Los personajes no me pertenecen .Son de Tadatoshi Fujimaki ,yo solo los use para hacer otra de mis hermosas fantasias .
Advertencias:
UA(Universo alterno)
Mpreg( los chicos pueden quedar embarazados)
Aclarando todo..que comienze el fic! ~
Miraba sin mirar, su rostro se encontraba más pálido de lo que solía ser, y no, no era obra del maquillaje. Cualquiera que estuviera en su lugar consideraría que ese día seria el mejor de su vida, pero él no lo veía así, para él ese día era el de su condena.
Se miro por última vez en el espejo y no pudo evitar apretar fuertemente los ojos para evitar que el llanto se colara por sus celestes ojos. La imagen que el espejo le devolvió era el de un chico de no más de 16 años, pálido, de cabellera celeste que hacia juego con su tono de ojos y un escuálido cuerpo cubierto, totalmente, de un puro blanco.
Un traje de boda.
Sintió ganas de romper el espejo, pero sabía que ni el peor de sus berrinches lograría atrasar lo inevitable. Despacio se acerco al borde del gran ventanal de su habitación y murmuro para sus adentros:
-Onegai Kami-sama ayudame. N-no dejes que me case...Tengo miedo.
Sin poder evitarlo algo dentro de él se rompió y las lágrimas que contuvo durante todo el día comenzaron a salir. Despacio se acurruco en el borde de la cama y tomo sus rodillas para pegarlas a su frente y así poder ocultar su rostro lloroso.
Odiaba a su padre.
Odiaba a su prometido.
Odiaba a la sociedad.
Odiaba ser un doncel.
Odiaba esa maldita época en la que se encontraban, esa misma que decía que si un doncel pasa los 17 años y no se casa no podrtener descendencia y su apellido se verá manchado.
Se odiaba por ser un doncel, si no fuera así el podría elegir a su propio esposo y vivir la vida que siempre deseo. Pero claro todo tenía que ir en su contra, en ese momento maldijo mentalmente a su rubio amigo, era su culpa que él sea un tonto enamoradizo que esperara ansiosamente a su príncipe azul que lo rescatara de su matrimonio arreglado. Era sabido que desde pequeños el rubio le leía y le traía cuentos de princesas, que ambos leían en secreto en la habitación del peli celeste.
Porque aunque nadie lo viera, en las noches rezaba al borde de su cama para que dios se apiadara y le mandara a su príncipe. En ese momento bufo molesto, si dios no hizo caso de sus suplicas en todos esos años, no las cumpliría ahora ¿no?
Se acerco despacio a la estatua que se encontraba a las afueras del pueblo, era sabido por los habitantes que ese era el espíritu guardián de la isla. Dejó un ramo de rosas así como una botella del más fino de los licores y con una rodilla en tierra inclino la cabeza y comenzó a rezar:
-Onegai no dejes que Kurokocchi se case, él no es feliz. No me importa si mis sueños nunca se cumplen pero por favor haz algo para evitar la boda. Lo que sea, pero no dejes que mi pequeño amigo se case con esa bestia. A cambio te daré lo que sea...
En ese momento un rayo atravesó e ilumino el oscuro cielo apuntando en dirección al mar. El corazón del rubio se contrajo en su pecho, estaba casi seguro de que pareciera que el cielo le había respondido su peticion. Pero no podía ser verdad ¿o no?
Se quedo un momento más mirando el oscuro mar, con la esperanza de que algo saliera del fondo de aquellas aguas.
Escuchó el llamado de los criados que lo buscaban para terminar de organizar la boda que se llevaría a cabo ese mismo día. Suspirando se dio la vuelta para terminar de arreglar los últimos detalles en la gran mansión.
Segundos después entre la densa niebla, que comenzaba a dispersarse, un gran barco comenzó a acercarse de forma lenta al ella podría apreciarse dos poderosas figuras que se encontraban en la proa del mismo barco y miraban de forma fija la isla que se erguía, poderosa, frente a ellos.
-Pensé que jamás volveriamos. Ha pasado mucho tiempo, seis años ¿verdad?
-Lo sé, pero tengo asuntos que resolver en este lugar.
Sin decir ni una palabra más una de las figuras deja el mando a su acompañante mientras parece dirigirse al camarote. Después de todo todavía sentía nervios al ver aquel lugar.
Mientras una de las figuras desaparecía en el interior del barco, el segundo al mando daba las órdenes a los que se encontraban en cubierta.
-¡¿Que esperan?! ¡Desplieguen las velas!
Momentos después una bandera se asoma en lo alto del mastil. Una bandera negra.
Una bandera pirata.
Sus plateados ojos miraron por decima vez el cielo desde el balcón de su casa, aspiro profundamente y entonces lo supo. Ese era su olor, podían pasar años pero el reconocería ese olor. Miró nuevamente y esta vez rompió a reír mientras el viento, que amenazaba convertirse en tormenta, sacudía sus oscuros cabellos.
-¿Mami? ¿De qué ríes?
Su risa paro de forma repentina y giro a ver a su pequeña niña. Había olvidado por completo que él la estaba vistiendo para
que fueron a la "feliz" boda de su peli celeste amigo.
A medio vestir llevaba un delicado vestido color rosa pastel, con medias pero sin zapatos y sus verdes cabellos se encontraban completamente sueltos y despeinados. Sus ojitos verdes le miraban curiosos esperando la respuesta de su mami.
-Jejeje nada cariño, mejor ven que te sigo peinando.
Segundos después la puerta es abierta por un hombre de, anormales, cabellos verdes .Los mismos cabellos que su hija.
-¡Papi!
En cuestión de minutos la niña ya estaba peinada, arreglada y sentada, como toda niña consentida, en el regazo de su padre.
-¿Todavía no estas listo, Kazu?
-En un momento Shin-chan.
Mientras el pelinegro se arreglaba no había parado de sonreír y mirar continuamente hacia la ventana
-¿Que sucede, Kazu?
-Papi, mami esta extraña, hace un momento estuvo riendo a lo loco.
Al escuchar las palabras de su hija el peli verde miro extraño a su esposo y el pelinegro no pudo evitar volver a estallar en
carcajadas.
-¿Kazu?
-Ya estoy listo Shin-chan.
Sin responder las preguntas de su esposo lo fue empujando fuera de la habitación, junto con su hija. Miró por última vez por la ventana y cerró la puerta de la habitación sonriendo.
Esa mañana se había levantado con un extraño presentimiento, y no era por el hecho que llevaba una enorme pansa de seis meses y medio, el sabía perfectamente que su bebe nacería a los nueve meses. No antes. No después.
Mientras meditaba y miraba el oscuro cielo, sintió unos brazos cerrarse en su no tan estrecha cintura.
-Akachin ¿Estas bien? ¿Te duele la pancita?
No pudo evitar suspirar y apoyar su cabeza en el pecho de su peli morado esposo. Sabía que él estaba preocupado por su estado de salud pero él estaba bien, no iba a romperse por un embarazo.
-Estoy bien Atsushi. No es nada.
-Pero...
-Dije que estoy bien, mejor apresurémonos que vamos a llegar tarde.
Después de recoger todo lo necesario, ambos salen de la casa con dirección al coche. La iglesia no queda muy lejos pero el pelirrojo tiene prohibido moverse, a menos que sea necesario. Mira una última vez el cielo y murmura para sí mismo:
-Parece que la tormenta por fin ha llegado.
Chan chan chan chan!
les gusto?!
me llego la inspiracion cuando me bañaba y bum! aca esta!
agradesco mucho a los que lo lean ! y no se olviden de dejar sus opiniones,quejas,sujerencias,etc ~
Espero que disfruten la historia y quien apuesta quienes son los que se encuentran en el barco pirata? o.0
Nos vemos~
