Era otra mañana oscura en Lavender Town, y la misma aterradora e hipnotizante melodía recorría las calles arrasando con cada vida humana y causaba caos a su paso.
Lo único bueno de eso era que la melodía no afectaba a los "inmortales", ni filtraba dentro de los hogares, por lo cual personas como Jeff podían estar tranquilamente en su sala bebiendo una tasa de café mientras esperaban algo importante.
Jeff era un joven muy impaciente y el enojo causado por esa impaciencia podría ser letal para cualquier ser vivo. Es por eso que se enojaba tanto cuando la carta semanal de Jane llena de palabras de odio se retrasaba.
-Maldita sea.- Susurro Jeff. Ya casi era domingo y la carta de jane todavía no había llegado. No sabia si era porque ella no la había escrito por estar revolcándose con su noviecita o porque los inútiles mensajeros incompetentes se demoraban demasiado.
Incluso después de 10 largos años tras el accidente la ingenua Jane seguía con la ridícula idea de la venganza, pero cada vez con menos entusiasmo, con menos pasión. Por culpa de su novia Mary cada vez le prestaba menos y menos atención a jeff, cada vez se retrasaba mas con las cartas, y cada vez las palabras en esas cartas eran mas y mas vacías, huecas, frías...
Jeff suspiro. La pequeña e ingenua Jane había crecido y él lo tenia que aceptar, y tal vez él también debería crecer y volver a matar por satisfacción, como lo hacia antes y no por provocar a jane, como lo venia haciendo de un tiempo para acá.
-Juro por Zalgo que si esto vuelve a pasar...- Dijo Jeff muy irritado y a punto de estrellar su taza de café contra el piso, pero algo no lo dejo terminar la frase... unos ruidos en la ventana.
Golpeaban salvajemente la ventana, pero los ruidos no eran tan fuertes debido a que lo que generaba el golpe eran tan solo unas pequeñas manitas.
-Llegas tarde- Dijo Jeff, abriendo la ventana dejando que el muñeco entrase, cubierto de sangre, con su antena emitiendo una luz roja que amenazaba con apagarse en cualquier momento y sosteniendo un sobre sucio y ensangrentado en sus pequeñas manitas.
-No es mi culpa...- Dijo el muñeco, conocido en Lavender Town como el mensajero de la cuadra cuyo "verdadero" nombre es Tails Doll, con una voz aguda y fantasmal -¡Ahora es que se le dio por escribir a tu querida Jane!- Dijo para después reír maniaticamente, risa que no duro por mucho ya que Jeff le salpico el café en su cuerpecito flotante cuasandole un severo ataque en su organismo, lo cual causo que del lugar donde debería estar su boca saliera de los mismos infiernos un chillido que pudo haber despertado a San Zalgo de su Era de descanso y después saliera volando por la ventana.
-Me parece que sentiste la luz del sol...- Dijo Jeff en tono de burla para después detenerse a observar la superficie del sobre.
"Para: Jeff
De: J"
Jeff se hallaba confundido, Jane normalmente firmaba con su nombre completo, incluso con su apellido, no con una "J" a secas.
Jeff suspiro y sin mucho problema se dispuso a sacar un cuchillo de su bolsillo y abrir el sobre rápidamente, casi con desesperación y comenzar a leer su contenido.
"Hola mi amado Jeff"
Jeff comenzó a toser, parece haberse ahogado con su propia saliva. ¿que pasaba? Esa no era Jane ¿o tal vez si? Si no era así, ¡¿Quien demonios había escrito esa carta?! Exactamente, nada mas con leer la primera frase pudo deducir que esa carta definitivamente no era de Jane, pero como la curiosidad fue la que originalmente lo mato, decidió seguir leyendo.
"La gente que te mira y piensa que eres el asesino serial mas temido en toda la ciudad
Y cualquiera que e cruza en tu camino termina muerto en tus manos,
La única cosa por la que moririra eres tu.
No me importa lo que digan de ti.
Se que mi hermana Jane te odia con locura y siempre pelean a muerte..."
Jeff volvió a toser desesperadamente, como si tuviera un ataque de neumonia y se recostó en el sofá bocarriba. Paso su mano por su cabello en un intento por calmarse mientras suspiraba profundamente, si tuviera parpados hubiera cerrado sus ojos fuertemente y casi hubiese logrado tranquilizarse con la oscuridad, pero ya no podía, y tampoco era como si se arrepintiera mucho.
Mordió sus labios y siguió leyendo, iba a llegar al final de todo esto.
"Pero eso no cambia el hecho de que te amo con todo mi corazón y con toda mi alma y siempre... aunque me cueste la vida, te amare y te acompañare hasta tu ultimo suspiro.
Quiero recorrer con mis dedos tu largo cabello negro y darte mis mas dulces besos durante toda la eternidad.
Incluso si mataste a tu familia y a miles de personas, yo te sigo amando e idolatrando.
Permaneceré a tu lado incluso si eres atrapado y obligado a pasar el resto de tus días en prisión.
Nada que hagas hara jamas que te deje de amar, cariño.
Por favor entiende que Jane es mi hermana mayor y me ama..."
Jeff se retorcía en el sofá. La información no cuadraba ¿Una hermana? ¡imposible! Cualquier pariente de Jane debió haber muerto en el incendio, Jeff se ASEGURO de que no quedara ni una sola alma viva en aquella casa, entonces... ¿Como es posible? Debía ser una broma...
"No quiero pasar ni un solo día mas sin tu amor...
Porque todo lo que siempre quise eres tu, y solo tu,
Y te amo mas... mas que cualquier cosa...
Y lo que realmente quiero eres tu...
Y lo que siempre quise... eres tu.
Te amo, Jeff.
Siempre tuya,
Jessie~"
Jeff ya había terminado de leer la carta, la arrugo y la apretó a su pecho.
-Jessie...- Susurro para sus adentros, juraría haber escuchado ese nombre antes
El morbo que le había causado la carta había hecho que una inmensa necesidad de lanzar la carta al fuego de la chimenea se apoderara de su ser... pero a la vez su curiosidad, la cual fue mucho mas fuerte hizo que a duras penas y con muy mal sabor de boca se resignara a guardársela en el bolsillo.
¿Quien sabe? Tal vez alguien podria ayudarlo a descubrir quien era la tal Jessie... Y tal vez mañana podría irrumpir en la casa de Jane para exigir respuestas del porque de su negación de enviar su carta y a la vez mostrarle la obtenida esa tarde...
Pero en fin...
–Es hora de ir a dormir...- Susurro antes de subir las escaleras hacia su habitación, e irse a dormir.
