Primera Vez.

—¡Guau, Mugi, te ha ido muy bien! —para la castaña no resultaba ya extraño el ver las excelentes calificaciones de sus dos compañeras, por lo que, a diferencia de muchas otras veces, su rostro casi no se inmutó—. ¡Vaya, también a ti, Nodoka! —ambas mencionadas asintieron con una pequeña sonrisa en el rostro.

—¡Neh, Ritsu-chan! ¿A ti cómo te fue? —preguntó Yui mientras escondía su examen tras su espalda.

—Mejor que a ti, seguro —sonrió Ritsu efusivamente. Yui sólo hizo un puchero de vergüenza. Entonces Ritsu se dio cuenta de que alguien faltaba.

Mio se encontraba casi recostada sobre su mesa al otro lado del salón. Hasta el momento parecía que nadie más se había dado cuenta de su ausencia. Miró hacia atrás, y sus amigas continuaban riendo, por lo que decidió acercarse ella.

—Neh, Mio, ¿qué te pasa? —preguntó Ritsu al ver a su compañera tan apartada del resto. Se acercó lentamente, agachándose para estar a la altura de la mesa—. ¿Por qué tienes los ojos llorosos? ¿Qué te ha pasado?

—No es nada… —mintió. Mio bajó la cabeza esquivando la mirada de su amiga en un gesto que Ritsu ya conocía demasiado bien.

—Ya, claro… —bajó la vista y se percató de que Mio escondía fuertemente entre sus brazos una arrugada hoja de papel—. ¿Acaso te fue mal en el examen? —preguntó estirando su brazo para intentar coger aquel trozo de papel, pero en un rápido movimiento la pelinegra se la arrebató de las manos, girándose dándole la espalda a la castaña sin decirle nada—. Oh, entonces sí era eso…

Ritsu se puso de pie y rodeó el banco de su compañera. Se inclinó nuevamente y trató, inútilmente, de buscar su mirada. Mio continuaba evitándola, y girándose mientras otra pequeña lágrima descendía por su mejilla.

—Oye, oye, mírame… —Ritsu sujetó el rostro se su amiga entre sus manos firmemente, obligándola a observarla de frente—. No te pongas así por algo como eso. Es sólo una calificación, Mio. Además, seguro que de todos modos te fue mejor que a mí, como siempre —al decir esto sonrió ampliamente como sólo ella sabía hacerlo.

—Pero… —habló Mio finalmente— . Es que nunca me había ido así antes, Ritsu. Nunca… —la morena hablaba con la voz ligeramente temblorosa, mientras con sus manos arrugaba su falda.

—Bueno, siempre hay una primera vez para todo, ¿no? —le hizo una brusca caricia en la cabeza desordenándole todo el cabello— . No te desanimes. Esa no es mi Mio-chan —volvió a ponerse de pie y luego de sonreírle una vez más, regresó a donde se encontraban Yui y sus amigas.

—¿Tu… Mio-chan…? —se preguntó Mio en voz baja recalcando levemente la primera palabra. Sin darse cuenta, sus lágrimas se habían secado. Se ruborizó levemente al esbozar una pequeña sonrisa, y susurró—. No puedo creerlo, pero creo que tienes razón… —suspiró levemente y se levantó de su asiento. Dejó el informe arrugado y ligeramente empapado sobre la mesa y se acomodó la falda. Se dirigió hacia donde sus amigas estaban reunidas, riendo, y no tardó demasiado en comenzar ella también a lanzar unas leves carcajadas.

Nadie preguntó nada, quizás porque no se habían percatado de su ausencia, o sólo porque no quisieron tocar el tema. Fuese como fuese, ya no importaba. Gracias a Ritsu.