Antes que me tiren cosas como "copiona" o " poco original", quiero aclarar que me base en el HORRIBLE Y MOUNSTRUOSO fanfic "Color" :'( dios... que llore con ese fanfic. Espero que disfruten leyendo, lo hice con cariño.
Me quedo muy largo, por lo que lo separe en capítulos. He aquí el primero :)
pd. Recomiendo que escuchen canciones como A Thousand Years, Mine (Glee version), The Reason o Everytime mientras leen.
Era un día nublado, poco cálido, típico día del mes de Otoño, donde el sol no apaña y las hojas caen libres de los arboles llegando de manera lenta y pasiva al frío suelo, dejando esas montañas de hojas a un lado del camino. Había una suave ventisca, no era muy fría, pero obligaba a mantenerse caliente usando abrigos grandes y voluptuosos.
Allí, a lo lejos, una figura alta, con un contoneado abrigo blanco, bufanda enrollada al cuello y guantes negros. Sus rasgos hacen notar esa larga experiencia de vida, una mujer mayor de unos sesenta y ocho años por ahí. Sus cabellos caen precipitados sobre sus hombros, dejando una fina melena de opaco cabello, signo de los años. Sus ojos muestran cansancio, ternura, cariño, ese amor maternal que caracteriza a las mujeres mayores después de haber tenido hijos y estos los suyos, saber lo que es amar de diferentes maneras. Los ojos penetrantes de la mujer dejan claro su vida entera reflejada en el dulce color de sus dos iris. La extraña figura camina por el pequeño camino de la baja colina, contemplando las maravillas del paisaje otoñal, y lentamente se acerca a un pedazo grande de mármol, con bordes redondos, plantado en el suelo.
La mujer serenamente se inclina sobre sus rodillas frente a la piedra, y mirando detenidamente la inscripción, suelta un suave suspiro y mantiene su mirada fija en el suelo. La estaban atacando los nostálgicos momentos de su juventud, de esos años de gloria que no vuelven jamás, por lo que al sostenerse de pensamiento, intento respirar de manera calmada y dejar su mente clara, solo sonrió. Volvió su mirada a la melancólica lápida y dejando escapar otro suspiro dijo
– Hey Santana, soy yo cariño, Brittany- al decir esto esbozó una sonrisa.
– ¿Cómo estas querida? Hace años que no conversábamos- al decir esto soltó una leve risa, no evitaba darle gracia el que estuviera hablando, como dirían los demás, sola – tan solo mira como estoy; vieja, los rubios cabellos se van desgastando, mis ojos pierden cada vez su brillo, pero mantienen ese lindo color que tanto adorabas. Tengo nietos, imaginate… mis hijos ya tienen sus propios retoños, que rápido pasan los años, una eternidad que solo demoró segundos en escaparse de mis manos. He vivido tanto Santana, ni te imaginas. He tenido días alegres como otros muy tristes, solitarios y acompañados, tranquilos y agitados. Pero en todos y en cada uno de ellos, nunca he dejado de pensar, el como sería, si aún estuvieses a mi lado.
Tuvo que hacer una pausa, se sorprendía a si misma la tranquilad con la que llevaba la conversación, hace años, una conversación así consigo misma, le hubiera dolido demasiado para soportarlo, e incluso, la hubiera aniquilado por dentro esos recuerdos que ahora sabia controlar y manejar.
– Creo que mereces saber que sucedió conmigo hace tantos años, ¿mi propia historia no? Desde el día en que me robaste el corazón, hasta el día en que decidiste devolvérmelo.
Brittany no evitaba reírse de sus comentarios, es como si estuviera intentando que la lápida respondiera a todos sus chistes riéndose de la ironía de sus palabras, pero desgraciadamente, eso no sería posible.
Hace 50 años atrás
En la adolescencia todo es color de rosa. Jóvenes despreocupados de las obligaciones de la vida, lejos de sus responsabilidades, cuando te diviertes como nunca antes, fiestas por acá y por allá, solo se la pasaban bien, esos recuerdos de la juventud que duran toda la vida. Pero no era lo mismo para dos singulares jovencitas enamoradas.
Santana López, la linda chica latina y morena, se le veía preocupada, perdida dentro de su mente. Estaba apoyada en un casillero de su antigua escuela, ella ya asistía a la universidad, una muy lejos de casa. Sus ojos marrones estaban rojos de llorar, estaba mas que triste, sentía culpa de lo que hizo, lo que hizo en contra del amor. Amor hacia su única chica, su único amor en su joven vida, Brittany Pierce.
La rubia había terminado con ella ya hace unos meses, cuando la distancia impedía que se viesen, lo que hacía demasiado inevitable que Santana no sintiese esa necesidad de tener a alguien que complaciera sus necesidades biológicas. Se culpaba por ello, se sentía miserable, por lo que cuando se lo conto a Brittany, diciéndole lo que había hecho, fue la misma Brittany la que la hizo callar inesperadamente y sin esperar a que la morena reaccionara, termino con ella dándole una cachetada "el dolor que sientes ahora Santana, no igualara nunca el dolor que le causaste a mi corazón" le había dicho. Brittany quedó destrozada y Santana, aun más. No tuvo otro remedio que volver, soltera y completamente triste, a su universidad.
Pero la latina tenía que volver de vez en cuando a Lima, para ver a su familia. Por lo que cuando lo hacia, le contaban que la rubia no podía estar pasando por un peor momento, se le veía apagada, sin energía cuando debía ir a los entrenamientos de las cheerios. Brittany no podía salir del abismo en que Santana la había dejado, haciendo que la latina se sintiese peor por lo que había hecho. Quería arreglarlo, quería hacer el cambio, quería a su rubia de vuelta. La extrañaba mas que otra cosa en su mundo, la amaba y la seguía amando, quería que la rubia supiese que lo que hizo fue solo un tremendo error, no quería dejarla ir, simplemente no podía.
Ella solo seguía pensando en el pasillo, estaba esperando a que Brittany saliese de clases para pillarla desprevenida y poder conversar con ella. En ese momento, la campana sonó, sacando de golpe a Santana de su estado pensativo.
No estaba del todo segura de lo que estaba haciendo, pero ya no le importaba nada, no le importaba si su rubia la cacheteaba de nuevo, e incluso si la rechazaba para siempre, tenía que hacer el estúpido intento, o quizás era todo una simple ilusión, quizás no tenía las verdaderas agallas para hacerlo. Pero en el momento en que vio salir a la chica de una de las salas de clases, con su hermosa cola de caballo, ese preciado traje de porrista que hacia contonear la atlética figura de Brittany, todos sus miedos, todas sus inseguridades se fueron, y se dejo llevar como una hoja es llevada por el caudal de un salvaje rio, a una velocidad inimaginable se acercó a la chica, y tomándola del brazo le dijo
– Hey Britt, necesito hablar contigo.
– Te amo Brittany, no sabes como lo siento. Fuiste y eres mi única razón para vivir. Sí, te engañe y fue un completo error, no sabes lo culpable que me siento ahora mismo. Dañe al único amor de mi vida, en el momento en que te hice daño, sentí que me moría- decía desesperadamente la latina a Brittany.
Estaban en la sala del coro, la rubia se había dejado llevar por Santana y sentándose en una de las sillas, la morena comenzó a hablar, ella solo escuchaba. Brittany estaba aún afectada y muy enojada con Santana, pero eso no evito que le negase la petición a la morena para hablar a solas con ella.
Después de lo dicho, se encontraban envueltas en un silencio mortal, la rubia aun no reaccionaba a las palabras de la morena, y esta se empezaba ya a impacientar. Santana no quitaba su vista de la chica, vigilando cada facción, cada expresión. Como amaba cada pequeña peca de su cara, se las sabia de memoria, cuantas incontables veces había besado cada una de ellas formando un camino imaginario hacia su boca del que solo ella sabía el correcto trayecto.
Brittany estaba cabizbaja, no se atrevía a mirarla a los ojos, temía perderse en ellos, temía perder la cabeza otra vez por esa chica, esa latina que le había robado el corazón y después roto. No reaccionaba, no respondía, solo se quedaba mirando el suelo, quieta, perdida en sus pensamientos. Santana no aguantaba más el silencio de la chica, que acercándose lentamente a ella, la tomo de la barbilla y levanto su cara para que los ojos azules se encontrasen otra vez con los ojos marrones, como tantas veces se habían mirado enamoradamente, perdidas en los ojos de la otra.
– Brittany, mirame por favor- rogaba Santana, suplicándole.
Britt no lo soportó mas y accedió a la suplica de la morena, llevando su mirada a los ojos oscuros de Santana, quien acortó la distancia entre ellas, dejando a solo pocos centímetros sus labios con los de ella.
– Perdóname no sabes cuanto te extraño. Fui una estúpida, ¡No! Fui una idiota, te quiero a ti, solo a ti, a nadie más. Me importa poco ahora la distancia que nos separen, prometo no volver a dejarte sola, prometo serte fiel por el resto de mi miserable vida. Nunca más hacerte sufrir, nunca más te haré daño.
Brittany solo se limitaba a contener sus lagrimas, aunque aun así, una lagrima rebelde logro asentarse en su mejilla.
– Siempre cuidare de ti Britt- volvió a decir Santana –no importa lo que tenga que hacer, daría hasta mi propia vida por ti, no tengo otra razón de mi existencia que no seas tu.
Santana soltó unas cuantas lágrimas, nunca antes había hablado con el corazón, sus ojos brillaban como nunca antes, sus palabras eran sinceras y la ojiazul lo sabía, pero aun así, no emitía palabra. Y la latina comenzó a preocuparse del silencio de la chica, por lo que decidió seguir hablando
– Tan solo perdóname Britt, vuelve conmigo por favor, yo… - quería seguir pero de la nada, la latina se vio callada, Brittany había atrapado sus carnosos labios con los suyos.
Santana rápidamente correspondió el beso pasando sus brazos alrededor de la cintura de la chica, dejándose llevar por un mar de sentimientos que tanto anhelaba, extrañaba el dulce sabor de los labios de Brittany, extrañaba esa sensación de pasión, lujuria, exaltación y amor que solo la rubia podía brindarle. Sin romper el beso, Brittany tomo con fuerza a Santana y la llevo desesperadamente hacia el piano que allí se encontraba, y la coloco delicadamente sobre este. Necesitaban la una de la otra, necesitaban reencontrarse otra vez, se necesitaban como un drogadicto a su preciada droga, Santana era la maliciosa droga de Brittany.
La rubia ahora le besaba perezosamente el cuello mientras normalizaban de apoco sus exaltadas respiraciones después de un exaltado reencuentro. La morena acariciaba la suave mejilla de Brittany y con un poco de dificultad, la rubia levanto su mirada hacia Santana.
– ¿Cómo no perdonarte San? quiero estar contigo todos los minutos de mi vida, quiero sentirte conmigo- dijo haciendo una pausa por la falta de aire -Promete y júrame que todo lo que me dijiste lo cumplirás, júramelo por favor. Prométeme que no me abandonarás.
Santana tomó una de las manos de la rubia y colocándola sobre uno de sus desnudos pechos dijo
– ¿Sientes eso? Ese es el latido de mi corazón gritándote mi amor, y prometiéndotelo todo, donde quieras que estés, yo te esperaré, donde quiera que vayas, yo estaré ahí, te amaré hasta el fin de los tiempos, te lo prometo.
La ojiazul nunca había visto a Santana con tanto amor, atraves de los ojos azules se irradiaba esa adoración. Y con un beso, lleno de amor y muy apasionado, sellaron una promesa, una que a pesar de todo, fue cumplida.
– Demoraste mucho tiempo en venir a disculparte San, siempre te gusta hacerme esperar- dijo la rubia entre medio del beso, las dos rieron.
Ese es el primer capitulo, recuerden dejar su review!
Pronto subiré el segundo :)
