Pensé que esta vez se quedaría, pero no fue así.
Nuevamente me abandonaba. Pero esta vez era mucho más doloroso.
Saber que había vuelto, y que era la Alicia correcta, Mi Alicia, me hizo recobrar las esperanzas.
Volver a tenerla conmigo, para siempre.
Pero cuán equivocado estaba.
Ella regresó por error. Es más, no recordaba nada.
No me recordaba.
Traté de no sentirme dolido, y ayudé en todo lo que pude a esa pequeña que se hizo tan pequeñita como para meterse a trompicones en mi corazón, y creció tanto como para ocupar mi mente entera hasta el fin de mis días.
Cuando llegó el momento decisivo, aquel Frabulloso día que parecía tan lejano, sentí que podría disuadirla de partir.
Que podía lograr que se quedara.
Pero no fue así.
No fui lo suficientemente importante para ella como para que quisiera abandonar su mundo lleno de rigidez y falsedad.
No fui lo suficientemente muchoso como para que deseara quedarse a mi lado.
Mientras ella se preparaba para partir, en mi interior, yo recogía las piezas de lo poco de corazón que me quedaba, preparándome para recibir el golpe final.
Verla desaparecer con una sonrisa era la única manera que encontraba de protegerla de mi dolor.
Pero no pude contenerme y le pregunté si me olvidaría.
Y ella, con sus ojos tan llenos de ternura y calidez me contestó que no.
"Volveré cuando menos lo esperes".
En ese momento me sentí curado.
La parte de mí marchita resurgió, llenándome de la luz que hacía resplandecer el alma de mi pequeña gran Alicia.
Y esa luz fue la que respaldó sus palabras.
Podría haber dejado de respirar allí mismo, de no ser porque quería aprovechar cada minuto que tuviese con ella.
La miro por última vez, mientras se desvanecía en frente de mí.
Y no puedo evitar pensar en que es mi querida Alicia.
La Alicia correcta. A quien esperé mientras tomaba miles de tazas de té con mi tiempo detenido.
Si ella es mi Alicia, y yo soy su sombrerero…
¿Acaso debería albergar duda alguna de que regresará a mi lado?
Yo creo que no.
