N/A: Mi primer One-Shot (o Fanfic, aun no me decido) en este foro que es de Mahou Shoujo Lyrical Nanoha, cabe destacar que yo soy una novata (apenas llevo un One-Shot y una historia que aún no termino... coffaltadeinspiracióncof) esta idea me ha venido rondando y si no lo plasmo no me dejara en paz… Bueno, para ya pasar por fin a la historia solo debo decir que…

Disclaimer: Mahou Shoujo Lyrical Nanoha no me pertenece… Esta es una historia sin un fin específico y solo para poderos entretener…

Pensamientos de los personajes en cursivas.


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DESPERTANDO LA CHISPA DE LA INCORDURA

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— Te matare… Te matare… Te matare… Te matare… Te matare… Te matare… — Susurraba entre la oscuridad y los destellos de las antorcha, mientras apretaba sus puños contra sus piernas las cuales tenia abrazadas hacia ella.

— Estoy esperando a que llegue el día… — Respondió a las palabras vacías de aquella sentencia con un tono agrio, melancólico y desesperado.

— Te arrepentirás por haber esperado aquello… — Su voz ronca, llena de amargura y desprecio, escupieron esa oración hacia donde creía que se encontraba aquella silueta que se formaba con la tenue luminosidad.

— Dudo eso… — Soltó una carcajada psicótica, se acercó hasta donde se encontraba aquella mujer desecha. — ¿Sabes porque? — una sonrisa torcida apareció, su mano acariciaba aquellas mejillas llenas de suciedad. — Porque es por tu propio bien… — Unas palmaditas como "premio" fue lo único que le entrego, más antes de retirar su mano fue alcanzado por la boca de la mujer dándole una gran y fuerte mordida…

Una parte de su carne fue levantada, la sangre empezaba a emanar sin exagerar. Un silbido de asombro fue lo único que produjo la silueta, moviendo su cabeza de un lado a otro, negando en desaprobación.

— Nonono, eso no se hace… Debes esperar para cuando Yo crea que estés lista… — Recalco el "Yo" con autoridad, ignorando aquella "herida" — No estas ni siquiera por la mitad de tu potencial… — con suma decepción se apartó dos pasos hacia atrás.

La mujer se levantó a una velocidad sorprendente hacia aquella silueta a pesar de su condición, más antes de poder alcanzarlo fue detenida por unas ataduras magias que le hicieron caer de rodillas frente a él. En tanto, solo mantenía su mirada fija ante los movimientos de su prisionera, serio, esperando algo que le dijera que había, ya, un progreso, aunque fuese leve, algo…

Y lo tuvo…

Con desespero y demasiada rabia, poco a poco comenzaba a deshacerse de aquellas ataduras que le impedían, de una vez por todas, tener a ese malnacido entre sus manos y acabarlo, destruirlo…

Como él había hecho con ella…

Solo un poco más y lo lograba. Solo faltaba poco y pese a que las ataduras le estaban casi cortando sus muñecas, no le importaba en absoluto. Faltaba poco y por fin cedieron, pero ni a punto de dar un paso estuvo ya que le detuvo con un escudo, impidiendo su avance.

— Nada mal… Sorprendente… Has roto estas ataduras en menos tiempo que las otras… — Alago con orgullo. — Pero ¿Qué es un simple escudo para ti? ¡Te has detenido sin siquiera haberle hecho un maldito rasguño! — Grito eufórico.

— Estas enfermo… — Golpeo el escudo con ambas manos, manteniendo su mirada en aquel rostro cubierto por una máscara.

— ¡Por tu culpa! — Exploto. — Todo es tu maldita culpa… En lugar de tratar de ser mejor ¿Qué hiciste? Nada… — Saco un dispositivo en forma de un relámpago. — Pero no toda es tuya… Fueron ellos… Los que te convirtieron en una débil… — Escupió con repudio a la vez que el dispositivo comenzaba a brillar.

Las pupilas de la mujer se ensancharon con temor. Sabía que sucedía cuando aquel tipo sacaba su dispositivo.

Y cada que aparecía eso…

Sentía que perdía el control…

Y sus manos le reclamaban sangre…

— ¡Nooo! ¡Parad! No lastimes a nadie más... Ya no m… — Un nudo en su garganta le impidió terminar su frase. Lagrimas corrían ya, por sus mejillas.

La sombra se mantenía callada, observando aquellas gotas que viajaban hasta el final de aquel rostro. Su enojo creció al verlas salir libre, denotando tristeza… No rabia… Como él quería… Sus ojos ocultos tras aquella máscara, brillaron con un destello misterioso, aquel mismo que quería ver en aquella mirada borgoña. Se lo debía a ella… Porque cuando entras en aquella burbuja llamada felicidad, pierdes tu toque… "The Shiruetto". Aquel tipo, que se hacia llamar -por el mismo- de esa forma; lo sabía, y le frustraba eso… Porque aquella rubia de ojos borgoña se había vuelto débil… Y lo débil debe de volverse fuerte o simplemente… Desaparecer… Y él no quería aquello. Simplemente quería verle como en los viejos tiempos. Como en aquellos cuentos que una vez aquel hombre, al que debía llamar "padre", le contaba a base de regaños, "palabras de aliento".

¿Dónde había quedado esa chiquilla de 9 años que desato una amenaza para el Buro de Administración Tiempo-Espacio?

¿Aquella que recolectaba las Lots Logia y se enfrentó al tomo de las tinieblas?

Apretó los dientes, irritado, tanto que una leve marca de sangre comenzaba a emanarle. Retiro su máscara para poder apreciar aquellos ojos, los cuales se veían preocupados por lo que podría pasar. Eso lo alentaba. Formulo una sonrisa más marcada con un rastro de diversión, no, era algo más macabro. Porque esta vez su sadismo caería en la persona que más detestaba en su vida, desde que oyó hablar de ella. Anteriormente se había ya desquitado con el "hermano", la "madre", el familiar que exclusivamente ella había creado e inclusive "levemente" y de "solo un golpe", con aquella chiquilla que se hacía llamar "su hija".

Sus tripas de retorcieron de solo recordar como lloraba por cada uno de ellos.

Patético.

Torció la cara a modo de una mueca de asco. Era mejor empezar de una vez. A fin de cuentas… Lo mejor va para el final. Y ya desde hacía 3 meses –desde que la pudo tener en su poder- por fin podría ver lo que desde hace mucho tiempo ha querido apreciar… Si… Aquellos ojos con ese peculiar brillo… Con esa chispa… Y no cualquier chispa… No aquella de cuando era solo una niña, esa mirada llena de tristeza y melancolía… Mucho menos aquella que comenzó a aparecer hacía apenas unos años atrás, esa que emanaba felicidad, cariño, bondad…

Uhhg… ¡Noo!

Él quería ver aquella chispa de arrebato, de descontrol, de sed de venganza…

Era lo único que pedía… Y haría lo imposible de verla aunque eso fuese morir entre sus manos…

¿Qué mejor forma de morir si no era esa?

Se carcajeo.

Como solo una persona no cuerda lo haría, y que reiría con algo que de ninguna manera no tendría nada de risa…

Matar a alguien…

¿Qué Ser humano puede llamarse como tal –humano-, si se regocija del dolor de otros, burlándose de su miseria y apreciando con una sonrisa su muerte?…

— No pongas esa carita… — Le hablo como si fuese una pequeña. — Sabes… Últimamente te eh visto muy pensativa… — Simulaba reflexionar, acercándose. Instintivamente ella retrocedía. — Por eso hoy… Eh invitado a alguien muy especial para que se una a nosotros. — Al momento una pared se ilumino.

Se mostraba un sinfín de marcas de sangre, salpicaduras, charcos, huellas de manos o cualquier otra parte que se haya reafirmado en ella. Ahí, justamente en ese lugar, la rubia había visto perecer a todos aquellos que quería, que apreciaba. Aun no podía comprender como aquel tipo se las había arreglado para atraparlos a todos ellos, para hacerlo ver que no eran más que unas simples escorias… Arcadas comenzaban a darle de solo recordar, no, también de ver, aun ahí, los cuerpos de lo que alguna vez fueron su familia y allegados, sus seres queridos…

Se atraganto con un grito ahogado, sus manos comenzaron a temblar. Sus ojos no podían más denotar la sorpresa que tenía… Pues… Frente a si, se encontraban una niña de más o menos 9 años, cabello rubio oscuro, y una mujer de su misma edad -25 años-, de cabellera anaranjada. Atadas, golpeadas y con marcas de suciedad que, a comparadas con las de ella, eran menos… Su cuerpo se tensó al escuchar aquella maldita voz…

— ¿Qué tal eh? ¿A que no esperabas que tu querida "hija" estuviese viva? No me lo tomes a mal, pero estaba esperando el momento indicado. — Aquel dispositivo que había estado brillando en su mano se fue transformando en una Katana de donde el mango tenia forma de relámpago, apreciándose ahí mismo una singular piedra ónix.

Lentamente la más pequeña comenzó a levantar su cabeza con dificultad, con cansancio. A la rubia se le partió el corazón de verla –verlas- así, sus puños se apretaron hasta mantener sus nudillos completamente blancos a causa de la fuerza aplicada, su mandíbula crujió y sus dientes rechinaban.

La pequeña sonrió con tristeza, sus ojos heterocromaticos comenzaban a cerrarse, más antes de caer en lo que ella quería pensar que sería la inconsciencia, pudo apreciar y leer de sus labios de antemano un 'mama'.

Y ahí quedo todo…

Ahí se había terminado su resistencia y esperanza…

Porque no podía ni quería, no, en realidad nunca quiso imaginarles ahí mismo, frente a aquella silueta enferma… Y ahora… Ellas estaban… ellas… Frente a él… Aquel…

Una nueva carcajada junto con un grito de dolor la saco de sus pensamientos. ¿Cómo? ¡¿La Katana ya se encontraba enterrada en el vientre de la pelinaranja?! La sangre comenzó a emanar y el rostro de aquel joven se alegró.

Le había dado 'Click' al interruptor del 'Ángel castigador'…

Su ángel…

El escudo que le mantenía a una distancia de no más de dos metros, comenzó a fragmentarse, más aun así, se mantenía, solo era cuestión de unos cuantos golpeas más.

Solo un leve empujón más…

Y ardería esa llama amarilla que yacía sofocada, gritando con desespero que la soltasen…

Libre para poder aniquilar…

— No te quedes parada ahí con solo mirar… — Saco la Katana en un rápido movimiento y la volvió a encajar, pero ahora en la pierna derecha de aquella pelinaranaja. Un grito agónico lleno el lugar. — Vamos, acércate o si no ellas pagaran… — Llevo la Katana un poco hacia abajo, haciendo un corte horizontal en la perna. Nuevamente, gritos de dolor se volvieron a escuchar.

— ¡Mama/Nanoha! — Gritaron ambas rubia mientras veían aterradas como iba y venía aquella arma, atravesando o solamente quedando a mitad de la carne.

— Ayu… dame… Fa-fa… — Pedía a media vos y con mucho esfuerzo.

Los golpes en la barrera se intensificaban.

Por fin cedió.

Más un golpe –que no vio venir- le aventó de nuevo a su lugar inicial, hasta una esquina de la pared. Bufo de frustración. Al momento se paró de golpe, pero nuevamente le retenía…

Otra vez las ataduras mágicas…

— Lo eh pensado… Mejoremos esto… — Un escalofrió le recorrió de pies a cabeza, le daba mala espina. — Mira bien y no pierdas ningún detalle… — Con dos saltos hacia un lado, levanto su dispositivo y conjuro un hechizo…

Directo y sin rodeos…

La resplandeciente Katana con mango en forma de relámpago, comenzó a formar un potente rayo, estaba listo de ser lanzado. Luchaba por liberarse, tenía que soltarse, debía salvarlas, le iba a disparar…

O eso se imaginaba.

Al final, el hechizo no paso a más que concentrar la magia de alrededor y la succiono.

No.

— Que empiece el juego, y despertemos aquella chispa de locura que quiere destellar en tus hermosos ojos… —

En lugar de eso prefirió atravesar el corazón de ambas.

Separo su dispositivo en dos.

Y con una parte en cada mano, detuvo ambos corazón al mismo momento y con un solo movimiento.

En el lugar exacto.

Las cabezas de ambas, se mantuvieron colgando. Ya era tarde para ayudar…

Pero no para acabar con él.

Su ceño se frunció así como sus músculos se tensaron ante la repentina exigencia de fuerza. El crujir de las ataduras, junto con el repentino estruendo de relámpagos y rayos fuera del lugar, solo significaba una cosa…

Había despertado…

Su poder y esas ganas de aniquilar…

Sonreía feliz por su triunfo, porque a pesar de todo, eso era lo único que quería. Dejo caer su dispositivo y extendió sus brazos, esperando lo añorado…

— Jajajajaja vamos… Acaba conmigo, destrúyeme… Despedázame… Como hice con Arf, lindy-san, Chrono-kun, Vivio-chan… — Le mantenía la mirada mientras ella se mantenía parada, respirando con fuerza, aguantando –aun- esas ganas. — Vamos… Demuéstrame que puedes hacer sin Bardiche… Demuéstrame esa sed de sangre que yace dentro de ti… — Camino hacia ella, impaciente de seguir esperando, susurro. — Demuéstrame el odio que Nanoha-san nunca jamás vera… Mátame con esa chispa de Locura que arde en tus ojos… Fate-chan —

Y el cielo se volvió gris. Una enorme tormenta se aglomero sobre aquella vieja instalación de scaglietti. La oscuridad se esparció y el rojo se esparció sobre aquel planeta no administrado…

Matarle no le devolvería a nadie…

Matarle no le regresaría a su quería familia…

Matarle no la salvaría a ella de la soledad…

No…

Pero matarle le hacía sentir bien…

Le hacia sentirle viva –por primera vez- desde esos tres meses en confinamiento…

Porque el matarle le hacía sentirse libre y lo agradecía…

Se sentía bien y necesitaba más…

Porque ella tenía una hermosa familia, una hija, grandes amigos y un trabajo que le agradaba hacer, además de estar al lado de la persona que más apreciaba en su vida… Que amaba… Pero a alguien en especial no le parecía bien aquello… Ese alguien que, igual que ella, era un mago artificial…

Una persona falsa…

Que creció y residió en una de las tantas instalaciones de scaglietti, en aquel mundo abandonado y sin administra. Sí, porque él también había sido creado para un fin específico como el de ella –en un principio-. Sucumbiendo a los castigo –como hiso ella-, torturas, misiones… Todo… para al final, caer en la locura… Despertando esa chispa, que también –ahora- tiene…

Por eso necesitaba más…

Debía de apagarla…

Porque ella ya estaba sola en aquel lugar…

Y debía de una u otra forma… Apaciguar su sed de "libertad"…

Al menos hasta que pudiese descansar…

En paz…

Junto a los demás…

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— ¿Equipo listo? — Pregunto una pelinaranja, apuntando hacia una enorme puerta de metal con un bastón blanco donde denotaba una enorme piedra circular roja.

— Confirmado… — Respondió una pequeña de cabello rojizo sujeto por unas trenzas. Entre sus manos descansaba –a comparación de su tamaño- un enorme martillo amarillo.

— Permiso para la intromisión al perímetro. — Solicito una pelirosa, manteniendo en alto una espada.

Concedido. — Se escuchó hablar mediante el comunicador a la líder de aquella "misión".

— Entendido… — asintió la pelinaranja. Concentrada comenzó a juntar energía. — Starligth… ¡Breaker! — Mando a volar la puerta reforzada para después comenzar a volar a gran velocidad dos niveles hacia abajo.

Estaban a punto de llegar. Aquella escuadra, conformada por 20 magos, se había reunido con una misión en especial. El rescate de la Enforce T. Harlaown… Ya habían pasado poco más de 3 meses y medio y no habían tenido nada… Hasta hace unos días, en donde, un extraño comportamiento climatológico comenzó a azotar en un planeta no administrado, el comportamiento, una lluvia de rayos.

Se encontraban en el punto base donde, anteriormente, las computadoras de la nave –en la cual se transportaron para llegar- habían registrado vida dentro de aquella instalación, justamente en aquel mismo lugar.

— Signum… — Llamo a la pelirosada.

La nombrada levanto su dispositivo, serena, fijando su vista en la última puerta. Y con un corte limpio de deshizo de ella, permitiendo la entrada en aquel lugar, semejante a un sótano. Estaban dispuesto a atravesarla rápidamente, más se detuvieron por el fuerte olor que emanaba de adentro.

Un olor desagradable, como ha descompuesto. Quemaba. Principalmente el olor a oxido.

— Creo haber encontrado el interruptor de la electricidad… — Comunico la de trenzas.

— Actívala… — Ordeno la pelirosa.

Dicho y hecho. Las luces comenzaron a encender, de a una por una, revelando la naturaleza del olor. Rostros de sorpresa y de asco se empezaron a presentar. Arcadas se comenzaron a escuchar.

— El Almirante Chrono y la Almirante Lindy... — Pronuncio la pelirroja.

— También… Arf… Hayate y… Nosotros… — Susurro lo último.

— Dejemos esto por ahora… Hay que movernos y empezar a buscar… —Tratando de ignorarlo todo, la segunda al mando de aquella misión, comenzó a esparcir ordenes así como personal.

— Takamachi… Esto es… — Comenzó a indagar la capitana del primer escuadrón.

— Magos artificiales creados a partir del gen de los originales… — Respondió admirando a los cuerpos, ya sin vida –y en proceso de descomposición- de aquellos que conocía.

— Nanoha, Signum… La encontramos… deben… ustedes… — No podía expresarse la del martillo.

Intrigadas. Las nombradas se dirigieron hacia el lugar señalado. El olor se hacía más fuerte que antes, las luces comenzaban a fallar, iluminando solo lo necesario. Comenzaron a caminar atentas a lo que sea. El piso se sentía obstruido. Llevaron sus miradas curiosas y lo vieron… Varios cuerpos, de la misma persona, esparcidos por todos lados. La sangre que aun se mantenía "fresca" les había provocado uno que otro resbalón.

¿Quién podría ocasionar aquello?

Esa pregunta fue contestada al oír un leve murmullo, proveniente de una puerta que se encontraba custodiada, ya, por dos agentes. Se encaminaron hacia aquel lugar deteniéndose en la puerta. La pudieron ver.

Ahí, en medio, con dos cuerpos que igual que todos los demás encontrados, se encontraba una rubia, cuya mirada borgoña se veía perdida, ausente. Lentamente comenzaron a acercarse y mientras lo hacían, podían entender lo que había estado pronunciando todo este tiempo…

— Le matare, le matare, le matare, le matare… Debo matarlo… Me ha quitado a todos y por ello debo matarlo… — Le decía a la nada.

La pelinaranja comenzó a acercársele lentamente, manteniendo la mirada fija en aquellos cuerpos que se encontraba entre los brazos de la rubia. Su corazón le dio un vuelco.

— Fate-chan… Perdona la demora pero… Ya hemos llegado por ti… — Le hablo cariñosa… — Vamos… Salgamos… — extendió su mano.

— Na... ¿Nanoha? —

"Aceptemos el Dolor…

Y volvámonos más fuertes".

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N/A: Yyyy... Hasta ahí le eh dejado... Se que eh dejado varias incógnitas... Quizás y me anime a responderlas... Solo debo tener tiempo -e inspiración-. Espero que al menos a alguien le haya gustado, si es así podrían dejármelo saber... Hasta la próxima!