N/A: Ok, aquí les presento mi primer fic de este anime sólo porque es mi trauma actual, a ver cuánto dura, no prometo publicar más la respecto pero bueno.

Disclaimer: Dos palabras: Amano. Akira.

Advertencias: Un poco de OOC y Yaoi (sí, relación hombreXhombre). Y más adelante lenguaje vulgar (sí, Xanxus salé aquí). Y con eso creo que es todo.

Capítulo 1: "Despedida"

Desperté sobresaltado y agitado. El sudor bañaba mi rostro desde la base del cabello hasta caer por la punta de mi mentón. Mis pupilas dilatas se fueron acostumbrando poco a poco a la oscuridad, dejándome ver que aún estaba en mi cuarto y no en pequeño féretro tres metros bajo tierra. Sentía mi corazón latir como si quisiera salir corriendo de mi pecho y huir de la pesadilla que me había despertado.

Sabía que sólo había sido eso, una pesadilla, pero en una esquina de mi cabeza algo me decía que había sido más que eso. La esquina que antes solo me movía como si fuese algo natural, algo como respirar; pero que ahora, después de mucho trabajo, podía escuchar como si yo mismo estuviera hablando en voz alta. Eso era lo que más me ponía de nervios y me agitaba aún más.

Sin poder evitarlo, sentí como unas gotas de saladas salieron de mis ojos hasta caer sobre mis temblorosas manos. Bajando la mirada me fije en ellas, pálidas a la luz de la luna y las estrellas, aferradas a las sábanas de seda roja... ¡No! No eran rojas, eran blancas. El darme cuenta de ello me hizo llorar con más fuerza, aunque no quería hacerlo realmente.

Sabía que no tenía mucho tiempo, y por eso no quería llorar. Era algo que ya presentía desde hacía semanas, pero entonces era una realidad. Sentí como mis pulmones se estrujaban en mi pecho en busca de aire. No sabía que estaba conteniendo la respiración. Inhalé una bocanada de aire y un gemido ahogado escapó de mi boca. Sabía que no tenía tiempo, pero me dí cuenta de que tampoco tenía las fuerzas para seguir sin llorar, así que me deje llevar y lloré en silencio. Tenía que ser fuerte para cuando el sol se levantara, así que aproveché a la luna y escondí mi llanto en esas sábanas que había visto rojas, recordándome mi futuro.

El sol resplandecía con vigor en Namimori como en cualquier otro día de verano; brindaba su calor a todos como siempre, como si nada fuera a pasar. Pero yo sabía que pasaría y pronto...

Mordí mi labio inferior una vez más, estaba nervioso y no era para menos sabiendo lo que mi destino me guardaba. Suerte que ese día precisamente estaba sólo y sin ningún compromiso, así podría hacer lo que me había propuesto a hacer ese día; aunque todavía no lo hacía, era algo muy difícil... de hecho, era lo más difícil que iba a hacer en toda mi vida.

Iba en mi auto camino a un pequeño restaurante a las afueras de la ciudad, había quedado de verme ahí con Chrome hacía meses e iba a aprovechar la oportunidad para hablar con ella y Mukuro. Tenía que ser rápido, así que sólo sería un café antes de que partiera a Italia en una misión que le había encargado.

Llegué pronto y ya estaba ella ahí con un par de tazas con café caliente. Su largo cabello morado caía sutil sobre uno de sus hombros, y su ojo fijo en mi me dio la bienvenida acompañado de una dulce sonrisa, sonrisa que por poco me dobla en llanto al recordar la razón por la que estaba ahí, sin embargo no era el mismo de hacía diez años, y pude mantenerme firme sin tanto problema. La saludé con la mano, igualmente sonriendo, acercándome y tomando asiento enseguida.

Platicamos un poco sobre distintas cosas durante un rato, aunque lo que en realidad hacíamos era evadir la razón de nuestro encuentro. Y eso era obvio, aunque más de parte mía. Ella solo me seguía la corriente para no incomodarme, lo sabía. Pero eso no duraría por siempre.

-Jefe...-me llamó al cabo de un rato-¿Por qué me citaste aquí? ¿Sucede algo?

La miré a su único ojo sintiendo como si me hubiese visto el alma y hubiese descubierto lo que pasaría pronto. Pero no era así; solo era la paranoia del momento. Sin embargo no le iba a mentir a mi guardiana, así que solté un suspiro apenas detectable antes de contestar con seriedad.

Le conté que pronto pasaría algo, pero que cuando pasara ella iba a estar de camino a Italia junto con otros dos hombres en una misión que solo a ella le podía encargar. Por su parte, ella no me dijo nada mientras escuchaba mis indicaciones y únicamente se dedicó a asentir un par de veces, dejando por entendidas sus órdenes.

Finalmente, cuando terminamos nuestra conversación de un sentido, le pedí que me dejara hablar con Mukuro por unos instantes. Claramente pude ver su titubeó por un segundo, pero terminó accediendo y al siguiente segundo tenía al peli-morado sentado frente a mí.

-¡Vongola 10mo! ¿A qué debo el honor de esta charla?-saludó sarcástico, fijando su fría mirada en mi.

-Voy a liberarte.

Las palabras salieron de mis labios atropellándose entre sí, pero en mi rostro no se podía leer nada, lo sabía por la expresión en sus ojos. Un silencio tenso se formó entre nosotros mientras una lucha interna se desarrollaba en nuestras miradas. Sabía que no me creería si agregaba algo más, así que espere paciente por alguna señal que me dijera que podía continuar. Mukuro solo rió.

-No deberías pasar tanto tiempo bajo el sol, Sawada Tsunayoshi, eso te hace daño.

-Eso no es todo-continúe como si no hubiese hablado-Mañana a medio día sucederá algo importante, pero no para bien. Solo quería pedirte que protegieras a Chrome después de ello.

Su mirada desconfiada volvió a posarse sobre mí, está vez con mayor intensidad. Sabía que pasaría y que pediría más explicaciones, pero el tiempo se acababa y no lo vería nunca más. O, mejor dicho, él nunca más me volvería a ver. Sin decir ni una palabra más me levante y me fui de ahí. Ese era el adiós y dolía como el infierno.

Una vez que salí de la cafetería corrí hasta donde estaba mi auto y me encerré lo más rápido que pude tras el volante. Bendije los cristales polarizados que antes me había rehusado a usar y que me habían causado montones de dolores de cabeza, pero entonces no me habría gustado que mi guardiana me siguiera y me encontrara con lágrimas en los ojos y sufriendo un momento de debilidad como no lo había sufrido en casi diez años. ¡Y cielos! ¡Esa era apenas mi primer parada en todo el día! Pero tenía que seguir o el tiempo se me agotaría, así que encendí el motor y deje que su sonido invadiera mis pensamientos mientras salía del estacionamiento y me dirigía hacia el centro de la ciudad.

Así se me fue la mañana, con una conversación alegre con las dos mujeres que habían estado a mi lado desde hacía diez años; pero despidiéndome para siempre de ellas, sin que lo pusieran. Un rato después fueron los niños, bueno, los chicos. I-pin logró hacerse un espacio en su trabajo para salir con Lambo y conmigo y dar un paseo cerca del río.

Habían crecido tanto que la nostalgia se me subió a los ojos mientras platicábamos. Sin embargo a ellos no les mentiría del todo, y cuando llegó el momento de despedirnos les dije que me tenía que ir muy lejos y que lo más seguro era que no volviera, pero que siempre iban a estar en mi corazón. Únicamente con ellos me di el lujo de ser débil, pues sabía que lo necesitaban. Los abracé por última vez y me despedí de ellos.

Todo eso me estaba partiendo, necesitaba relajarme, por ello agradecí infinitamente mi próxima parada ya que me iba a dar la oportunidad de hacerlo. Llegué al cuarto de Ryohei y lo encontré empacando para su próxima misión, sonreí sin ganas y le ofrecí una última pelea antes de que se fuera. Por supuesto él acepto y empezamos al segundo después. Ahí fue donde más me tardé. Luchamos cerca de hora y media hasta que nos dimos cuenta de la hora y decidimos un empate. Eso era todo, con él los puños lo eran todo y creo que recibió mi mensaje pues cuando me fui su voz fue un tanto fría y dolida al mismo tiempo.

Una vez que regresé al auto estacionado a unas calles de casa de los Sasagawa me deje caer nuevamente tras el volante y saqué mi celular cansado. Oprimí un botón y al segundo siguiente la gélida voz de Hibari me contestó con un "¿Qué quieres?".

-Los planes han cambiado. Tendrán que adelantarlos mes y medio-contesté con un hilo de voz, aún cuando sonaba lo suficientemente firme como para calmar cualquier sospecha por parte de Kyoya.

-¿Qué pasa, herbívoro?-me preguntó golpeado, no le había agradado el cambio repentino.

-Mañana lo sabrás.

-Si no quieres que te muerda hasta la muerte me lo dirás ahora.

Aunque su amenaza era muy en serio no pude contener una pequeña risa ante la ironía de todo aquello. En ese momento su fría voz no me hizo temblar de miedo ni nada. Solo me hizo reír.

-No será necesario, alguien ya se te adelantó en la lista de quienes me van a matar-contesté con un humor negro que jamás me había escuchado decir.

-No te atrevas-volvió a amenazar.

-Lo siento, no lo puedo evitar. Sólo te llamé para que le digas que lo adelante mes y medio, ¿está bien?

-Claro que no lo está, pero si mañana sucede lo que me dices entonces se adelantara dos meses.

-... Bien.

Eso fue todo, las últimas palabras que intercambiaría con el guardián de la nube. Arranque de ahí en silencio y me fui. Aún me faltaba hablar con los dos más cercanos a mí, pero no sabía cómo hacerlo sin que lo notaran, especialmente mi mano derecha.

Alcé el rostro al cielo ahora más tranquilo; había estado manejando por largo rato y el cielo se pintaba con tonos naranjas mientras el sol ya se veía en el horizonte. Me estacioné en un callejón cerca del dojo de Yamamoto. Sabía que estaba ahí, a esas horas siempre lo estaba. Las puertas de madera y el pasto del suelo me recordaban al padre de mi amigo; imaginaba los días felices en los que los dos debieron correr jugando en ese patio, atrás del dojo, cuando Takeshi era apenas un niño; o las veces que entrenaron juntos antes y después de la batalla por los anillos. Por eso sabía que él estaría ahí. Por los recuerdos.

Sentí mi corazón estrujarse contra mi pecho cuando me di cuenta de que yo iba a ser la segunda persona que lo hiciera llorar en menos de medio año. Por un segundo me acobardé y me detuve a medio movimiento para salir del auto, sin embargo fue sólo un segundo y enseguida me encaminé hacia el dojo. Lo llamé desde afuera, alzando un poco la voz y no queriendo interrumpir lo que fuese que estaba haciendo. Esperé solo unos momentos antes de que saliera sonriendo como antes, sin embargo esa sonrisa hacía mucho que no le llegaba a los ojos.

Quise decirle que no importaba, que le diría después... pero no podía ser después, así que le devolví el saludo de igual forma. Me senté a su lado, a la orilla del dojo y recordé que hacía 10 años mis pies colgaban en ese mismo lugar, pero ahora podía mantenerlos firmes en el suelo. Habían pasado muchas cosas en esos diez años...

Platicamos un rato de trivialidades, evitando tocar cualquier tema delicado como el de su padre. Al final únicamente le dije lo importante que era para mí y que apreciaba infinitamente todo el tiempo que habíamos pasado juntos. No dije más porque sabía que sospecharía, así que salí huyendo antes de que pudiera siquiera preguntar. Pero esta vez no tomé el auto pues Takeshi ya venía atrás de mí, lo que hice fue usar mi flama para escapar volando y con mayor velocidad. Lo escuché gritar mi nombre pero no volví ni siquiera la mirada, tal vez estaba enojado porque volví a encerrar mis sentimientos como cuando empecé a ensuciarme en este mundo de la mafia, pero no lo quería saber.

Seguí volando por unos momentos hasta llegar al último piso de un edificio departamental. Sabía que no debí haber hecho uso de mi flama debido a las circunstancias, sin embargo no me arrepentía, de todos modos sabía que nadie intentaría meterse con alguien como yo... Salvo por era persona de cabellos blancos...

Esperé sentado en el balcón de ese piso, observando el cielo al que mis llamas representaban. Desde adentro pude escuchar que alguien llegaba y ponía a Beethoven en el estéreo, luego fue al refrigerador, tomó una botella de cristal y la abrió. Escuché sus pasos adentro, rondando de aquí para allá durante un rato, hasta que se acercó al balcón y salió a tomar un poco de aire fresco.

No notó mi presencia, aunque no era como si hubiese querido que lo hiciera, por eso me hizo sonreír. Lo observé desde las sombras por un rato mientras se terminaba el cigarrillo que había empezado antes. Sentí el tiempo pasar pero no me importó, no tenía el valor para hablarle, mucho menos para decirle la verdad, sin embargo cuando se dio la vuelta para regresar al interior sus ojos se encontraron con los mío con sorpresa.

Pestañeó un par de veces antes de que un ligero color rojo invadiera sus mejillas antes de tartamudear mi título como saludo nervioso, y, antes de que empezara con sus disculpas fervientes, sonreí y lo abracé, escondiendo su rostro en mi hombro para que no me pudiera ver.

-¿Dé-Décimo?-lo oí decir aún más nervioso.

-Déjame estar así un momento, por favor.

Fue lo único que le dije y Hayato permaneció así, rodeándome también con brazos temblorosos e inseguros. Sabía que lo estaba porque había callado en cuanto se lo había dicho y porque casi nunca le había dado una muestra de cariño como aquella, así que apreté el agarre para darle mayor seguridad.

Quería transmitirle todo lo que sentía por él, lo agradecido que estaba con él por todo lo que me había dado incondicionalmente, lo feliz que me había hecho tenerlo a mi lado por tanto tiempo, lo triste y doloroso que me resultaba tener que decirle adiós, lo mucho que me odiaba por hacerlo llorar, pero principalmente lo mucho que lo amaba por ser él.

Sentí las lágrimas azotarse en mis ojos, pero no deje salir ni una sola. Agradecí haber crecido tanto en esos diez años, pues sólo así tuve oportunidad de evitar que Hayato mi viera cuando sólo le susurré un "lo siento" en el oído y salí volando como lo había hecho antes con Takeshi.

Ya es medio día, lo sé porque el sol me da de lleno en el rostro, y sin embargo no me molesta pues apenas puedo sentirlo sobre mi fría piel. El tiempo transcurre lentamente, tanto que ya ni siquiera lo noto. Incluso los segundos se me hacen eternos mientras caigo violentamente al suelo. Sé que para todos fue algo rápido, pero no para mí.

Con dificultad veo a unas aves a lo lejos... o al menos eso creo. Puedo oír el latir de mi corazón debilitándose rápidamente, pero apenas es lo único que oigo, pues todo se ha quedado mudo a mi alrededor. Por la esquina de mi ojo veo a alguien caminar lentamente hacia mí, imagino que es él, pero no lo sé, sólo veo siluetas borrosas de colores. Aún así rato de hablarle, sin embargo siento el sabor de mi sangre salir desde mi garganta hasta escurrir por mi boca.

Sé que es el final, lo sabía desde antes. Pero no puedo evitar que mis lágrimas resbalen por mi rostro al recordar a mi Familia. Me hubiera gustado estar más tiempo para ellos; me hubiera gustado ser más fuerte para ellos; me hubiera gustado detener a Millefiore para que hubiesen vivido en paz; me hubiera gustado tener que hacer esto de otra manera; me hubiera gustado... seguir viviendo..

¿Y? ¿Qué les pareció? Por favor dejen comentario si quieren continuación. Este capítulo se suponía sería único, pero mi musa me atacó mientras estaba en servicio social y el resultado fueron dos capítulos más que sólo subiré si dejan suficiente comida para mi alma escritora (léase COMENTARIOS) jejeje.