Stirb Nicht Vor Mir.

Todo en el planeta Gaia había estado en paz desde la desaparición del Geostigma y de que la empresa Shinra Inc. ya no abusara de la energía Mako. Habían derrotado a Hojo, y ya no habían más guerras.

En Midgar, Cloud Strife seguía viviendo en el bar de Tifa, junto con los niños, Denzel y Marlene. El rubio ayudaba a su amiga en el bar y, aunque él dijera que no era necesario, la pelinegra insistía en que debía que tener un sueldo.

Últimamente el bar estaba repleto de personas, las cuales muchos veces obligaban a Cloud a contarles por enésima vez la derrota de Sephiroth.

Todos alardeaban de que Cloud era un héroe, que gracias a él todo estaba en paz, sin embargo, el rubio no se sentía de esa manera.

No fue sólo él el que logró derrotar al fuerte ex-SOLDADO, fueron todos los miembros de AVALANCHA, sin olvidar a Aerith y a Zack, que se encontraban en la corriente vital.

Pero mientras todos celebraban la paz del planeta, Cloud no dejaba de sentirse culpable, él sabía que lo que hacía estaba mal, pero no podía evitarlo por más que quisiera. Y mientras éste se torturaba con la culpa que le carcomía la cabeza; las demás partes de su ser se sentían bien, sobretodo cuando podía escaparse cada 6 p.m. del bar.

Cloud estaba en su habitación, acostado en una cama individual, con un colchón desgastado, pero que vestía sabanas azules limpias y varias almohadas enfundadas en negro. Él se recostaba sobre las almohadas posadas estratégicamente en el cabezal de la cama, leyendo lo escrito en un cuaderno de cuero marrón, con las páginas amarillentas por el tiempo y descuido.

" ¡Oh, insensatos afanes de los mortales! ¡Qué débiles son las razones que nos inducen a no levantar nuestro vuelo de la Tierra!Decía al famoso aforismo de Dante Alighieri. Quien diría que yo lo levantaría con fortaleza y facilidad, aunque falle en el vuelo, dejé la marca en la historia"

El rubio se había vuelto adicto a ese diario, ya llevaba más de la mitad. Cuando no trabajaba en el bar lo leía sin parar. Tifa no había logrado descifrar de qué iba o de quién era, y Cloud tampoco planeaba decirle.

- Cloud, ¿a dónde vas ahora? – preguntó la pelinegra al rubio que preparaba su moto para salir. Cloud frunció el ceño, esas preguntas le agobiaban, comprendía la preocupación de Tifa; pero la gente debe de tener su espacio.
- Tifa… lo siento pero esto no te incumbe. Llegaré en la madrugada – Dijo montándose en su moto, colocándose los lentes y moviendo el acelerador. La mujer se aparto dejando que así el rubio arrancara, marchándose a quién sabe que lugar.

Luego de pasar unos cuántos kilómetros lejos de la ciudad de los ancianos, Cloud logró divisar una pequeña cabaña, hecha de madera algo vieja, pero acogedora. Captando su distancia entre la obscuridad Cloud supo donde estacionarse.

Bajó de la moto y presionó el botón que abría los almacenes donde guardaba sus espadas, con un pequeño clic los almacenes se abrieron, pero en lugar de sus armas, se encontraba un bolso negro cruzado, Cloud se lo guindó y sacó la llave de su pantalón para abrir la puerta de la cabaña.

Entró cerrando la puerta tras de sí, echó una mirada observando que no había nada fuera de lo normal. Los cuatro metros cuadrados de la cabaña vestían una pequeña cocina en una de sus esquinas, donde estaba un muro con el fregador y un fragmento de espacio para colocar, un porta cubiertos y platos.

En otro lado estaba la estufa y arriba se encontraban los estantes con sus respectivas puertas

Una ventana que asomaba la luz de la luna desde la pared que quedaba paralela a la entrada, colocada ahí para servir de fuga del humo que genera la cocina.

Cloud suspiró al verlo, llevándose una mano a sus sienes, acariciándolas, intentando aliviar su estrés interno. Avanzó a la cocina, sacando del bolso dos tupperwarer y colocándolos sobre el muro; se deshizo del bolso y de la gabardina que cargaba.

- Traje unas pequeñas fresas y manzanas... no sé si son de tu agrado, pero pensaba en que a muchas personas les gusta y planeaba darte una pequeña ensalada de frutas con el melocotón que dejé - dijo mirando la silueta sobre la cama.

Cloud volvió a suspirar, sabía que no llegaría una respuesta, es más, ni siquiera estaba al tanto de si él lo escuchaba, y eso le frustraba. No saber que opinaba él, de esta situación, lo carcomía, lo entristecía, y lo seguía confundiendo.

¿Por qué estaba aquí, preparándole una ensalada a él?

La respuesta... era obvia y más clara que el agua: Aún lo amaba, aún se sentía como ese niño de 16 años que entró siendo un debilucho a SOLDADO, y que, como en un cuento de hadas, inició una relación a escondidas con un soldado de primera clase, y no sólo eso, el más aclamado de todos.

Flash back

Si alguien le hubiera dicho a Cloud que su primer beso sería en un cuarto de conserjería se hubiera reído al instante, pero en estos momentos se encontraba besando al SOLDADO más apreciado por todos, nada más ni nada menos que Sephiroth , quien lo tenía sujeto de la nuca y aferrado a su cintura.

Luego de un rato sin corresponder al sorpresivo beso que le dio el peliplateado, esté lo separó pero aún manteniendo el rubio cautivo de sus brazos - ¿Y bien? ¿Responderías a mi pregunta?

El rubio estaba pálido, parpadeando rápidamente ante el gesto del mayor, quien acariciaba su quijada, obligándolo a mirarlo fijamente, Cloud se sonrojó de la vergüenza de la situación, eso tendría que ser una broma.

¿Po...por qué haces esto? - preguntó nervioso.

Porque me gustas Cloud. Llevo meses observándote. Quiero que seas mi pareja- respondió el de primera clase.

- ¿Qué tengo yo de especial? - preguntó confundido tratando de alejarse. Esto era imposible, su héroe, aquel que admiraba; no podía estar proponiéndole tal cosa. - Tú eres especial, pero dándote un dato especifico, tus ojos - Sephiroth sujetó más el rostro del rubio haciéndolo que lo siguiera mirando - Son las ventanas del alma y tú eres completamente perfecto para mí – al concluir volvió a besar los carnosos labios del menor, siendo tímidamente correspondido por los mismos.

Fin del flash back.

Cloud traía en su mano el pequeño plato hondo que tenía la ensalada, con la otra, arrastró una silla y la llevó hasta un lado de la cama. Se sentó colocando el plato en sus piernas, alzó la mano hasta la manta que cubría la figura y la desarropó hasta la cintura dejando ver un rostro blanco cual porcelana, el cuerpo cuyos músculos aún no se habían perdido y cabellos platinados que se escurrían por toda la cama.

Los ojos aguamarina con la presencia de energía Mako lo fulminaron débilmente, de una forma casi ausente que hizo que a Cloud se le revolviera el estómago.

Él estaba ahí casi inmóvil, con su perfecto rostro varonil girado hacía el rubio, instintivamente el platinado abrió un poco la boca y Cloud pinchó con un tenedor las frutas llevándole la comida a los labios, siendo recibida con lentitud.

Me gustaría saber si me oyes cuando te hablo, Sephiroth – murmuró Cloud llevándole de nuevo comida a la boca del Ex General, esté seguía sin inmutarse mientras tragaba la comida volviendo a abrir la boca. El rubio suspiró mientras continuaba con lo que hacía.

Sephiroth se encontraba casi en un estado parapléjico, o al menos eso creía Cloud, el general se movía sólo si se le ayudaba. Cargándolo para que fuera al baño, o cuando lo sacaba a respirar aire fresco. Cloud agradecía que su espada pesara más de lo que pesaba el enemigo del planeta, sino hubiera sido casi imposible movilizarse.

En estos momentos el peliplata estaba sentado en el medio de la cama y Cloud atrás de él sentado estilo hindú, peinando las largas hebras plateadas del mayor con suma delicadeza, con miedo de jalarle cada vez que un nudo se atravesaba en su camino y tenía que aplicar una fuerza mayor.

Tienes un cabello tan hermoso – decía el rubio embelesado pasando su mano por los finos y suaves hilos del cabello del general, éste cerró los ojos conforme con las caricias, todavía podía sentir ese aire infantil del rubio con esas palabras, eran las misma que había dicho cuando estuvieron juntos la primera vez.

Siempre me fascinó – decía el rubio con un rastro de nostalgia en su voz – espero que no me estés escuchando, realmente sería vergonzoso.

Ante eso el peliplateado sonrío, sin embargo no le respondió preferiría mentirle para saber que otras cosas podría decir de él.

Sephiroth sabía que era completamente humillante ser atendido como si fuera un bebé, pero de otra forma sabía que no disfrutaría de los ratos a solas con el rubio, oírle hablar, oírle confesar. Para Sephiroth era una satisfacción sumamente grande. El rubio a veces le reclamaba todos sus estragos hechos en el pasado, otras veces conversaba casi con el mismo, gracias a la "sordera" que tenía el ex General. Pero desde que lo encontró, había decidido no parar de hablarle.

Cloud, luego de la última batalla, fue al lago donde falleció Aerith y ahí se encontró con ese ser semi-metido en el lago inconsciente. Al principio prefirió dejarlo a su suerte, sin embargo, algo lo hizo llevarlo a donde se encontraban.

Había pasado más de 3 meses de ese momento y el primer mes Sephiroth no habría los ojos, parecía estar en estado de coma, el rubio por una razón deseaba que se despertara, ese mes prácticamente desaparecía de la vista de Tifa por días, para quedarse con el peliplateado esperando una señal de que el seguía vivo.

En el segundo mes abrió los ojos y miró incrédulo el lugar, completamente solo. El peliplateado quiso levantarse de la cama, pero no podía, no podía mover sus extremidades por alguna razón que el desconocía. Buscó no entrar en desesperación, calmándose quiso ver si podía moverse, descubriendo que solo podía girar el cuello y mover los dedos de las mano y pies.

Que inútil era eso… pensaba Sephiroth, sin más remedio giró su cuello para observar mejor en donde se encontraba.

Las paredes de madera, la cocina, la pequeña mesa, los estantes. Todo se le hacía familiar, como si hubiera estado allí muchas veces.
Claro, este lugar lo descubrió él hace años cuando aun era un SOLDADO, como olvidar esta cabaña tan perdida y olvidada de la mano del mundo. Esta cabaña… había sido escenario de tal vez una de las noches más felices de su vida, y de muchas otras.

Como olvidar esos ojos azules, llenos de candidez y de deseo que lo miraban anhelantes, que sufrieron varias emociones, como felicidad, inseguridad, miedo, dolor, placer. Una expresión erótica y un cuerpo virginal sucumbido ante la lujuria, que fue recorrido por sus manos. Manos que ahora no puede mover.

Sephiroth, buscando distraerse de su lamentable condición, decidió seguir recordando.