Amor en la Oscuridad

Capítulo 1

Se oyó un chirrido de frenos y el tren empezó a disminuir de velocidad. En un vagón casi vacío de segunda clase, Sakura Kinomoto consultó la lista de estaciones que había anotado como una guía antes de salir de Charing Cross. No estaba familiarizada con esta parte de West Kent… cosa bastante lógica, ya que era una zona de millonarios y la frecuentaba muy poco. Sí, la siguiente parada era Dunton Green, donde Eriol la esperaría. Descruzó las largas y esbeltas piernas, se alisó la brillante melena castaña clara, agarró el bolso de plástico blanco y el chal que le había dado su abuela por si hacía frío por la noche y se quedó a la espera, mirando por la ventanilla.

Estamos más bien en el campo – le dijo Eriol cuando la telefoneó esa mañana para invitarla a la fiesta de su madre el sábado por la noche – pero yo te esperaré en Dunton Green. No llegues tarde.

Él colgó bruscamente y Sakura sonrió. En los seis meses que llevaba trabajando como su secretaria, había observado la técnica de Eriol Li con una sucesión de amiguitas. Cuando empezaba a colgarles el teléfono bruscamente significaba que estaba a punto de abandonarlas. Ella no era una de sus amiguitas, aunque después de los extraordinarios sucesos de la noche anterior, podría perdonársele que creyera que era la próxima en la lista.

Eriol y ella habían estado trabajando hasta tarde, con los preparativos del viaje de él a Francia la semana siguiente, y después él la había invitado a cenar en un pequeño restaurante cerca de la oficina. Ella observó que él había bebido demasiado, y cuando entraron al taxi que la llevaría a la estación, se había vuelto muy cariñoso y había tratado de persuadirla de regresar al apartamento de él a "tomar un café". Conociendo a Eriol, ella sabía lo que eso significaba, pero se sorprendió porque él nunca le había hecho proposiciones amorosas. Decidió tomarlo como una broma y le respondió que no aprobaba que una secretaria tuviera una aventura amorosa con su jefe.

¿Aventura amorosa? – musitó él con voz pastosa en el cuello de Sakura, mientras su mano buscaba los botones de su camisa - ¿Quién ha dicho algo acerca de una aventura amorosa? Quiero que nos casemos, Saku querida. Te he deseado desde hace años. Anda, cariñito, lo pasaremos muy bien.

No digas tonterías, Eriol. Has deseado a muchas chicas.

No – insistió él – no, sólo a ti, Saku. Tú eres la única.

Ella logró contenerlo hasta que el taxi llegó a la estación. Las últimas palabras de Eriol a través de la ventanilla abierta fueron:

No lo olvides, corazón. Te lo pediré nuevamente el lunes.

Sakura sonrió al alejarse. Para el lunes por la mañana, Eriol tendría un vago recuerdo de lo sucedido. Quizá incluso pudiera fastidiarlo un poco con eso. Estuvo sonriendo todo el camino a casa, pensando en la cara que pondría Eriol.

Pero cuando llegó a la casita de Watford donde vivía con su abuela, desapareció la diversión de su semblante. Encontró a su abuela en un estado de nervios desastroso. Acababa de oír en el informativo local que una joven que vivía cerca de allí había sido víctima de un feroz ataque, y la policía había advertido que el hombre podía volver a atacar. La abuela temblaba de nervios.

Desde luego, no me iré dejándote aquí sola – dijo con voz trémula – No lo haré ni loca.

Sakura pensó rápidamente y dijo con firmeza:

Pero abuelita querida, debes irte. Y no me dejarás sola. Eriol Li, mi jefe, acaba de pedirme que me case con él. Estoy comprometida, abuela. ¿No es maravilloso? Que Eriol me cuidará cuando tu no estés. Seguro que me llevará a casa de su madre.

Estuvieron charlando mucho después de eso. La abuela estaba sorprendida… "y con razón", pensó Sakura con ironía. Ella nunca había mencionado a Eriol Li, más que algunas veces con respecto a su trabajo, y la anciana no sabía si estar emocionada o preocupada.

Tendré que conocer a tu novio – dijo finalmente, cuando Sakura le llevó un chocolate caliente a la cama – y quedar satisfecha de que puedo confiar en él.

Sakura le prometió que llevaría a Eriol al día siguiente, sábado, y pasó la noche sin dormir, pensando en cómo podría arreglarlo. Estaba decidida a que su abuela no perdiera su viaje. Después de todo, ya tenía más de setenta años y no se sabía cuando podría volver a tener la oportunidad de hacerlo, porque los parientes de Tokio iban a mudarse a una ciudad al norte de Japón.

De algún modo, se prometió Sakura, ella lo arreglaría. Esa mañana, las cosas parecieron arreglarse por sí solas. Eriol la llamó para invitarla a una fiesta en los jardines de la casa de su madre. Ella le explicaría la situación y le pediría que regresara con ella a su casa para presentárselo a su abuela como prometido, aunque no tenía ninguna intención de tomar en serio su proposición matrimonial. Una vez que su abuela estuviera en el avión, su "compromiso" quedaría roto.

Estaba segura de que Eriol accedería. Él la ayudaría, especialmente cuando supiera que ella no tomaría en serio su precipitada propuesta. Así, todo el mundo estaría feliz. El tren entró en el andén, y cuando Sakura bajó, mantuvo los dedos cruzados, rogando que las cosas salieran bien.

Miró para un lado y para el otro del andén, pero no estaba Eriol. De repente recordó que Eriol la esperaría fuera en su coche.

Al salir tiró su billete, que era solamente de ida, porque se suponía que Eriol la llevaría a casa. Eso era parte del plan.

¿Estás segura de que Eriol te traerá a casa? – había preguntado ansiosamente su abuela – No soportaría la idea de que cruces Londres sola por la noche.

Claro que estoy segura – se rió Sakura – Cuando regrese a casa, estaré oficialmente comprometida en matrimonio. Tal vez hasta triga puesto el anillo.

Se detuvo en el patio de la estación. No estaba el BMW esperándola. El único coche aparcado era un taxi, cuyo chofer estaba leyendo un periódico. El revisor entró en su despacho y cerró la puerta de golpe.

Sakura empezó a sentirse molesta. ¿Sería ése un sutil truco de Eriol? No sería raro que hubiera pensado que, si la dejaba esperando, minaría su confianza en sí misma para poder dominarla más fácilmente.

Comenzó a caminar de un lado para otro con impaciencia. ¿Qué haría? ¿Regresar a su casa? ¿Decirle al solitario taxista que la llevara a la casa de los Li? Ella sabía el nombre de la casa, Mansión Pemberley, aunque nunca había estado allí.

Decidió hacer esto último, pero antes de llegar al taxi, entró un Rolls Royce gris plateado en el patio y se detuvo junto a ella. Un chofer de uniforme se bajó y se llevó una mano a la gorra.

¿Señorita Kinomoto? El señor Eriol lamenta mucho no haber podido llegar a tiempo para recogerla, pero la espera en casa – abrió una puerta trasera del coche y Sakura entró. Eso era una molestia, porque ella había planeado aprovechar el trayecto de la estación a la casa para explicarle su plan a Eriol, pero no era posible.

¿Y qué pasaría si Eriol hubiera dicho en serio lo de la noche anterior, si los considerara comprometidos? No parecía probable, pero quizás… Y si era así, podía habérselo dicho a su madre. Los demás invitados estarían especulando acerca de ella… Cualquiera que fuera su intención, ella debía hablar a solas con él.

El Rolls Royce pasó entre dos altos pilares de piedra del portalón, recorrió un largo camino privado y se detuvo delante de una imponente mansión de ladrillo. Elegantes coches estaban aparcados alrededor del patio… Debía de haber unos veinte coches.

Al abrir el chofer la puerta del coche, Eriol bajó corriendo los escalones de la entrada principal. Realmente era atractivo, pensó ella: alto, ágil, con el pelo negro azulado y unos misteriosos ojos azules. Aunque ahora no sonreía; de hecho, parecía bastante nervioso.

Sakura… Que bien que hayas podido venir – le puso una mano en su hombro y le dio un ligero beso en el pelo. Luego se volvió hacia el conductor – Puede guardar el coche, Steve. Mi madre ya no lo necesitará esta noche – enlazó su brazo con el de Sakura y subió con rapidez los escalones para entrar en un gran vestíbulo. Allí pensó Sakura expresar su plan, per él no la dejó y siguió hablando – Lamento mucho no haber podido recibirte en la estación. Siempre hay muchas cosas que atender en una reunión como ésta, mi madre parece considerarme el hombre que hace de todo. Más vale que dejes tu chal, no lo necesitarás en el jardín. Hace mucho calor ahí. – abrió una puerta y casi empujó a Sakura al guardarropa.

Sakura agregó su chal a la pila de elegantes mantones y capas colgados en los respaldos de las sillas y se reunió con Eriol, decidida a intentarlo de nuevo.

Eriol, hay algo que quiero decirte antes de que… - pero fue como si no hubiera hablado.

La comida está servida fuera – le puso una mano en la cintura y la empujó a través de varias puertas hasta un largo patio – Vamos antes de que los invitados se coman todo. Me estoy muriendo de hambre y estoy seguro de que tú también. ¿Has comido algo desde mediodía?

Realmente, yo… - Sakura quiso hacer un último intento, pero él le puso un dedo sobre los labios.

No estés nerviosa, corazón. Yo tampoco conozco a nadie aquí; casi todos son amigos de mi madre. Ven, vamos.

Sakura suspiró y se dio por vencida. Estaban ya en el jardín, entre los invitados. Dejaría que Eriol le trajera algo de comer y luego le diría que tenían que hablar a solas en algún sitio. Miró a su alrededor. Los invitados estaban de pie en grupos, charlando y riendo, o sentados ante 

pequeñas mesitas. Dos criadas uniformadas pasaban entre los grupos con fuentes llenas de comida. Del patio llegaba una música suave. Los atuendos de las mujeres eran elegantes dentro de su informalidad, y el bonito vestido de Sakura no podía competir con ellos, pero por lo menos Eriol no se avergonzaría de ella.

Ah, ahí está mi madre – dijo Eriol – Ven a conocerla – la llevó hasta un mirador, donde una mujer delgada daba órdenes a una de las criadas. Ésta se alejó y Eriol empujó a Sakura hacia adelante – Mamá, ésta es Sakura Kinomoto. Ya te he hablado de ella.

La señora Li extendió una fría mano y esbozó una sonrisa formal. Parecía tener unos cincuenta y tantos años y obviamente cuidaba de su figura. Estaba elegantemente vestida con un traje pantalón negro, con un ancho cinturón de filigrana de plata y largos pendientes también de plata. Demasiado engalanada para una simple fiesta en el jardín, pensó Sakura.

Me alegro de que Eriol la haya traído, Sakura – dijo la señora con voz arrolladora – Trataremos de que pase una velada agradable.

Gracias – murmuró Sakura. Hasta el momento, no era muy agradable, pensó.

La señora Li recorrió con la vista a sus invitados en el jardín.

Eriol, querido, el coronel y la señora O'Brien no tienen ninguna bebida. Por favor, encárgate de eso, sé buen chico.

Obediente, Eriol desapareció entre la multitud con lo que le pareció a Sakura demasiada prisa. Casi parecía que estaba ansioso por alejarse de ella.

La señora Li apretó la mano de Sakura. Se sentó en un banco de madera, dando unas palmaditas en el lugar junto a ella.

Venga a sentarse aquí, Sakura, y charlaremos un rato.

El corazón de Sakura se fue a los pies. Eso sólo podía significar que Eriol había tomado en serio el compromiso y le había dado la noticia a su madre, la cual, sin duda, no estaría nada complacida. Una simple secretaria no sería una pareja apropiada para uno de los directores de Li e Hijos de Londres, una de las más antiguas y respetadas casas importadoras de vinos del país. Sakura se sentó muy derecha y aguantó una larga inspección de los ojos grises claros de la mujer. De pronto, la señor Li sonrió y su duro semblante se ablandó.

Realmente es usted una joven muy bonita, Sakura. Comprendo por qué mi hijo aprecia tanto sus servicios, si su trabajo como secretaria es igual de impecable, de lo cual estoy segura.

Lo hago lo mejor que puedo – dijo Sakura con rigidez. Ésta era realmente una situación ridícula.

La señora Li le dio un apretón a la mano de Sakura.

No se enoje conmigo; no estoy tratándola con aire condescendiente. Tan sólo me temo que lo que tengo que decirle puede herirla y no me gusta hacerle daño a la gente.

Creo que sé lo que va a decirme y debo…

Por favor, escúcheme primero. Eriol es como yo: muy sensible, y a él tampoco le gusta hacer daño a la gente. Me pidió que le explicara a usted que tal vez le dio una 

impresión equivocada. Es bastante impulsivo, como usted debe saber al trabajar con él, pero él entiende que todavía necesita varios años para abrirse camino en la compañía para poder formalizarse. Como estará en Francia las próximas dos semanas, pensamos que éste era el mejor momento para la ruptura.

Eso era increíble. Eriol le había pedido a su madre que hiciera el trabajo sucio por él. Sakura casi se quedó sin habla. La ira empezó a hervir en su interior.

¿La ruptura? ¿Conmigo?

Pues sí, a eso me refiero – la señora Li torció la boca con un gesto que podría ser de compasión – Desde luego, le encontraremos otro empleo y procuraremos que su salario no sea inferior.

Las rodillas de Sakura le temblaban tanto, que casi no podía ponerse de pie, pero hizo un esfuerzo y lo logró. Tendría que controlarse unos minutos más.

¿Podemos aclarar esto, señora Li? ¿Quiere decir que Eriol mismo le pidió que… que interviniera en su nombre?

Sí – asintió la señora Li con pesar – es tan sensible el pobre muchacho.

Sí, ¿verdad? - Sakura miró a los ojos a la mujer mayor, que se había puesto de pie también – Bien, pues muchas gracias por decírmelo, señora Li. Iré a hablar con Eriol y luego tengo que marcharme. Ha sido muy amable por su parte invitarme.

La señora Li parecía menos alta que antes a sus ojos estaban fijos en Sakura con una expresión de alivio en ellos. Probablemente había esperado lágrimas o una súplica histérica.

Sakura buscó a Eriol entre los invitados. Le diría exactamente lo que pensaba de él y luego se iría a su casa. Peo Eriol no se encontraba allí. Sakura cruzó el patio y la habitación siguiente, sin encontrar a Eriol. Por lo visto, Eriol estaba escondiéndose de ella y con razón, pensó, furiosa. Sólo le quedaba una cosa por hacer: recogería su chal del guardarropa y se alejaría de ese sitio odioso, donde había sido tan humillada, aunque tuviera que ir a pie hasta la estación.

En el vestíbulo, trató de recordar cuál era la puerta del guardarropa. "Debe ser esta", pensó; pero se equivocó. La puerta se abrió hacia lo que parecía ser un estudio, con estanterías en la pared y unos sillones altos frente a la chimenea. Estaba a punto de cerrar la puerta de nuevo, cuando algo le golpeó fuertemente en el pie. Bajó la vista y vio una pelota de golf junto a su sandalia blanca. Un hombre de edad, con una calvicie incipiente y algo rechoncho, se acercó a ella.

¡Válgame Dios! Se suponía que esto era un "putt" suave. Espero no haberle hecho daño, jovencita – el señor parecía demasiado amable para pertenecer a esa casa.

Claro que no – Sakura tomó la pelota y se la devolvió al señor – Siento haberlo molestado – se volvió para salir de la habitación, pero el anciano la detuvo.

No es ninguna molestia. Entre y charle conmigo; entonces tendré una excusa para no estar en la fiesta de mi hija en el jardín. – Sakura parecía dudosa, así que él agregó - ¿Buscaba a alguien? ¿Puedo ayudarla?

Pues sí, buscaba a Eriol. No lo encuentro en el jardín. Pero no quiero molestarlo.

No es ninguna molestia. Me hace un favor. Ya estaba aburrido de mi propia compañía. Ahora que estoy retirado del negocio, mi familia piensa que debo encontrar algún pasatiempo, pero algo me dice que el golf no es mi favorito – sonrió con ironía y su arrugado rostro adquirió una expresión benévola y burlona. - ¿A quién tengo el placer de dirigirme?

Me llamo Sakura Kinomoto.

Encantado de conocerla, señorita Kinomoto – le estrechó la mano cordialmete. – Usted siéntese y yo iré a buscar a mi nieto Eriol. No me sorprende que no lo haya perdido. Esta casa es un laberinto.

Al salir él de la habitación, Sakura se sentó en uno de los enormes sillones frente a la chimenea. Lágrimas de frustración empezaron a arderle en los ojos. No sólo la habían humillado, sino ahora no había ninguna posibilidad de contar con la ayuda de Eriol para el plan que era tan importante para ella. Ahora no le pediría a Eriol Li absolutamente nada.

De pronto se abrió la puerta detrás de ella y Sakura se hundió más en el sillón, enjugándose los ojos con su pañuelo. Si Eriol la veía llorar, le daría una interpretación equivocada de la situación. Lo primero que oyó fue la voz de Eriol.

Sírveme un trago fuerte, amigo – "no le hablaría así a su abuelo, ¿no?", pensó Sakura. Eriol continuó hablando – Tengo que enfrentarme a Sakura, ahora que mi madre ha hecho su parte, y no me atrae nada la idea. Me siento como un bribón al abandonarla.

Pero es que realmente – dijo una voz grave y divertida – si eres un bribón, ¿no, amigo?

Sakura trató de levantarse pero las piernas no le obedecieron. Tendría que esperar a que los dos hombres terminaran sus bebidas y se fueran. El hombre de la voz profunda dijo:

Aquí tienes: mitad y mitad. Esto es bastante fuerte para ti. No queremos que tu madre piense que su hijito querido se ha portado mal, ¿verdad?

Ah, cállate y deja de fastidiarme – dijo Eriol – Aunque no lo creas, realmente me siento muy mal con lo de Sakura. Anoche… de verdad creí que estaba enamorado de ella.

Una ilusión muy frecuente en ti, muchacho – fue la burlona réplica.

Ah, tú con tus puntos de vista sobre el tema. No sabes lo que es enamorarse.

Sinceramente, espero no saberlo. Me he dado cuenta de que el amor es un sentimiento que complica la vida sin necesidad.

Sakura apretó los puños. ¿Quién era ese canalla que hablaba con Eriol?

La voz grave interrumpió sus pensamientos.

¿Te estás acostando con ella?

No – repuso Eriol con mal humor – por eso es por lo que…

Por eso le dejaste entrever la cuestión del matrimonio, supongo, y luego te acobardaste cuando te despertaste esta mañana y te diste cuenta de lo que habías hecho. Entonces fuiste tan débil que tuviste que pedirle ayuda a tu madre para que te sacara del lío… y no por primera vez, me imagino.

Eres muy duro conmigo. ¿Por qué esa actitud tan mojigata? No me digas que nunca has querido llevarte a una chica a la cama.

Madura de una vez, Eriol – se rió el otro – Pero por lo menos no tengo que balancear delante de ellas un anillo de compromiso como cebo. ¿Ya has pensado en lo que vas a hacer con esta chica… Sakura?

¿Hacer con ella?

Sí. Ha estado trabajando como secretaria para ti, ¿no? No sería buena idea conservarla después de este… pequeño fracaso. Y no creo que ella quiera quedarse. ¿Entonces que harás? Ya veo que no lo has pensado. En realidad eres un bribón, Eriol. ¿Y no se te han ocurrido las consecuencias que puede haber? ¿Quieres arrastrar el apellido de la familia por el fango, si ella empieza a contar que la han violado o vende su historia a algún periodista? – la voz grave era cortante.

No digas tonterías – la voz de Eriol tembló levemente – Sakura no lo haría; es una chica decente. Ella no es así.

Realmente eres un niño, Eriol – se oyó una risa cínica – ¿Todavía no has aprendido que todas las chicas son así? Son capaces de cualquier cosa para sacar partido. Pues más te vale que decidas lo que vas a hacer antes de que ella te busque.

Maldita sea – se oyó un gemido de Eriol - ¡Que lio! ¿Qué voy a decirle, Shaoran?

¡Shaoran! Ah, ahora Sakura sabía quien era el otro hombre. Shaoran Li, el presidente y director ejecutivo de la compañía, que ocupaba varias habitaciones en el último piso y a quién casi nunca se le veía en la oficina general. Bien pues ahora ella lo vería de cerca. Sus piernas se movieron solas. Emergió de detrás del sillón y se enfrentó a los dos hombres que estaban en el otro extremo de la habitación.

No será necesario que me digas nada, Eriol – dijo con calma – Ya lo has dicho todo – sus ojos pasaron de Eriol al otro hombre, que estaba apoyado indolentemente contra la estantería, con una copa en la mano y un gesto de diversión.

¡Sakura! – las mejilas de Eriol se tiñeron de un rojo subido y pareció que iba a romper a llorar. Dio un paso hacia adelante Yo no hice… no haría…

Pues ya lo has hecho – dijo Sakura sosegadamente – No voy a disculparme por haber escuchado furtivamente – continuó – porque desde las primeras palabras, supe que iba a oír la verdad de muy buena fuente. No hay nada más que decir. Si alguien me pide un taxi que me lleve a la estación, se lo agradecería.

Desde luego, yo te llevaré – dijo Eriol débilmente, pero el otro hombre pronto se separó de la estantería.

Era más alto de lo que parecía al principio y más moreno. Sus ojos eran como el chocolate y fulguraban bajo unas gruesas pestañas rizadas. Los pómulos prominentes le daban un aspecto demacrado, hambriento. Tenía los hombros muy anchos y un aire de hombre dominante en cualquier situación. Sakura se estremeció. Había algo en él que le daba miedo.

Shaoran miró a Eriol con una sonrisa burlona.

Mira primo – dijo – tu papel en este pequeño drama ya ha terminado. Yo todavía tengo algo que decir, así que llevaré a Sakura a su casa. Vamos, Sakura. ¿Tiene que recoger su abrigo? Saldremos por la puerta lateral, para evitar la gente.

Sakura no se sentía con fuerza para discutir. De todos modos, una mirada a ese hombre la convenció de que eso sería inútil. Él había tomado su decisión y así sería. Pero de ninguna manera le permitiría que la llevara hasta su casa. Insistiría en que la dejara en la estación.

Gracias – dijo con la cabeza en alto, y salió con él sin volverse a mirar a Eriol.