Pidge bajaba colgando por una grieta estrecha ayudada del gancho de su bayard con una mueca de pocos amigos. Había sido convencida, o más bien obligada, a ser ella quien bajará por el hecho de que era la de menor tamaño y peso.
— Eres la más adecuada para esto — había dicho Shiro con su habitual seriedad.
Miró una vez más el dispositivo que llevaba en su mano, un medidor de energía cuyas medidas se disparaban cada vez más mientras más bajaba.
Hace, lo que Pidge había calculado como, dos semanas habían encontrado una señal de una energía muy fuerte, una señal parecida a la de Voltron, y Allura había asegurado que debían conseguirla antes que Lotor o cualquier Galra que de seguro irían tras ella ante la posibilidad de ser un nuevo meteorito.
Y así habían terminado varados en un planeta desierto con un clima glaciar y con la paladín verde colgando de un acantilado lleno de filosos picos que podrían empalarla con facilidad si el viento llegaba a soplar con fuerza.
— ¿Has encontrado algo? — La voz del paladín negro resonaba en su casco, pero en realidad eso solo la hacía molestar.
— Ni siquiera veo el fondo del cañón —refunfuño a modo de respuesta.
— Quizá no esté al fondo del cañón — se escuchó la voz de la princesa Allura que controlaba todo desde la seguridad del castillo —. Revisa los alrededores, asegúrate de no pasar nada por alto.
"¿Qué cree que estoy haciendo?" pensó con fastidio con una mueca disgustada pero en ese momento sintió un fuerte tirón que provocó que su bayard se soltase.
Chocó contra el hielo con fuerza, atraída por una extraña ventisca, mientras el aire escapaba de sus pulmones debido al impacto pudo escuchar el llamado de sus compañeros por el comunicador a través de la interferencia pero no tenía tiempo para contestarles, estaba siendo arrastrada por aquella extraña fuerza.
Golpeó el hielo con su bayard que apenas se había terminado de retraer y se incorporó lo más que pudo a apenas unos centímetros del borde del tempano en el que había caído.
Su boca se abrió tanto como podía, una misteriosa vorágine se extendía por el hielo absorbiendo todo aquello que estaba a su alcance. Pidge podía ver al hielo quebrarse cual cristal al entrar en contacto con aquel remolino de energía.
— ¿Shiro, me escuchas? No hay nada aquí mas que una grieta, parece tener gravedad propia. No parece seguro.
La chica golpeó su comunicador, pero este no parecía recibir ninguna señal así que decidió que lo mejor sería volver, mas cuando realizaba los cálculos para salir de aquel campo gravitatorio escuchó un crujir en el suelo justo debajo ella y antes de siquiera poder mirar, el hielo bajo sus pies se desmoronó y aquella vórtice la engulló.
Shiro escuchó el grito de la piloto del león verde y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo que nada tenía que ver con el clima de aquel planeta.
— ¡Pidge! ¡Pidge, contesta! ¡Coran! ¿Qué sucedió? ¿Sientes la señal de Pidge?
El paladín negro estaba alterado pero eso solo evitaba que se quedará quieto miraba hacia el abismo calculando la distancia que había recorrido su compañera antes de perder contacto y estaba listo para saltar.
— La señal desapareció por completo — escuchó a la princesa hablarle justo en el momento que el paladín se disponía a saltar.
— Algo debió haberle pasado — dijo preocupado el piloto del león azul que se encontraba inclinado sobre el borde —. Tenemos que ir por ella, Shiro.
— Ella dijo algo sobre un vórtice — mencionó el angustiado paladín amarillo que examinaba las muescas que había dejado el bayard de la piloto al soltarse en el hielo —, lo más probable es que ella haya caído debido al arrastre gravitatorio.
— Tenemos que ir por ella.
La resolución de Shiro era evidente pero de inmediato las protestas de la princesa Allura llenaron sus oídos desde los comunicadores de su casco.
— Hunk, quédate aquí y ayuda a la princesa a preparar lo que sea que podamos usar para contener ese portal y lo que sea que haya del otro lado — explicó de forma tranquila el piloto mientras apagaba el comunicador de su casco —. Lance, tú y yo iremos por Pidge.
— ¡De acuerdo, Shiro!
Los dos pilotos asintieron con satisfacción, Shiro aún podía escuchar las quejas de la princesa por el comunicador de los chicos pero en cuanto el paladín azul y él saltaron al vacío, el joven piloto apagó su comunicador y el murmullo de sus gritos se apagó.
Se impulsaron con los propulsores de su traje pero por más que bajaban no parecía haber nada ahí pero pronto notaron algo extraño.
— ¿Qué Pidge no había dicho que el viento era muy fuerte? No hay ni una brisa.
El piloto azul fue el primero en mencionar lo que ambos habían estado pensando y es que el viento había dejado de soplar en absoluto. Dejando la cautela de lado aumentaron la velocidad de los jets y bajaron con mayor velocidad hasta que Lance dio un pequeño golpe en el pecho de Shiro señalando algo que desentonaba con el blanco paisaje del lugar.
Saltaron al glaciar que presentaba un gran arañazo en la superficie, señal de que algo había rasgado el hielo y al final de aquella tétrica cicatriz se encontraba abandonado el bayard de la paladín verde.
—Pidge debió caer por aquí — observó el paladín negro pero no había señal del vórtice donde que había absorbido a su compañera.
Shiro levantó el bayard mientras que Lance examinaba el terreno alrededor, nada podía indicar a donde había ido la chica pero entonces un rugido estremecedor llegó a sus oídos.
— Shiro — llamó el paladín azul —, dime que ese fue tu estómago.
Lance intentaba bromear pero la mitad de su oración no llegó a los oídos de su líder debido al incremento de aquel rugido y al girar sus rostros pudieron ver una grieta abriéndose en el hielo y una vez más un fuerte viento que arrastraba al que estuviera cerca se sintió, jalando a los paladines.
— Esto debió ser lo que se tragó a Pidge — exclamó el paladín negro tan alto como su voz se lo permitía.
Ambos paladines se sujetaron del hielo viendo como aquella grieta absorbía cada vez más hielo hasta volverse un enorme vórtice. Shiro levantó la mirada deduciendo que el hielo superior debió haberse roto cubriendo el fenómeno de forma temporal.
— Hay que soltarnos — gritó mientras se estiraba para tomar el brazo de Lance —, será la única forma de ir tras Pidge.
Lance miró a su líder con un poco de miedo que muy pronto fue remplazada con una sonrisa decidida y una vez más encendió la comunicación de su casco con el castillo.
— ¡Hunk, Allura! ¡Iremos tras Pidge! Asegúrense de tener todo listo para cerrar este portal para cuando regresemos.
Lance no se dio el tiempo de recibir alguna clase de respuesta de parte de sus compañeros, en el momento en que terminó de hablar se soltó y junto con Shiro fue absorbido por aquel vórtice. Podían sentir como todo giraba sin control alrededor de ello, más de lo que su estómago podía soportar, sintieron el aire escapar de sus pulmones y por último la oscuridad los engulló por completo.
