—Katniss —Finnick la llamó, sosteniendo a su hija de seis meses— anda, carga a la niña un rato.

Ella lo miro sin pronunciar ninguna palabra. Sólo lo miró sosteniendo a la pequeña. Lo habían visto otras ocasiones con ella y en esos momentos estaba adorable con la pequeña.

"No debes acercarte"

Negó con la cabeza y volvió la vista a la ventana. No quería sostener a su hija, lo deseaba pero no podía.

—Vamos Katniss —insistió él—. Han pasado semanas desde la última vez que la tomaste en brazos. Tienes que tomarla.

—No. Déjame en paz —se levantó de donde estaba y salió de la casa.

Él la dejó marchar sólo por ese momento. No era fácil. Desde que había nacido su hija pocas ocasiones ella la cargaba, no podía entender su motivo a pesar de que había insistido mucho. Por las noches permitía que él la tomara en brazos pero cuando Alene despertaba en la madrugada no hacía nada.

Dos veces a la semana acostaba a su hija entre ellos. Ella no la tocaba, ni nada, esas noches ella se levantaba de la cama y se iba a dormir a otro lado.

Alejándose de ellos.

Era un sufrir.

Eran una familia pero no lo eran. Salían a caminar al distrito, tomados de la mano pero sin que Katniss tomase a la niña en brazos, siempre la tenía él.

La niña pronto echaría a andar y Katniss se perdería de todo eso si no encontraba un modo de acercar a madre e hija. Había hecho todo lo que estaba en sus manos pero nada funcionaba, Katniss se rehusaba a estar tan sólo cinco minutos sola con Alene.

A veces la encontraba observando a la niña, después lo miraba a él y todo se perdía.

Finnick preparó un biberón y se lo sostuvo mientras ella comía. Le acarició la mejilla lo que la hizo reír. La niña le regresó una sonrisa, trababa de sostener el biberón ella sola pero no podía.

—Aún eres muy frágil, mi dulce muñequita —la levantó de la cama y comenzó a darle palmaditas en la espalda para que eructara—. Daría mi vida sólo para que tú madre te sostuviese una vez. Ella te ama pequeña —la bebé seguía riendo— debes dormir pequeña. Te estoy malcriando, van dos biberones y aún no duermes.

—No debes darle tanta leche en un rato —escucho la voz de Katniss a sus espaldas, entro al cuarto y se acercó a la cama, los miro a ambos.

"Qué la tome en brazos, por favor" se decía mentalmente Finnick "Al menos unos segundos"

—Le puede hacer daño —continuó diciendo ella.

—Tal vez si estuvieras más con nosotros no le daría tanta leche —le reprochó.

Fue un mal pasó. Lo supo. Y se arrepintió de eso. La mirada de ella cambio, tomo lo que buscaba en el cajón y los dejo solos.

—Soy un idiota —le dijo Finnick a Alene, ella rió de nuevo y luego cerró sus ojitos.

Entendía que Katniss tuviera miedo, después de todo, su chica apenas cumplió veinte años el mes pasado. La había dejado embarazada a los tres meses de que él se fuera a vivir al distrito doce. Fue un descuidado al no protegerla, traicionó su confianza. Ella apenas le dirigía la palabra y siempre estaba fuera.

Podía odiarlo a él pero no debería tener rencor hacía su hija. La pequeña Alene los necesitaba a ambos.

El único modo de que Katniss fuera más responsable con Alene sería metiéndole un buen susto. No quería ser cruel, había intentado asustarla cuando le dijo que la niña tenía fiebre, ella no se inmuto y le dijo que no perdiera el tiempo y la llevará a la clínica.

Existía un motivo de su alejamiento. Conocía el secreto de ella, no tener hijos era su regla número uno en el pasado por temor a que se los quitarán pero no tenía por qué preocuparse, se lo repitió muchas veces pero nada la hizo cambiar de parecer.

Tal vez eran las pesadillas. Aún las padecían pero no por ello él alejaba de Alene, no. Incluso siempre que tenía una se iba a dormir a la habitación de ella. Y eso era suficiente para tranquilizarlo, dado que en sus pesadillas siempre le pasaba algo a su nena.

Esa noche se quedó hasta tarde en el cuarto de la niña.

—¿Sabes? Muero por que comiences a decirme papá —rió acariciando el cabello de ella—, comenzarán tus balbuceos, has hecho algunos pero no se te entiende nada o yo soy muy tonto y no entiendo —se quedó pensando— me quedo con la segunda opción, yo soy un tonto.

Ella movió sus manos en el aire, embelesada observando al hombre que le hablaba, su voz era dulce y ella sonreía más.

—Siempre estás contenta —negó con la cabeza frunciendo el ceño—. Vas a tener que contarme tu secreto, no hay momento en el que no sonrías. Oh pero por supuesto, eres mi hija, siempre estás feliz —acercó su nariz a la de ella y comenzó dándole cosquillas, chilló de la emoción y colocó sus manitas en las mejillas—, es hora de que vaya con tu mamá.

Prendió una lámpara que tenía unas lindas formas como lunas, soles, árboles y además contenía una canción de cuna, cerró la puerta con cuidado y caminó a su habitación. Vio a Katniss que ya estaba dormida, no se había quitado la ropa de ese día... La notaba agotada y no pasó desapercibido que ella tenía las mejillas mojadas de tanto llorar.

Se dio un baño pensando en que ocurriría el día de mañana.

Aunque no quisiera dejaría a madre e hija solas. No, no haría eso. Se le ocurrió otra idea, la dejaba como segunda opción si su plan de mañana no funcionaba.

Se levantó antes que Katniss, evitó hacer el menor ruido, escribió una nota pasó al cuarto de su hija y se marchó.

"Estoy haciendo lo correcto"

Regreso a altas horas de la noche, después de estar oculto en el hospital, Katniss los odiaba así qué era el único lugar donde estaba a salvo. Entró a la casa y no escucho más que sus pasos cuando se dirigió a la cocina, no había cena, le pareció raro ya que Katniss siempre la dejaba preparada.

Subió de dos en dos las escaleras hasta el cuarto de la niña. Vio la luz encendida y entró, su plan había funcionado. Sé quedó quieto cuando vio a Effie con la niña.

—¿Y Katniss? —pregunto Finnick tomando a su hija en brazos y besándola en las mejillas.

—En su cuarto.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?

—Desde las ocho de la mañana.

Finnick quiso gritar ante la poca importancia que Katniss le estaba mostrando a su hija.

No podía creer que hubiera preferido llamar a Effie antes de quedarse a solas con la niña.

—Gracias Effie —dijo Finnick mientras arrullaba a Alene.

—No tienes que agradecerme, Finnick —tomó sus cosas y salió de la casa.

Finnick acostó a Alene y se puso a observar la oscura noche.

Suspiró.

Se estaba cansando.

En los seis meses que su hija tenía de vida, Katniss no le mostraba afecto alguno, ni un cariño pocas veces era cuando la tomaba en brazos, nunca le dio pecho porque ella no quiso, tuvieron una nodriza por los primeros dos meses hasta que Finnick decidió que le daría leche en polvo, cómo le había sugerido su suegra.

En las madrugadas era él quién se despertaba a cuidar de Alene, era él quién la bañaba, no trabajaba por estar con ella porque Katniss no se hacía responsable. Ese día dejo mucho en juego. Y a Katniss no le importó.

¿Tan enojada estaba por ser madre?

¿Lo odiaba tanto?

Pues era hora de usar el "Plan B". Si eso no funcionaba, haría las maletas y se largaría al distrito cuatro, él educaría a su hija y le prohibiría a Katniss acercársele a ellos.

Amaba a la chica en llamas pero no iba a seguir soportando ese comportamiento por parte de ella. Se repitió una vez más que existía un motivo pero Katniss no se lo compartía. Se dirigió a su habitación, Katniss estaba sentada sobre la cama. Se dio cuenta de su presencia y lo ignoró.

—¿Nos odias? —le pregunto dándole la espalda, quitándose las botas.

—No —contesto Katniss.

—Hoy me fui para que tuvieras tiempo con ella y lo que hiciste fue llamar a alguien para que se hiciera cargo de una niña. Es tu hija, Katniss. Mientras estaba haciendo algunas cosas me imaginaba llegar a la casa y que tendrías a Alene en tus brazos —suspiró— en cambio me encuentro a otra mujer en mi casa.

—No es otra mujer, es Effie —contestó sarcásticamente.

—Da igual quién sea la mujer puede ser tu madre pero no eras tú. Alene nos necesita a los dos.

—A mí no —negó con la cabeza— si la quiero Finnick pero no puedes entender mis motivos.

—Ayúdame a entenderlo.

Se quedó rápidamente dormido. A la mañana siguiente cuando despertó Katniss no estaba ahí.

Se levantó de un salto al no escuchar a su hija llorar por la noche. Corrió a la habitación y se encontró ahí a Katniss.

—Te has levantado tarde —le reprochó— tuve que despertarme porque la escuche llorar —paso a su lado pero Finnick la tomo del brazo.

—¿Qué pasaría si le pasará algo, Katniss? —le pregunto—. ¿Qué harías si alguna vez estás sola en casa y entra alguien y se la lleva? ¿O si estamos dormidos? ¿Podrías vivir si la perdemos algún día?

—Eso no pasará porque estás aquí.

—¿Y si no lo estoy?

—Siempre lo estás.

Katniss se retiró dejándolo solo en la habitación y Finnick susurró:

—Plan B, serás usado dentro de unos días.


Lindo día lectores :D

Aquí vengo a traerles una pequeña historia =)

Es totalmente Finnis. Espero que les guste y que me dejen un lindo review. ¿Podrían?