Capitulo 1

Dese Port Royal la mano firme de Lord Cuttler Beckett lidera la Compañía de las Indias Orientales. Los mares, indómitos e inconstantes son ahora controlados por la Compañía de las Indias convirtiéndolos en lugares ya inseguros y peligrosos para los señores piratas.

-"¿Queríais verme, Lord Beckett?"-

Aquella mañana las nubes despejaban el cielo azul de Port Royal. El sol brillaba otorgando una mañana calurosa.

James Norrington se detuvo con amabas manos a la espalda bajo el umbral del despacho de Beckett. Recibió el aviso desde su puesto de mando en el muelle mientras controlaba la carga y descarga de barcos mercantiles que atracaban aquella mañana en el pueblo.

-"¡Ah, Comodoro!"- exclamó Beckett desde la silla de su escritorio, guardando un pequeño mapa que tenía entre sus manos. Lo enrolló con delicadeza y lo guardó bajo su chaqueta al tiempo que se ponía en pie.

-"Acercaos"- le hizo un gesto con la mano al tiempo que ensanchaba un sonrisa sobre la comisura de sus labios.

James avanzó con semblante serio.

Divisaba el muelle de Port Royal a través de las enormes ventanas del despacho, la luz atravesaba los finos cristales.

Se detuvo a mitad del salón.

–"Tengo un encargo para vos"- Beckett se vio obligado a recorrer el resto del salón hasta quedar frente a él, no sin antes coger uno de los documentos que amontonaban una perfecta pila sobre su escritorio.

Sujetando el documento con dos de sus dedos se lo ofreció a James quien fijó la vista en aquella carta con notable desinterés. Cogió el documento con un suspiro de resignación.

Yo, Lord Cuttler Beckett bajo las leyes de Port Royal…

Parecía ser una de las habituales cartas que Beckett se aficionaba a enviar; nuevas órdenes o nuevas prohibiciones.

De pronto frunció el ceño a mitad de la carta yu tuvo que releer dos veces el mensaje sin dar crédito a lo que este indicaba..

-"Esto es…"-

Susurró James incrédulo sin apartar la vista del documento

-"Una orden de ejecución"- se ofreció a terminar Beckett por él –"Una de muchas"- añadió dando un ligero vistazo a la pila de documentos que reposaba sobre su escritorio.

James le lanzó una mirada de desaprobación

-"Dudo mucho que el número de delincuentes de Port Royal supere las ejecuciones que vos exigís"- dirigió la vista a la pila de cartas de ejecución perfectamente amontonadas sobre la esquina de la mesa de escritorio.

-"Por suerte la mayoría de sus destinatarios no se encuentran aquí. Desde hoy quiero a todo hombre mujer anciano y niño involucrados en la piratería arrestados bajo pena de muerte"-

Beckett con ambas manos a su espalda se alejó de James

-"¿Qué opináis vos, Comodoro?"- preguntó con curiosidad al llegar a una pequeña mesa de cristal para descorchar una botella de coñac y servirse una copa.

-"Me parece excesivo, señor"- James apartó los ojos de la carta con un desaprobante movimiento de cabeza, aunque Beckett tomó aquello como un cumplido

-"El fin de los piratas es un hecho, Comodoro"- comentó con una sonrisa sirviéndose una copa.

-"¿Así que ese es mi deber? ¿Recorrer los mares buscando piratas?"- exclamó James frunciendo el ceño con indignación.

-2No estaréis solo, por supuesto. Contaréis con una patrulla de soldados, un navío y tripulación y no dudéis en usar la fuerza si es necesario; contáis con una hermosa espada para que permanezca envainada todo este tiempo"- Beckett se dejó caer sobre la mesa de cristal dando un sorbo a su copa.

-"Soy Comodoro, no verdugo"- urgió en recordarle James-"Seréis bien recompensado por vuestro…esfuerzo"- mostró una insolente sonrisa mientras mecía su copa.

-"¡Ah, casi se me olvida!"- se incorporó de pronto dirigiéndose hacia su escritorio. Se acercó a su silla encima de la mesa reposaba una de las tantas o´rdenes de ejecución amontanadas en la esquina de la mesa, junto a ella había un tintero.

Cogió el documento con su mano libre y volvió junto a James.

-"Estoy seguro de que esta en especial os gustará"- Entregó la carta con una sonrisa.

James por su parte lo miraba extrañado, las órdenes de ejecución nunca despertaban su interés. El honor sí tenía un significado para él a diferencia de Beckett

-"Recordaréis a cierto pirata llamado Jack Sparrow"- Beckett dio un nuevo trago a su copa contemplando la perpleja mirada de James quien no apartaba la vista de aquel nombre cuya orden de ejecución iba dirigida.

Mientras tanto y a todo un océano de distancia, La Perla Negra regresaba a las azules aguas del Caribe tras casi dos años navegando en las costas Hindúes. Embarcaron tras la búsqueda de las Siete Ciudades de Cíbola las cuales según antiguas leyendas, estaban bañadas de oro.

Las cartas de navegación guiaron el rumbo y la tripulación dirigió La Perla bajo las órdenes de Jack.

Encontraron las ciudades aunque no estaban bañadas en oro tal y como aseguraban pero obtuvieron un botín. Jack además entabló amistades con los jefes de las ciudades a los cuales engatusó para intercambiar joyas por

Elizabeth, negándose a ignorar por más tiempo el innegable deseo que sentía `por Jack, se unió a la tripulación de La Perla Negra.

Un deseo más que correspondido por ambas partes, aunque ¿era sólo deseo o se trataba de algo más intenso?

Jack amaba la libertad casi tanto como Elizabeth y pronto descubrió maravillado cómo el verdadero corazón de Elizabeth era el mismo que el suyo propio. ¿Cómo entonces no iba a amar a Elizabeth cuando ella era exactamente el tipo de mujer que Jack deseaba? Tan cambiante, dura e indomable como el mar.

Mi único y verdadero amor es la mar.

No hay ningún barco que no capee tormentas en su viaje y tanto Elizabeth como Jack hacían frente a las pequeñas tormentas que nublaban de cuando en cuando su relación pero fue precisamente una de ellas en la que Jack e un impulso pidió matrimonio a Elizabeth.

Así que por primera vez, La Perla Negra celebraría una boda. Uniría a dos almas tan indomables en una sola.

-"No deberíamos celebrar una boda a plena luz del día, Capitán. Consumar el matrimonio antes de medianoche es de malfario"-

Comentaba Gibbs con preocupación sobre la cubierta mientras él y Jack esquivaban a la tripulación corriendo de un casco para otro dando los últimos retoques al barco para la ceremonia.

Brillaba el sol del mediodía cuando La Perla Negra echó el ancla en pleno mar abierto.

-"Técnicamente ese es un asunto más que consumado"- comentaba Jack con despreocupación.

Observó a Cotton decorar la zona del timón con ¿flores? Jack no era muy amigo de las flores, enarcó una mueca despectiva.

El atardecer legó temprano, bañando el horizonte y tiñendo las aguas con un brillo anaranjado.

El barbullo de cubierta durante el ,mediodía era sustiuido por un respetable silencio impropio de aquela tripulación, aunque la ocasión lo exigía.

Frente a las pequeñas escaleras que dirigían a la zona de mandos, Jack esperaba impaciente a la novia. No dejaba de mover sus dedos anillados y su pie derecho tamborileaba con desesperación sobre la madera de la cubierta.

En la zona de timón y actuando en esta especial ocasión como Capitán, Hector Barbossa, su segundo de abordo tendría el honor de unirles en matrimonio.

Observaba divertido la actitud de Jack.

-"¿Nervioso?"- inquirió con una sonrisa dejando al descubierto sus dientes amarillentos.

-"¿Porqué debería estarlo? ¿Por decir adiós a todas las oportunidades que vendrán de dpoder disfrutar de exquisitas compañías sin el más mero compromiso que el propio placer? ¿Por dejar atrás todo eso para atarme a las dulces cadenas del matrimonio hasta el fin de mis días?"-

¿Acaso Jack pensó siquiera en las consecuencias de su proposición? No, se dejó llevar por su repentino impulso. Un rápido resumen de cómo sería su nieva vida en el matrimonio pasó fugaz por su mente

-"Curiosamente, no"- exclamó alzando las cejas, sorprendido por su propia declaración. Dio varias miradas furtivas a la cabina principal cuyas puertas seguían cerradas.

Tras varios minutos de incesante espera para Jack, la cabina principal abrió sus puertas.

Gibbs salió tras ellas apareciendo en cubierta y trayendo con orgullo de la mano a la preciosa novia.

Enano comenzó a tocar sobre su viejo violín que cada noche aunque esta vez entonaba el tono nupcial que resonaba sobre la cubierta del barco mientras el resyto de la tripulación contemplaban a la radiante novia cruzar la cubierta en aquel vestido virginal.

Uno a uno, se fueron despojando de sus sombreros en un gesto respetuoso cuando Elizabeth pasaba junto a ellos.

-"Felicidades, preciosa"- exclamó Pintell dedicándole una sincera sonrisa.

El viento mecía los cabellos de Elizabeth y el sol del atardecer iluminaba su radiante rostro leno de felicidad.

-"Enhorabuena, Elizabeth"- susurró Gibbs con una sonrisa una vez llegaron junto a Jack. Tras entregar a la novia a su Capitán, se hizo a un lado junto a las escaleras.

Barbossa desde la zona de timón dio pie a la ceremonia

-"¡Queridos hermanos, estamos aquí reunidos para unir a estas dos almas en una sola"-

Gibbs se apresuró a unir las manos de Jack y Elizabeth con una desgastada tela de seda.

El resto de la tripulación presenciaba en silencio desde la cubierta

-"Elizabeth Swann ¿Aceptas a Jack Sparrow como tu legítimo esposo para amarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte os separe?"- preguntó Barbossa

-"Sí, quiero"- exclamó Elizabeth con unas sonrisa sin apartar los ojos de Jack

-"Jack Sparrow ¿Aceptas a Eli8zabeth Swann como tu legítima esposa para marla y respetarla en la salud y en la enfremedad hasta que la muerte os separe?"-

Jack dio un rpaido vistazo a su manos unidas sobre aquella tela. Una sonrisa se le escapó de ntre sus labios

-"Sí, quiero"-

-"En mi condición de Capitán y bajo la presencia de los aquí presentes en este día, yo os declaro: marido y mujer"- anunció Barbossa alzando la voz.

-"Jack, puedes besar a la novia"- le anunció en un susurro mostrando una maliciosa sonrisa.

Y así en el atardecer del Caribe y bajo la cunberta de La Perla Negra, Jack Sparrow y Elizabeth Swann se unían en matrimonio en pleno mar abierto.

El sol se ocultó cansado tras el horizonte dejando paso a la Luna para que presenceria el banquete. No era sin duda el más lujoso que aquella tripulación se podía permitir. Faltaba la comida y el lujo escaseaba pero la música y el ron reinaban en La Perla Negra.

Los violines y los resonaban sobre la cubierta con alegres melodías que incitaban a bailar a los allí presentes.

La tripulación había formado un pequeño corro alrededor de Elizabeth quien bailaba de la mano de Gibbs siguiendo una coreografía cuyos pasos inspiraban las propias melodías.

Pintel y Raguetti se unieron al baile bajo el barullo de la tripulación que los acompañaban con palmas y silbidos, incluso el loro de Cotton zarandeaba su emplumada cabeza al son de la música sobre el hombro de su dueño.

La fiesta continuaría hasta el amanecer pero Jack y Elizabeth se retiraron para disfrutar de la tan ansiada noche de bodas.

Se encerraron en la cabina principal que tantas noches de pasión de aquellos amantes había presenciado.

-"Espero que sepa desabrochar este vestido, Capitán Sparrow. No olvide que un matrimonio no consumado trae malfario"- Elizabeth ensanchó una pícara sonrisa.

No solía usar vestidos con frecuencia pues había que plegar velas, levar anclas y hacer frente a tormentas e alta mar y unos pantalones y una camisa eran mucho más cómodos que pasear bajo la cubierta con corsé y encajes.

La luna se filtraba curiosa a través de las ventanas del camarote iluminando la cabina

-"Dos años en alta mar dejan mucha práctica que desear pero debo decir que dispongo de una más que sobrada experiencia en deshacer este tipo de encajes"-

Elizabeth amplió los ojos ante aquella respuesta y se dispuso a darle una más que merecida (aunque cariñosa) bofetada pero Jack le detuvo su mano justo a tiempo

-"No desperdiciemos energía innecesaria, amor. Nos queda una gran noche por delante"-

Sujetaba la mano de Elizabeth a escasos centímetros de su mejilla.

Elizabeth se liberó de su aflojado agarre con una sonrisa

-"Casada con un pirata"- le quitó el sombrero. Dejándolo caer sobre el escritorio.

Una sincera sonrisa surcó por la comisura de sus dulces labios

-"¿Qué diría mi padre?"- exclamó casi para sí misma.

El Gobernador Swann siempre había deseado lo mejor para su hija. Un hombre respetable y con una carrera honorable ¿pero eso era acaso lo que Elizabeth deseaba?

-"Pero supongo que ya no hay vuelta atrás. La decisión está tomada"- envolvió con sus brazos el cuello de Jack.

Tras la puerta de la cabina podía oí el barullo de la fiesta que aún continuaba en cubierta

Estoy lista para casarme

El matrimonio no es más que una apuesta para ver quién de los dos es el primero en desenamorarse.

-2Hasta que la muerte nos separe"- susuró Jack contra su cuello, aspirando el dulce aroma de su piel.

Desabrochó el encaje del vestido aflojando el agarre de éste contra el cuerpo de Elizabeth.

Jack pasó sus dedos sobre su espalda desnuda disfrutando de la suavidad de su piel.

Oyó a Eli8zabeth comentar algo pero silenció sus palabras con un ansioso beso, sintiendo sus suaves labios.

Elizabeth le deshizo de su abrigo el cual cayó al suelo impotente. Sus delicados dedos comenzaron a indagar por los brazos de Jack reposando sobre la desnudez de su pecho que su camisa dejaba al descubierto, rozando las heridas de balas incrustadas en su tostada piel.

Se dejó caer sobre la cama y no fue capaz de pensar en nada más cuando los labios de Jack comenzaron a recorrer su cuello, perdiéndose de nuevo entre aquellas sábanas.