Disclaimer: Esta es una traducción/adaptación de la historia original 'Live like a muggle' de Onecelestialbeing. Los personajes reconocibles son propiedad de J.K. Rowling. La historia original, pertenece a Onecelestialbeing.

Vivir como Muggle.

1

Con los labios apretados, Hermione levantó el paquete de café hasta su nariz y se puso seria. Todavía quedaba suficiente en el envase como para una taza llena, nada más, y se maldijo por no haber ido al supermercado el día anterior. Después de un largo y arduo día de trabajo, la idea de andar codeándose con las trombas de compradores de Sainsbury's y luego tener que esperar en una fila interminable, no le había hecho ninguna gracia. Así que, dejar esa pequeña tarea para otro día, la había dejado con el refrigerador vacío y con café suficiente como para esa sola mañana de sábado. Hermione luego, que aún le quedaba un poco de pan, así que se resignó a tener que desayunar un par de tostadas, antes de verse obligada a salir a comprar. Acababa de estirarse para alcanzar la alacena alta, para sacar su jalea de grosella negra, cuando escuchó el timbre.

'¿Quién diablos me visita a esta hora?'

Con paso ligero, se apresuró para llegar a la puerta, aunque, aparentemente, no fue lo suficientemente rápida, porque la persona del otro lado, parecía haberse quedado pegada al timbre, haciendo que sonara hasta enloquecerla.

"¿Le importaría?" Dijo enfadada, al abrir la puerta bruscamente, aunque su enojo se heló al ver quién estaba allí.

"Necesito su ayuda."

"Y buenos días para usted también." Replicó ella sardónicamente.

"Esto no es cosa de risa, Granger. De verdad necesito su ayuda, aunque me retuerza las entrañas admitirlo."

EL visitante, vestido enteramente de negro, y con el ceño fruncido, que hacía juego con su oscura vestimenta, no había cambiado la expresión del rostro, ni con una pequeñísima sonrisa, desde que la joven había abierto la puerta. Le habló en un tono parco y era evidente que estaba molesto, pero Hermione aún no podía dilucidar por qué estaba en la puerta de su casa, a las diez de la mañana. En lugar de seguir cavilando en el asunto, se hizo a un lado y esperó a que su visitante entrara.

"Estaba haciendo café," comenzó a decir, cerrando la puerta y regresando a la cocina. "¿Quisiera beber un poco?"

"Si, gracias."

"Así que, dígame profesor," continuó Hermione, mientras rebuscaba los filtros de café en los cajones. "¿Qué es tan importante para que haya sentido la necesidad de visitarme a mí, entre todas las personas?"

Quitándose la chaqueta y dejándola sobre el respaldo de la silla, el hombre se sentó a la mesa de la cocina de Hermione y se cruzó de brazos. "No hay necesidad de tanta formalidad, en vistas que ya no soy su profesor."

"Bueno, entonces, ¿cómo se supone que debo llamarlo? ¿Sr. Snape?"

Su antiguo profesor apretó los labios hasta formar una delgada línea, pero Hermione le estaba dando la espalda, así que no lo vio.

"Severus está bien, si no le importa." Aclaró él secamente.

"¿Y eso significa que usted me llamará por mi primer nombre en lugar de llamarme 'Granger'?"

"Solo si insiste."

Hermione se dio la vuelta para ver a Snape cara a cara y parpadeó.

"Insisto." Replicó ella, alzando una ceja. "¿Cómo bebe su café?"

"Con un poco de leche."

Una vez que los dos estaban sentados incómodamente, uno frente al otro, Hermione bebió un sorbo de su taza, observando a Snape, mientras él tomaba su propia taza y miraba cómo se movían las volutas de vapor.

"Así que… ¿va a decirme para qué necesita mi ayuda?" Dijo ella al cabo de unos segundos, al notar que le prestaba más atención a la taza humeante en lugar de mirarla a la cara.

"Mis disculpas. No he comido nada desde anoche y me resulta difícil concentrarme."
"Bien. Pero eso, todavía no me dice nada."

"Acortando la historia, perdí una apuesta y debo pasar una semana sin usar magia."

Un rango de emociones, desde ganas de reírse a carcajadas, escepticismo, y luego, curiosidad, cruzó el rostro de Hermione. No imaginaba que Snape fuera la clase de tipo que apostaba, y se preguntó con quién había perdido, pero todo lo que preguntó fue: "¿Y qué puede ocurrir si usara magia?"

"Nada placentero." Fue la molesta respuesta. Snape se retrajo solo después que Hermione le lanzara una mirada asesina. "Los términos de perder la apuesta se multiplican por cada incidente de magia."

"Significa que se agregará una semana de no poder usar magia por cada vez que use su varita. Wow. ¿Y no hay forma de salirse de esto? ¿Cómo es posible?

"Las apuestas mágicas no son como las comunes. No hay forma de zafarse de ellas si se falta a la palabra, y si se hace una apuesta con una persona sádica, que se place en la molestia de los otros, entonces, más te vale mantener tu parte del trato."

"Disculpa por ser atrevida…no, en realidad, me retracto. Fuiste bastante atrevido al venir a tocar a mi puerta y a invadir mi casa, mucho antes del mediodía, así que no hay lugar para que te quejes, pero imagino que los términos que tú impusiste en la apuesta, eran tan horribles como los que puso quien sea que haya hecho la apuesta contigo."

En los oscuros ojos del hombre apareció un brillo maléfico, y la sonrisa pícara que estiró los labios de Severus, hizo que Hermione sintiera un calosfrío en la columna. En silencio, se prometió nunca, jamás, embarcarse en una apuesta con Severus Snape.

"Así que, ¿es por eso que no has comido desde anoche?"

La expresión de satisfacción del rostro de Snape se disolvió lentamente en algo parecido a la vergüenza al oí la pregunta de Hermione.

"Debo confesar que mis habilidades culinarias son muy limitadas sin el apoyo de la magia. Hacer tostadas, los huevos y el té es relativamente fácil usando la estufa, pero…

Hermione comenzó a atar cabos en su mente. Snape todavía era un profesor. Aún mantenía su posición como Director de Hogwarts, y si no se equivocaba, el ciclo lectivo había terminado dos días atrás. Tal vez, Snape y quien fuera que sea su compañero de apuestas, se había estado entreteniendo con un poco de diversión adulta, a modo de festejo por la finalización del año escolar. Era posible que también hubieran estado incluidas las bebidas espirituosas…era fácil ver cómo había llegado a ese punto, pero luego, se dio cuenta que las habilidades de Snape en la cocina, se limitaban a tres cosas.

"Está habituado a que los elfos le preparen la comida." Intervino ella. "¿Y qué sucede cuando es verano y la escuela no está funcionando? No me diga que solo come huevos y tostadas por tres meses."

Snape farfulló algo sobre su casa y un elfo doméstico, y Hermione estaba dividida entre las ganas de reír y las ganas de estar molesta por la pobre criatura que debía alimentar a todas horas a tan difícil hombre.

"De acuerdo, así que por lo que puedo discernir, lo que necesita son lecciones de cocina. No sé si cree que soy alguna clase de Delia Smith, pero supongo que sé una cosa o dos. En cualquier caso, no me moriría de hambre, excepto por hoy. De hecho, estaba planeando ir a Sainsbury's a comprar, ya que mi despensa está vacía, a menos que quiera terminar comiendo esa horrible carne enlatada que no sé cómo llegó a mi cocina. No me comería eso ni aunque me pagaran."

"Prefiero morir de hambre que comer eso." Dijo Snape. "Me recuerda a algo que la jodida gata de Filch asesinó y fue a dejar a la puerta de mi oficina."

"Qué linda imagen." Se quejó Hermione. "Bueno, termine su café así podremos ir a comprar."

"¿Disculpe?"

"Bueno, si va a aprender a cocinar, primero tiene que aprender qué comprar, ¿no cree?" respondió la castaña entre risas, al ver la cara que puso Snape. "Es un proceso relativamente indoloro, lo prometo." Trató de asegurar la chica. "Uno que no debería llevarnos demasiado tiempo si nos apresuramos y salimos ahora. La tienda se llena más cuanto más tarde es, sobre todo los sábados."

La expresión de incredulidad en el rostro de Snape siguió fija, peor aun así, siguió a Hermione obedientemente cuando acabaron de beber el café.

N/T: ¡Buenas de nuevo! Una nueva historia, y espero que esta también les guste. ¡Qué la disfruten!