Advertencia: Este fanfic pertenece a un pequeño universo (dentro del universo de MLP: FIM), donde convergerán distintos matices filosóficos, escenas fuertes y referencias históricas, así como literarias. Señalare cada una de estas dos ultimas, para evitar confusión o mal entendidos. Dicho esto, disfruta de la historia.


Capítulo I

La aprendiz y la estatua.

"La magia que duerme entre las sombras, el corazón que late en la oscuridad y el ojo ensangrentado que me observa en la penumbra. Son mis maestros y también mis estigmas."

Dicen que toda buena historia empieza por el final, pero mi final, es tan arrollador con el mundo de lo onírico, que me es imposible plasmarlo en la pobre lengua de mi especie equina. Procurare guardar esto en un sitio seguro, para que mis registros y demás documentos, no queden al alcance de cualquiera. ¡Oh vaya! que torpe soy, no me he presentado aún e ingenuamente intento darme a conocer. Primero que nada, mi nombre es Sapphire Sky y soy una unicornio nocturna, ténganlo siempre presente, ya que mi condición de raza será crucial para entender muchas de mis acciones; la mediocre moral que predican, probablemente encenderá luces rojas en su subconsciente, pero eran cosas que debían hacerse. Pero bueno, me estoy desviando un poco así que proseguiré con mi descripción. Mi pelaje es oscuro (típico de la raza nocturna pony), mi melena es de color azul niebla y mis ojos dorados como los de un felino. Mi cutie mark es un sombreo de maga color gris pálido, con una varita mágica. Sin embargo, sé que la historia no me recordara por mi apariencia, sino por lo que llegue ser en algún momento. Y eso es, haber sido la última aprendiz de la princesa Luna antes de ser esta exiliada.


Canterlot

Celebración de su renombramiento.

Antes de comenzar, necesito explicar algunas cosas. La guerra había golpeado a Equestria, enemistando a las princesas Celestia y Luna con el reino de los minotauros y los grifos. Poco a poco el ejército conformado por ponies diurnos y nocturnos, avanzaban hacia lejanas tierras, mientras los demás ponies como yo, se quedaban atrás para levantar los pilares de la civilización. Así nacieron nuevas ciudades, como es el caso de Canterlot, la cual fue arrebatada a los grifos en una sangrienta batalla. Eran tiempos difíciles, sí, pero la balanza estaba a nuestro favor por ahora. Además, mi cercanía con la aristocracia cubría todas mis necesidades básicas, incluso un poco más. Muchos de los ingresos que me correspondía me los gastaba en libros, el conocimiento para mi era lo más importante, ya que definía la superioridad intelectual de cada pony. Aunque también esto esta ligado, a la capacidad para usar esos conocimientos, sea como fuese, eso ya es otro tema.

Es fácil inferir que era una pony solitaria, no tengo problemas en admitirlo, pero a pesar de eso, si tenía una amiga que lograba aguantar mi indiferencia hacia todos los demás. En parte le debo a ella, que la princesa Luna pusiera sus ojos sobre mí, porque su padre es uno de los consejeros de la princesa y él sabía muy bien, que yo era una pony excepcional en la magia (a diferencia de su hija). El nombre de esa pony que se ganó mi amistad es Misty Rain, de la antigua casa de nobles unicornios nocturnos: Los espectros de la luna llena. Mi casa pertenecía también a una orden de unicornios nocturnos, pero la orden era de menor alcurnia, por lo que no tenía derecho a un nombre que les representara; solo un símbolo para distinguirse de las demás.

–Sapphire– Me llamo la princesa Luna, tocando la puerta de mi habitación; habitación que me asigno dentro del palacio de Canterlot –El capitán Barnabas está por llegar a la ciudad, vendrá con algunos de sus mejores lugartenientes para celebrar junto con la nobleza.

–Me tendrá que disculpar princesa, en estos momentos no me siento muy bien– Le conteste fingiendo un estornudo, para acto seguido continuar con la lectura de uno de mis libros de magia.

–No tendría problemas en aceptar esa respuesta. No controlamos cuando caer enfermos y cuando no. Sin embargo.

Escucho a la cerradura de mi puerta abrirse, y el hecho de haberla hechizado previamente para que nadie pudiera abrirla, me inquieto profundamente. No lograba entenderlo, incluso la princesa Luna tendría problemas para desbloquear uno de mis hechizos, después de todo a sus enseñanzas yo siempre atribuía mi complejo toque personal.

–Sapphire, me ofende que me mientas tan descaradamente. Al menos, podrías inventar una excusa diferente para cada acto social. Además, el encriptado mágico de tu hechizo no fue muy difícil de tratar ¡Yo te he enseñado encriptados mágicos más difíciles!.

–Está bien, mentí. Pero no me gustan las fiestas y sobre todo, no me gusta tener que socializar con esa escoria de la nobleza– Me explique, dejando mi libro aun lado. La verdad, yo disfrutaba de estar en mi habitación, tanto sus tonalidades azules como la comodidad de mi cama, me hacían sentir a gusto y en paz. Además de tener dos libreros y un escritorio donde poder llegar a cabo todos mis estudios e investigaciones.

–Muchos de esos ponies son los dueños, de la industria que necesita el reino. Los ponies nocturnos, siempre han estado al margen de las cosas, por representar una minoría dentro de Equestria. Por primera vez, con la guerra, mi pueblo puede demostrar su importancia– Luna me miro con desaprobación y camino con firmeza hacia mí –Quiero a la que se hace llamar mi aprendiz, justo a mi lado en esa celebración ¿Entiendes?.

Ser aprendiz de la princesa de la noche era tan molesto como beneficioso. Al contrario de lo que se podría pensar, yo no guardaba ningún aprecio por ella, siempre creí que a los nocturnos no nos tomaban en serio por su culpa, ya que su hermana mayor la princesa del día, tampoco lo hacía. ¿Cómo un pueblo puede ser respetado por los demás, si su líder no lo es primero?, sin embargo eso no era asunto mío mientras pudiera obtener conocimiento de una deidad como lo es ella. Así que, tragándome mi voluntad de: Hago lo que quiero. Decide agachar la cabeza y ceder frente a los deseos de mi maestra.

–Muy bien, ponte el vestido que el sastre real hizo para ti, te esperare en el pasillo para llegar juntas– Dichas estas palabras, Luna se retiró de mi habitación. Esta iba a ser una noche larga.


La celebración del nombramiento de la ciudad grifo a Canterlot, lleno de júbilo a todos los ponies que habían llegado de distintas partes del reino, a repoblarla (Tras haber expulsado a todos los grifos que la habitaban). Tal excitación en el seno del pueblo, hizo que todo esto comenzara al alba y terminara al atardecer; al menos para los diurnos, porque los ponies nocturnos tenían su propia celebración bajo la luz de la luna llena. Tropas con el emblema de luna creciente bañada en plata, marcharon por las calles de Canterlot, cantando a su princesa mientras cargaban estandartes. Obviamente yo no asistí a eso, porque el ruido me molestaba, pero lamentablemente si iba a tener que asistir a lo que venía después. Y era precisamente aquel evento en que Luna me quería a su lado. Para ello, el mismísimo sastre real me confecciono un vestido negro, con un escote imperio blanco que resaltara mi cuello; el único toque personal de mi atuendo fue un broche, donde reposaba un zafiro que yo misma hechice. Para mi lamentar, ahora la gala nocturna me estaba esperando.


Bajando las escaleras, se abrió frente a mí el gran salón de fiestas, con sus lujos, con su esplendor, luz y elegancia. Cuando nos vieron llegar a la princesa Luna y a mí, todos nos recibieron con el golpeteo de sus cascos contra el suelo, a manera de ensalzar la importancia de nuestra llegada. Pero yo sabía, que en la situación de no haber estado yo ahí, la princesa Luna hubiera brillado de todas formas. Ninguna de esas aclamaciones era para mí. Cuando bajamos las escaleras dos guardias que esperaban al final de esta, se inclinaron y luego se acercó un pegaso nocturno de ropajes azules.

–Nos deslumbra con su belleza, su etérea majestad de la noche– Le dijo a la princesas, para luego inclinarse y besarle el casco derecho en "señal de respeto y aprecio".

–Muchas gracias, súbdito mío, afortunado elegido para conformar la corte real nocturna.

Tras adoptar su postura inicial, clavo sus ojos sobre mí, como si fuera una especie de pastel en vitrina.

–Su belleza tampoco se queda atrás, de nuestra majestad, estimada lady Sapphire Sky, su vestido es simplemente encantador. El negro le sienta perfecto– Me dijo, haciendo una pequeña reverencia. Yo de mala gana, estire mi casco para ser besado. Los halagos huecos de sentimiento y verdad, son el alcohol con que se emborrachan estos ponies, y sus hocicos apestan a ello.

–Sí, muchas gracias– Le dije desviando la mirada.

Al notar mi indiferencia obvia, frunció el ceño y se retiró ¿Ofendido?, los cadáveres son más agradables que estos pedazos de…

–¡Saludos hermanos nocturnos! – Exclamo un unicornio de larga barba blanca, entrando al salón.

Entre los ponies que lo recibían, no paraba de escuchar "capitán Barnabas", por lo que no me fue difícil inferir de quién se trataba. Aquel anciano genio de la estrategia militar, era nuestra carta de presentación frente a los otros reinos, incluyendo frente a los otros militares ponies de raza diurna. Parece que a sus soldados nocturnos les había ido bastante bien en el campo de batalla, por como lo felicitaban. Sin embargo, como todo buen siervo fue directo a parar al suelo, frente a los cascos de la princesa Luna; y por ende también frente a los míos.

–Su majestad, princesa de la noche y deidad de todos nosotros. Su pueblo puede estar orgulloso y confiado, mientras permanezca en la sabiduría de sus decisiones y el resguardo de sus cascos– Dijo, para luego levantar la cabeza a nosotras –He procurado traer honor al pueblo pony nocturno, logrando victoria de las lejanas tierras de minotauros, clavando nuestro estandarte en las llanuras y pueblos conquistados–

–Tu más grande victoria, es traer a la mayor cantidad de ponies, de regreso a sus hogares con sus familias. Capitán Barnabas de la casa de magos guerreros: Tormenta negra. Puedes regocijarte, que frente a los ojos de tu diosa de la noche, yo, eres un ejemplo a seguir–

Y así continúo la celebración, entre alcohol, comida y palabras de la princesa Luna, que hacían estremecer no solo a la multitud, sino también a las paredes, porque no dejaba de usar su endemoniada "voz real". Tan solo quiero que algún pony se imagine, que se siente estar al lado de la princesa Luna, cuando gritonea a todo pulmón ¡Como si con su voz normal no la escucharan!. Me tuve que alejar varios metros de ella, para que mis tímpanos no estallaran, razón por la que termine frente a una mesa llena de bocadillos tradicionales del pueblo nocturno. Entre ellos podía ver repostería de tulipán azul, ensalada de raíz chillona y salsas de hojas cerezo. Si iba a tener que quedarme ahí un buen rato, comería cuanto se me antojara; así que comencé a degustar con arrebato cada platillo que se cruzara frente a mis ojos. Llegue a un punto, en que me había olvidado que demonios estaba pasando a mis espaldas, hasta que sentí un casco tocar mi hombro.

–Veo que te estas divirtiendo.

–Misty...– Dije a duras penas, mientras un panecillo cruzaba por mi garganta. Cuando finalmente llego a mi estomago, respire con satisfacción (por no decir con exagerado alivio). Misty Rain, la única pony a la que podía llamar amiga llevaba un vestido rojo carmesí y un collar de oro, donde relucía un diamante en forma de estrella. A simple vista, su pelaje parecía ser del mismo color que el mio, pero ella tenía una figura más envidiable y provocativa, además de una melena y ojos dorados; propios de la casa de magos unicornios a la que pertenece.

–Parece que te estas divirtiendo Sapphire– Dijo ella, en un tono sarcástico.

–Si, si. Esta es la máxima diversión, no te imaginas cuanto disfruto estas fiestas.

Ella se rio llevándose un casco a los labios de manera coqueta.

–Pobresita, pero ya en serio. No te hace mal que socialices un poco, teniendo en cuenta el tiempo que pasas solitaria en tu habitación.

–También voy a la biblioteca a veces– Agregue, mirando para otro lado.

–Sabes a lo que me refiero. Ya casi no nos vemos Sapphire, de saber que al terminar la academia de magia nos distanciaríamos, hubiera preferido que no acabara. Si en ese entonces eras solitaria, ahora lo eres aun más.

–El problema aquí no soy yo– Le dije, clavando mis ojos sobre los suyos –El problema, es que tu crees que ser "solitaria" es sinónimo de malo. Cuando, entre tanto ruido se es imposible pensar, analizar y perderse en una profunda reflexión.

–La amistad unió este reino– Me dijo Misty con un semblante triste.

–Cierto, pero la unión de todos sus grandes pensadores, lo convirtieron en la gran fuente fertilizadora de cultura y civilización.

–¡Ha, ha!– Se carcajeo ella de manera venenosa –Pero si tu piensas siempre sola, ¿Cuando fue la ultima vez que me preguntaste a mi, tu mejor amiga, lo que piensa respecto a algún tema?.

–¿Pensar? Lo siento, eras tan irresponsable y poco habilidosa en la academia de magia, que creí que no era uno de tus atributos más destacados.

Al decir esas palabras, Misty se me quedo mirando casi estupefacta. Creo que intento decirme algo, cualquier cosa que se le ocurriera. Enfoque mi atención nuevamente en los manjares que yacían sobre la mesa y paso casi un minuto, antes que volviera a escuchar la voz de mi amiga.

–Mejor hablamos luego. Quería decirte algo importante, pero, veo que no estas de humor ahora– Dichas esas palabras, ella se retiro de mi vista dejándome sola comiendo. Decidí irme cuando me percate, que mi ausencia pasaría desapercibida. Sentí un poco de congoja como trate a Misty, pero no la suficiente para aplacar mi mal humor. Camine sigilosamente hacia los jardines del palacio, porque todos los demás ponies estaban adentro festejando. Entonces, me dirigí hacia uno de los pequeños estanques donde en la orilla, se podía apreciar una pequeña banca de piedra, justo al lado de una estatua traída directamente del castillo de las hermanas nobles.

Se trataba de uno de los regalos del reino de los unicornios, tras la consolidación del gobierno de las princesas. Razón por lo que no es de extrañar, que la maldita estatua se un unicornio. Era bastante particular, tenía una capucha de la cual solo sobresalía su cuerno y boca. Frente a él se podía apreciar una pequeña tarima donde reposaba un libro abierto, que aparentemente observaba. Esto me llamo lo suficiente la atención, como para intentar ver el nombre de la estatua, cosa que debería estar en una placa o por lo menos grabada en la misma piedra. Pero no, no había ningún nombre, era solo una estatua a la orilla de un estanque.

–Al fin un poco de paz– Musite para mí misma, entregándome a la tosca comodidad de la banca de piedra.

Mis ojos tuvieron la suerte de haber quedado mirando el firmamento nocturno, tras recostarme en la banca. ¡Oh como desprecio a Luna!, pero tenía que admitir, que su noche era preciosa, despertaba en mi alma una gran admiración por su aparente perfección cósmica.

Un cielo enjoyado con hermosos diamantes que denominamos estrellas, y un astro de plata cuyo brillo encanta a los ojos que buscan belleza, con solo levantar la mirada– Pensé.

Quizá por mi propia condición de pony nocturna, es que sentía esa fascinación por la noche, no estaba segura si ese aprecio tendría la misma intensidad, siendo yo una pony diurna. Divagando en este asunto y en otros, fue como el tiempo simplemente me dejo de importar, y comencé a pesar y soñar despierta. No sé en qué momento mis retinas comenzaron a rotar hasta tal punto, que mi vista quedo irremediablemente clavada sobre el libro que observaba la estatua. La mire durante largos minutos, pensando en la referencia que seguramente tenía el libro, quizá aquel unicornio era muy estudioso, un gran mago investigador.

Pero ese mirar incesante, finalmente hallo lucidez en medio de mi trance de suposiciones. No estaba segura, pero la luz de la luna llena hacía al libro de piedra adoptar un color verdoso, que no tenía hace unos momentos. Esto me llamo poderosamente la atención, y cuando pose mis cascos sobre la base de la estatua, para poder ver más de cerca el libro casi caigo al suelo, producto de la enorme sorpresa que lleve.

Imposible– Pensé ingenuamente, pero era verdad. El libro de piedra tenía un encriptado mágico, de esos que colocan los hechiceros sobre sus objetos preciados, a manera de sellar su acceso. Era evidente, que la manera de sellar el acceso al libro, era convirtiéndolo en piedra. Si bien esto era extraño, me parecía aún más inquietante el hecho de que algo así estuviera en un jardín. –¿Y si lo desencripto?–

Acerque mi cuerno al libro y de esta manera, pude apreciar el nivel de encriptación que tenia. Era increíblemente complejo y además, poseía una energía abrumadora que impedía que mi magia pudiera hacer de las suyas con facilidad. Sin embargo, soy demasiado excepcional como para dejarme vencer por un hechizo de ese carácter.

Me tomo su tiempo, el suficiente como para empezar a preocuparme, de que la princesa Luna comenzara a notar mi ausencia. Pero no quería dejar el libro ahí, su misterio me estaba llamando a revelar sus secretos. ¿Qué hacía algo así aquí? ¿Por qué su contenido necesitaba de un hechizo de protección? ¿Quién era su propietario?. Esas y muchas preguntas más, no dejaban de rondarme en la cabeza, hasta que finalmente sucedió lo que tenía que suceder.

–¡Lo logre!– Exclame triunfante, tras mi magia haber cumplido su cometido. Entonces me invadió una sensación placentera, en un principio creí que era la satisfacción del triunfo, pero, poco a poco me percate que era algo completamente distinto. Era como si en el interior de mi cuerpo, se estuviera manifestando de una manera muy aguda, el más singular de mis orgasmos. Llegue a concebir por un momento, la idea de que el celo había escogido lugar y minuto exactos, para golpearme sin piedad y despertar en mí el más furioso deseo sexual.

"Soy el lobo que gusta de cazar a sus presas por la noche ¡Siente mi aullido!"

Mi vista se nublo, y me vi sumergida en una profunda oscuridad, sintiendo un calor abrumador, y, sobre todo, la necesidad de un macho. No logre ver absolutamente nada por un par de minutos, hasta que, frente a mi, aparecieron un par de ojos que con su mirada, me dejaron el alma gélida. No recuerdo su apariencia, pero si que me hicieron desmayar, o despertar de un sueño; no estoy segura que tan lejos estuve de la realidad. Pero, finalmente, tras haberme sentido privada de mis fuerzas durante unos segundos, mi excitante trance se esfumo tan rápido como se había manifestado. Pude hallar la lucidez que necesitaba y mire a mi alrededor con desasosiego. Para mi sorpresa estaba sentada en la banca junto a la estatua, casi como si no me hubiera movido. Escuchaba los sonidos del festejo que se llevaba a cabo dentro del palacio, meros murmullos por la distancia que nos separaba. Cuando mis sentidos lograron afinarse un poco mejor, mire hacia abajo y pude observar un libro sobre mi regazo, siendo abrazado por mis faldas. Su cubierta era de un color negro y en su portada profesaba el título de: "La magia del silencio".

"Somos, cuyos nombres solo pueden ser pronunciados por el viento. Caminamos errantes por el mundo, dando de nuestra sangre a quién precise saber de nosotros."


Saludos queridos lectores, para mi es un gran placer darles la bienvenida a este nuevo fanfic. Espero que hayan disfrutado de este pequeño primer capitulo, que espero, haya servido para introducirlos en la historia de esta gran personaje, de la que ya hace tiempo, sentía la necesidad publicar su historia. Siéntanse libres, de hacerme notar algún error ortográfico o de redacción para corregirlo lo antes posible; se los agradecería mucho.

Para saber cuando actualizo (si tienen cuenta en Fanfiction ), denle a "favoritos" o "seguir historia". Son opciones muy útiles.

Este fanfic pertenece al universo Requiem Equestria.

Adieu~