Antes de empezar este nuevo fic informo a las seguidoras de "Observemos las estrellas" que en breves habrá actualización. Sabéis que por motivos de salud no puedo subir tan rápido los capítulos ya que estoy algo cansada y mi imaginación me ha pedido vacaciones ;). Para compensaros he decidido subir esta nueva historia, que en realidad es la primera que escribí (antes de "Como la vida misma") solo que la tenía guardada en un cajón a la espera de que se presentase la ocasión jaja
Espero que la disfrutéis igualmente y que pronto nos podamos ver en el otro fic. Prometo que ninguno de los dos se quedará a medias (sobretodo porque este ya tiene final jaja)
¡Muchos besos!
LO IMPOSIBLE
-"Es difícil que la gente me vea más allá de ser "la hija de" pero creo que con el tiempo lo he conseguido...me licencié en medicina con uno de los mejores expedientes de mi promoción, hice la residencia, la especialidad y ahora estoy considerada una de las mejores profesionales de Boston en mi campo"
-¿Crees que nos la encontraremos allí Emms? –preguntó el joven de bata blanca interrumpiendo a su compañero
-Sí claro… -contestó la rubia con ironía -seguro que la rica heredera del multimillonario Henry Mills trabaja en un simple hospital de Boston…
-Emms tiene razón Robin…seguramente esa mujer tiene una de las clínicas privadas más prestigiosas de la ciudad –intervino la camarera desde el otro lado de la barra
-Y más cara... -añadió su amiga llevándose la taza de café a los labios
-Pues a mi no me importaría gastarme el sueldo del mes en visitar su clínica y tener una cita con ella en privado…
Emma y Ruby pusieron los ojos en blanco al ver a sus dos amigos babear ante la foto de aquella morena
-No te hagas ilusiones Jefferson…pasa la página y lee aquí -dijo Robin señalando uno de los párrafos de la publicación
-"Siempre tuve claro que era lesbiana y adoro a las mujeres, en cuanto a la segunda pregunta no tengo novia, ¿para que conformarse con una pudiendo disfrutar de todas?"
-Lo que yo decía… -murmuró el rubio –No es lista la tía…
-Joder…pues yo me cambiaría de sexo por ella...
-Tú no perderías a tu "pequeño Jefry" ni por cien mujeres como esta -bromeó Ruby apoyándose en la barra
-En primer lugar no es pequeño -dijo serio -y en segundo... ¿Vosotros la habéis visto bien?
El moreno levantó la revista pegándola a los ojos de las dos mujeres
-Pues claro que la hemos visto bien Jefferson –bufó la rubia –llevas una hora hablando del dichoso artículo…
-Pues no sé de qué te quejas tú Emma ¿a ti no te gustaban las mujeres? No hay quien te entienda...
-Que me gusten las mujeres no quiere decir que me guste ESTA mujer –contestó señalando la imagen de la morena –odio a este tipo de personas que se creen más que nadie porque sus papás tienen pasta…sería imposible que yo estuviese con alguien así, IMPOSIBLE -dijo remarcando cada sílaba -por muy buena que estuviese...
-Esta mujer no está buena Emma…esta mujer es un cañón –repuso el hombre –solo de pensar que no lleva nada debajo de esa bata…
-¿No crees que lleve nada debajo? –soltó Robin cogiendo la revista para inspeccionar la imagen detalladamente por quinta vez
-¡Oh por Dios dejad de babear! –Protestó la rubia molesta – ¿Podemos hablar de otra cosa que no sea la señorita insufrible Mills? Creo que me va a sentar mal el desayuno…
-Tú si que estás insufrible desde que te vas a ir... -bromeó el moreno
-Quizás es por la fiesta sorpresa, ya sabes que a Emma no le gusta eso de...
-¿Qué? –Gritó Ruby -¿Cómo sabes lo de la fiesta sorpresa?
Los cuatro quedaron en silencio mientras todas las miradas apuntaban al rubio
-Amiga no te ofendas pero mientes fatal… -rió él –además la discreción no es uno de los fuertes en este hospital…
-Pero la intención es lo que cuenta Rubs –dijo rápida la rubia fulminando a Robin con la mirada –nos lo vamos a pasar muy bien y estamos muy agradecidos de que organices todo esto…
Emma llevó una mano por encima de la barra y la colocó sobre la de su amiga
-No sabéis cuánto os voy a echar de menos –suspiró la camarera –sobre todo a ti...a este no tanto...
-Solo estaremos allí un año Rubs y vendremos a visitaros siempre que podamos...sabes que no podríamos vivir sin la abuelita
-¡Oh vamos! ¡Os vais a Boston! -atacó de nuevo la morena -Sois guapos, inteligentes, tú una enfermera jefe, Robin neurólogo… ¡Sois todo un partidazo! Las mujeres caerán rendidas a vuestros pies, encontraréis novia, os enamoraréis, seréis felices y ¡adiós Storybrooke! Os olvidaréis de este pequeño pueblo, de este hospital, de esta cafetería y de esta camarera…
Jefferson, Robin y Emma observaban divertidos los aspavientos de la morena, que hablaba de forma apurada y con la mirada perdida en la pared de la cafetería como si en ella pudiese contemplar ese futuro negro en el que se quedaba sola sin sus dos mejores amigos.
-Ruby ¿En serio nunca te planteaste apuntarte a la escuela de arte dramático? –soltó Jefferson haciendo reír a sus dos compañeros
-Nosotros somos más que amigos ¿recuedas? -dijo Emma acariciando su mano -somos familia, nunca nos separaremos...
-Además esta mujer y yo no encontraremos novia en la vida –Bromeó Robin –llevamos en este hospital cinco años y no nos hemos comido una rosca, no tienes de que preocuparte
-Robin tú te comes todas las roscas del cesto así que no me vengas con esas… -rió por fin la camarera –en cuanto a Emma si no se come una rosca es porque no quiere…
-No es que no quiera es que no se ha dado la situación –protestó la aludida
-Swan, con lo selectiva que eres nunca conseguirás que se dé la situación –bromeó Jefferson
-¿Sabéis qué? Me voy a trabajar… -dijo la rubia levantándose del taburete –entre doña arrogante y vuestros comentarios se me ha quitado el apetito…y vosotros dos deberíais hacer lo mismo, los pacientes no se atienden solos
La enfermera dejó la cafetería como una exhalación mientras Ruby la veía perderse por los pasillos y sus dos compañeros volvían a fijar sus ojos en la revista
-Pues yo creo que no lleva nada debajo, estoy seguro…
Los rayos del sol iluminaban por completo la espaciosa habitación de paredes blancas. Dos cuerpos desnudos reposaban en medio de la amplia cama que coronaba la estancia. Sus respiraciones eran cadenciosas y pausadas, muestra de que aún no se habían despertado.
Había sido una noche larga para ellas y las sábanas, totalmente revueltas, evidenciaban los momentos de pasión vividos unas horas antes.
El sonido lejano de un móvil rompió con la quietud de la mañana. La mujer de cabellos oscuros se removió y abrió poco a poco los ojos para comprobar que el sonido venía de fuera de la habitación. Se giró levemente y observó el escultural cuerpo de la rubia que dormía a su lado. Sus labios empezaron a ensancharse en una sonrisa insolente...pasó su mano por el pelo y suspiró recordando la intensa noche que le había hecho pasar esa mujer.
Reptó por la cama intentando no hacer ruido ni movimientos bruscos que pudiesen despertarla y en cuanto llegó al borde se incorporó despacio. Estiró su cuerpo desentumeciendo todos los músculos, doloridos por esa sesión de sexo que había durado hasta bien entrada la mañana.
Arrastró sus pies descalzos hasta el baño de su habitación y fue recibida por el reflejo de su cuerpo desnudo sobre el espejo. Se miró fijamente en él y de nuevo esa sonrisa insolente de quien sabe perfectamente que tiene la mejor arma de seducción.
Escuchó una voz proveniente del exterior de la habitación acercarse cada vez más. Sonrió, esta vez de manera sincera, y esperó…5,4,3,2,1…
-¡Buenos días señorita desconocida!
Los gritos despertaron a la mujer que dormía plácidamente en la cama y que intentó, como pudo, taparse con las sábanas de la misma.
-¿Pero qué…?
-La señorita Mills le agradece su magnífica noche y los tres orgasmos que le ha regalado pero es hora de que regrese a su casa
La rubia se vestía a la velocidad del rayo mientras la joven pelirroja esperaba de brazos cruzados intentando mantener una pose lo más seria posible.
-¿Quién coño eres tú? ¿Dónde está Regina? ¿Cómo te atreves a…?
-Querida yo soy la mujer de su vida y tú un simple polvo así que sí...puedo atreverme a echarte –dijo sin pestañear –bonito sujetador por cierto…ya me dirás donde lo has comprado…
La mujer estaba totalmente atónita y se tapaba el torso con su camisa blanca. Sus mejillas estaban completamente rojas, mezcla de la rabia y la vergüenza ante tal situación.
-¡Exijo ver a Regina! No sé quién eres pero…
-Deberías hacerle caso
La voz grave de la morena hizo que ambas se girasen hacia la puerta del baño, de donde salía la mujer con su cuerpo aun desnudo
-Regina pero…
-Tengo una mañana muy ocupada, ya te llamaré… -dijo dando por zanjada cualquier tipo de conversación mientras se volvía a meter en el interior del baño
-Te acompaño a la salida querida...
La pelirroja abrió la puerta de la habitación con una sonrisa victoriosa, invitando a aquella mujer a abandonar su casa.
En cuanto salieron, Regina encendió el grifo de la ducha y se metió bajo el chorro de agua caliente relajando por completo su cuerpo.
Media hora después salía ella también de la habitación con el pelo aún mojado y una camisa blanca que no llegaba a cubrir sus largas piernas.
Se paseó por la casa descalza hasta llegar a la cocina, donde la joven pelirroja preparaba el desayuno con los Beatles inundando el hilo musical.
-Eres malvada ¿lo sabes no? –dijo sentándose en uno de los altos taburetes
-Me encanta ver sus caras…
Las dos se echaron a reír y la joven se acercó a la mesa con un plato de tortitas recién hechas y se sentó a su lado dejando un suave beso sobre su mejilla
-No debería reírme Zelena…es cruel…
-¡Oh vamos! tú te diviertes tanto como yo hermanita no lo niegues…
-¿Quién te llamaba? –Intentó cambiar de tema -¿Era mamá?
-La misma… -suspiró su hermana –está pesadita con el tema de la entrevista, ya ha llamado cinco veces desde que me he despertado
-¡Ah claro la entrevista! Se me había olvidado completamente…
-La revista está ahí por si quieres verla
-Si eso después…ahora me estoy muriendo de hambre –dijo empezando a degustar su desayuno -¿Qué ha dicho mamá?
-Está exultante…creo que no hablará de otra cosa en toda la semana
-Vamos que ya se le ha pasado la euforia de tus primeros días de trabajo
-Por suerte sí…ahora te tocará a ti aguantarla –rió la pelirroja –por cierto no te olvides que hoy cenamos en casa
-¿En casa?
-Ya te habías olvidado…
-Pues sí
Las dos se echaron a reír de nuevo mientras Regina rascaba la cabeza con cara de preocupación
-Cada vez estoy más segura de que sufriré alzhéimer…
-¡No seas bruta! –Protestó su hermana golpeándole el hombro –además lo único que te pasa a ti es que pierdes neuronas con tanto sexo desenfrenado…
-¿Sexo desenfrenado? ¡No seas tan maleducada! Si mamá te oyese...aún no tienes edad suficiente para hablar de eso...
-¿Te tengo que recordar que ya perdí la virginidad hermana?
-Pues claro que no…lo tengo muy presente… -dijo Regina seria –y más que lo tendría si llego a ver a ese imbécil
-Ese imbécil era mi novio…
-¿Y cómo te trató ese novio tuyo?
-¿Y cómo acabamos de tratar a esa mujer que pasó la noche contigo?
Regina se quedó callada ante la verdad en las palabras de su hermana. Se desafiaron durante unos segundos con la mirada hasta que la morena cedió como siempre, apartando sus ojos hacia el plato ya vacío que tenía en frente.
-No es lo mismo… -murmuró
-Sabes que es lo mismo Gina…solo que tú eres demasiado protectora conmigo
-Simplemente no quiero que te hagan daño -la morena se levantó y, colocándose detrás de la joven, la estrechó entre sus brazos -eres mi hermana pequeña...
-Lo sé… -dijo recibiendo gustosa el cálido abrazo
-Siempre has sido una princesita en busca de su amor verdadero –bromeó, con la cabeza apoyada sobre su hombro
-Algún día tú encontrarás el tuyo y te tendrás que tragar tus bromitas Regina Mills
La morena mordió la tostada que su hermana estaba a punto de llevarse a la boca justo cuando su teléfono empezó a sonar en su habitación
-Eso nunca sucederá hermanita...es imposible –dijo separándose de ella y corriendo a por su móvil -¡IMPOSIBLE!
