Otro Songfic, éste es un GregoryxMole, o MolexGregory. Me gustan de las dos maneras. South Park pertenece a sus respectivos creadores. Dedicado a alguien que fue y es muy importante en mi vida...
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I Hate Everything About You
Christophe, también llamado Mole, encendió furiosamente un cigarro que sostenía en la boca. Con nerviosismo, le dió una profunda calada y expulsó el humo con prisas. Ese acto, que debía relajarlo, lo puso frenético.
Lo odiaba, Lo odiaba más que a nada en el mundo. Lo odiaba, deseaba su muerte con todas sus fuerzas, deseaba su muerte, sus sufrimiento, y deseaba ser ÉL quien le proporcionase tales sentimientos.
Pero, extrañamente, también lo amaba. Cada vez que esa odiosa sonrisa de superioridad asomaba por entre sus abios. Cada vez que lo miraba por encima del hombro, como si fuese superior. Cada vez que lo humillaba, que se burlaba de él. Cada vez que lo besaba, que yacía con él, que tocaba el cielo entre gritos, sudor y sangre.
Sí, Christophe odiaba y amaba al mismo tiempo a Gregory. En la guerra, en la paz, como aliados, como enemigos. Éste sentimiento frustraba a Mole más que nada. Odiaba TODO sobre Gregory. Pero entonces, ¿por qué lo amaba? Y si Gregory odiaba todo lo referente al moreno, ¿por qué aquella noche le había dicho que le amaba?
El odio es un sentimiento fuerte. Ciega a las personas, emponzoña sus corazones, cierra sus mentes. Pero, manejándolo astutamente, puede conseguir resultados excelentes. Sin embargo, es un poder enorme, y se debe tener sangre fría para manejarlo. Como Gregory.
El amor, por el contrario, es voluble. Hoy puede ser frágil como una mariposa de cristal, mañana tiene la fuerza de un coloso. Duele, alegra, engaña, ciega, mortifica, mata, revive, sana, enferma. Cualquiera puede amar. Y entre ese grupo de cualesquiera se halla Mole.
El moreno le llevó una mano a la frente, en un intento de parar ese torrente de pensamientos que lo invadía. En vano intento.
-¡JODER!
Dió un manotazo a un jarrón de porcelana valiosísima. Éste cayó al suelo, rompiendose en mil pedazos con un sonido estridente, que se quedó en los oídos de Christophe más tiempo del necesario.
Te amo, le había dicho. Que dos palabras tan destructivas. Habrá quien no esté de acuerdo, pero ahora mismo ése era su efecto en la cabeza de Mole.
-Joder, joder, joder, joder, joder...
No podía enamorarse de él. De un chico. De su jefe. De Gregory Fields. Era demasiado absurdo. Extraño. Imposible. Inalcanzable. Inadmisible.
Y sin embargo aún recordaba el odio que sintió corriendo por sus venas cual veneno cuando lo veía cerca de Testaburguer. O de cualquier otra señorita que puede conseguirnos más comodidad a la hora de trabajar, según el rubio. Zorra, según Mole.
También recordaba con demasiada claridad la angustia que le invadía cada vez que lo hallaba herido. La simple visión de su cuerpo perfecto manchado de sangre, con su sonrisa orgullosa en los labios y la derrota en la mirada. Pronunciando cosas estúpidas, palabras vacías. Libertad, justicia, lucha, derechos, un mundo mejor. Entonces Mole lo callaba de un golpe y cargaba con su magullada figura.
Odio y Amor. Amor y Odio. Hermanos gemelos, tan distintos y parecidos. Ambos cuausantes de la locura, a pasión, el desenfreno. El dolor.
Porque sí, el amor duele. El odio duele. Y eso Mole lo sabía mejor que nadie.
