Disclaimer: Los personajes y el mundo de Harry Potter no me perteneces. Esta historia sólo la escribo por diversión y no busco ningún beneficio económico de ella.


Prólogo: Algo caído del cielo

Las estrellas parecían opacadas por un extraño velo y más lejanas que nunca cuando algo cayó del cielo casi a cámara lenta. Las copas de los árboles amortiguaron el golpe, pero no pudieron sostener el bulto de forma cilíndrica, que cayó limpiamente sobre la hierba y rodó hasta la carretera, hasta quedarse encajado en la cuneta. En el aire se oían gritos, silbidos, golpes y todos los ecos de una batalla.

Pasaron horas de vehículos iluminando levemente el bulto hasta que un coche se detuvo. De él se bajó un hombre de mediana edad, un tipo tan corriente que nadie lo habría mirado dos veces por la calle. Tras él saltó una niña de nueve o diez años, de cabello rubio oscuro e inquisitivos ojos marrones. El hombre se agachó junto a la rueda delantera derecha.

-¿Qué pasa papi? ¿Por qué nos paramos?.- Preguntó, curiosa.

-Lottie, vuelve al coche inmediatamente.

-Pero papá…

-¡Al coche, Lottie!, ¿no ves que es peligroso?

-Jo…- dijo la niña, subiendo al vehículo.

Segundos después, su padre la hizo bajar de nuevo.

-Quédate quieta en el arcén y ni si te ocurra acercarte a la carretera mientras cambio la rueda.

Pero esta historia no se hubiera escrito si Lottie hubiera hecho caso a su padre. Hubiera sido un pinchazo, una rueda cambiada y una madre preocupada porque su marido y su hija se retrasaban más de lo debido a la vuelta de Londres. Lottie se hubiera acostado después de cenar macarrones con queso y hubiera seguido su vida tranquilamente, sin que la guerra de los magos perturbase en absoluto su rutina infantil.

En lugar de eso y después de quedarse unos minutos en el lugar que su padre había determinado como seguro, hizo un pequeño descubrimiento. Su padre ya había colocado el gato y estaba sacando las ruedas, así que no prestó atención a lo que hacía la niña, que tenía la vista fija en algo metálico iluminado por los faros del coche iluminaban algo metálico. Se preguntó que sería e, incapaz de resistirse, Lottie se acercó a mirar. ¿Una jaula? Parecía que había algo dentro.

-¡Papi! ¡Papi! ¡Ven, ven! ¡Mira esto!

Su padre levantó la mirada y vio a su hija muy cerca de la calzada. En ese momento dos vehículos pasaron a toda velocidad sin que la niña fuera consciente de lo próximos que estaban. Si el conductor perdiera el control del sólo un poco… no quería ni pensarlo.

-¿Qué haces ahí? ¿No te dije que no te acercaras a la carretera?.- le gritó.- ¡Quítate de ahí!.

Lottie se asustó. Cuando su padre gritaba así sólo valía obedecer y callar, así que volvió atrás, nerviosa. Incapaz de quedarse quieta, daba saltitos, se balanceaba y mordisqueaba sus uñas mientras él cambiada la rueda. El rato que necesitó para terminar, le pareció a la niña eterno, y sus intentos por llamar la atención de su padre no funcionaron. Por fin, se acercó a ella limpiándose las manos con un pañuelo.

-¿Qué pasa Lottie?

-Papi, hay una cosa en la carretera, un pájaro blanco, tiene sangre… Papi, vamos a cogerlo, ¿no?

Él se acercó a la calzada y vio la jaula dorada, deformada y aplastada. Se aproximó un poco más e iluminó el objeto con su linterna. Ahí estaba, un ave parecida a ¿un buho?

-Seguramente está muerta, Lottie.- dijo mientras la examinaba. La niña caminó un par de pasos hacia é, con la preocupación y la curiosidad en su cara. -¡No te acerques más!-añadió. Se agachó sobre la jaula. –No, parece que respira aún.

-¿Nos la llevaremos, papá? Lizzie puede curarla.

Él pasó la mirada de la jaula a la niña y de la niña a la jaula un par de veces. Resopló y se decidió.

-Está bien.