Draco Malfoy un mortifago sin elección, chico de 17 años, el chico mas rico de toda la comunidad mágica, irá cambiando su forma radical y conservadora de pensar a lo largo de su estadía en Hogwarts colegio de Magia y Hechicería, por ser compañero y mucho mas de la estudiante Hermione Granger, chica de 16 años, hija de muggles, mejor amiga del elegido... Tendrán problemas para enamorarse pero mas problemas para mantenerse, no es una historia de amor ciego, ni de amor a primera vista, sera difícil que 2 personas que se han hecho tanto daño se enamoren pero el amor es extraño... el que diga que NO nunca se a enamorado. Así es como hubiera querido que fuera el sexto libro... Habrán una serie de acontecimientos que los llevaran a sentir lo que siempre sintieron pero que jamás se dieron cuenta. Estarán mas unidos de lo que Voldemort esta unido a Potter.

Espero les guste.


Septiembre: el inicio de algo.

Era septiembre, el primer día de ese esperado mes… al parecer el universo confabulaba a su favor, pues era un excelente y soleado día… no había ni una nube en aquel cielo azul despejado, los rayos del sol alumbraban hasta la mas mínima zona del lugar… hasta la mas mínima fosa de la estación 9 ¾ …

Era el sexto año de sus vidas en esa estación, era la sexta vez que apreciaban el tren, los banquitos, los niños de primero despidiéndose de sus padres, de los jóvenes de quinto atemorizados por lo que vendría… porque todo sentían miedo, unos en mas escalas que otros, pero sentían el temor, porque en el ambiente se respiraba temor aunque el día fuera hermoso, los corazones estaban atemorizados por el regreso inminente del Señor oscuro, de un ser que todos esperaban estuviera muerto, todos esperaban que el elegido hubiera mentido, pero no, ya era algo declarado ese ser despiadado, ese ser deforme había regresado con las intenciones de prevalecer por siempre y para siempre, eliminando a todo aquello que se interfiriera, eliminando a todo aquello que no estuviera a su "nivel". A todo aquello que consideraba impuro.

Era un sexto año en donde todos se preparaban para luchar en cualquier momento, todos los estudiantes desde cuarto a séptimo mantenían sus varitas preparadas, atentas a cualquier cambio… todos estaban decididos a usar cualquier hechizo aunque fuera una imperdonable, aunque fuera un crucio hasta una avada kedavra… porque si los mortifagos no tenían consideración ni respeto por unos chicos de escuela ellos tampoco la tendrían… porque Howgarts era su colegio, era más que eso, era su hogar era el único lugar en donde se sentían en paz, donde tenían a una familia completa… donde estaban sus rivales, sus complementos, amigos, profesores, elfos… donde estaba todo lo importante.

Un sexto año que aquella castaña sabelotodo sentía sería diferente, un sexto año que no le tenía tan emocionada como los pasados… este año era diferente y es que en todas sus vacaciones había tenido pesadillas con el-que-no-debe-ser-nombrado, pesadillas en donde mataba a sus amigos, pesadillas en donde Ron moría sin que ella pudiera evitarlo, pesadillas en que Harry no sobreviviría esa vez… pesadillas en que Dumbledore no podría esta vez contra ese ser… pesadillas en donde ella se quedaba sin hacer nada, donde no podía hacer nada… donde la torturaban por ser hija de muggles, torturas infinitas, que no terminaban jamás… en donde el crucio se extendía por todas sus extremidades y no había nadie para salvarla porque era la única viva, la única que respiraba pero en sí ya no vivía…

Eran pesadillas terroríficas que la habían hecho llorar, temblar, jadear, sentir temor hasta que decidió no seguir con esa actitud cobarde… ella había decidido apoyar a Harry estar junto a él… no iba a flaquear ahora, si las cosas iban a ser duras ella lo sería más… mucho más. Sentía temor, por supuesto que lo hacía, era humana, pero también sentía ira, valor, rabia por aquellas personas que creían que gente como ella no merecía vivir, simplemente por no ser "pura", tal vez no descendía de una familia pura de magos pero la magia corría por sus venas, la magia la eligió como contenedor y nadie absolutamente nadie tenía el derecho de decir lo contrario y menos un ser que era lo que odiaba, menos un ser que era como ella, menos un ser que era deforme con complejos de superioridad pero que en realidad era un cobarde… y todos aquellos pensamiento dejaban a un lado aquellas pesadillas dándole protagonismo a sentimientos como el valor, a las ganas de acabar de una vez por todas con aquel hombre que era un impuro y a pesar de eso quería acabar con ellos, con aquel ser que odiaba la cobardía pero estaba escondido, con aquel ser que mato para ser inmortal pero no había hecho nada con esa inmortalidad, con ese ser que dañaba a cualquier persona sin importar su sentimientos, su vulnerabilidad… porque él era cruel pero ella, ella era valiente.

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Para todos era hermoso ese día, para todos era un nuevo inicio, una nueva etapa en la que aprenderían todo lo necesario, en donde se enamorarían de nuevo, conversarían con amigos, todos estarían felices, aunque con temor pero felices al fin… porque todos tenían en quien confiar menos él… él no tenía en quien confiar… no tenía con quien hablar, con quien siquiera sonreír sinceramente… se había pasado toda una maldita vida pensando que era correcto su manera de pensar, que era sincera que era lógica… pero todo se estaba saliendo de control, estaba sintiendo últimamente que nada era como parecía… había pasado las peores vacaciones de su vida…

Su padre estaba encerrado en Askaban, sin derecho a visitas, sin derecho a siquiera respirar, su madre estaba deprimida no solo por la encarcelación del hombre al que amaba sino por la supuesta ascensión de su hijo, su único y amado hijo era por honores el mortifago más joven y no solo eso, le habían asignado una misión o tal vez sería mejor describirlo como un suicidio… un ser que se vanagloriaba en ser el mago mas poderoso del mundo mandaba a un pequeño capullo, cobarde e ingenuo a matar al realmente mago mas poderoso de todos, sin derecho a replica o si quiera opinar, o lo mataba o moría su familia, o lo mataba o quedaría huérfano y en la calle, sin magia, sin comida y sin vida.

Entre sus planes no estaba perder a su familia… este sexto año no podía ser peor, debía matar, estudiar y además calarse al increíble de Potter con su pequeña pandilla de perdedores, tenía que evitar todas aquellas incomodidades o la cosa se haría realmente difícil, además era prefecto y no debía perder ese puesto ya que los momentos en los cuales patrullaría eran cruciales para poder planear sus actos… estaba decidido a realizar aquella locura, bastante había pasado para al final no hacerlo… debía ser un muerto no 3… debía solo ser aquel viejo decrepito que a pesar de sus mil años seguía siendo tan poderoso… solo él.

Por culpa de él y su fe en Potter, su padre estaba en prisión… por culpa de él esas vacaciones habían sido las peores del mundo, haciendo solo las cosas que Bellatrix le asignaba pues se había tomado el trabajo de entrenarlo, para así honrar a su familia… ella junto a Rodolphus le habían enseñado a resistir crucios e imperius, a lanzarlos sin remordimiento alguno… le habían ayudado a incrementar su fuerza mental…

Por ellos había pasado 2 semanas en cama inmovilizado por recibir 10 crucios, por ellos estaba hecho una completa porquería, por sus ideales de perfección ante todo y de siempre estarle besando los pies al Señor oscuro… en su cumpleaños había estado inmóvil pero de igual manera tenía que entrenar sino era su cuerpo sería su mente… la oclumancia debía ser su fuerte igual que la legeremancia y Snape había ayudado en ello… él era el único que lo ayudaba, que estaba allí dándole una mano siempre que necesitaba… él era el único amable con él hasta donde Snape podía serlo, porque a pesar de todo Draco era su ahijado y no permitiría que nada le ocurriese, porque aunque no supiera la misión de ese chico se la imaginaba y él no lo dejaría caer en las tinieblas porque Draco a pesar de todo aún, aún era salvable, aún era puro… aunque ya hubiera lanzado 2 de las 3 imperdonables, no había pronunciado la última y más prohibida de ellas… porque una maldición que te laceraba los huesos y hervía la sangre era una cosa y otra era una que acabara con tu alma y espíritu en el momento en que te impactara. Porque Draco aún valía la pena aunque él mismo no se lo creyera… porque Snape le mostraba una luz al final de esa tempestad.

Y Draco en el fondo lo sabía, a pesar de todas las cosas que sufrió, observo y vivió en sus "vacaciones" se dio cuenta que había algo diferente entre él y los demás mortifagos a él aún le interesaba la gente, le podía tener asco por su naturalidad impura pero se daba cuenta que al final esa sangre no era de gran importancia a la hora de su muerte, al final toda la sangre sea de puros o impuros era simple y llanamente roja, además su mismo Señor había asesinado a unos cuantos sangre pura sin la más mínima muestra de dolor… entonces al parecer lo importante no era si eras puro o no, lo importante era si seguías a ese ser, eso era lo único importante… ¿cual fue su primer indicio para no seguir creyendo en toda una vida de "principios" inculcados? Ver a su padre en la cárcel y que absolutamente nadie se estuviera tomando la molestia de sacarlo de allí siendo él uno de los magos sangre pura mas reconocidos y honorados en todos los tiempos, provenientes de la gran familia Malfoy, pero al parecer al Lord eso no le interesaba, si le había fallado no era merecedor de piedad…

No fueron días lo que lo hicieron analizar tanto las cosas, fueron meses de estar allí encerrado en su casa, entrenando junto a su tía técnicas, hechizos, reflejos, maldiciones sin piedad lo que lo hicieron pensar mas a fondo la verdadera razón por la que había dejado tatuar su brazo y una sola respuesta fue la que apareció al final de los días… NADA… la sangre era una mierda, no era pura ni impura, era roja, solo eso, todos terminaban suplicando olvidando el origen de aquella sangre… pero ahora si había una y era el bienestar de su familia… por eso había entrenado su cuerpo también, había empezado a practicar defensas corporales en donde su varita tomaba un rol secundario y su cuerpo tomaba el protagónico, en donde ya no era el mismo chico de antes, delgado sin muchos músculos…

Eso cambió para convertirse en un hombre musculoso, tonificado, con la palidez aún mas propagada por no salir de su mansión, sus ojos ya no mostraban esa pequeña inocencia de un chico de 17 años, mostraban dolor, tristeza, soledad, indecisión, ira, responsabilidad y sobretodo temor, temor a que a pesar de todo por lo que había pasado fuera en vano, que a la final no pudiera decir la última de las imperdonables, que no fuera capaz de manchar y resquebrajar su alma, porque se había mentalizado todos esos meses a pensar en seco, a olvidar sus molestos sentimientos, a solo actuar y decir aquellas palabras pero algo en él, sabía que sería difícil, porque algo es lanzar un crucio pero una muy diferente es lanzar sin temor algo que destruirá por completo la vida de una persona y dañar la vida de los que lo rodean… porque haría lo que él no quiere que le hagan y eso, eso no puede ser fácil.

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Ese año estaba solo en la estación, no estaba su madre ni padre junto a él… a su madre no la dejaban salir de la mansión argumentando su seguridad, su padre era otro cuento… pensó que sería sencillo esa primera parte, subir al tren y llegar al castillo para luego encerrarse en su cuarto. Pero ese año había empezado jodidamente mal y ahora no había un motivo para mejorar.

Dejo su baúl en la maletera y subió al tren sin ninguna muestra de alegría en su andar… estaba molesto, triste, furiosos cualquiera de aquellas emociones solo sabía que no tenía una y era alegría de volver a Hogwarts… por primera vez realmente no quería estar allí… por primera vez tenía miedo y tristeza de pisar sus pasillos, de observar sus paredes, de comer en esa gran mesa verde, de molestar a los de primero y segundo, esta vez anunciaba ser la última vez y era difícil asimilarlo.

El tren estaba relativamente vació no habían tantos alumnos esta vez, todos debían estar aterrados por el regreso del Señor Tenebroso, todos debían estar angustiados por lo que sería el futuro a partir de ese momento, suponía que ningún padre quería mandar a su hijo a ese lugar, una cosa era saber que Dumbledore era poderoso y otra era arriesgarse de todas maneras... nadie quería arriesgarse. Las cosas no pintaban bien para nadie… el miedo se podía respirar, lo único que al parecer daba un poco de alegría a los pocos que estaban allí era la naturaleza, el clima de ese día… solo eso.

Subió el tren sin saludar a ninguna persona fuera o no fuera de su casa, llego a un compartimiento bastante alejado de la mayoría y dejo su pequeño maletín en uno de los asientos mientras tomaba lugar al lado de la ventana, observando a los pocos niños despedirse de sus padres, de los padres llorando mientras besaban y abrazaban a sus hijos, de los chicos llorando de alegría por ver a sus amigos sanos y salvos, de ver a los chicos saludando sensualmente a las chicas que serían sus conquistas y las chicas risueñas observando a todos los guapos chicos de sexto y séptimo año…

- Está aquí Blaise. – dijo una voz chillona y muy familiar que lo hizo parpadear y dejar de pensar. – ¿No piensas saludar Dragoncito hermoso?

- No me digas así – su voz sonó seca, cortante, altaneramente igual que siempre.

- Draco este año podemos estar juntos de nuevo. – decía con voz dulce y suplicante.

- Quiero estar solo – solicito el chico ignorando las patéticas palabras de su interlocutora.

- Odio cuando actúas así Draquito – dijo reprochadamente.

- Yo siempre te odio – dijo en un susurro.

- ¿Cómo? – pero el rubio ni se preocupo en responder pues un hombre alto y de color ébano entraba en el compartimiento, con una pose y andar igual de arrogante a la de él mismo… ambos chicos se saludaron con una apretón de manos…

- ¿Cómo estas Draco? – preguntaba el guapo hombre, con ojos color miel y sonrisa armónica pero malévola.

- Todo igual que siempre Blaise, ¿y tú? – pregunto el chico ya un poco mas relajado por la llegada de uno de los que podía llamarse colegas en ese colegio.

- Viendo la nueva mercancía que llega al colegio – dijo burlescamente, haciéndole sacar una pequeña sonrisa al platino.

- Busca chicas grandes, depravado – grito la chica frente a ellos.

- Que tu ya nos aburras Pansy no quiere decir que no podamos hacer una que otra cosa – respondió el moreno a la muy furiosa Pansy que bufó parándose y yéndose de ese lugar. - ¿Cómo esta tu padre Draco? – pregunto seriamente el chico, comportamiento raro en él.

- No lo se – la mirada de Draco volvía a ser oscura, mostrando antipatía ante aquella pregunta, borrando de su rostro cualquier muestra de alegría que pudo existir… si conversaba sobre aquello recordaría y tendría que pensar de nuevo en su "suicidio".

- De acuerdo – dijo relajándose Blaise… - tenemos que buscar nuevas chicas. – dijo con tono seductor mientras le daba un pequeño golpe en el hombro a Draco.

- No quiero ni de segundo, ni tercero, no soy un maldito pervertido como tú. – dijo firmemente Draco mientras se levantaba de su asiento junto al moreno.

- Bueno, bueno. – dijo sonriendo y saliendo del lugar. – De primero – rió sonoramente Blaise.

- Maldito depravado – rió por primera vez Draco, le asombro en gran escala escuchar su risa de nuevo, hace mucho tiempo no lo hacía…

- Vale, vale… todo bien.

- Nunca cambiaras. – bufó Draco.

- Me adoran así Draquito- dijo sarcásticamente Blaise, sabía que Draco odiaba aquel sobrenombre dicho por Pansy, según él le asqueaba que dijeran su nombre de otro modo que no fuera DRACO.

- ¡Malfoy! – gritó una voz firme y conocidamente fastidiosa en los oídos del rubio, una voz que lo hizo recordar y convertir sus manos en puños. Draco ni se volteó, siguió caminando con Blaise por los pasillos del tren ya en marcha a Hogwarts…

- ¡Malfoy! – grito nuevamente la voz, haciendo que este volteara con un rostro realmente aterrador hasta para ella…

- ¿Qué diablos quieres? – escupió sin muestra de respeto, de ni siquiera decencia, la odiaba, realmente la odiaba… por ser tantas cosas… pero la principal y mas importante era por ser ella…Hermione se paralizó en el acto, había tenido cientos de enfrentamientos con el rubio pero jamás había visto esa mirada en él… siempre había visto desagrado, repugnancia, arrogancia y altanería… pero jamás había percibido oscuridad, maldad y odio en ellos… era realmente ese Draco u otra persona, esos ojos mostraban años encima, dolor, sufrimiento en ellos, no eran los ojos de un chico, ni Harry que había sufrido tanto tenía aquellos ojos.

- Tenemos que ir a una reunión de prefectos – dijo casi en un susurro, ella era valiente pero aquello era irreconocible, ese no era el Malfoy que ella conocía, con quien siempre había discutido por pureza de sangre o educación. Ese era un hombre temible y para percatarse de aquello solo tuvo que ver unos ojos envenenados por tantos sentimientos y emociones.

Draco solo asintió y siguió a la chica sin ningún tipo de comentario, ni siquiera un pequeño insulto de parte de él… nada solo silencio. Hermione estaba realmente tensa por ese nuevo comportamiento de parte del chico… estaba tensa por los comentarios de Harry desde su encuentro, estaba nerviosa por esa frialdad nueva que encontraba al mirar aquellas esferas de mercurio liquido… temía que aquello fuera cierto y que aquel chico inmaduro y altanero se haya convertido en mortifago por puro poder, un poder que no llegaría jamás…

Entraron a un compartimiento en el cual estaban ya Pansy y Ron, junto a Luna Lovegood y Michael Corner de Ravenclaw, junto a Hannah Abbott y Ernie Macmillan representantes de Hufflepuff.

Estaban los 8 estudiantes necesarios para comenzar una larga y fatídica conversación sobre sus responsabilidades ese año… cada uno llevaba ya un pergamino que había sido entregado por Hermione al entrar al compartimiento del tren, ubicándose frente a Ron les pidió a cada uno que abriera el pergamino, el cual tenía indicaciones de la profesora Mcgonagall explicando todas sus responsabilidades ese nuevo año como prefectos de sus casas. Tomando en cuenta sus notas, responsabilidad, astucia y compañerismo, explicando que apenas llegaran al castillo esa misma noche harían guardia y sería en pareja para evitar cualquier problema, los tiempos eran oscuros y todos lo sabían así que debían estar siempre juntos ante todo… las parejas serían seleccionadas a la azar cada semana y esa semana entera serian 2 personas.

Todos debían mantener un buen desempeño académico pues ser prefectos era ser el ejemplo a todos aquellos estudiantes menores e irresponsables.

Todos leyeron en silencio, al concluir todos miraron sus rostros excepto uno que bajo la mirada metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón, eso era lo que le faltaba ahora debía tener notas aceptables o habría problemas y no se podía dar el lujo de perder ese puesto como prefecto pues es lo que necesitaba para planear toda aquella misión.

- ¿Qué les parece? – pregunto suavemente Hermione.

- Aburrido y exigente – dijeron ambos hufflepuff. Hermione los miró un poco contrariada, al parecer era verdad que los tejones eran un poco flojos.

- Me sabe a mierda – dijo la mal hablada de Pansy haciendo que Hermione se tensara por aquel vocabulario tan abrupto – ahora nos explotaran como a unos asquerosos sangre sucia, ¿te das cuenta Draquito? – dijo la chica tornándose melosa al rubio parado tras ella, Draco la miró e hizo ademán con sus manos como si la cosa ni le fuera ni le viniera, Hermione vio con cierta lastima a aquella chica sin amor propio y vocabulario abrupto y escaso.

- Si quieres dile a la profesora Mcgonagall que no quieres ser más prefecta. – expreso seriamente la castaña, llamando la atención del platino, haciendo que este clavara la vista en ella… profundamente ocasionando un corrientazo en la columna de la chica.

- ¡¿Quién mierda esta hablando contigo? – grito la morena.

- Ah ¿Es que estas hablando con alguien? – dijo inocentemente la castaña, pero mostrando en sus ojos un peligro latente, la morena sabía que esa chica era temible, se había enfrentado con mortifagos experimentados, además era la bruja mas inteligente del colegio…

- Mira asquerosa rata no te creas con el derecho de hablarme así – amenazo no con tanta consistencia como hubiera querido, Hermione la miró y carcajeo haciendo que todos en aquel lugar la miraran expectantes.

- ¿De hablarte como? ¿Educadamente? – Dijo sarcásticamente la chica para continuar – lo siento si en tu vida lo único que te han dicho son groserías y falsos cumplidos para poder conseguir lo que ya toda la escuela esta cansada, niña, pero no hables tonterías en un grupo que la verdad no le interesa en absoluto lo que digas pues es completamente hueco. – concluyo mirándola altaneramente, Draco no despegaba su mirada de Hermione, esa chica tenía coraje. Ron estaba todo colorado por las palabras de su amiga, Luna miraba de Hermione a Pansy y de Pansy a Hermione sin prestar mucha atención, los demás estaban casi con la boca abierta esperando las palabras de la morena hacía la astuta e inteligente Hermione…

- ¿Te crees muy guao, cierto? – Dijo burlescamente la morena – pero a parte de ese búlgaro sin cerebro jamás te he visto con otro chico, ¿sabes por que? Porque nadie en su sano juicio te desearía… porque eres patética, una come libros, enmarañada y fastidiosa – concluyo con una sonrisa en su rostro, Hermione trago grueso, había dado en un lugar doloroso, pero es que ella no era de esas chicas a las que les gustaba arreglarse para estar esperando a un hombre, ella tenía metas y no era una de ellas estar rogando cariño masculino aunque la verdad le era a veces difícil soportar ver a todo el mundo encaramelado exceptuándola. Pero estaba muy equivocada esa serpiente insignificante que con eso la rompería…

- Si Pansy solo a sido Viktor y sabes porque – las palabras salían como cuando una maestra le explica a un niño pequeño una lección – porque no necesito arrastrarme como tú a los brazos de un hombre para sentirme mujer – Pansy la miró furiosa – no necesito pasar de una cama a otra para sentirme importante – Pansy apretó fuertemente sus puños – no necesito el amor de otro sin en ello olvido el mió propio y por supuesto en ello mi dignidad – dijo concluyendo con ambos brazos en sus caderas y una mirada que hasta al mismo Voldemort hubiera hecho retroceder.

Pansy bufó furiosa y salió de allí, exclamando cientos de maldiciones y palabras obscenas.

- ¿La defenderás? – reto Hermione a Draco que aún mantenía su mirada fija en ella pero además tenía una torcida sonrisa en su rostro.

- No conmigo Granger, bájate de la nube- dijo Draco saliendo del compartimiento del tren, sin despedirse o emular alguna expresión de obstinación. Al salir y caminar unos metro se encontró con una Parkinson furiosa que lo miraba expectante.

- ¿Por qué no me defendiste? – dijo con los ojos empapados de lágrimas un acto que a Draco no le afecto en lo mas mínimo sino mas bien se sintió asqueado. Era posible que ahora sintiera nauseas hacia la mujer que hasta hace poco había tenido para satisfacerse.

- Deja de molestar, no soy nada tuyo – dijo cortante y seco.

- ¿Draco, por que eres así? ¿Ya no me amas? – pregunto en un susurró casi inaudible pero que sin dudas Draco escucho y no pudo evitar soltar una gran y fría carcajada que tenso a la morena.

- ¿Amarte? Jamás lo hice, digamos que Granger tuvo razón en algunas partes – dijo burlescamente pasándola de lado sin preocupación…

La morena se quedo allí llorando hasta que por fin llegaron a la estación. Pansy salió junto Blaise y Nott. Los 3 estaban callados pero parecían poder comunicarse, iban coreografiados, tranquilos y con sus habituales portes aristocráticos, claro Blaise era el mas derecho y con un porte de príncipe que nadie podía superar excepto Draco que era como el rey de todos ellos, Draco caminaba siempre tan perfectamente, parecía una danza, sus pies nunca tocaban completamente el piso… era perfecto.

- Petrificus totalus – dijo Draco quien se había quedado en su vagón luego de que todos salieran, había captado algo, el entrenamiento como mortifago si había funcionado, y ya estaba lo suficientemente cabreado como para que alguien mas quisiera molestarlo -Eres tan asqueante que piensas que no me iba a dar cuenta. – dijo serio y mordazmente.

Harry lo miró aterrado, al parecer era cierto lo que le había comentado Hermione ese hombre ya no era el habitual cobarde con quien siempre había discutido y peleado, este parecía un hombre, parecía mas tenebroso, lucía mas retador que su propio padre, no le temblaba la varita y sus ojos no demostraban temor o piedad alguna. Harry parpadeó unos segundos era lo único que podía mover, se sentía entumecido jamás se había sentido tan tieso antes con aquel hechizo, la fuerza con la que fue lanzado era despampanante.

- Te diré una maldita cosa Potter – dijo amenazadoramente Draco aproximándose a Harry, quedando a centímetros del rostro del pelinegro, quitándole la capa de invisibilidad – te vuelves a meter en mi maldita vida y la ultima de las imperdonables la estrenare contigo – concluyo pegando sus labios con fuerza - ¿entiendes? – pregunto y Harry lo único que pudo hacer fue parpadear, ese chico definitivamente no era Draco. Draco se volteó para retirarse del tren pero recordó algo e inmediatamente se incorporo de nuevo frente a Potter dándole un fuertísimo puñetazo en todo el rostro, Harry sin poder evitarlo boto un par de lágrimas que salieron por la contusión – Por mi padre. – dijo Draco y salió del vagón, completamente tranquilo, reuniéndose con Blaise quien se quedó esperándolo fuera del tren.

- ¿No le hiciste mucho daño? – pregunto con una sonrisa el moreno.

- ¿Lo habías sentido también? – pregunto Draco con una seriedad abrumante.

- La única que no lo hizo fue Pansy.

- Típico, ¿Por qué no hiciste nada? – pregunto Draco, ambos caminaban a los botes.

- Yo no lo odio, me sabe a mierda. – Dijo con una sonrisa para luego cambiar su rostro a uno serio y espectral – además lo necesitabas, ¿cierto? – Draco lo miró y asintió, realmente necesitaba aquello y debía darle las gracias a Merlin por no haber matado al elegido allí mismo, porque eso era lo que realmente deseaba. - ¿Qué planes tienes para este año Draco?

- Algunos que no son de tu asunto y de mi agrado – dijo serio y con la frustración en el rostro, solo de pensar, las cosas que tenía que hacer antes de dar el golpe final lo estresaban, era realmente frustrante.

Llegaron al castillo, Draco le hizo un gesto de manos a Blaise, separándose de él, antes de dirigirse al comedor Draco bajo a las mazmorras introduciéndose directamente a su habitación, estaba cansado, no quería ir al gran comedor y ver al que debía ser su victima, solo de pensarlo se le erizaban los brazos, era abrumador, sabía lo fuerte que era ese viejo, pero también sabía lo fuerte y mal nacido que era el seños tenebroso y para mal suyo amaba a su madre mas de lo que amaba su propia vida.

Se vio en el espejo, veía su reflejo, su cuerpo mucho mas atlético, su espalda mas ancha, su cuerpo mas alto, sus ojos mucho mas fríos y oscuros, no mostraban aquella inocencia que a pesar de todo solían mostrar, ahora lo único que mostraban era dolor y temor… veía sus mejillas que estaban pálidas, su barbilla bien formada, mostrando la virilidad que ya tenía, se levanto la manga de su camisa y pudo observar como aquella serpiente que ya no le agradaba para nada se movía tranquilamente por su antebrazo, era oscura, negra como seguramente era el alma del señor tenebroso, cada vez que veía aquella marca le daba nauseas, ese era su cuerpo y jamás le hubiera gustado marcarlo por algo tan bizarro y absurdo, le hubiera gustado hacerse un tatuaje digno de él, de su imaginación de su creación, no una maldita serpiente que le expresaba cada día el sirviente que era, ni siquiera sirviente, era un esclavo peor que un elfo doméstico, él no recibía pago alguno, solo era un peón de Voldemort, un peón que podía ser sacrificado en cualquier momento.

Se arregló la manga de su camisa, se coloco su túnica y salió de aquella habitación. Subió las escaleras y llego a las puertas del gran comedor, las abrió con mal humor, sabía que aquello haría que todos pusieran su atención sobre él, pero para su mala suerte moría de hambre, como se lo esperaba todos voltearon a verlo, todos excepto la sabelotodo de Granger, ella solo levanto la vista para cerciorarse de quien era y luego la centro en algo de mayor importancia, esa mujer era completamente extraña, Potter lo miraba con una mezcla de temor y confusión, Draco sabía que se había excedido pero es que ese maldito chico lo había hecho estallar, el pobretón lo miraba con la misma rabia, envidia, rencor de siempre, ese nunca maduraría, Neville, ese lo miró y desvió la mirada, ese año no quería seguir siendo el ratón de experimentos de Draco como todos los años anteriores, lo miraba con temor, la pobretona lo miraba con orgullo, esa era diferente a su hermano, esa si parecía una gryffindor, no le bajaba la cabeza a nadie, tal vez si tuviera al mismo señor tenebroso frente a ella mantendría su porte, era digna de respetar pero Draco ya no respetaba a nadie, a la única persona que respetaba y no es porque lo admirara o le pareciera inteligente era al hombre que tenía que matar y pues ya ese respeto moriría… aunque si había una persona a la quien respetaba y tal vez apreciaba y estaba sentado en la misma mesa que el director del colegio, un hombre que todos temían pero que el admiraba, un hombre que jamás sonreía pero que a él lo hizo sonreír de maneras efímeras pero lo hizo, un hombre que se a mostrado como un ser oscuro pero que tal vez tiene mucha mas luz que todos aquellos estúpidos que se la tiran de héroes, un hombre que no es su padre pero que así lo ve ahora y tal ves siempre lo había visto de esa manera, pero lo termino aceptando fue en el momento en que solo él le tendió una mano. Y allí estaba la sangre sucia ni siquiera le prestaba atención, era muy inteligente de su parte ya no prestarle interés, había pasado 5 años de su vida peleando con ella, por cosas que ya no le interesaban en lo absoluto, aunque aún les veía alguna lógica no le interesaban… no es que quisiera que un hijo suyo fuera a Hufflepuff, pero bueno la verdad es que Draco pensaba que no tendría tiempo ni siquiera de dejar descendencia, tenía la certeza de que al momento de lanzar la imperdonable faltante, sus días terminarían en Askaban y es que a pesar de ser un mortifago esperaba con muchas ansías que Potter cumpliera con su "profecía".

Draco camino por el pasillo del gran comedor para dirigirse a su sala, posando su mirada en la mesa de profesores, observando al director, Dumbledore lo miró y le sonrió de una manera que jamás le había visto, era una sonrisa de confianza, de ánimos. Si supiera pensó Draco, recorrió la mesa y la poso en su antiguo profesor de pociones, este lo miró con su típica mirada penetrante, intentó usar la legeremancia con Draco pero este cerró inmediatamente su mente, bloqueándola al instante, Snape sonrió y Draco bajo su cabeza para que nadie notara su media sonrisa, aquello era algo que venía haciendo con Severus desde hace ya un tiempo, en cualquier momento, lugar, circunstancia, Severus, intentaba infiltrarse en la mente de Draco para así de algún modo seguir su entrenamiento y realmente funcionaba, se sentía mucho mas fuerte ahora, cerrando su mente siempre que sentía la intromisión de alguien… aún no le tocaba usarla con el lord pero sabía que pronto llegaría ese día y ese día vería que tan bueno era.

Draco se dirigió a su mesa, tomando asiento al lado de Blaise y Goyle, Crabbe estaba frente a él y Pansy al lado de Blaise, mirandolo reprochadamente, él siempre se había sentado con ella años anteriores, Nott, Nott estaba sentado en el extremo de la mesa, el era el mas asocial de todos, era de la pandilla de Draco pero no le interesaba estar siempre junto a él.

- ¿Por qué duraste tanto Draco? – pregunto Goyle con toda la boca repleta de comida, un gesto que molestaba en exceso a Draco, él siempre tenía buenos modales, no le gustaba hablar de ese modo, le parecía repugnante.

- Me dio la gana – dijo tajante el platino.

- Oye Draco – dijo Blaise – bájale a tu mal humor, hoy lamentablemente tenemos una clase de pociones así que relájate un poco.

- ¿Qué? – dijo Draco furioso, hoy lo único que quería hacer era relajarse, acostarse en su cama y tal vez tomarse un vaso de whisky de fuego.

- Así dijo el viejo feo – dijo esta vez Crabbe – es para que conozcamos al nuevo profesor, solo serán las presentaciones y cosas, no se.

- Venga que eres mas bruto este año – bromeo Blaise, logrando sacarle una sonrisa a Draco – este año nuestro profesor de pociones será aquel – dijo señalando a Horace Slughorn disimuladamente, Draco asintió – se llama Horace Slughorn así que hoy tendremos unas clases introductorias con el, eso es todo.

- ¿Snape? – pregunto Draco, si ese hombre suplantaba a Snape, ¿que asignatura daría este año entonces?

- Defensa contra las artes oscuras. – dijo Blaise sonriendo, aquello era perfecto. Draco sonrió y miro al lugar donde se ubicaba este, Snape al instante lo miró y Draco le sonrió, Snape enarco una ceja e intento infiltrarse en la mente de Draco para poder entender aquel gesto, Draco abrió su mente mostrándole solo esto felicidades profesor, Snape bufó y negó con la cabeza, Draco se echo a reír haciéndose notar pero es que esta no era un risa de aquellas, frías era mas bien muy cálida, la única persona que lo había escuchado reír de esa forma era Snape y esta risa también era gracias a él. Snape odiaba que lo aludieran pero Draco le encantaba hacerlo, de manera sarcástica y para sacarlo de sus casillas, pero le gustaba… todos lo miraban extrañados pero Draco no les presto atención, luego de su gran y continua risa se calmo y siguió comiendo.

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Hermione la hizo temblar aquella risa, estaba concentrada leyendo un nuevo libro de pociones, el que usaría ese año… desde que llego al colegio y entro en el comedor comenzó a leerlo, ese día después de haber discutido con Parkinson se sentía un poco cohibida, el hecho de que Malfoy no se hubiera metido en ningún momento con ella, por cosas triviales, le extrañaba, al verlo entrar por la puerta del gran comedor, se sintió verdaderamente temerosa, bajo la vista y decidió no prestarle atención ya Harry le había comentado su altercado con él y lo fuerte que lucía ahora, lo tenebroso que se había vuelto y como no le tembló en ningún momento la varita, le había echo entrar en razón a Harry pues este decía que Draco era un mortifago pero aquello era imposible ¿cierto? El apenas era un niño, no podía ser que fuera un mortifago, si lo fuera ese año se metiera más con ella y esa tarde demostró todo lo contrario. Debía haber otra explicación para el gran cambio del chico, pero no las tonterías que decía Harry, puede ser que simplemente estudió mas, entreno, pero eso no quiere decir que ya era un peón en las filas del señor tenebroso.

- ¿Lo ven? – dijo Ron malhumorado.

- ¿Qué cosa?- pregunto Harry.

- Siempre llegando y creyéndose la gran cosa, llego tarde a propósito para hacerse notar. – dijo todo acalorado el pelirrojo.

- ¿Y para que haría eso Ronald? – pregunto Hermione, una cosa es que ¡si! Odiaba al chico, pero otra era hacer una película donde ni siquiera había un cuento, aquello ya eran fabulas que se estaban inventando Harry y Ron.

- Porque – titubeo – es Malfoy. – respondió simplemente Ron, a lo que Harry asintió como si fuera la cosa mas obvia del mundo.

- Que analítico te has vuelto – dijo sarcástica Hermione, mientras se levantaba de la mesa y salía del comedor, sin voltear a ver a nadie… estaba cansada de todos los complots de sus amigos, siempre había alguien malvado… Malfoy era un tarado pero no un ser maligno pensaba ella, además no quería seguir pensando y metiéndose año tras año en problemas, ella sabía que la guerra se aproximaba y lucharía junto a Harry porque tenía ideales y los defendería, esa guerra no solo se trataba de Harry Potter se trataba de algo más, consistía en la liberación de todos los seres mágicos y no mágicos, liberarlos de un ser opresor y corrupto, quien no le importaba la vida… por eso lucharía pero ya no quería seguir escuchando cuentos de espías, era el primer día en el colegio y ya la atosigaban.

Camino por los pasillos del colegio, aquel lugar la llenaba de paz, la verdad es que lo amaba, era su segundo hogar… allí estaba su otra mitad, pues su parte humana se sentía a gusto en Londres pero no era lo mismo cuando llegaba al colegio allí se sentía completa, tranquila… feliz.

Faltaban 2 horas para ir al aula de pociones pero decidió ir de una vez, así tendría tiempo de leer mas su libro, cuando abrió el salón y observo los bancos, las paredes de piedra húmeda, el polvo en perfecta proporción, el escritorio de madera caoba oscuro, un libro de pociones, un poco mas antiguo que el de ella, los estantes de metal grises sin ningún tipo de oxidación, lleno de pócimas, ingredientes, hierbas… esa era su vida y le encantaba, cada cosa que miraba era una cosa mas para defender, una cosa mas que no permitiría ser destruida. Camino hasta el escritorio y observo todo el salón, había pequeños bancos y mesones largos a los lados, en cada mesón habían 10 calderos, ese año compartiría pociones con Slytherin.

Camino hacia el fondo del salón y se sentó en un pequeño banco, colocando sus pies en otro y recostando su espalda en la pared de piedras de aquel salón, la lectura era interesante, o así pensaba ella… estaba leyendo sobre una poción, suerte líquida, muy interesante pero a la vez simple en el sentido de que ella pensaba que cada persona hace su destino como prefiera, nada ni nadie puede predecir tu futuro. Esas son cosas absurdas que dicen las personas de mente cerrada.

Leyó un gran rato, casi se terminaba el libro cuando escucho que venían los demás estudiantes, así que cerró el libro y lo coloco en el mesón, se arreglo el uniforme, acomodo un poco el cabello y sentó derecha.

El primero en entrar fue Harry quién reía con Ron, ambos se ubicaron al lado de ella, dejándola en medio… parecía que la protegían de los grandes peligros que había en Hogwarts. Luego entraron Patil y Brown, que como siempre entraron cuchichiando nuevos chismes, "aventuras" que pasaron en vacaciones, ambas se ubicaron en el borde del mesón. Luego entraron Dean y Seamus los inseparables, más que Harry y Ron, los chicos entraron riendo, tranquilos, relajados, se ubicaron en los primeros asientos que vieron. Cormac McLaggen quien entro con su habitual apariencia de altanería, creyéndose lo mas sexy del mundo, se ubico en el primer puesto del mesón donde se ubicaban la mayoría de los gryffindors… ni siquiera Malfoy era así de creído, bueno la verdad si, pero es que Malfoy provenía de la familia mas rica de todas y una de las de mejor linaje.

Luego entro saltando Luna, llevaba unos lentes un poco grandes para su rostro, la verdad es que muy grandes, le cubrían todo la frente, eran fucsias con verdes fosforescentes, y el cristal era amarillo, nadie le presto atención… todos sabían como era Luna, ya nadie la criticaba aunque si la excluían, los únicos amigos que tenía eran Harry, Hermione y Ginny, Ron siempre que podía la menospreciaba, algo que Luna siempre tomaba de mala gana pues aunque nadie lo percibiera tenía sentimientos y unos muy frágiles, solo que ella era así, tenía esa personalidad y le salía la natural, no era por querer llamar la atención como decían muchos o porque era loca como decían otros, simplemente así era feliz. No iba a clases pues estaba un año menor, estudiaba junto a Ginny, pero fue a darle un pequeño papel a Hermione enviado por la profesora Mcgonagall, era sobre las patrulladas.

- Hermione la profesora Mcgonagall me mandó a darte esto – dijo Luna con una gran sonrisa – no se porque simplemente no te lo mando con una querida Doxy, no son tan malas como dicen o con un Imp, ¿sabes? Los que viven cerca del lago, pero bueno me vio a mi y decidió mandarme – Hermione la miraba con una sonrisa en el rostro, esa chica era genial, Luna se acercó al oído de Hermione y le susurró – Se que no estás feliz pero si mantienes esa sonrisa nadie lo notara – Hermione abrió los ojos y la miró a los ojos, además de inteligente, intuitiva, la gente se equivocaba en grandes cantidades con Luna.

- Gracias Luna – dijo Hermione tomando el papel que le ofrecía Luna – luego hablare con la profesora, Luna le sonrió y se dio la vuelta, para salir del aula, cuando escucho que Hermione le dijo: - Gracias por todo – Luna volteó su rostro y le regalo una gran sonrisa.

- Los amigos tu sabes – dijo Luna sonriendo cuando de pronto se tropezó con un chico, alto de 1.75, delgado, de cabellos negros por las orejas, no tan largo, no tan corto, con mirada helada, pero de ojos negros como la noche pero tensos como el agua tranquila del lago encantado, de tez blanca, no pálida, no bronceada. – Disculpe caballero – dijo Luna, el chico la miró extrañado por aquella muestra de educación muy extraña en un estudiante.

- Tranquila – fue lo único que pudo responder el joven pues aquello lo había tomado desprevenido, venía leyendo un libro así que no se percato de quien tenía al frente sino hasta que la tropezó. – fue mi culpa.

- Culpa mía, culpa tuya – rió Luna – al final ambos salimos golpeados… Hasta luego – y luego de decir esto salió del aula dando pequeños brincos con sus pies, tranquila, feliz, danzando al compás de una música que solo ella era capaz de escuchar pero que cualquier persona podría envidiar.

El muchacho siguió leyendo su libro hasta que se ubico al final del mesón vació, sentándose en el banco que daba frente a Hermione, no le presto atención, él no tenía nada contra ella, es mas la consideraba una tipa muy inteligente, mas de lo que cualquier sangre pura y compañero de casa era.

- Theo – dijo Pansy al entrar al salón y sentándose al lado del moreno, Theo la miró e hizo un gesto con la cabeza en señal de saludo, para luego retomar de nuevo su lectura, algo mucho más interesante que hablar con la chica. - ¿Y Draco? – Theo bufó e hizo la burla de buscar algo en sus bolsillos.

- Se me perdió – dijo burlescamente, sabía que la única forma de zafarse de Pansy era molestándola con algo relacionado a Draco. Hermione no pudo evitar oír aquello y reírse por lo bajo.

- ¿De que te ríes asquerosa sangre sucia? – espeto Pansy furiosa, llevaba todo el día de mal humor, la discusión en el tren con Hermione la tenía aún malhumorada.

- Aquí de una poción, se llama – Hermione la miró mordazmente – Amortentia, podrías usarla. – Como era de esperarse Pansy no entendió nada, solo bufó y se sentó al lado de Theo, él cual si entendió las palabras de Hermione y le sonrió guiñándole un ojo, Hermione sonrió y siguió leyendo como si no pasara nada.

Luego llegaron Blaise, Crabbe y Goyle. Él único que no llegaba era Draco, todos sabían ya por información de Hermione y Ron que la señorita Daphne no llegaría esa semana, pues estaba de vacaciones con su familia.

- ¿Dónde esta Draco? – le pregunto Blaise a Theo. The lo miró enarcando una ceja – vamos tío no seas odioso conmigo – dijo burlescamente, Theo no era de esos chicos que reía, bromeaba o algo por el estilo, era serio, tal vez demasiado para su edad.

- Llegara tarde – dijo Crabbe.

- El regaño es para él. – dijo Blaise, subiendo y bajando los hombros, quitando interés del tema.

- Ya no es Snape quién da la clase – intervino Ron en la conversación de las serpientes.

- ¿Y quien llamo al traidor a esta conversación? – pregunto sarcásticamente Pansy, mientras Goyle y Crabbe asentían desenfrenadamente.

- Yo mismo. – dijo Ron un poco sonrojado pues la morena tenía razón. – ya este no es el salón de Snape así que no se ira inmune, el hurón ese.

- Cuida tus palabras maldita comadreja – dijo una voz desde la puerta, todo el salón sentía la energía oscura emanar de Draco, no eran las antiguas palabras vacías de antes, llenas de odio y malcriadez, estas eran tenebrosas. Ron lo miró y se paró del asiento, Harry sacó su varita del pantalón y la tenía empuñada en su mano, aferrandose con fuerza a ella, Hermione solo miraba intensamente a Draco, evaluándolo, examinando cada expresión y movimiento del chico. - ¡Vamos Potter! – Dijo Draco mientras miraba a Harry con una mirada aniquiladora – hechízame… lanza un crucio – sonrió torcidamente mientras entraba completamente al salón – y tu asquerosa rata pobretona hazme algo. – ambos chicos se miraron y pararon de sus asientos, Hermione pudo ver como Draco mantenía en su mano la varita, imperceptible a la vista de la mayoría pero no a la de ella.

- Basta – dijo ella mientras se levantaba, había visto en la mirada de Draco, advertencia, si Harry o Ron lanzaban un hechizo aturdidor, él lanzaría uno mortal, lo sabía… lo presentía. – Parecen unos niños, tú Ronald siéntate y no te metas en conversaciones ajenas, y tú Harry Potter siéntate y no defiendas a Ronald de los problemas en los que él mismo se busca – Ron iba a protestar pero Hermione carraspeó haciéndolo callar. – Y tú Malfoy guarda ya la varita – concluyó Hermione con un hilo de voz, Harry y Ron se vieron sorprendidos, ninguno había notado que Draco tenía la varita en su mano.

- A el no le des ordenes maldita asquerosa – gritó Pansy, Hermione en un segundo se coloco frente a ella, clavándole la varita en toda la yugular. - ¿Qué haces? – jadeó la chica.

- Cállate – bufó Hermione apretando más la varita, Pansy respiraba entrecortadamente. – Me vuelves a decir otra maldita cosa y te juro que voy a imaginar que eres el lord tuyo y te lanzare una imperdonable sin remordimiento – dijo frustrada, exasperada, cansada.

Harry y Ron se lanzaron sobre ella, pero ambos se detuvieron al ver la mirada asesina que les lanzo su amiga, si se les ocurría tocarla.

- El ratón se ha vuelto rata – dijo Draco quién sonreía maquiavélicamente. Hermione lo miró fulminantemente, mientras se alejaba y se colocaba de nuevo en su lugar, todos se quedaron en shock, nadie quería decir algo, hasta Brown y su amiga se quedaron heladas, jamás habían visto a Hermione perder los estribos de esa manera, excepto Draco claro que lo probo en carne propia hacía ya 3 años. Y la verdad no le apetecía probar de nuevo un puño de esa chica, menos mal que no le hizo daño a Pansy pues quedaría en la enfermería por largo tiempo.

- No soy un ratón soy una leona – dijo orgullosa Hermione mientras le sostenía la mirada a Draco.

- ¿Una leona? – Se burló el rubio – eres una maldita gata, además que impura. – dijo despectivamente. Algo que sabía le dolería a Hermione pero que ella ya estaba acostumbrada, no por eso dolía menos, pero había aprendido a inmunizarse de aquellos comentarios… tenía que hacerlo.

- Pues esta impura – dijo la castaña altivamente – siempre ha vencido a los sangre pura de tu casa. – culmino alzando una ceja y sentándose en su lugar pues pudo observar que el nuevo profesor estaba entrando al aula. Todos esperaban alguna palabra de Draco pero este ya estaba en su asiento, demasiado rápido para la vista de algunos, ni Harry fue capaz de darse cuenta el momento en el que Draco guardo su varita y se coloco en su asiento.

- Buenos días mis queridos niños. – dijo felizmente Horace, ignorante a todo el problema pasado en su aula minutos antes. Todos dijeron un buenos días al profesor – en esta bella noche, antes de que se dirijan a sus recamaras, les diré lo que haremos en este nuevo año.

- ¿Pociones? – susurró sarcásticamente Blaise… todos rieron.

- Si señor – dijo Horace un poco avergonzado – Pociones, pero haremos de las mas fáciles, a las mas difíciles, permitidas pero extremadamente difíciles. Desde una simple poción quitamanchas hasta una poción Felix Felicis, capaz ¿de?

- Es conocida como suerte líquida, logra que se hagan todas las cosas que tengas propuestas en ese momento – dijo instantáneamente Hermione.

- Muy bien ¿señorita?

- Granger.

- Bien, como dijo la señorita Granger, esta poción es muy poderosa e inmensamente difícil de hacer, si sale mal, ocasiona desastres. – dijo sonriendo. – Ahora trabajaremos en una modalidad un poco diferente, nuestro querido director ha pensado que sería algo bueno unir las casas, así que todos trabajaremos en parejas, por el resto del año. Parejas de casas diferentes evidentemente.

- Eso es absurdo – grito un aludido Ron.

- Dígame el porque ¿señor?

- Weasley – dijo – me parece que cada quien tiene que elegir libremente su pareja, eso es libertad de opresión – toda el aula rió sin control, hasta a Harry y Hermione se le escaparon algunas risillas.

- Es libertad de elección o de expresión tarado – dijo Blaise, muerto de risa – hasta yo lo se.

- Bueno eso, cada uno debe elegir su pareja – dijo acalorado y avergonzado.

- Pues no señor Wenby, trabajaremos en unir las casas – dijo finalmente el profesor – mañana serán seleccionadas las parejas, por ahora pueden volver a su habitación.

Todos en el salón se levantaron y salieron del aula. Hermione no hablaba, seguía leyendo su libro sin prestar atención a todas las palabras inadecuadas que decía su pelirrojo amigo, Harry tampoco decía mucho, de vez en cuando un "me parece bien", "estoy de acuerdo Ron", pero ambos sabía que el enojo de Ron era porque no podría ser la pareja de Hermione, porque Hermione estaría con otra persona ocupada, estudiando y no tendría tiempo de ayudarlo.

- Debemos descansar, mañana será un largo día – dijo Hermione mientras daba la contraseña a la señora gorda.

- Me parece bien – dijo Harry mientras le daba un beso en la mejilla y seguía a su habitación, Ron no dijo nada solo siguió a Harry, seguía diciendo mil palabras, mil cosas que la verdad no le interesaban a Harry.

Hermione subió a su habitación y se acostó en su cama, realmente estaba exhausta, esa cama era como su segundo hogar, era cómoda, perfecta, le olía a hogar como la de su casa, se quito su ropa y preparo el uniforme para el día siguiente, sus compañeras no llegaban aún, algo bueno pues estaba en ropa intima. Se coloco su pijama, decidió bañarse a la mañana siguiente estaba tan cansada que no aguantaría una ducha mas.

Cuando se recostó y coloco su cabeza en la almohada sintió como todo el estrés minimizaba.

¿Será que Harry tiene razón con respecto a Malfoy? – pensaba Hermione antes de caer en un profundo sueño, un sueño que la llevaría a aquellos rincones que nadie conoce, que nadie jamás podrá observar, solo ella y la persona que elija para mostrarlos.

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Draco salió del aula junto a sus gorilas, Blaise contándole algún chiste y Theo leyendo sin prestarle mucha atención solo siguiéndolo, Pansy mientras tanto se mantenía a su lado intentando abrazarlo, pero sabía que Draco no estaba de humor así que prefería no tocarlo, solo mantenerse a su lado.

- Con tal que no me pongan con la sangre sucia – chillo Pansy, en la sala común de Slytherin donde todos se habían sentado en sus sillones de cuero negro, completamente impecables.

- ¿Por qué te molesta sacar buenas notas? – esta vez fue Draco quien dejo a todos fuera de sus casillas, ¿acaso estaba defendiendo a la sangre sucia?

- Draquito. – dijo Pansy, ¿Qué le pasaba?

- Me tienes arto con tus malditas ridiculeces, madura de una vez por todas, ya es hora… sabes – dijo enfurecido y parándose de su asiento, estaba arto de aguantarse los mismos comentarios de hace 5 años, otra vez tenía que aguantarlos, ni una mierda. El no era el mismo, había pensado que ninguno lo sería pero allí estaba ella diciendo las mismas idioteces de siempre…

- Discúlpame amorcito – susurro Pansy, pero Draco no la había escuchado estaba ya trancando la puerta de su cuarto.

- Ahora si que la cagaste Pansy – dijo Blaise riendo por toda la situación.

- Cállate idiota, no se que le pasa. – chillo ella.

- Que ya estamos todos artos de que sigas diciendo las mismas tonterías de siempre – esta vez fue Theo que alzó la voz, mientras se ponía de pie y se marchaba a su recamara, Goyle y Crabbe lo siguieron no querían ser la pera de boxeo de Pansy ahora que estaba frustrada.

- Buenas noches mi solitaria dama – rió Blaise mientras también se retiraba.

- Malditos traidores – chillo la chica lanzando un pequeño centro de mesa al pasillo que daba con el cuarto de los chicos, el adorno se partió y esta enfurecida se dirigió a su cuarto gritando y blasfemando sin control.

Draco estaba acostado en su cama, con el cabello húmedo por el baño que se había dado, con solo unos bóxer para cubrir su intimidad, el torso estaba al descubierto, estaba pensando en todo aquello en lo que venía ya pensando en el pasado, en la muerte, en la vida, en el respeto y el valor que tenía su familia, en especial su madre que era la que realmente le importaba… su madre, aquella mujer que le dio la vida y muchas cosas mas, aquella mujer que aparentaba ser fría pero que siempre lo abrazaba cuando estaban solos, que lo tomaba de su mano, que no lo quería soltar el primer día de colegio hace 6 años, esa mujer realmente le importaba, por eso no podía fallar. Solo ella lo alentaba a proseguir, la vida de ella y su vida misma, aunque realmente el valor de su propia vida estaba decayendo en valor.

- Mierda – mascullo antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por la tranquilidad de la noche, por el silencio del sueño y de lo misterioso.

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Despertó sola, sin alarmas, sin gritos, todo estaba en silencio, miro por su ventana y pudo observar que ya había amanecido, el sol brillaba en su rostro, un lindo día de nuevo, pero el ánimo era diferente, estaba entusiasmada por alguna razón. Se levanto y antes de que alguien se le adelantara se adentro en el baño, duchándose con una perfecta y reconfortante agua caliente, lavó su cabello con abundante cabello y coloco un acondicionador que su madre le había comprado, era para cabello rebelde, la verdad le funcionaba perfectamente. Dejaba su cabello con rizos bien definidos, sin frizz.

Se vistió en el mismo baño, colocándose una linda lencería color verde oliva, le encantaba el verde, era tan llamativo pero a la vez lleno de vida, no se lo decía a sus compañeros porque armaban escándalo, coloco su uniforme y su túnica encima de el, peino su cabello y coloco en el cabello una poca cantidad de una crema comprada también por su madre, para mantener nivelado su cabello. Un poco de polvo facial y listo, no iba a maquillarse por cualquier cosa, además lo mas probable es que se pasara el día entero en la biblioteca pues era lo único divertido que encontraba hacer, sus amigos estarían hablando de lo que mas odiaba Quidditch, algo que tenía pero no le gustaba observar, para empezar ni siquiera sabía manejar bien la escoba, nunca le supo agarrar el truco y Harry jamás se había dispuesto a enseñarle, ella no se lo había pedido pero el nunca se había ofrecido.

Salió del baño y ya sus queridas y chismosas compañeras se estaban levantando, cogió su mochila y salió sin dar los buenos días, estaba segura que ellas amargarían su día. Cuando llego al gran comedor solo un poco de personas se encontraban allí, ni Harry, ni Ron estaban… la única a la que vio fue a Luna la cual le hizo señas, ella sin dudarlo se sentó junto a ella, pudo notar que la chica era una gran persona, inteligente como no serlo si estaba en Ravenclaw, simpática y leal… algo difícil de encontrar.

- Buenos días Hermione, ¿Cómo te encuentras el día de hoy? – Dijo sonriente la rubia – aunque tienes muy buen aspecto hoy.

- Buenos días Luna, si tienes razón, hoy me encuentro perfectamente – dijo regresándole la sonrisa.

Desayunaron unas cuantas tostadas con mermelada de moras, jugo de naranja para Hermione y uno de pera para Luna.

- ¿Cuál es tu primera clase? – pregunto Luna, mientras daba un sorbo a su jugo.

- Pociones – dijo Hermione. - ¿la tuya?

- Estoy libre, iré al jardín a ver si veo algún Bundimun y acabarlos, no vaya a ser que destruyan el castillo. – Hermione sonrió y no dijo nada, era mejor no decir nada a aquellos comentarios que parecían incoherentes.

- Me parece bien Luna – dijo un poco intimidada – bueno me marchare, estaré en el salón leyendo hasta que sea la hora. – dijo levantándose la chica.

- De acuerdo, Adiós Hermione.

Hermione se levanto de su lugar y camino hacia las entradas del gran comedor en la que se encontró con unos fríos y recios ojos grises, color del metal, pero con una mirada oscura, desafiante y tenebrosa, una mirada que había visto hace ya muchos años atrás pero que por primera vez sentía temor al sentirla sobre ella.

Volteó a verlo de refilón y no pudo pasar desapercibido para su olfato un gran olor a menta, tan fuerte y exquisita que le ardió la nariz, el siguió de largo mirándola de arriba hacia abajo con asco, diciendo sin palabras que la repudiaba… al darse cuenta Hermione no pudo evitar bajar su mirada, odiaba que la miraran así, ella no se merecía ese trato, jamás lo había tratado mal hasta el día en que tuvo que decir aquellas desagradables palabras, era triste que la "sangre" fuera tan importante para algunos, tal vez si el pensara diferente hubieran sido amigos, sabía que Malfoy era inteligente, mucho mas que Harry y Ron, pero lamentablemente la realidad era otra, así que no tenía que pensar en aquellas tonterías.

Draco la miró de refilón al momento en el que salió del gran salón, se sentó en la mesa de su casa y desayuno unas tostadas, con tocino, huevos fritos, salchichas, tomates en rodajas bien definidas, café y un jugo de naranja bien ácido. No hablo con nadie, no miro a nadie, su boca trabajaba pero su mente no paraba de pensar en miles de posibilidades, maniobras, estrategias, estaba atrasado, lo sabía, así que necesitaba algo rápido, algo rápido pero efectivo.

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- Hermione, te buscamos en el comedor. – dijo Harry, dándole un palmazo cariñoso en la espalda a su amiga.

- Lo siento chicos, me levante temprano y desayune rápido junto a Luna.

- ¿Lunática? – pregunto Ron con un gesto de incomodidad en los labios.

- No Ron, Luna, no conozco a ninguna Lunática – dijo seria la castaña. Ron bufo y se sentó en su lugar, comiéndose un pastelito que seguramente traía del comedor.

- A bueno, pensé que nos estabas evitando – se burlo Harry para tranquilizar el lugar, el aula se estaba llenando de gente.

- No seas tonto Harry – rió Hermione, mientras le daba un golpe al moreno.

- ¿Tonto? Me ofendes, ¿no sabes con quien hablas? – susurro las ultimas palabras a la chica.

- ¿Quién? – pregunto incrédula.

- El elegido – susurro, con actitud seria.

- No me hagas reír simplón – carcajeó Hermione, mientras le daba con el libro en la cabeza a Harry – controla tus humos Harry. – siguió la chica, hasta que vio entrar al profesor Horace.

- Buenos días queridos alumnos – dijo feliz, mientras sostenía un pequeño sombrero con algo adentro. – como les comente ayer, hoy se elegirán las parejas, las cuales serán permanentes sin ningún tipo de cambio ni objeción, serán sus compañeros por un año completo. ¿Estamos de acuerdo?

Todos se miraron con dudas, no entendían como Dumbledore quería unir dos casas que la verdad jamás se llevarían bien, pero no les quedo mas que decir un pequeño Si profesor.

- Muy bien lo diré por nombre, esto fue escogido a la azar. – dijo el profesor, sacando el primer papel. – El señor Harry Potter será compañero de la Señorita Daphne Greengrass, pero como la señorita Daphne no se a instalado a clases, por ahora será compañero del señor Ronald Weasley.

- ¿Qué pasara cuando llegue la muchacha? – pregunto Harry suspirando, aliviado porque no le haya tocado alguien como Malfoy o los gorilas.

- Serán los 3, son los únicos que tendrán ese privilegio. – carraspeo el profesor mientras introducía la mano de nuevo en el sombrero, sacando un papel nuevo, expreso – Parvati Patil será compañera de Gregory Goyle, Lavander Brown será compañera de la señorita Pansy Parkinson. – todos bufaban, Hermione estaba realmente nerviosa, quedaban puros chicos, eso sería realmente difícil, ya su día no podía ir peor. El profesor Horace saco su nuevo papel y dijo con voz alta para que el aula se mantuviera en silencio – el señor Dean Thomas será compañero de Vincent Crabbe – saco rápidamente un nuevo papelito mientras Crabbe lanzaba una mirada asesina al moreno Dean y este tragaba grueso – Seamus Finnegan será pareja de Blaise Zabbini.

- Rayos, quería a una de las chicas – bromeo Blaise, logrando un golpe por parte de Theo, Draco estaba en un sepulcral silencio, presentía algo que no le iba a gustar.

- Sigamos jóvenes – dijo el profesor Horace con el seño fruncido – el señor Cormac Mclaggen estará junto al señor Thedoro Nott – un silencio se hizo en toda el aula, un silencio que todos entendían, un silencio que avecinaba terror, un silencio que el profesor no entendía pero que los alumnos si, nadie hablo, ni siquiera Blaise, todos absolutamente todos sabía que esto no sería bueno. – el director dijo que esto sería difícil pero esperemos que no, evidentemente el señor Draco Malfoy será la pareja de la señorita Granger. – culmino diciendo el profesor de la manera mas natural y desinformada del mundo…

Draco miró a Hermione inmediatamente, con aquella penetrante mirada de la cual Hermione estaba evitando observar, pero que no resistió mucho pues lo observo y pudo sentir como cada vello de su piel se levantaba, como cada poro de su cuerpo se dilataba y erizaba en el instante, aquello no iba a ser bueno, no iba a ser bueno.

- Mierda, esto no es bueno – dijo Ron.

- Tienes razón – dijo Harry a su vez, observando la lucha de miradas que tenían ambos chicos, una ardiente mirada castaña, una mirada de fuego incontrolable y otra mirada helada de color mercurio, una mirada de mercurio congelante, unas miradas que o se aniquilaban o hacían grandes cosas.