Disclaimer: Aunque es obvio, Shingeki no Kyojin no me pertenece
Llevo días buscándoles entre los refugiados de Shinganshina con la esperanza de que sigan con vida. Cada día que pasa algo en mi interior se rompe. Apenas consigo dormir, mucho menos evitar las pesadillas que me acosan, pesadillas en las que les veo morir una y otra vez. Me duelen las piernas, pero tengo que seguir buscando. Me niego a aceptar que no les voy a volver a ver. Tienen que estar por aquí, algo me dice que están bien. Tienen que estarlo. Ahora mismo, son todo lo que tengo.
No tengo ninguna relación con mi familia biológica. Mi padre renegó de mi cuando apenas tenía 6 años. Solía culparme de la muerte de mi madre, ya que, según sus propias palabras, si no hubiesen tenido que alimentarme podrían haber pagado el tratamiento que necesitaba. Antes le creía, creía... creía que tenía motivos para odiarme, que era mi culpa. Mamá no se lo merecía. Aunque supongo que tampoco lo merecen todas las personas que mueren a manos de los titanes estos días.
Cuando mi padre me echó de casa no sabía qué hacer. Hacía frío así que me resguardé en un callejón donde me quede dormida. No tardé en empezar a tener hambre por lo que decidí ir a buscar algo que comer. Tras un par de horas dando vueltas, llegué a una panadería. Mi estómago no dejaba de rugir y la boca se me hacía agua con el olor del pan recién horneado pero no llevaba nada de dinero. Sabía que robar estaba mal pero tenía demasiada hambre. Aprovechando que entraba una familia, me colé en la tienda y cogí un panecillo. Salí enseguida y me puse a comérmelo pero el hombre de la panadería no tardó en seguirme gritando "¡Ladrón!" y empecé a correr.
Apenas había pasado un par de calles cuando el hombre me agarró y me tiró al suelo. Iba a a golpearme cuando un muchacho se interpuso, ofreciéndose a pagar el doble de lo que costaba el panecillo si me dejaba marchar. El hombre aceptó aunque no sin antes recalcar la clase de escoria que yo era. "¿Estás bien?" alcé la vista y me encontré con los ojos grises del muchacho que me había salvado. No me veía capaz de articular ninguna palabra por lo que simplemente asentí mientras cogía la mano que me ofrecía. Una vez que estuve de pie, me quedé observándole. Era más alto que yo, probablemente tuviese unos 13 o 14 años (nunca le pregunté su edad), y tenía el pelo castaño. "Vamos. Ven conmigo. Tenemos que irnos antes de que ese idiota se dé cuenta de que le he robado" dijo enseñándome una bolsa llena de monedas. Dudé. Siempre me habían dicho que no me fuese con desconocidos. "Te prometo que no te va a pasar nada. Yo cuidaré de ti" añadió sonriendo y ofreciéndome su mano de nuevo. Vacilé un poco antes de aceptarla. Parecía buena persona. Además, me había ayudado y yo no tenía donde ir. "¿Confías en mi?" me preguntó. Si, confiaba en él aunque no sabía muy bien el por qué. "¿Te quedarás conmigo?" le pregunté mientras le daba la mano. "Siempre".
Desde ese día Onii-chan siempre cuidó de mi, tal y como había prometido.
Inconscientemente mis manos acarician el medallón que llevo. Es lo único que me queda de él.
"Mira por dónde vas, mocosa" me gruñe un hombre al que he empujado sin darme cuenta.
"Lo siento" respondo, aunque el hombre ya ha seguido con su camino. Mierda. Si sigo distrayéndome no voy a encontrarles nunca.
Sigo avanzando mientras me reprendo mentalmente por no prestar atención hasta que me parece oír una voz conocida. No lo pienso y corro hacia ella sin importarme las miradas de odio que me dedican las personas a las que empujo para abrirme paso. Al fin, consigo ver una cabellera negra que me resulta familiar. Tiene que ser él. No ver a los demás a su alrededor hace que me detenga. ¿Y si me equivoco?¿Y si es él y los demás...?
Las lagrimas comienzan a asomarse. Prometí que no lloraría así que trato de contenerlas. De pronto el chico al que estoy mirando se da la vuelta y dejo escapar el aire que he estado reteniendo sin darme cuenta. Sus ojos se fijan en los míos, esos ojos esmeralda que tanto he temido no volver a ver, y veo que algo ha cambiado. Parecen estar llenos de dolor. ¿Acaso Mikasa y Armin...? Sigo buscándoles aunque es muy raro que no estén con Eren. Esos tres son inseparables. Eran inseparables, me corrige una voz en mi cabeza. Son, tienen que estar por aquí. Me siento estúpida discutiendo conmigo misma. Mi mirada vuelve a posarse en la de Eren que parece sorprendido de verme.
"Estás aquí" susurra. Y sonríe. Sonríe aunque la sonrisa no alcanza sus ojos y sé que, a pesar de todo, se alegra de verme. Sin poder contenerme salto sobre él y le abrazo mientras entierro la cabeza en su pecho. Pronto siento sus brazos rodeándome, intensificando el abrazo como si no quisiese dejarme ir. No sé cuánto tiempo estamos así ni en qué momento mis lagrimas finalmente comienzan a caer. Solo sé que no quiero soltarle. Estoy tan contenta de que este bien... Pero... Tengo que preguntar. Tengo que saber qué es lo que ha pasado. Reúno todas mis fuerzas y me separo un poco de él para formular en voz alta la pregunta que me está consumiendo por dentro.
"Eren..." Vamos, tienes que preguntar. Me obligo a pronunciar las palabras. "¿Donde están...?"
"¡Ya hemos vuelto!" me interrumpen. Inmediatamente giro la cabeza para verles, necesito confirmar que he oído bien y son ellos.
Ambos se detienen al verme aún abrazada a Eren. Mikasa sonríe un poco al reconocerme mientras que la sonrisa de Armin amenaza con deslumbrarme. Tienen la misma mirada que Eren, esa mirada que te dice que han visto cosas que nadie debería presenciar. Llevan algunos panecillos y, al fijarme mejor, veo que todos han adelgazado. Supongo que era de esperar. La comida escasea en estos días.
Ninguno decimos nada. Sobran las palabras. Mikasa no deja de mirar las manos de Eren que siguen en mi cintura y decido separarme de él. Algún día superará los celos. O eso espero. No es como si estuviésemos saliendo o algo.
"Os he echado de menos" digo abrazándoles. "Cuando me enteré de lo que había pasado no podía creerlo. Yo... no... no sabía qué hacer. Llevo días buscándoos. Comenzaba a pensar... y-yo..." mi voz se quiebra y no soy capaz de continuar.
"Está bien. Estamos aquí" dice Armin mientras seca el rastro que han dejado mis lágrimas.
"Nunca te había visto llorar" dice Mikasa cuando nos separamos. Puedo ver que le han empezado a brillar los ojos, pero sé que ella no va a llorar. Al menos no donde podamos verla. En eso nos parecemos, así que sonrío para demostrarle que estoy bien.
Después de eso nos sentamos a comer y, entre los tres, me cuentan lo que ha sucedido desde la última vez que nos vimos.
Las horas pasan volando mientras nos ponemos al día. Han sufrido mucho y quiero ayudarles. Siento que les he fallado al no estar con ellos cuando cayó el muro y me preocupa que hayan decidido unirse a la Legión de Reconocimiento. La mayoría no sobrevive a sus primeras expediciones. Sin embargo, he visto la determinación de Eren y sé que no hay nada que pueda hacer para persuadirle y donde Eren vaya, irán Mikasa y Armin. Yo no puedo ir con ellos aunque me gustaría. Tengo varios cargos por robo y 'alteración del orden público' por lo que si me inscribiese a la tropa de reclutas no tardarían ni dos minutos en arrestarme y quién sabe qué sería de mi... Idiotas. Ni que hubiese elegido vivir en la calle sin nada que comer aposta. Aún así, tengo mis propios medios para mantenerme cerca de ellos.
Me despido con mi decisión tomada. No les diré nada porque es mejor que no lo sepan, al menos de momento. Quizás se lo cuente cuando se unan oficialmente a la Legión... quizás.
Me detengo en la puerta replanteándome por enésima vez si estoy tomando la decisión correcta. Probablemente no. Mis pies han hecho el camino por sí solos aunque hacía años que no venía. La base de Wingless. Si sigo pensándomelo, es muy probable que me arrepienta y no se me ocurre otra forma para no perderles de vista. Sé que hay gente dentro. Puedo oírles desde aquí. ¿Siempre han sido tan ruidosos?
Sin molestarme en llamar, abro la puerta y entro. Las voces cesan de inmediato. Todos me miran como si acabase de entrar un titán.
Antes de convertirse en nuestra base, esto era un hostal. La planta baja está llena de mesas donde los chicos suelen pasar el tiempo bebiendo y riendo. A la derecha de la sala, hay una barra de bar y una puerta que da a la cocina. A la izquierda, las escaleras que llevan a la bodega y a las habitaciones. Todo está igual que cuando me fui. Incluso el viejo Bob, el barman, parece seguir igual.
Uno de los hombres se levanta y se acerca a mí. Pelirrojo, con un pañuelo en la cabeza, ojos color ámbar y una sonrisa que a más de una estoy segura de que le quitaría el sueño. Leo. Antes podía mirarle a los ojos perfectamente porque éramos de la misma estatura. Ahora tengo que mirar hacia arriba. Supongo que no soy la única que ha cambiado en estos años.
"Ha pasado mucho tiempo" dice Leo mientras me abraza. No tardo en separarme de él. No me siento cómoda haciendo como si nada hubiese pasado. Ya no somos niños, y él no es el Leo que yo conocía. Muchas cosas han cambiado. Escucho como comienzan a susurrar a mi alrededor "¿Quién es?" "¿Ha vuelto?" "¿Seguro que es ella?".
"Demasiado" respondo mientras me dirijo a la barra.
"Ey Bob, ¿me pones algo de beber? Tengo la garganta seca" añado poniendo mi mejor sonrisa.
"Por supuesto, princesa"
Bob es el único al que le permito llamarme así, cualquier otro ya se habría llevado un puñetazo. Odio que me traten como si fuese una muñeca. Bueno, pensándolo bien puede que algunas veces sí lo sea.
Cuando era pequeña y Onii-chan no podía estar conmigo era Bob quien cuidaba de mi. Fue él quien me enseñó a leer y escribir además de a bailar. Es lo más parecido a un abuelo que he tenido. Me siento culpable por no haber hablado con él en todo este tiempo. Sé que todos se preocuparon por mi cuando me fui sin avisar pero necesitaba alejarme de todo lo que me recordase a Onii-chan. Siento la necesidad de disculparme con él. Al menos debería de haberme despedido o haber mandado una carta para que supiesen que estaba bien.
"Ten, deberías comer algo también" añade poniéndome unas patatas.
"Bob, y-yo...cuando Onii-chan..." intento buscar las palabras correctas para explicarme pero no parecen querer salir. "Lo siento."
"Necesitabas espacio princesa. Todos lo necesitamos de vez en cuando" responde con una sonrisa.
Los murmullos a mi alrededor continúan. Supongo que quieren saber porqué he vuelto. Doy un trago a mi vaso de agua y me planteo como empezar a contar el por qué de mi visita.
"Entonces, ¿vas a quedarte?" me interrumpe Leo.
Me limito a asentir. Estoy nerviosa y eso me desconcierta. No es propio de mi.
"Tus cosas siguen donde las dejaste" dice respondiendo a la pregunta que aún no he formulado. A pesar de los años parece que sigue sabiendo qué es lo que pienso con solo mirarme y eso me da miedo.
"¿El equipo de maniobras también?"
"No exactamente...Lo sustituí por un modelo nuevo. Tenía la esperanza de que volvieses y pensé que te haría ilusión, así que conseguimos equipos nuevos. Esta en tu habitación aunque... empezaba a dudar que volvieses. Me rompiste el corazón" añade haciendo pucheros.
Arqueo una ceja y le miro con escepticismo. Le encanta coquetear, en ese aspecto sigue igual que siempre.
"No me mires así. Solo quería ver qué cara ponías. Entonces... ¿qué es lo que estas planeando? Sé que no has venido sólo porque nos echabas de menos "
"Quiero salir a explorar."
N/A: Es la primera vez que me animo a publicar algo que escribo así que se aceptan críticas constructivas. Si hay algún error gramatical o algo que no se entienda agradecería que me lo dijeseis. En principio era LevixLector pero en Wattpad la mayoría me pidió LevixOC. De momento seguiré escribiendo LevixReader aquí pero si la mayoría preferis OC lo actualizo.
También tengo prevista cierta relación amorosa con Eren. Aún no esta todo decidido por lo que puede haber cambios.
Gracias por tomaros el tiempo de leerme :)
