Simon no podía soportarlo más. La manera en la que Jace y Clary se habían besado apasionadamente, la forma en la que Jace la sostuvo, y la forma en la que se vieron uno al otro cuando se separaron fue demasiado para Simon. Podía sentir su corazón rompiéndose en mil pedazos por lo que parecía ser la millonésima vez desde que había descubierto el Mundo de las Sombras. Tenía que salir de ahí.

Siguió a Meliorn y a los demás sin prestar atención al camino ni a lo que había a su alrededor, su meta era alejarse de Clary lo más rápido posible. Una vez lograron salir a la superficie, no dudo en comenzar a caminar lejos del estanque a paso rápido. Quería alejarse sin ser notado por los otros, así evitaría conversaciones incomodas y ser testigo de las miradas fugaces que Jace le dedicaba a Clary cuando pensaba que nadie estaba mirando.

Después de un par minutos de haber comenzado a caminar, escuchó la inconfundible voz de Clary gritando su nombre, tratando de hacer que Simon se volteara, pero él hizo caso omiso de los llamados de su mejor amiga. Cuando ya sabía que estaba fuera de la línea de visión de los demás, se detuvo y apoyó su mano en el tronco de un árbol, tratando de mantener la calma. La imagen de Jace y Clary besándose en la corte Seelie se había grabado en su cerebro, y no conseguía borrarla.

Y además de eso, la sospecha que había tenido desde hace unos días se volvía cada vez más y más una realidad, y Simon lo sabía. Algo estaba terriblemente mal con él, necesitaba respuestas, y solo había una forma de conseguirlas, pero el solo pensar en lo que tendría que hacer para lograrlo hacia que su corazón se acelerara y sus manos temblaran.

Tomó una bocanada de aire y trató de tranquilizarse para buscar una solución lógica. Sabía que no tenía muchas opciones.

Decirle a Clary no era una opción. Simon sabía que ella acudiría a Jace y le relataría la situación, y no tenía duda alguna de que el cazador de sombras se burlaría de él, y le diría que está exagerando y que probablemente sea solo uno de esos virus tan contagiosos entre mundanos. Isabelle no sería mucho mejor, ella lo miraría escéptica y probablemente le recomendaría que fuera a un doctor. De nuevo, ninguna de estas opciones lo ayudaría en lo absoluto, lo cual quería decir que Simon tendría que acudir al último recurso que se le ocurrió en esa situación, y el peor de todos.

Usualmente Simon intentaba ser alguien objetivo a la hora de tomar decisiones, a él le gustaba pensar bien en sus opciones y los posibles escenarios que podrían traer estas. Sin embargo, sabía que si lo pensaba demasiado, no se iba a atrever a hacer lo que debía hacer, y Simon sentía dentro de su ser que el tiempo para poder resolver todas sus dudas estaba llegando a su fin.

Con su decisión en mente, y tomando una última respiración profunda para intentar calmar a su desbocado corazón, Simon se enderezó y comenzó a caminar rumbo al último lugar a donde le gustaría estar, al Hotel Dumort.