War/Romance
Rating M (+18)
Pairing: Delena
Advertencia: Universo alternativo, todos humanos
Disclamer: los personajes que aquí aparecen son propiedad de L. J. Smith y The CW
Sinopsis: Si ya es duro ser del ejército, lo es más aún cuando la persona que amas también lo es, pues sabes de primera mano el peligro al que se expone cada día de su vida.
N/A: "Above All" (Por encima de todo) es uno de los lemas de Las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos.
000
Gracias a darknessprincess por escribir "Meet me in the Sky", fic que me inspiró para escribir este.
0000
_01_
Un grupo de soldados poco cualificados estaban discutiendo entre ellos como si fuesen críos sobre las coordenadas de un objetivo. Era una práctica sencilla, al menos eso era lo que los superiores de ellos pensaban. No tenía que ser muy difícil crear grupos de cuatro personas y hacerles localizar objetivos y registrar los datos en la cabina de mandos de prácticas, pero estos parecían incapaces de trabajar en equipo y no se ponían de acuerdo nunca.
Y ahí esta Damon Salvatore, uno de los hombres más jóvenes en convertirse en Capitán de las Fuerzas Aéreas, entrenando a una panda de mocosos que en su mayoría nunca habían volado un avión fuera de los límites del área de entrenamiento.
Él era la tercera generación de su familia en unirse al ejército, el pilotaje lo llevaba en la sangre. Se suponía que debía estar en primera línea de combate contra Nihil, ¿qué narices estaba haciendo allí?
-Damon, no te despistes –le dijo el Teniente Saltzman en un susurro, viendo que no estaba prestando mucha atención a la práctica que estaban presenciando.
"Hablando del rey de Roma…" murmuró Damon internamente.
Esta era la razón por la cuál se había dejado arrastrar hacia esta locura: su gran amigo y compañero de penas, Alaric.
Parecía ayer mismo cuando este llamó a Damon para ofrecerle entrenar a lo que se suponía que sería un grupo de élite, el primero de las Fuerzas Aéreas compuesto únicamente por aviones Harrier. Había transcurrido casi un año de aquello y Damon no veía grandes progresos. La mayoría de los soldados daban risa, solo unos pocos merecían la pena realmente.
Por suerte para el joven Capitán, solo quedaban unos meses para las pruebas finales. En ellas escogerían a los diez mejores de los cincuenta que componían el grupo. A simple vista, esta elección parecería muy difícil de tomar, pero con forme pasaba el tiempo, Damon cada vez tenía más claro quiénes se quedarían fuera y quiénes no.
Cuando el chico volvió a poner los pies sobre la tierra, vio que un grupo tenía una disputa bastante acalorada y se dirigió hacia ellos.
-¿Qué está ocurriendo aquí, soldados? –preguntó él con voz autoritaria.
-Gilbert parece querer llevar el mando, señor –le explicó Matt Donovan algo cohibido por su tono de voz y su alto cargo-. Y esto es un equipo.
-Cierto, lo es –coincidió Damon, girándose para encarar a la joven Gilbert-. ¿Qué le hace pensar que puede tomar el mando, Soldado?
-Soy la más cualificada para ello, Capitán –respondió ella muy segura de sí misma.
-Lo sé, pero si no deja que sus compañeros den su opinión, nunca aprenderán.
-Pero si lo están haciendo mal… -se quejó la chica.
A Damon se le escapó una leve sonrisa por su protesta, a la cual solo le faltaba acompañarla con pucheritos. El chico se serenó rápidamente y caminó hacia el centro de la sala para dirigirse a todos los miembros del ejército que estaban allí.
-Este es el momento para cometer errores –les dijo él con firmeza-. Ahí fuera, cuando estén en medio de un combate, quiero que sean perfeccionistas y los mejores soldados que jamás han surcado el cielo. Pero para alcanzar ese objetivo, deben formarse. Por eso estamos aquí, para formaros.
Una vez conseguido dejar claro el objetivo del entrenamiento, el Capitán les ordenó que continuasen practicando y regresó al equipo de antes.
-Gilbert, ya que se cree mejor que sus compañeros –le dijo a la chica con burla-, no le importará enseñar a su equipo a realizar la práctica, ¿verdad?
-Lo haré, Capitán.
-Y más le vale hacerlo bien, porque al finalizar la hora regresaré a ver los progresos y como uno solo del equipo falle, se pasarán todos una semana limpiando el cuartel hasta dejarlo como los chorros del oro. ¿Ha quedado claro? –preguntó esta vez dirigiéndose a todos los de la mesa.
-Sí, señor –dijeron todos el unísono.
Tras un asentimiento de cabeza, el joven Capitán se paseó por el resto de mesas para supervisar el trabajo de su unidad de inexpertos soldados. Tal y como había prometido, al terminar la clase regresó a la mesa de Gilbert e hizo que todos le demostrasen lo aprendido.
Por suerte para ellos, ninguno cometió ni un solo error y eso que Bonnie Bennett era bastante torpe con los números. Una leve sonrisa de orgullo surcó los labios del capitán cuando su mirada se cruzó con la de Elena. La chica, quien había estado conteniendo la respiración en todo momento con miedo a que sus compañeros fracasasen, también se sintió orgullosa, no por ella, sino por lo bien que lo habían hecho sus amigos y compañeros. Comprendió entonces que debía confiar más en ellos.
-Bueno trabajo, soldados –les felicitó el Capitán-. Espero que esto les sirva para empezar a confiar los unos en los otros. Porque esa es la lección más importante que quiero que aprendan. La confianza en tu equipo es primordial ahí fuera.
D&E
En la hora del almuerzo, Elena estaba sentada con sus compañeros y amigos en una mesa del comedor comentando cómo les había ido la práctica de la mañana.
-Deberías dejar de enfrentarte de esa manera al Capitán, Elena –le aconsejó su amiga Bonnie-. Acabarás metiéndote en problemas.
-No le tengo miedo al señor "don prefecto" –contestó esta con burla en su voz.
-Así que "don prefecto", ¿eh? –dijo una voz masculina con tono autoritario.
Elena se ruborizó enseguida cuando su mirada se cruzó con la de su Capitán, quien le estaba dedicando una profunda mirada.
-Bueno es saber que me admira tanto – dijo él con una sonrisa irónica.
-Capitán, yo… -murmuró ella avergonzada.
-¿Volvemos ahora con los formalismos? Yo que había pensado en llamarla a partir de ahora "princesita"…
-Eso no será necesario, señor. No volverá a repetirse esta situación.
-Más le vale –le advirtió Damon, lanzándole una mirada intimidante antes de ir a sentarse en la mesa donde estaban los oficiales de alto rango.
La joven Soldado suspiró aliviada y se dispuso a prestar toda su atención a su bandeja de comida y a cerrar la boca para no liarla más.
D&E
Esa misma noche, Damon estaba dándose una ducha en los baños comunitarios de los rangos superiores cuando alguien se coló en las duchas. Al chico no le hizo falta girarse para saber de quién se trataba.
-Estas duchas son solo para oficiales -dijo él de espaldas al intruso.
-¿Y quién va a echarme? -le desafió una voz femenina, para luego continuar cuando Damon se giró para verla-. ¿Usted, Capitán Salvatore?
-Podría hacerlo -murmuró él acercándose a ella hasta quedar a escasos centímetros de sus labios-, pero no creo que lo haga.
-¿Por qué no? -dijo la chica en un hilo de voz debido a la excitación del momento.
-Tengo algo mejor en mente, Soldado Gilbert.
Sin previo aviso, Damon se lanzó a sus labios con fiereza. Elena correspondió su beso con necesidad, mientras él la acorralaba contra los azulejos de la pared y el agua mojaba sus cuerpos ardientes de deseo.
Entre pasionales besos y caricias que cubrían toda la piel de Elena, el chico la aupó haciendo que esta le rodease la cintura con las piernas. La pareja se fundió en un intenso y a la vez muy romántico encuentro sexual que culminó con fuertes gemidos gritando el nombre del otro al alcanzar el clímax.
D&E
Poco después de terminar de hacer el amor, ambos se sentaron aún desnudos en la loza del suelo de las duchas, donde Damon la abrazó por detrás al tenerla sentada entre sus piernas.
-¿Crees que alguien sospecha de lo nuestro? -preguntó ella con voz despreocupada, acariciando distraídamente los brazos del chico.
-Tal vez -respondió él enterrando la cabeza en el cuello de la joven-. Llevamos casi tres meses juntos, puede que a alguien se le haya pasado por la cabeza la posibilidad.
-¿Incluso después de todas esas peleas que montamos delante de todos?
-Bueno, esas peleas comenzaron siendo verdad, ¿no? -le recordó él, sonriendo ambos al recordar aquellos momentos en los que se peleaban continuamente por tal de no reconocer que se atraían-. Ya sabes el dicho: "Los que se pelean, se desean".
-¿Así que cada vez que me gritas es como si dijeses un "te quiero"?
-Más o menos, sí. Odio tener que decirte todas esas cosas, pero hemos de aparentar... Ojalá pudiera poder decirte simplemente "te quiero". Sería todo tan fácil...
-No importa lo difícil que resulte todo esto. Lo importante es que estamos juntos.
Él la hizo girar para sentarla en su regazo y mirarla a los ojos.
-Te quiero, Elena -susurró el chico, recogiéndole un mechón de pelo detrás de la oreja.
-Yo también te quiero, Damon.
-¿Vienes a dormir esta noche a mi bungaló? –preguntó él besándole la mandíbula.
-Los dos sabemos que cuando voy a tu bungaló, dormir no es precisamente lo que hacemos –le recordó Elena, tomando el rostro del chico entre sus manos y atrayéndole hacia ella para darle un beso en los labios.
-Cierto –murmuró él, uniendo sus frentes al separarse.
-Y mañana tenemos las prácticas de vuelo muy temprano.
-Te prometo que seré bueno -aseguró Damon haciendo pucheritos con la boca-. Solo quiero tenerte entre mis brazos esta noche.
-¿A qué se debe tanta ansia de mí? -bromeó la chica, aunque estaba encantada con esa idea.
-En unos días viene mi padre y no sé cuándo se irá, así que...
-Vamos a estar un tiempo sin vernos -comprendió ella-. Está bien, me has convencido. Pero solo dormir -condicionó, señalándole con un dedo.
-Trato hecho -accedió Damon llevándose ese dedo de ella a los labios para besarlo.
Por suerte, el Capitán tenía un pequeño bungaló para él solo, por lo que la pareja no tenía que esconderse allí. La única pega era que la cama del chico era igual de estrecha que la de cualquiera en el cuartel, por lo que dormían algo apretados. Aunque esto no les importaba realmente, es más, incluso les gustaba porque era una excusa para estar más pegados al cuerpo del otro.
D&E
Por la mañana muy temprano, Elena regresó a su bungaló sin hacer ruido para no despertar a sus compañeras. Estaba apunto de llegar a la puerta del pequeño aseo del que disponían para cambiarse de ropa, cuando oyó una voz a su espalda.
-¿Dónde has estado? -le preguntó una rubia cruzándose de brazos.
Caroline era Cabo y, por lo tanto, un rango superior a ella, pero era más una amiga que una superior. Aunque había veces que se ponía en plan exigente y dictatorial, como en este momento.
-Acabo de levantarme -mintió Elena algo nerviosa-, e iba al baño.
-¡Qué va! -dijo su otra compañera y amiga Bonnie, quien también era Soldado-. Me desperté esta madrugada para ir al baño y aún no habías regresado.
Elena se quedó callada porque no sabía qué decir en su defensa, aunque no le hizo falta mentir porque la rubia no le dio la oportunidad de hablar.
-Oh, ¡Dios! -gritó esta muy emocionada, dando palmadas cual niña pequeña-. ¡Tú has estado con tu novio secreto!
-Shh... -le chistó Elena, sintiéndose pillada-. Sí, he estado con él. ¿Podemos dejar esta conversación ya?
Desde que la chica Gilbert llegó al equipo de Harrier, había compartido habitación con Caroline y Bonnie. Las primeras veces que había quedado con Damon, Elena había podido escaquearse sin problemas, pero la rubia pronto empezó a sospechar y a hacer preguntas; hasta el punto de que a la chica no le quedó otra que confesarles que salía con alguien.
-En serio, Elena -le dijo la rubia-. Algún día averiguaré quién es ese chico misterioso del que estás tan enamorada.
