Y sortearé la tempestad si eres para mí

Dolor

La barca lentamente llegó a la costa siendo empujada por el movimiento constante de las olas, el ocupante se removió incomodo, sus verdes ojos se abrieron lentamente. La luz del sol chocaba directamente contra su rostro.

Sus pies y sus manos dolían y ardían, las cuerdas que lo mantenían prisionero habían sido amarradas fuertemente, se movió un poco y gimió de dolor, pequeñas lagrimas resbalaron de sus ojos, deseaba gritar hasta desgarrar su garganta más la tela entre sus labios se lo impedía. El líquido que se derramaba de entre sus piernas le hacía sentir asco y grandes ganas de vomitar.

Un triste recordatorio de lo sucedido hace unas cuantas horas atrás. A las orillas de la costa de su pueblo.

El llanto, las suplicas y los gritos que surgieron de sus labios no sirvieron de nada, nadie acudió a su llamado, a su ayuda. Su cuerpo al final fue cruel y vilmente ultrajado, el semen y la sangre mezclada que se deslizaban silenciosamente por entre sus muslos, torturándolo aún más, eran prueba de ello.

Los cálidos rayos solares del verano hacían escocer sus heridas, causando más dolor a su maltratado cuerpo. Miró al cielo, y al verlo cubierto por grandes y esponjosas nubes, deseo poder estar muerto, tal vez así su dolor cesaría y podría divertirse allá arriba sintiendo la suave textura entre sus dedos.

Una sombra negra, se le ocurrió tal vez un cuervo, surco el cielo justo sobre donde él junto a la barca siendo agitados por las olas se encontraban, cerró los ojos, tal vez si tenía algo de suerte o los dioses se apiadaban de él, una ola lo bastantemente fuerte hiciera chocar el bote contra las rocas, este se rompiera, hundiéndose los dos hasta el fondo del mar. Sonrió tristemente al saber que su deseo tenía muy pocas posibilidades de cumplirse. La suerte nunca había sido su aliada.

El silencio del lugar era solo roto por el suave sonido de las olas del mar. De sus ojos cerrados las lágrimas continuaron fluyendo.

Sintió un ligero rose en su mejilla, una caricia amable y cálida, abrió sus ojos, una figura frente a él cubría el sol, era un hombre, de bellos cabellos negros, piel tostada y ojos verdes tóxicos.

Olfateó el aire, a pesar de que en su nariz había sangre reseca pudo reconocer el imponente aroma.

¡Un alfa! ¡Oh diablos, en verdad los dioses lo odiaban o tenían algo en contra de él!

¡De entre todas las criaturas tenía que ser exactamente un alfa el que tuviera que encontrarlo! ¡Eso era maravillo!

El cuerpo de Hiccup tembló de terror.

-Mi nombre es Toothless- murmuró suavemente- no tengas miedo omega, yo cuidaré de ti.

Hola a todos, me encantaría saber si les ha gustado el capítulo, espero que voten por él y seria aún más maravilloso si me dejaran un comentario, lo leeré con mucho gustó.