¡Hola gente bonita!

Chelsea: *la golpea*

¡Ay! ¡¿Y eso por qué fue?!

Chelsea: ¿Y te atreves a preguntar? ¡Te desapareciste por mucho tiempo! ¡Me he estado volviendo loca!

Jeeeehh... entonces... me extrañabas 7u7

Chelsea: ¿Qué? ¡No! Es solo que eres mi pelota antiestrés.

Vaya, pues gracias por lo que me toca -.-

¡Hola mundo! ¡Sí, me desaparecí por mucho tiempo! Pero quería terminar este fic antes de poder subirlo. A decir verdad... no lo he terminado. Me falta un capitulo :v Pero podré terminarlo en el transcurso de este fic.

¡Así es! Estamos en un nuevo fic. Y voy a tratar una temática que no había tratado antes y que me daba la curiosidad por probar. Los fanfics de oficina 7u7. He hecho escolar, algo de fantasía, de niños... incluso metí a los Akatsuki por ahí. Hay unas cuantas cosas que faltan por probar, como temas en la playa, cafetería, o cosas así... aunque por ahora no se me ocurre nada para eso. Pero puede que lo haga después.

Ah, y queda por decir... que Sakura va a ser un poquito mala en este fanfic. Ya me estaban regañando porque usaba demasiado a Shion, y bueno, como quieren que deje en paz a Shion, ¡Sakura es mi nueva víctima! ¡Buajajajajajaaaaa! Pero no desesperen, que lo más probable es que al final no terminen odiándola. Creo. Cabe decir que no tengo nada contra Sakura. De hecho, después de Hinata, es mi personaje femenino favorito :v

¡Así que aqui les traigo este nuevo fanfic, y espero que les guste!

Los personajes le pertenecen a Kishimoto Masashi.


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El amor que regresó del olvido

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Capitulo 1

El día en que todo inició de nuevo.

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Creí que el amor a primera vista era algo imposible. Creí que me había vuelto loca, que era algo antinatural. Con tan solo verlo, mi mundo se transformó. Mi vida era gris, los días en la universidad eran aburridos y los días parecían repetitivos. Pero desde que apareció él, todo cambió en mi vida. Él no era perfecto, no era caballeroso ni un príncipe azul, pero algo en él llamó mi atención por completo.

Sólo que aún no descubro que es aquello.

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Cuando nos graduamos, me abrazó como a todos los demás. Pero yo me aferré a él, negándome a dejarlo ir. Empecé a llorar en sus brazos, y él me consoló sin entender nada. ¿Por qué lloraba? Simple. Era el final del camino. Nunca volvería a verlo. Ambos tomaríamos caminos distintos, y yo no podría hacer nada para evitarlo.

Estaba cansada, exhausta, de siempre estar atrás. Quería amar y ser amada. Quería tener el mismo derecho que los demás, el derecho a amar. El derecho a ser correspondida y de ser considerada valiosa.

En mi mente, y en mi cuento de hadas, Naruto-kun me besaba fervientemente en el baile de graduación, mientras me decía que me amaba y hacíamos planes para el futuro.

Pero aquella mágica noche terminó. E igualmente, Naruto-kun desapareció de mi vida, al igual que yo desaparecí de la suya.

Se llevó consigo su mundo de amigos, Sasuke-kun y Sakura-san, y se llevó su mundo lejos de mí. Se llevó a todas las personas valiosas para él. Y yo me quedé atrás.

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Esta es la historia que faltó por contar.

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Hinata agregó aquella frase a la última página de su diario, esperando que realmente faltase alguna historia por contar. Desde que había dejado de ver a Naruto, dejó de escribir en él. Todo lo que había escrito en aquel diario era acerca de Naruto. Era el diario de los recuerdos. Cada que lo abría, las letras llenas de expresión y sentimiento llegaban a ella. Así que por su bien, decidió no abrirlo muy seguido.

Después de su graduación, su padre la echó del clan Hyuuga. Hanabi había logrado una beca en ese entonces, además de que había demostrado ser brillante, así que Hiashi había decidido poner todas sus cartas sobre la mesa cuando vio que los días pasaban y Hinata no salía a conseguir trabajo. Hinata había tenido que aprender a defenderse por su cuenta, a mantener aquel orgullo característico de una Hyuuga, y afrontar la situación con fortaleza. Ciertamente al principio lloró muchas veces. Pasó algunos días vagando, sin tener un lugar a donde ir. Después conoció a una mujer llamada Kurenai, quien le dio una mano y una esperanza.

Pero Hinata sabía que no podía quedarse viviendo con Kurenai para siempre. Decidió ser fuerte. Ya era una adulta. Ya no era una niña. Y las cosas tenían que cambiar.

Sufrió mucho, costó trabajo, pero finalmente se había establecido. Y hoy era su primer día de trabajo como secretaria.

No sabía qué tipo de empresa sería aquella, pero lo que si sabía es que daría todo su empeño. Vendería hasta su alma si era necesario. La chica dulce y tímida de aquellos días había desaparecido después de la magnitud del dolor que había tenido que atravesar, y con el tiempo se había acostumbrado a ello. Se había vuelto más fuerte, y estaba orgullosa de sí misma. A veces, aún tenía algo de timidez, pero sin duda podía afrontar las dificultades con más fortaleza. Aunque mientras sufría, no pudo evitar desear una y otra vez que Naruto apareciera de la nada y la salvara de su dolor.

Eso nunca pasó.

Tomó su bolso y salió del apartamento. Caminó lentamente por las calles, tomándose su tiempo para apreciar su entorno. Media hora le tomó llegar a su destino, y cuando estuvo frente a aquel enorme edificio, tragó. ¿De verdad iba a trabajar en un lugar tan grande? Los empresarios de ese lugar habían creído en sus habilidades, y por algo le habían dado el trabajo. Tenía que confiar en ello.

Tomando aire, entró por la gran puerta y miró asombrada el entorno de trabajo que la rodearía de ahora en adelante. En recepción le indicaron el número de piso que debía tomar, y la oficina a la que se debía dirigir. Hinata asintió, y se dirigió al ascensor, en el cual marcó el número 17. Se sujetó de las paredes del ascensor mientras este subía, ya que empezó a sentir algo de vértigo. Cuando llegó a su destino y las puertas se abrieron, estaba más blanca que el papel. Se tambaleó por el lugar, dirigiéndose a la puerta a la que debería ir. La encontró, y se dirigió con paso firme allí, sin importarle irrumpir.

Tocó la puerta firmemente, e inmediatamente escuchó un carraspeo detrás de ella.

—Hum… disculpe, ¿tiene una cita?

Hinata se volteó, estática, para encontrarse con la chica de la centralita mirándola con curiosidad.

—Necesito…

—El jefe está ocupado —dijo ella, sonriendo—. ¿Eres nueva?

Hinata sonrió, sabiendo que las sonrisas eran la mejor herramienta para ganarse la confianza de alguien.

—Sí. Mi nombre es Hyuuga Hinata.

— ¡Oh! ¿Entonces tú eres la nueva secretaria del jefe? Vaya.

—Así es.

Hinata y aquella mujer, que resultó llamarse Karin, comenzaron a charlar amenamente mientras esperaban al supuesto jefe. Karin resultó ser agresiva y determinada, aunque cuando se metía en su papel de trabajo, no lo demostraba.

—Ya era hora—refunfuñó Karin al ver a un joven pelinegro saliendo de la oficina. Karin llamó al jefe, informándole que su nueva secretaria había llegado. El jefe le pidió que pasara, y Hinata sintió que el momento había llegado.

— ¿Qué pasó con la anterior secretaria? —preguntó Hinata mientras Karin colgaba el teléfono.

—No lo sé. Al parecer ella y el jefe no se entendían. No sé por qué, pero las secretarias siempre renuncian.

Hinata aceptó esa respuesta, y tras despedirse de Karin se dirigió a la oficina de su nuevo jefe. Pensó en cómo sería. Se imaginó un hombre en pleno apogeo de sus cuarenta años, gordo, desgastado… Hizo uso de su valor y abrió la puerta, encontrándose con una imagen que nunca esperó ver.

—Oh. ¿Tú eres la nueva secretaria?

Hinata quiso pegarse cachetadas para convencerse a sí misma de que frente a ella no había una versión más adulta de Naruto. Se veía más guapo, sus facciones más marcadas, su cabello más corto y… debía parar. Cuando decidió volverse fuerte, también había decidido olvidarse de él. Aunque odiara admitirlo, el amor era una clara fuente de debilidad en los seres humanos, y ella lo sabía. Por un momento pensó que el amor hacía a la gente fuerte, pero cuando todo empeoró, ese pensamiento fue reemplazado.

—S-Sí…

Naruto frunció el ceño, extrañado, y la invitó a tomar asiento.

—Mi nombre es Uzumaki Naruto—dijo él mientras Hinata se retorcía en su asiento, nerviosa.

¿La reconocería? O por el contrario, ¿No sabría quién era? En la época de la universidad, Hinata había obtenido el valor para hablarle a Naruto unas cuantas veces, y había logrado que Naruto la viera como una compañera más. No pudo recordar si alguna vez le había dicho su nombre a él. Hinata esperaba que en algún momento Naruto la recordara de alguna forma. Él comenzó a explicar las reglamentaciones de la empresa, sus deberes entre otras cosas. Ella solo asentía a todo, mientras notaba que Naruto ahora tenía un aura más seria. En la universidad, él era un arcoíris con patas, era muy animado y podía animar a las personas más deprimidas.

Al detallar esa mirada, supo que algo le había pasado. Naruto ya no era tan animado, era más centrado y serio. Su mirada ya no brillaba tanto como antes, y de inmediato sintió la necesidad de saber que le había pasado y ayudarlo de alguna forma. Él siempre era muy fuerte y determinado, y ella siempre había admirado esa fuerza tan característica. Una y otra vez, había deseado ser tan fuerte como él.

—Eres… Hyuuga Hinata, ¿cierto?

Ella despabiló, y una ilusión enorme creció en su corazón al saber que él sabía quién era ella. Ilusión que se apagó casi al instante al notar que Naruto estaba viendo su hoja de vida.

—Sí —murmuró, desilusionada. Él miraba la hoja de vida con curiosidad, y de repente un flechazo pasó por su mente. O eso creyó ella.

— ¡No puede ser!

Algo en Hinata se llenó de ilusión. Tal vez si la recordaba.

— ¿Estudiaste en la misma universidad que yo, y la misma carrera? ¡Increíble!

Quiso pegarse golpes contra el escritorio y llorar. ¿Cómo era posible que no la recordara? Incluso hubo una época que lo ayudó a estudiar, y otra en la que le prestó dinero para el almuerzo –dinero que él nunca le pagó-.

Habían tenido sus pequeños momentos, probablemente tan especiales para ella pero nada importantes para él. Porque para Naruto solo había sido una compañera más.

—Sí.

—Entonces creo que podré confiar en tus habilidades. Ciertamente no tienes experiencia, pero creo en los nuevos talentos.

—Gracias —murmuró ella, sintiendo que estaba frente a su jefe y no ante su amor platónico. Pero tenía que espabilar. Se había decidido olvidarlo todos estos años, pero ahora se sentía como aquella universitaria que solía ser.


— ¡¿Naruto dices?!

Tenten casi escupe su café. Hace un año, Hinata había vuelto a encontrarse con Tenten, su amiga de la universidad. Desde entonces habían compartido muchas cosas juntas, y su lazo se había fortalecido. Ahora, ambas se encontraban bebiendo un café, aunque bueno, Hinata prefería tomar un batido de chocolate.

—Naruto-ku… —alto, no debía decirle así—Naruto ha cambiado mucho. Ya no es el chico alegre e hiperactivo que era antes. Algo cambió. Se ve más gris.

Hinata sorbió de su batido de chocolate mientras pensaba.

— ¿Y no te reconoció? —preguntó Tenten.

—No…

—Es extraño. He visto a Naruto un par de veces, y una vez que me vio me reconoció.

— ¿Qué dices?

—Sí. Ciertamente está más apagado.

Hinata sintió ganas de llorar y se sintió patética. ¿Cómo era posible que si reconociera a Tenten? Naruto solo había visto a Tenten un par de veces cuando era vista con ella. Después de todo, Hinata y Tenten andaban juntas a todas partes. Entonces, ¿Cómo pudo Naruto recordar a Tenten y no a ella?

—Bueno, él sabía tu nombre, Hinata. Es raro que no te haya reconocido.

— ¿De verdad? —parpadeó, sorprendida. No recordaba si le había dicho su nombre alguna vez, ya que Naruto nunca la llamó por su nombre—Vaya…

—Sólo han pasado cinco años. Naruto está a cargo de la empresa de su padre junto con otros hombres, y…

Tenten dejó la frase al aire, y Hinata supo que había algo que no sabía.

— ¿Tenten?

—Ah, no es nada.

—Tenten, dime que es.

—Ehhm…

—Tenten, por favor—rogó ella, sintiendo que su amiga le ocultaba algo. Hinata tenía una mala espina acerca de aquello. ¿Y si era acerca de Naruto? ¡Necesitaba saber!

—Hinata, en realidad no-

— ¡Dime por favor! Si algo le sucede a Naruto-kun, quiero saber.

—Acabas de llamarlo "Naruto-kun". —dijo Tenten con una sonrisa perspicaz. Hinata se tapó la boca con velocidad, cayendo en cuenta de su error. Se supone que no debe llamarlo así. Tenten suspiró, porque sabía que lo que estaba a punto de decir lastimaría a su amiga—. Hinata… ¿recuerdas que…Naruto estaba enamorado de alguien?

Hinata pensó y pensó, intentando recordar algo de sus memorias enterradas, y entonces recordó la causa de sus tristezas y las de Naruto.

Haruno Sakura.

Sakura no tenía la culpa de nada, ella era una buena chica. Era muy agradable, aunque Hinata nunca se relacionó mucho con ella. Era causa de sus tristezas porque Naruto vivía enamorado de ella, y cada que la veía pasar se quedaba prendado de su mirada. Siempre bromeaba con ella y la hacía reír, y aunque Naruto expresaba abiertamente su amor por ella, Sakura siempre lo tomó como una broma, tal vez intencionalmente. Naruto también sufría, porque tenía un amor no correspondido.

—Verás Hinata… hasta donde supe la última vez… Naruto y Sakura son pareja.

Se congeló ante esa confesión. ¿Naruto y Sakura eran pareja? Creyó haber superado a Naruto, pero al escuchar aquello sintió una fuerte punzada en su corazón.

— ¿De verdad…? —preguntó, sintiendo como la energía se drenaba de su ser.

—Hinata…

—Pero… pero… ¿Pero cómo…?

—Hinata. Me enteré de eso hace un año y desde entonces no he sabido cómo van las cosas entre ellos. ¿Y si han terminado?

—Tenten… no, por favor…

Tenten tomó las manos de Hinata sobre la mesa y les dio un fuerte apretón.

—Prométeme que si Naruto está libre, harás lo que esté bajo tu poder para acercarte a él.

—Yo no tengo poder—murmuró Hinata, deprimida.

—Sí lo tienes. Solo necesitas descubrirlo.


Al día siguiente, Hinata fue a su trabajo desganada, sabiendo que su nuevo jefe era su amor platónico. Y a decir verdad, ¿a quién quería engañar? Aún lo amaba.

Desde su oficina, escuchó unos gritos, y no pudo evitar asomarse al escuchar la voz de Naruto.

— ¡Lárgate de aquí, Sakura!

—Oh no, Naruto. No te vas a escapar así como así.

¡Sakura estaba ahí!

— ¡Ya estás con el maldito del teme! ¡¿Qué más quieres?!

—Necesito dinero… —murmuró Sakura, bajando el tono —Sasuke-kun y yo tenemos problemas financieros y…

—Eso es problema de ustedes. ¡Ahora lárgate y déjame vivir en paz!

Tras ese grito, Hinata se sintió cohibida. Hubo un largo silencio hasta que alguien habló.

— ¿Qué nos pasó, Naruto?

—No… no lo sé. Supongo que fui un obstinado. Todo este tiempo has estado enamorado de Sasuke. Sólo me usaste.

—No, Naruto… eso no es así.

—Lo hiciste… aunque pareciera que no fue así, lo hiciste. Así que ya déjame en paz.

—Naruto… tal vez no debiste insistirme tanto para que fuera tu pareja. Debes admitir que—

— ¿Ahora la culpa es mía? Si… tienes razón—tanto Hinata como Sakura, desde sus lugares, se sorprendieron ante esa afirmación—No debí abrir la puerta para encontrarte gimiendo y jadeando debajo del teme, ¿no? Debí esperar a que terminaran.

Naruto terminó de hablar con tono agrio, y Sakura se quedó estática en su lugar. Hinata sintió una profunda rabia hacia Sakura. ¿Cómo había podido lastimar a Naruto de esa manera?

—Lo siento… no puedo permitirlo. Estás conmigo o con él.

—Naruto… —el tono de Sakura se escuchó sorprendido—Por ahora, yo…

—Entiendo. Pero… si algún día decides… ya sabes… yo siempre estaré esperando.


Aquella noche, todos se habían ido a sus casas menos Hinata. Estaba terminando de hacer unos informes, y la oficina ya estaba vacía. Se había metido tanto en su trabajo desde que había escuchado aquella conversación, y es que, no podía creer lo que había oído. Naruto y Sakura ya no eran pareja, pero él la esperaría por siempre.

Se cuestionó a sí misma acerca de lo que debería hacer. ¿Acaso debería luchar por él?

— ¡Maldición!

De repente, un gran estruendo se escuchó a un par de oficinas de la suya. ¡La oficina de Naruto! Se oía como si alguien estuviera rompiendo cosas, y escuchó la voz de Naruto, furiosa y herida.

— ¡¿Por qué?!

Hinata salió de su puesto de trabajo, y corrió hacia la oficina. Luchó contra la perilla hasta abrirla, y se encontró con un agitado Naruto en medio de un desorden. Los muebles estaban volcados, los papeles y los implementos de oficina estaban en el suelo y el escritorio estaba volcado.

Naruto tenía su puño incrustado en el librero, y una mirada tan furiosa que ni ella reconoció. Temió por un momento, pero su preocupación por él fue más grande.

Cuando la rabia pareció despertar de nuevo, Hinata corrió hasta él y lo sujetó del brazo.

— ¡Señor Uzumaki! ¡Ya basta!

Naruto empezó a golpear el librero con frenesí, mientras gritaba cosas acerca de Sakura que Hinata no pudo entender con exactitud. Debido al movimiento del brazo de Naruto –y que ella no se había soltado de él-, Hinata no podía poner mucha atención.

Naruto siguió dando golpes furiosamente, llevándose a Hinata con él. Ella empezaba a marearse y a desesperarse. Un terror la invadió. Solo quería que Naruto se detuviera.

— ¡Naruto-kun!

Naruto frenó en seco, con la respiración agitada, y Hinata se dio un enorme golpe mental. ¡Lo había llamado Naruto-kun! ¡Qué desastre!

Con la respiración agitada, intentó encontrar una buena bateada ante esa situación.

—Se-Señor Uzumaki… ¿Se encuentra usted bien? —preguntó, intentando opacar su error anterior.

— ¿Qué hace usted aquí? Ya debió haberse marchado —murmuró Naruto, con la voz herida, iracunda y extremadamente baja.

—Estaba… estaba terminando de hacer unos informes, señor —murmuró Hinata, sintiendo que algo dentro de ello se rompía. Sufría por Naruto. Él no era feliz.

—Lárguese de aquí. Deje de ser metiche y concéntrese en su trabajo.

—Pero señor…

— ¡Te pago para que sigas mis órdenes!

—Y-Yo…

— ¡Ya lárgate! —y batiendo su brazo con fuerza a un lado, hizo que Hinata se soltara y cayera al suelo estrepitosamente sobre varios de los objetos que habían tirados en el suelo. Naruto escuchó un gran estruendo y un quejido de dolor, y su ira pareció desaparecer. Vio a su secretaria en el suelo, y sintió pánico. Corrió hacia ella y la revisó — ¡Perdóname! ¡No quería hacer eso!

Genial, ahora esta secretaria también renunciaría.

—No-No importa… —murmuró ella, intentando sentarse, pero una punzada de dolor se lo impidió. Naruto se preocupó y puso un brazo tras su espalda, ayudándola a sentar. ¡Había sido un estúpido! Que estuviera iracundo por lo de Sakura no justificaba que su secretaria pagara los platos rotos.

—Perdóname, por favor…

—Está bien… —murmuró ella, adolorida. Poco a poco, con la ayuda de Naruto, pudo volverse a poner de pie. Él aún la veía algo adolorida, por lo que no pudo evitar preocuparse.

—Tal vez deberíamos ir a un hospital —dijo él, pero ella sonrió y negó con la cabeza. ¿No estaba molesta?

—N-No… está bien. Sólo no haga más desorden por favor.

—Pero…

—La señora del aseo tendrá mucho trabajo por hacer —murmuró ella, mirando el desastre alrededor—. Será mejor limpiar todo esto.

Naruto no supo cómo ni por qué, pero dejó que ella limpiara todo. Había muchas emociones dentro de él, estaba tan confundido… y por alguna razón, cuando ella lo llamó "Naruto-kun"… sintió que ese tono de voz intentaba desenterrar algún recuerdo pasado.

—Listo —exclamó ella feliz por su trabajo, mientras Naruto espabilaba y veía que todo había vuelto a su lugar. Ella estaba herida y aun así había limpiado todo. ¿Qué clase de maldito desgraciado era? Debió ayudarla— Uh… si me disculpa, volveré al trabajo.

De repente ella se veía nerviosa, y empezó a caminar hacia la puerta. Naruto espabiló. ¿Volver al trabajo?

— ¡E-Espera! —exclamó él, corriendo hacia ella y tomándola del brazo. Las mejillas de ella se tiñeron de un leve color rojo — ¿De qué trabajo hablas?

Hinata respiró profundamente, tomando fuerza para mirar a aquel hombre a los ojos.

—Lo-Los informes… debo terminarlos.

—No volverás a trabajar—dijo con voz firme, y Hinata sintió que su corazón se hundía. ¿La estaba despidiendo? Sí, la estaba despidiendo. Se sintió terriblemente mal, y agachó la cabeza. Su amor platónico la estaba despidiendo. Se tragó su frustración y aceptó sin rechistar.

—Firmaré mi despido en la mañana… —murmuró, sintiéndose demasiado cansada y emocional de repente.

Naruto analizó bien sus palabras. ¿Despido? ¿Qué?

— ¿Despido? —preguntó Naruto, y de repente cayó en cuenta de sus palabras —¡Ah! ¡No hablaba de eso! Me refería a que no trabajarás más por hoy.

Un profundo alivio se instaló en el corazón de Hinata, y por un momento se sintió felizmente estúpida.

—Oh… pero, pero esos informes tienen que estar listos para mañana, señor.

Él recordó de qué informes estaba hablando, y supo la urgencia con la que se necesitaban. Por otro lado, ella estaba herida después de ese golpe aunque lo negara.

— ¿Te falta mucho para terminar? —preguntó en voz baja y preocupada.

El corazón de Hinata latió con velocidad mientras se cuestionaba acerca de las diferentes razones por las que Naruto preguntaba eso.

—Ta-Ta-Tal vez me tome otra hora.

—Te esperaré.

Su corazón latió tan fuerte que creyó que iba a salirse de su pecho.

— ¡N-No! ¡De ninguna manera!

— ¿Tienes auto? —preguntó él, alzando una ceja. Ella negó—.Déjame llevarte a tu casa.

Ella titubeó, y por alguna razón le pareció eso algo adorable.

—Pe-Pediré un taxi.

Naruto frunció el ceño, no convencido con esa respuesta. Ella sintió los dedos de Naruto rodeando su muñeca, lo que le provocó un agradable cosquilleo. Sin embargo, no quería acercarse a Naruto por algo como la culpa.

—Son las dos de la mañana. Es peligroso. Déjame llevarte… es lo mínimo que puedo hacer.

Para su sorpresa, ella pareció indignada con esa respuesta. Y Hinata realmente estaba indignada. Quería acercarse a Naruto porque él se sintiera interesado en ella, porque se hubiera creado una situación en la que ambos pudieran hablar con naturalidad. No por una en la que algo malo pasaba y Naruto terminaba sintiendo culpa.

Si dejaba que Naruto la llevara, inevitablemente las cosas volverían a ser como antes en la mañana. Tal vez Naruto le preguntaría si se sentía mejor en la mañana, y ahí terminaría todo. Ella lo sabía.

—N-N-No se preocupe… puedo llegar a mi casa.

Naruto frunció el ceño. De repente, su secretaria había parecido verse ofendida.

—Lo siento. ¿Te molesté?

Hinata se quedó callada, sin saber que responder.

— ¿Estás molesta?

—N-No señor… —murmuró bajito, y Naruto la miró. Por alguna razón, empezaba a enojarle que lo tratara de "usted".

—Lo lamento… primero hago que te lastimes, luego limpias todo sola y ahora… —suspiró Naruto, sintiéndose culpable.

—E-Es mi deber… —murmuró ella, poniéndose roja.

— ¿Te sientes ofendida de que quiera llevarte a casa? —preguntó él.

—U-U-Usted solo se siente culpable, señor… —murmuró ella, nerviosa— Y esto es solo mi deber.

Y tras eso salió de la oficina rápidamente como si le quemaran los pies. Por alguna razón, eso llamó su atención. Cualquier secretaria a este punto habría renunciado. De hecho, eso es lo que había causado que sus secretarias anteriores renunciaran: sus "ataques" por las noches.

Pero ella había pasado todo por alto, argumentando que solo era su deber.

A la mierda. La llevaría a casa incluso si se resistía.

No iba a dejarla sola por ahí a las tres de la mañana.


Naruto la esperó la hora siguiente mientras la veía trabajar en su computador. Hinata no pudo dejar de sentirse nerviosa con la mirada atenta de Naruto sobre ella mientras trabajaba. Lo supo. Él estaba dispuesto a llevarla, y la estaba acorralando.

No la iba a dejar escapar.

Cuando Hinata terminó y se dirigía a la salida, Naruto la tomó de la muñeca y le insistió que le permitiera llevarla. Él podía ser muy insistente cuando quería. Y ella no tuvo más remedio que aceptar, muy a su pesar.

Durante todo el camino, se formó un espeso silencio incómodo.


Para todos en la oficina fue evidente que Hinata hacía una mueca al caminar.

Al día siguiente, el dolor en la espalda de Hinata había incrementado, y a pesar de que le costó levantarse de la cama aquella mañana, lo hizo. No le gustaba faltar al trabajo, y necesitaba trabajar para poder comer.

Necesitaba luchar para poder sobrevivir, y no dejaría que un "dolorcito" la detuviera.

— ¿Estás bien, Hinata?

Le sonrió a Karin, e ignoró su dolor por un momento para hacer que su voz sonara normal.

—Sí. Estoy bien.

Karin, por supuesto, no le creyó.

Y Naruto tampoco.

Cuando la llamó para que llevara a su oficina los registros que había enviado el contador, la notó adolorida. Él, por supuesto, supo el por qué. Pudo notar los esfuerzos de ella por no mostrar dolor frente a él.

— ¿Estás bien? —le preguntó él cuando ella dejó los registros sobre su escritorio. Se obligó a sí misma a sonreír. Después de todo él la había lastimado, pero para ella eso no era importante. Sabía que Naruto no había querido hacerlo, además que estaba más absorta por la expresión de preocupación en el rostro de él.

Se preocupaba por ella. Fueran las razones que fueran, eso la hacía sentir feliz.

—Sí, señor.

Naruto gruñó. "Señor". Estaba empezando a odiar esa palabra.

—Deja de llamarme señor.

Ella parpadeó, sorprendida.

— ¿Uh? Pero… ¿Entonces cómo debería referirme a usted?

Tampoco le gustaba el "usted". ¿Qué rayos? ¡Era su secretaria!

—Naruto.

Las mejillas de Hinata se tiñeron de un leve tono carmesí. Naruto le había pedido que lo llamara por su nombre. Pero tenía que despertar. No podía ser real, ¿o sí?

Naruto se rascó la barbilla. Por otro lado, no le molestaría si ella lo llamara "Naruto-kun".

Por alguna razón, cuando ella lo llamaba así, parecía sentirse en una especie de dejavú.

—Pe-Pero… eso es irrespetuoso.

Él negó con la cabeza, y su mente regresó al gesto herido de su secretaria.

—Si te sientes mal puedes irte a casa.

Hinata se sorprendió ante ese cambio de tema tan repentino. Sin embargo, no se iría a casa. Ella estaba bien.

—N-No es necesario. Estoy bien.

Pero a medida que avanzaba la mañana, Naruto pudo notar que ella no estaba bien. Incluso mientras estaba sentada, hacía muecas. Así que a la hora del almuerzo, decidió acabar con aquello de una buena vez. Tomó sus llaves y fue a la oficina de Hinata, tomándola de la muñeca y jalándola hacia la salida.

Hinata estaba anonadada.

— ¡Se-Señor!

—Vamos al hospital. Es una orden.


— ¿Salió? ¿A dónde?

—Fue al hospital, señorita Haruno —dijo Karin sin despegar la mirada de su computador.

— ¿Al hospital? ¿Se sentía mal?

—Hmm… no que yo sepa, pero por otro lado llevaba a su secretaria con él. Ella si parecía sentirse mal.

Sakura miró hacia la oficina de Naruto y frunció el ceño. Por alguna razón, un pequeño sentimiento la invadió. Uno que no le gustaba para nada.

— ¿Su secretaria?


Hinata estaba nerviosa. Nuevamente había terminado en un auto junto a Naruto. No pudo evitar sentirse embelesada con la imagen de Naruto manejando. Aquella determinación siempre tan característica de él, sus movimientos seguros y determinados.

Despertó de su burbuja por un momento. Iban al hospital. Naruto ni siquiera la había dejado tomar sus cosas, sino que había llegado a su oficina de repente. Simplemente la había jalado de la muñeca por todo el lugar, diciendo que irían al hospital.

Pero ella seguía pensando que no era para tanto.

Estacionaron en un lugar libre en el estacionamiento del hospital. Naruto apagó la llave del contacto, y ella se apresuró a salir del vehículo antes de que a él se le ocurriera algún tema ingenioso de conversación. La ponía excepcionalmente nerviosa estar a solas con él.

Ambos se adentraron en el edificio sin decir palabra. Hinata no podía creer lo que estaba pasando. ¡Su jefe la estaba llevando al hospital! ¡Y no solo eso! ¡Su amor platónico!

— ¡Oye!

Hinata despabiló. Frente a ella, una recepcionista la miraba, y Naruto también. Ambos esperaban alguna clase de respuesta.

— ¿Eh?

—Tu número de identificación—repitió la recepcionista, y Hinata se lo dio rápidamente. Terminó de dar los datos necesarios, y se les indicó que esperaran en la sala de espera. Naruto se desparramó en la silla, y Hinata contuvo una risita. Clásico de él.

Naruto, al ver que Hinata reía por lo bajo, la miró sonriendo de medio lado.

— ¿Qué te parece tan gracioso?

— ¡Ah! —exclamó ella, al notar que había sido observada por su jefe— Na-Nada…

El rubio la miró con curiosidad. Había algo con respecto a su secretaria que se le hacía extrañamente familiar. Como si en algún momento de su vida la hubiera visto antes, pero no pudiera recordar dónde ni cuándo.

— ¿Te conozco de algún lado? —preguntó Naruto, curioso.

Hinata sintió que su corazón aleteaba. Naruto parecía estarse acordando de ella. Pero el hecho de que no la reconociera por completo mató sus esperanzas. Naruto nunca había puesto demasiada atención en ella, y el hecho de que no la recordara lo demostraba. ¡Recordaba a Tenten pero a ella no!

Por eso, antes de aferrarse a un sentimiento falso que podría terminar por destruirla…

—N-No señor.

Prefería decirle que nunca se habían conocido en su vida.

Naruto frunció el ceño, y terminó por aceptar esa respuesta. Tal vez solo era su imaginación. Tal vez el exceso de trabajo estaba haciendo que alucinara.

Por ahora, debía preocuparse porque atendieran a su secretaria. Hizo una nota mental para controlar sus ataques en las noches, provocados por el doloroso recuerdo de Sakura. Deseó por un momento tener la cura para el olvido, una cura para sus males. Olvidar por un momento todo aquel dolor que estaba sintiendo por el engaño de Sakura. Quería odiarla con toda su alma. Quería desterrarla de su corazón y prohibirle la entrada para siempre. Pero no podía. Se sintió tan estúpido al entender que, si en algún momento Sakura se decidía a regresar, él la recibiría con los brazos abiertos. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué su corazón deseaba algo semejante?

Miró a su secretaria a su lado, jugando con sus dedos tímidamente sobre su regazo. Era una chica bastante curiosa. Por alguna razón, no pudo evitar recordarle a la luna. Su cabello era oscuro como la noche, y sus ojos eran del mismo tono brillante que la luna. Es como si ella fuera la noche.

Se preguntó si ella alguna vez se habría enamorado. ¿Ella sabría algo acerca del amor?

Y entonces una idea pasó por su mente. Aquella chica parecía tener la misma edad de Sakura, y si era así… debería aprovechar esa oportunidad.

Trabaja para él. Y podría pedirle ayuda para eliminar el recuerdo de Sakura. Le pediría indicaciones para olvidar el recuerdo de aquella mujer. Consejos. Las mujeres eran buenas para eso. ¿Cómo olvidar a una mujer de la que estuviste enamorado por años y te rompió el corazón? Tal vez las mujeres supieran más acerca de ello. Su secretaria era una mujer. Y ella no se negaría.

Después de todo, era su secretaria, ¿no?. Su deber era obedecerle.

.

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Continuará...

Este fanfic tendrá alrededor de once capitulos, y las actualizaciones serán los sábados. ¡Así que estén pendientes!

Chelsea: Así que... ¿este es tu nuevo invento? Creo que voy a vomitar.

Vaya, eres mala. Menos mal que no me tomo en serio las cosas que dices, o ya habría explotado.

Chelsea: Oh, ¿puedes hacer eso? ¡Yo quiero ver! ¡Explota! ¡Explota! ¡Explota!

¡Admira mi nuevo invento, Chelsea! Desde tu posición lo único que puedes hacer es admirarme :)

Chelsea: ¬¬ Siempre tan engreída...

¡Y bueno! Esta vez no pasará lo que pasó con La Lucha por Amor, que en ocasiones tuve que hacerlos esperar. Lo bueno es que este fanfic está completo al 92% (ay si, que especifica soy :v) ¡así que habrá capitulo semanal sin falta!

¡Así que espero que les haya gustado, y nos leemos en la próxima!

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Soredewa minna-san!

Matta ne!

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