya! ¡Ahora mismo!
El papiro que sostiene en esos momentos deja de ser enrollado, al ocurrírsele una idea. Una solución a su problema. ¡Eso es!
- Y las tendré...
Murmura, haciendo acto de presencia una extraña sonrisa en su rostro, contrastando de maravilla con el brillo malicioso de sus penetrantes ojos violetas.
¡Perfecto! Ha tomado una decisión.
- ¡Me voy de vacaciones!
Exclama con algo de emoción, guardando el pergamino en sus ropas y preparándose para abandonar aquel lugar. El mismo en el que reside, para marcharse de inmediato al Mundo de los Mortales, y comenzar con su bien merecido descanso.
Una vez ahí, y saliendo del callejón en el que ha aparecido, comienza a caminar por una de las aceras, viendo todo lo que lo rodeaba con una gran emoción y sorpresa. No lo puede negar.
Si bien era cierto que había estado una infinidad de veces en ese mundo, lo cierto era que sólo había estado de paso y por su "trabajo". Por lo que nunca se había detenido a mirar los edificios, a respirara el aire de ciudad, y mucho menos, a ser y actuar como todo un mortal.
Algo, que en esos momentos intentaba hacer lo mejor que podía, porque hasta eso tenía su ciencia. No era tan fácil como suponía. Así que los observaba ir y venir, pasar a su lado, y todos caminaban con prisa; parecían apurados, pero así era la vida en la época actual.
Otra cosa que llama al instante su atención son sus vestimentas.
A diferencia de la suya, que simplemente era una toga oscura que cubría todo su cuerpo de la cabeza hasta los pies y que sólo dejaba al descubierto su rostro, donde un par de ojos violetas resaltan y acompañaban a esos labios que se veían tan rojos, y claro, algunos rebeldes mechones rojizos que caían a la altura de sus mejillas, pero eso era lo único que sus ropas revelaban de su enigmática figura.
Nada comparado, con la ropa de muchos colores y diferentes texturas que los humanos usaban día a día y dependiendo de la ocasión. Suponía que tenía que ver algo con lo que ellos denominaban "Moda". Pero no estaba muy seguro de ello, luego investigaría ese detalle.
- Ropa... –dice por lo bajo, luego de reparar en ese fundamental detalle.- Necesito cambiar mi atuendo por uno más... mortal.
Es la única palabra que cruza por su mente para describir ese tipo de vestimentas, anotándola mentalmente como la primera tarea que tendrá que realizar en ese mundo. Por ahora, sigue con su camino mirando todo a su alrededor.
Las personas que van delante de él, las que van en sentido contrario. Cada detalle y cualquier cosa que aparece en su camino las observa con suma curiosidad e interés que hasta el momento se está permitiendo. Su camino, lo lleva hasta una de las avenidas principales de aquella concurrida ciudad.
Ignora en cuál de todas se encuentra, aunque tampoco está muy deseoso de saberlo. Lo que sí sabe, y ya por su experiencia adquirida en esos minutos, es que todo está cubierto de blanco y que hace mucho frío. El escalofrío que ha sentido al sacar su mano de sus ropas aún recorre su cuerpo y por ahora, no volverá a hacerlo. No hasta arroparse como es debido.
Las personas que caminan a su lado se detienen en la esquina de la avenida, por lo que él así lo hace. Puede observar entonces que es un cruce y que tienen que esperar a que el semáforo cambie a rojo y los autos se detengan para poder cruzar. No por nada, por esa causa ya se ha llevado muchas almas, y todavía las que faltaban.
En su espera, ve como alguien se detiene a su lado a escasos centímetros de él, golpeándolo levemente pero no le dice nada; ha sido un leve toque y sin querer. No es la gran cosa. Una pequeña sonrisa curva sus labios al pensar en ello: ese humano, ha tenido suerte hoy. Si hubiera sino otro día, y si él no estuviera de vacaciones, segundos después abría perdido la vida. Todo por tocarle levemente.
Nivel de jerarquía, supone él, con una media sonrisa.
Pero entonces, la curiosidad se apodera de su ser. Sus ojos reparan en aquella persona que por el día de hoy ha tenido suerte y ha salido airoso y con vida de esa situación. Su mirada se encuentra con la otra, pero sólo es por algunos segundos pues aquel bicolor regresa su atención al frente.
Siendo los segundos suficientes para dejar pensativo al Emisario de la Muerte.
"Esos ojos... estoy seguro de que los he visto antes."
Sin disimular siquiera vuelve a mirarle, inspeccionando cada rasgo de su perfil.
Claro que al sentir aquella mirada sobre su persona, el bicolor de nuevo voltea a ver a aquel extraño, encontrándose con que en efecto, aquella persona casi se lo come con los ojos. O al menos, esa es su impresión.
"Incómodo y desagradable". Piensa.
Tan molesto le resultaba el asunto, que su mirada se afila y le ve fríamente. Aunque aquello, no amedrenta al otro y mucho menos, logra que deje de velo así. Está a punto de decirle algo, o golpearlo (lo primero que atine a hacer) cuando aquellos labios se abren para decir algo por lo que se contiene de hacer cualquiera de las dos cosas mencionadas.
Quizá es una explicación a por qué lo ve de esa forma, o ya como mínimo, una disculpa.
- Te conozco. –dice en cambio, acentuando su mirada en él.- ¡Estoy seguro de que te conozco!
Con tanto aplomo y seguridad lo dice, que aquello no se puede negar o poner en duda. El bicolor incluso mira hacia atrás, creyendo que le habla a otra persona o algo, pero no hay nadie más que los mire. Entonces... ¿sí, le habla a él?
- N-no... ¡No lo creo!
Es la respuesta que le da, volviendo su mirada al frente.
Y es que... ¿de qué le hablaba esta extraña persona? En su vida, jamás, lo había visto.
Por ello, el pelirrojo trata de recordar para poder explicarse mejor.
El semáforo mientras tanto cambia a rojo, permitiendo que los peatones crucen la calle, y en especial y con algo de prisa, a aquel confundido bicolor.
Así que cuando el pelirrojo parece recordar de dónde lo conoce, voltea a verle, dándose cuenta de que ya no está ahí y ahora, cruza rápidamente la calle como todos los demás. Se apresura entonces para alcanzarle.
- ¡Ya recuerdo! –llega a su lado, atrayendo su atención.- Fue el 16 de Febrero de 1991.
- ¿Oye? –el otro se detiene en la acera, ignorando sus últimas palabras.- ¿Te conozco?
Alzando confundido una ceja al verle fijamente, y esperando su respuesta. ¿Qué no lo había dejado atrás?
- No personalmente. –se explica.- Pero yo ya te había visto antes en varias ocasiones.
Su respuesta lo hace desconfiar más de aquella persona, aprovechando el momento de ensoñación que muestra para perderse entre la gente que iba y veía, alejándose con pasos rápidos de aquel extraño sujeto.
Y es que todo en él es sospechoso, desconcertante y nada alentador. Vestido todo de negro, de piel blanca y cabellos rojos, con unos profundos y extraños ojos amatistas, sumándose el hecho de que decía conocerle de una fecha de cuando tenía, qué... ¿3 años?
Locuras y estupideces. Quién sabe quién era ese chiflado, aunque tampoco estaba muy interesado en saberlo. Bien podía ser un loco psicópata acosador, y él ni enterado... tendría que ver las noticias más a menudo, apunta mentalmente, cruzando otra calle más.
Con esa, ya eran tres cuadras desde la avenida principal que se había alejado. Estaba seguro que aquel sujeto no le habría podido seguir el paso, pero aun así, no estaba de más comprobarlo. Se hace a un lado de la banqueta, deteniendo su paso para girarse y corroborarlo.
Bien. No se veía nadie sospechoso que fuera tras él, eso era bueno. Ahora sí lo había perdido por fin. Respirando hondo se da la vuelta más tranquilo, dando un leve brinco al ver a escasos centímetros de él a aquella persona de la cual había huido.
Éste, se veía tan tranquilo y calmado, muy diferente del bicolor, que estaba todo agitado y sorprendido por su presencia.
¿Qué diablos?
- ¿Pero cómo has...?
Sus palabras quedan a medias, escuchando lo que el tipo comienza a decirle con una media sonrisa en el rostro.
- También, te volví a ver el 25 de Enero de 1994. El 17 de Agosto del 98 fue por Voltaire. Y el 23 de Octubre del 03 fue por Boris, ¿cierto?
Palabras, que para otra persona no hubieran tenido significado alguno pero no para él. El bicolor sabía perfectamente de qué le hablaba, o eso creía.
- ¿Q-quién eres... tú? –se atreve a preguntar aunque estuviera confundido, retomando poco a poco su semblante inmutable. Saliendo, de su sorpresa inicial.- ¿Cómo es... cómo es qué sabes eso?
- ¡Oh, bueno! –el pelirrojo quiere restarle importancia al asunto, así que se encoge de hombros.- Verás, yo... fui quien vino por ellos. Yo me los llevé.
Donde una extraña sonrisa hace aparición, haciendo que la ceja del otro se alzará en confusión.
¿Se los llevó? Claro, ya entendía. Bueno... no, la verdad es que no entendía lo que le ha dicho. Qué alguien se lo explicara, por favor.
- ¿Acaso tú...? –tantea entonces.- Eras el chofer o... ¿algo así?
- ¿Qué? ¡Oh, no, no!
El Emisario se ríe, dándose cuenta de que Hiwatari (por supuesto que conoce el apellido de aquel joven) lo ha malinterpretado.
- No, yo... –hace una pausa, buscando la mejor manera de decírselo.- No. Es que yo soy... soy la Muerte. Un placer.
Dicho esto le tiende la mano, mostrándole también una sonrisa al considerarlo lo más apropiado al presentarse. Una sonrisa, que ante los ojos del otro, tienen rasgos de altanería y burla.
¿Es que acaso... éste extraño pretendía burlarse de él, o qué?
Por lo que su acción no hace sino más que acrecentar por momentos la incertidumbre y sobre todo, la molestia y el enojo del bicolor.
Así que eso era, eh.
- En ese caso... –entrecierra divertido sus ojos, siguiéndole la corriente.- Un placer, yo soy... Drácula.
Estrecha con fuerza su mano, manteniendo una expresión arrogante. Casi se puede leer en sus ojos centellantes "¿Qué tal esa, eh? Yo también sé jugar".
- ¿Drácula? –el otro levanta confundido una ceja. Por supuesto que sabe que no se llamaba así, pero ese nombre... le sonaba de algo.- Drácula, Drácula... ¿Dónde he escuchado ese nombre?
Y mientras el encapuchado reflexionaba, Hiwatari ardía de coraje. ¿Es que no veía que era una broma? Verlo actuar así lo molestaba aún más.
- ¡Oh, sí! –el recuerdo parece que vino a su mente, viéndole entonces al mortal de forma reprobatoria. Ahora entendía cuál había sido su intención.- ¡Pero tú no eres Drácula!
Es un claro reclamo, que el nieto del difunto Voltaire Hiwatari se encarga de pasar por lo alto.
- ¡Por supuesto que sí!
Dice tranquilamente, aferrándose a sus palabras. Si ese idiota creía que era divertido burlarse de él, entonces él le dejaría claro que no lo era. Él también podía jugar.
- ¡No es cierto! -reprocha.- ¡Tú eres Kai Hiwatari, no... Drácula!
- Qué no. No soy Kai Hiwatari, soy Drá... –alto total a sus palabras, para poder mirar fijamente y con desconfianza al otro.- ¿Cómo sabes...? ¿Cómo sabes mi nombre? –reclama con un grito.
- Ya te lo dije. -un suspiro escapa de su boca, sintiéndose cansado de la situación. ¿Es que acaso era tan difícil de comprender quién era?- Eso es porque yo sí soy, la Muerte.
- ¡Sí, claro! –ironiza en cambio, cruzando molesto sus brazos.- Ajá, buen intento. Pero ya enserio... ¿Dime cómo lo sabes y quién eres?
- ¿No me crees?
Le ve negar, y luego contesta.
- ¿La verdad? No.
De acuerdo. Aquella ha sido la última gota de paciencia que le quedaba. Si aquél mortal no quería creerle por las buenas, entonces quizá lo hiciera con los hechos irrefutables que él tenía.
- ¡Pues escúchame muy bien, Kai Hiwatari!
Su tono de voz, confirma su estado de exasperación y molestia. Sin más, le relata los encuentros que ha tenido con su familia y él.
- El 16 de Febrero de 1991... -comienza.- Fue el día en que murió tu madre. Tenías 3 años de edad y me viste. Viste cómo me la llevé, pero antes de eso, viste cómo te dio un último beso y después... se fue para siempre. 25 de Enero de 1994, 3 años después, murió tu Padre en aquel accidente aéreo. 17 de Agosto de 1998, tu Abuelo Voltaire falleció de un ataque al corazón, y tu "querido" profesor, Boris Valkov, murió el 23 de Octubre del 2003. ¿Cierto o... me equivoco?
Hiwatari se ha quedado pasmado y sin habla al escucharle recitar aquellas fechas que una a una, han marcado de una u otra forma su vida. Era verdad. En esas fechas y con esas formas, sus parientes más cercanos, más queridos (y los que no también) le habían dejado solo, en el mundo.
¿Pero cómo era posible que... un extraño, que ésa persona supiera eso? ¿Realmente era quién decía ser?
- Cualquiera diría... –comenta con indiferencia, ahora que el otro parece creerle por fin.- Que tú eres la Muerte, Kai Hiwatari. O al menos... un mortal que le agrada, pero no es lo uno ni lo otro, ¿verdad?
El aludido sale de su confusión, preguntándole algo importante.
- S-si tú en verdad eres... la Muerte. ¿Qué es lo que haces aquí? ¿A-acaso vienes... por mí? –pasa con dificultad, sintiendo como una gota de sudor corre desde su frente.
No es que tenga miedo a morir, pero ese día parece como cualquier otro y no se esperaba que eso pudiera ocurrir.
- Tranquilo. –le relaja el pelirrojo.- No estoy aquí para "llevarte". Aún no es tu hora, o eso creo... Cómo sea.
Cambia radicalmente el tema, al aburrirse de la situación.
- ¿Y entonces?
- Nada. Sólo decidí tomarme unas vacaciones... –sonríe un poco, provocando que el otro enmarque confundido una ceja.
Cree que no ha escuchado bien, por eso pregunta, para salir de dudas.
- ¿Vacaciones?
- Si. Todo el mundo tiene vacaciones. ¿Por qué la Muerte no... eh? –su tono se vuelve infantil. Como cuando a los niños pequeños que se les dice que no se les puede comprar todo lo que quieren.- ¡Eso no es... justo!
Sumado al puchero que hace que acentúa más su estado malcriado y... caprichoso.
Eso es... "curioso" piensa Kai, distraídamente.
- Y si tú estás de... "vacaciones"... –continua con sus preguntas, porque no termina de entender aquello.- ¿Quién se supone que hace tu trabajo?
Sin duda una interesante pregunta. Vaya, tal parece que ése mortal tenía algo de inteligencia. "No estaba mal" repasa mentalmente el pelirrojo antes de contestar.
- Nadie. Yo no tengo remplazo, ¿sabes? -rueda como si nada sus ojos, dejando escapar incluso un suspiro por lo bajo.
Su trabajo es pesado y estresante, muchas gracias.
- ¿Y... no hay problema o algo así?
- No, para nada. –con su mano, le resta importancia al asunto, encogiéndose despreocupado de hombros.
Ese gesto, por alguna razón le recuerda a una de las tres personas molestas que conocía y que en ese momento, no tenía muchas ganas de recordar.
- Un día más, un día menos de vida... –sus palabras vuelven a atraer su atención.- ¿Cuál es la diferencia?
- Hn.
Kai no está muy seguro de eso, pero si la Muerte se lo dice (aún no se siente muy cómodo con esa cuestión) entonces así debía de ser, ¿no?
- Por cierto... –el pelirrojo le ve fijamente antes de pasar a otro tema.- ¿Podrías decirme en qué ciudad nos encontramos?
La vista de ambos pasa de un punto a otro, terminando en la mirada contraria.
- Moscú, Rusia... –se limita a decir, entrecerrando sus ojos.
- Rusia, claro... Qué interesante.
Una pequeña sonrisa se forma en sus labios, detallando en las personas que pasan por esa acera o la de enfrente; en los autos, o en cualquier otro elemento que atraiga su atención.
- Sí, cómo sea.
El bicolor da unos pasos, pasando a su lado para continuar con su camino.
Por ese día ya había tenido suficiente. El encapuchado que le seguía, había resultado ser la Muerte que... sólo estaba de paso, de vacaciones. ¡Genial! Pero aquello ya no era su asunto, y tampoco le interesaba. Por ahora, sólo quería regresar a casa y olvidarse de aquella situación tan... absurda.
- ¡Oye, espera!
Pero tal parecía que el otro no quería que se fuera así nada más. ¿Y ahora qué quería?
- ¿Qué? –cuestiona secamente al detenerse y girarse de nuevo, quedando una vez más frente a frente.
- Digo, ya que sabes quién soy y... pareces conocer perfectamente la ciudad. Me preguntaba si... ¿podría quedarme contigo unos días?
El ente del más allá trata de sonreír, apareciendo esa sonrisa arrogante que por ahora, sólo desconcierta más a Hiwatari.
- ¿Por qué?
Cuestiona con desconfianza, afilando su mirada sin dejarse engatusar.
- Bueno, es que... –su vista se posa en el cielo, tratando de hacer menos incómodo aquella petición.- No sé cómo moverme o vivir en este mundo. Tampoco tengo eso que llaman "dinero" y bueno... soy la Muerte, tú sabes.
Si el pelirrojo pretendía que por ser "La Muerte" su estatus le daba algún tipo de beneficios o privilegios en el mundo humano, estaba muy equivocado. Además, aquello no terminaba de convencerlo y más importante, ése no era su problema. Así que no tenía porque aceptar.
Tener a la Muerte cerca de él, ya era bastante perturbador. No quería tener que ver con "ella" y mucho menos, vivir bajo el mismo techo. Primero muerto que... no, tal parecía que en ese caso no podía aplicar aquel dicho.
Daba igual, no iba a aceptar y punto.
Continuará...
Ok. Capítulo corregido y editado ;)
Espero que les haya gustado. ¿Quién se imaginaría que la Muerte resultaría ser cierto pelirrojo tan atractivo, verdad? ¿Qué harás ahora Kai? Sabes que a la Muerte no se le puede decir que no o... pasarás a mejor vida xD
En fin. Estaré esperando sus comentarios (opiniones, críticas, ánimos, lo-que-sea, etc.) y yo, espero traerles pronto el siguiente capítulo. Gracias por leer, nos vemos ;)
