Capítulo I
Trato.
ÉL era un traidor, que por su sangre pudo matar a más de un inocente. Él, quien no ama a nadie, ni mí, ni a su amigo.
Quien se ciega por sus ideales queda esclavo de su palabra y pensamiento, no hay más que ser absorbido por eso que envenenó su alma, eso que se tragó el alma de mi Sasuke. Sin embargo, yo lo amaba, lo amaba más que al mundo, ese mundo que lo llamó así.
Traidor.
Ese mundo que no entendió, ni su dolor, ni su agonía, lo llamaron así, aquellos que no entendían que era un niño solo y triste, claro que yo tampoco lo entendí. Pero sí lo amaba, y estaba dispuesta a pretender que él tenía la razón, aunque en el fondo pensase todo lo contrario.
Sasuke había sido llevado a la aldea después de asesinar al Hokage, según me contó, sus intenciones no eran otras que acabar con el origen de su gran problema, él iba a acabar con algo que más de uno quería deshacerse, claro que al acusarlo se les olvidó que les había hecho un favor.
A pesar de cumplir la misión a medias y dejar vivos a dos de tres (no por voluntad, si no que su fuerza se extinguió después de que enfrentó a su amigo) fue hecho prisionero, enjuiciado y condenado a muerte. Con suerte, Sasuke tenía al diablo de su lado, o tal vez, era un a Dios, un Dios que no conocíamos, que veía a Sasuke y estiraba su gran mano para librarlo de uno que otro inconveniente.
O incluso tal vez, tenía un amigo recién electo Hokage que veló por él y se tragó el vómito que tenían para decir los dos de las maldiciones restantes, y luego dio una razón para que sasuke siguiera con vida, que nadie pudo refutar:
Había matado a quien asesinó al tercer Hokage, a dos criminales internacionales, y a un falso Hokage que conspiraba contra la estabilidad de 5 aldeas.
Sasuke estaba libre. Casi. No podría salir de Konoha en un mínimo de 10 años, y sería vigilado por si acaso, además.
¿El por qué?
Las palabras de la consejera fueron algo como:
No podemos dejar que haga lo que quiera, se fue una vez y mira el alboroto que causó, si se le acurre irse otra vez, tendremos una guerra.
A Naruto no le pareció, pero ya que… Sasuke estaría vivo y a salvo, eso era todo lo que él quería. Y pelear con ella era como pelear con una roca, ni te escuchaba.
Pues a mi amor no le parecía eso tan bueno.
¿Qué haría?
¿No era un ninja?
Una misión implica salir de ahí, no podría hacer nada. Pero como primera labor Naruto reabrió la policía militar, con su amigo como jefe, al ser tan capacitado no habría excusa para negárselo…
Naruto le había ayudado otra vez, lástima que Sasuke aun no lo perdonase por haberse metido en todo ese asunto de su venganza y haber hecho una ilusión lo que él soñó por años.
A mí me miraba de vez en cuando, perdí la cuenta de las sonrisas que le di y no me devolvió. Pero a pesar de eso él en mi contra no tenía nada, y una vez entablamos una conversación. Fue rápido pero a mí me gustó. Pasaron meses antes de que eso pudiese repetirse. Ya teníamos 19 años y yo seguía tan enamorada como hace 7.
Un día, caminaba por la calle cuando algo me sacó de mi mundo interior, Sasuke se había caído en medio de la calle, estaba frente a mí, no fue un resbalón, él no se resbala, algo le había pasado.
Yo corrí hacia él y me arrodillé para verlo, él se tapaba el ojo izquierdo con una mano y apretaba los dientes con fuerza, yo sabía que la gente se había detenido al rededor, pero los murmullos se hicieron inaudibles, solo oía a Sasuke decir que no podía ver bien y que tenía punzadas en la cabeza.
Sólo eso me dio a pensar un millón de posibilidades, pero todas concordaban en algo:
A él todo no le estaba yendo tan bien como yo pensaba.
Pedí ayuda y lo llevé al hospital, estaba recostado en una cama, le habíamos dado calmantes, y esperábamos los resultados de los exámenes. Casi ya dormido, Sasuke le dijo a una enfermera que quería hablar conmigo.
Yo corrí, cuando entré, me pidió que me acercase, me contó que tenía en sus ojos un don vendito, que había usado sin parar los últimos tres años, y que suponía que lo que había ocurrido hoy no era más que una prueba de que se estaba quedando jodidamente ciego. Me pidió u ordenó que no le contase nada a nadie, seríamos únicamente nosotros dos quienes supiéramos el resultado de los análisis.
Nadie debía enterarse, en especial Naruto. Yo acepté, no quedaba más.
Sasuke pasó una semana en el hospital, yo le inventé al rubio, que se trataba de fatiga por trabajo, verdad a medias, como él confía en mí, ni se enteró.
Cuando los resultados estuvieron en mis manos, se los llevé a Sasuke, él abrió el sobre y leyó, luego me lo dio.
No era tan grave, aunque había un 35% de probabilidad de que su ceguera fuese un hecho, pero si dejaba de "forzar la vista", tomaba una serie de píldoras y se mantenía bajo supervisión médica, el proceso se detendría. Él y yo hicimos un trato: yo no le contaba a nadie, y él se sometía a tratamiento, no podía ir al hospital cada semana, se correrían chimes y eso. Concluimos que yo iría a su casa para examinarlo y llevarle las medicinas.
Él aceptó, lo vería el martes a las 2:00 PM
De domingo a martes no fue nada, seguía pensando en si Sasuke no había entrenado más desde el incidente, y siempre me respondía lo mismo: claro que sí.
En su cabeza, solo eso existía, cómo culparlo- Debería conseguirse una novia- se me escapó, no sé ni por qué lo dije, pero empecé a reír en medio de la calle, una vez que se me pasó continué, metí la mano en el bolsillo de mi pantalón…-Maldición, no están-solté de nuevo.
Por pura suerte, se atravesó en el camino la solución a mis problemas, Shikamaru estaba parado mirando un cartel, saludé y me acerqué.
-¿Tienes un cigarrillo?- pregunté- Él sacó uno y me extendió la mano. Yo lo metí en mi boca, él sacó su mechero y me lo encendió, lo saqué y exhalé –Gracias- dije- No puedo hablar, tengo algo de trabajo- me despedí.
-¡Que amistad!- dijo riendo- siempre haces lo mismo, tomas uno y te vas- sonrió de nuevo.
Yo volteé, reí y seguí caminando. Había comenzado a fumar desde los 16, y la primera vez que lo hice fue con él, ni me invitó, ese día yo estaba muy molesta, estaba frustrada la verdad, me lo encontré afuera de un edificio, estaba recostado de la pared y acababa de meterse un cigarrillo en la boca. No pensé, caminé hacia él, se lo quité, y lo metí en la mía.
Él quedó perplejo al primer instante, luego arqueó las cejas, me sonrió y dijo:
-¿Te lo prendo?-
Ahora fumaba una caja diaria, y ni sé por qué; me sentía mejor supongo, sin darme cuenta, ya había llegado a ese conjunto de casas sombrías con abanicos pintados por todas partes, me saqué el tabaco de la boca y lo apagué en el suelo, después lo lancé a los arbustos, me daba algo de pena con Sasuke. Habían hombres que no soportaban ver a las mujeres fumar.
En fin, ese sitio es bastante grande, me tomó como cinco minutos encontrar su casa, cuando estuve frente a ella toqué la puerta –Sasuke, es Sakura—dije.
Se demoró pocos segundos y abrió. Tenía tiempo que no veía algo así de agradable, Sasuke me miraba con una mano en la puerta y la otra libre, solo traía puesto un pantalón, estaba descalzo y con su maravilloso pecho perfecto a vista simple, él era una escultura, la más hermosa y atractiva que se haya visto en la tierra, de eso estaba segura.
-Pasa- me dijo sacándome del pensamiento acerca de su sex appeal irresistible, yo asentí y entré, iba adelante viendo todo con detenimiento, esa casa era una de las más limpias y ordenadas que había visto, ya sabía que Sasuke era buen amo de casa. Sonreí.
Ya en la cocina, él se sentó en el piso, yo saqué de mi bolso un frasco de pastilla, una linterna pequeña y gotas para los ojos.
-Voy a examinarte primero-dije. Tomé la linterna, me le acerqué y abrí su ojo con mi mano libre.
Continué con el otro, no había nada irregular, apagué la linterna y volví a abrir su ojo, observé con cuidado levantando ligeramente la cabeza, sentí como Sasuke movió una de sus manos en dirección mía- Sakura- me llamó con el rostro inexpresivo sin dejar de mirarme.
Yo estaba sentada frente a él, sin querer había puesto mi mano en su pierna y sin darme cuenta la había rodado hasta muy cerca de su…bueno, de eso. La quité rápido y miré- Perdóname, no estaba prestando atención- dije.
-Está bien- contestó él seco, sabía que no le gustaba la cercanía con la gente, pude imaginar que no estuvo muy agradado con eso. Así que me levanté rápido y tomé las píldoras.
-Debes tomarte una de éstas cada seis hora, todos los día a partir de hoy- dije mientras anotaba, al terminar, puse sobre la mesa tres cajas- es lo máximo que se puede sacar del hospital por semana- continué- el próximo martes te traeré mas-.
Me acerqué nuevamente, tomé su mentón y le puse las gotas, él parpadeó y volvió a mirarme. Recogí mis cosas y me quedé recostada de la cocina, Sasuke se levantó y me guió a la salida. Me despedí y salí. No había nada más que hacer, me alejé y regresé a mi casa.
Ya era sábado en la mañana, fui a ver a Naruto para salir por ahí, llegué a su departamento y toqué la puerta, se tardó como cinco minutos en abrirme, aún estaba en pijama, al igual que Hinata, que estaba sentada en la mesa bebiendo café, no me sorprendió eso, no era la primera vez que la veía ahí a esa hora.
Le sonreí y ella me devolvió el gesto, Naruto me invitó a sentarme y conversamos. A la tímida vaya que le había ido bien no solo se había ganado a Neji y a su padre después de enfrentar a Pain en la invasión, también había ganado un novio, y Naruto era un tipazo, empezó a salir con Hinata desde hace dos años, durante meses no paraba de decir lo amable que era, que si cocinaba bien, que si lo elogiaba todo el tiempo, que si era muy buena; y además siempre acentuó lo bonita que era ella, que nunca se había dado cuenta de lo hermosa que era esa mujer.
Una vez le dije- Estás realmente enamorado ¿Sabes?-. Mi comentario fue un punto clave para esa relación. En menos de una semana él le compraba flores y ella se escapaba de casa para dormir con él. La primera vez que la encontré en el departamento por la mañana, su cara se tornó roja y entró en pánico, no pude evitar reírme.
Entonces susurré al oído de Naruto -De verdad tienes un don para cambiar a la gente- Él sonrió y le contó a Hinata mi chiste, y creo que ella entró en shock o algo así.
Ellos sí que se querían de verdad.
Conversamos hasta el mediodía, tal como lo hicimos aquella vez, fuimos a Ichiraku para almorzar, y en el camino Naruto me preguntó por Sasuke, dijo que yo debía saber de él, porque lo había atendido la semana anterior y de haberle sucedido algo, seguro me enteraría, ellos sólo conversaban cuando Sasuke tenía que entregar reportes, y no le hablaba sobre nada que no fuese trabajo, sentí pena, pues Naruto sí que quería hablar con él.
Le dije que todo estaba bien y cambié el tema.
Pasaron las semanas y yo seguía llevándole la medicina a Sasuke, ya era la quinta vez que lo hacía. Toqué la puerta y él salió, con un pantalón largo y una camisa oscura y me dirigió un saludo seguido de un estornudo. Estaba resfriado. Me invitó a pasar, pero esta vez no fuimos a la cocina, como de costumbre, dirigimos a su habitación, debía estar realmente enfermo para hacer eso, aunque fuésemos amigos de pequeños, apenas llegamos él se tumbó en la cama. Empezó a tocer.
-No has tomado nada, verdad- pregunté.
-No-
Yo me acerqué-¿Necesitas algo?- me tomé la libertad de decir.
-No-respondió él.
Rodé los ojos – Entonces creo que no tengo que hacer nada- dije sin más.
Él estaba tirado boca abajo y se volteó rápido. –Espera, no te vayas- soltó.
Sorpresa. ¿Quería que me quedase?
-No soy buena cocinando, pero puedo hacer algo para que te sientas mejor…- me acerqué y le toqué la frente, estaba hirviendo, tenía una fiebre bastante fuerte.
Bajé a la cocina y saqué de mi bolso (aparte de lo de sus ojos) un antibiótico, y pastillas para el dolor de cabeza, ahí era donde yo guardaba las medicinas para las misiones, había un montón de cosas allí. Tomé valor, busque una olla e ingredientes en la nevera y empecé a cocinar sopa, yo era realmente mala en eso, pero de todas formas, no creo que se enfermase más por mi comida.
Cuando volví, le di el antibiótico, él apenas me oía. Se había quedado dormido y cuando llegué lo desperté.
Por increíble que parezca, le di el jarabe en la boca y no hizo ni una mueca, ni un comentario, para que me detuviese.
Luego le pregunté en donde guardaba los platos y cubiertos, él me explicó bien. Quedó mirando al techo mientras yo veía como los ojos se le cerraban lento, y así durmió.
Sorpresa. Me quedaría un rato.
Bajé de nuevo y terminé con la sopa, volví con ésta a la habitación de Sasuke, lo encontré despierto, y lo suficientemente lúcido, como para ni pensar en dársela como la medicina. Se la entregué y él empezó a tomarla.
-¿Tendrás una silla por aquí?- dije volteando a los lados.
-No hace falta, puedes sentarte aquí- dijo con la mirada clavada en el plato, señalando el lugar vacío junto a él en la cama-
Y eso de verdad nunca me lo imaginé, en verdad, no sabía de nadie a quien Sasuke Uchiha le hubiese hecho esa propuesta, digo, no la conocía. Era raro que me diese esa opción, pero quien sabe, tal vez, con los últimos acercamientos podía haber hecho espacio en el agrietado corazón de Sasuke y ahora él dejase que entrase allí si así lo quería yo.
Me subí a la cama y me acomodé algo cerca de él, me recosté en las almohadas justo como estaba Sasuke, empecé a jugar con mis dedos, mientras volteaba la cabeza para verlo. Terminó de comer como en cinco minutos.
Algo que me gustaba de Sasuke era que, aunque nunca te dijese cuando algo le gustaba, tampoco te decía cuando algo no. Si la sopa había estado horrible, nunca me enteré.
Colocó el plato en la mesa de al lado y encendió la televisión.
Romántico. Pensé.
Él no volteó ni un segundo a mirarme, yo solo veía como las luces de la pantalla pasaban de azul a blanco en su rostro, como sus ojos se movían leyendo los comerciales, y su cara perfecta estática, no pensaba en nada, la noche anterior no había dormido nada, ese día de verdad estaba cansada, simplemente cerré los ojos me quedé dormida.
