EL JUEGO DE LA RESISTENCIA

Capítulo 1 : Sangre sucia hay para rato...

La pieza estaba completamente iluminada por los tenues rayos de sol que se colaban sigilosos por las cortinas entrecerradas de la enfermería. La señora Pomfrey caminaba de un lado al otro del pasillo recogiendo frascos vacíos, vasos de agua y descorriendo las cortinas. Caminó hacia la cama de Hermione y tomó su brazo.

-Pulso estable, presión normal... –musitó mientras una pluma en el aire escribía en un pergamino. –temperatura... mmm ...quizás está un poco baja. –Cogió una frazada de la cama a la izquierda de la muchacha y la cubrió con ella.

-¿Dónde estoy? –murmuró una vocecilla ronca y cansada que Poppy a penas pudo escuchar.

-En la enfermería de la escuela, querida... –contestó la enfermera examinando las pupilas de Hermione con una luz blanca que salía de la punta de su varita. –Has estado dormida cerca de una semana, ya pensábamos que no despertarías... –le sonrió y salió de la habitación.

La muchacha miró a su alrededor, había varias camas ocupadas. Podía distinguir a Neville dos camas hacia su derecha, parecía seguir durmiendo, tenía la cabeza vendada al igual que su brazo zurdo. Frente a Longbottom es distinguía la larga figura de Luna quien parecía estar despierta, pero al cruzar una fugaz mirada con Hermione cerró rápidamente los ojos.

-Tiene visita, señorita Granger. –dijo la señora Pomfrey acercándose a ella para ayudarla a sentarse en la cama. Puso un par de almohadones en la espalda de la Gryffindor y se acercó a la entreabierta puerta para dejar pasar a un alto chico rubio, quien se acercó tímidamente a la cama de la castaña.

-¿Cómo te sientes? –preguntó Malfoy de pie junto a Hermione.

-Como si me hubiera tomado treinta cervezas de mantequilla... –contestó la muchacha –Siento que la cabeza me fuera a explotar. –Se corrió un poco hacia la derecha del colchón dejando un espacio para que el rubio se sentara a su lado. –Por lo menos es bueno ver una cara amiga en este lugar...

Draco se sorprendió por el comentario de Hermione. Ambos jamás habían reconocido ser amigos frente a nadie y ni siquiera entre ellos mismos, siempre hablaban de tregua... ¿Pero amistad? A pesar de ello se sintió aliviado que Granger compartiera los sentimientos que el tenía por ella... Se sentó junto a la Gryffindor simplemente observándola.

-¿Qué tienes, Malfoy? –reía Hermione –¿Qué tanto me miras? ¿Tengo algo raro?

El Slytherin se arrojó a los brazos de la chica y la abrazó suavemente. Ella apoyó su cabeza en el hombro del rubio y le acariciaba la espalda.

-Pensé que nunca despertarías... –susurró Malfoy a su oído.

-¿Creíste que iba a dejarte el camino libre para el premio anual? –preguntó Hermione soltándolo –Todavía hay sangre sucia para rato... –sonrió pícaramente.

-Apropósito de Premio Anual... –exclamó el rubio parándose veloz de la cama corrió detrás de una cortina y salió cargado de libros y pergaminos. –Te traje todo lo que te has perdido... procuré pedirle los apuntes a los profesores en las clases que no compartimos. Supuse que "cara rajada" y "comadreja" no iban a darle mucha importancia, así que me adelanté a uno de tus ataques de neurosis...

Dejó todo sobre el velador de la muchacha y el mueble se balanceó levemente por el peso.

-Gracias, Malfoy.

-No fue nada... –contestó con las manos en los bolsillos de la túnica. –Sólo un poco más de trabajo extra.

-Gracias por sacarme del Bosque Prohibido... –murmuró Hermione mirándolo a los ojos –Sé que era muy importante para ti vengarte de V...Voldemort, sin embargo lo dejaste por... ¿salvarme?

-Voldemort me ha quitado lo más importante en mi vida, no iba a permitir que me quitara a mi mejor amiga... –contestó acercándose a la chica la besó en la frente –Nos vemos después, Granger.

Hermione se acomodó entre los almohadones siguiendo a Malfoy con la mirada. ¿Amigos? Tal vez era lo mejor en las circunstancias que se encontraban. A estas alturas de la guerra era mejor estar todos unidos contra el poder del Señor Siniestro, no había rencores ni purezas de sangre que debieran interferir en la meta común del mundo mágico: erradicar a Voldemort y sus secuaces del camino.

-¡Muy bonito, Hermione! –exclamó una voz melosa desde el otro extremo de la enfermería. –Fraternizando con el enemigo... ya sabía que el hurón y tú se traían algo entre manos.

-Nada de eso Luna... –contestó la castaña algo nerviosa, aunque algo le decía que la Gryffindor había presenciado atentamente la visita del rubio. –Draco sólo vino a traerme mis apuntes y a ver si yo estaba bien. Nada más.

Luna se incorporó en la cama para quedar sentada lo más erguida posible, dándose un aire de misterio.

-Así que Draco vino a verte... ¡Qué tierno! –comentó en un tono totalmente hipócrita. –Si él es tan considerado con las personas, jamás insulta a nadie y es un amor de mago...

Hermione arrugó las sábanas entre sus puños completamente furiosa. ¿Por qué Luna tomaba esa postura con ella? Siempre se portó bien con ella como para que ahora le pagara de esa forma.

-Aunque no te des cuenta, Granger... –dijo apretando los dientes. –Él sigue siendo el mismo pedante, altanero y estúpido de siempre... ¡Es un mortífago y tú una sangre sucia! ¿¡Cuánto crees que le durará su amabilidad!?

La castaña sintió como la sangre se le agolpaba en la cabeza, subía rápidamente su temperatura encendiendo sus mejillas y contrayendo los músculos de su cuello.

-¡Él no es un mortífago! –gritó fuera de sí. –Y aunque nadie le crea, yo lo hago... ¡¡¡¡Y si algún día me mata podrás decirle a todo el mundo como "viste en el aura de Malfoy sus demoníacas intenciones y que me lo advertiste y yo como embrujada no te quise escuchar"!!!!

-Si eso es lo que quieres que diga en tu funeral, lo haré... –dijo Luna muy calmada tomando el último número del profeta sobre su mesita de noche.

Hermione tomó algunos pergaminos de su propio velador y comenzó a leer algo que realmente no le estaba quedando en el cerebro, sólo seguía las líneas escritas por la prefecta caligrafía del Slytherin moviendo sus ojos de izquierda a derecha. Sintió ruido de sábanas y como unos pies descalzos caminaban rumbo al baño de la enfermería, un peso liviano cayó a sus pies sorpresivamente.

-Voy al baño... –dijo Luna mirando a la prefecta de reojo –Podrías dejar de hacer como que estudias y leer el titular de El Profeta... me tomé la libertad de tomar tus ejemplares prestados el tiempo que estuviste inconsciente. Las lechuzas los estaban amontonando insistentemente sobre tu mesita de noche.

La castaña se estiró en la cama para tomar los papeles color beige del borde inferior de sus sábanas. Abrió los ojos como una par de huevos fritos al fijar la vista en la primera página del diario.

Nuevo ataque en Hogwarts

El, en otros tiempos, lugar más seguro del mundo mágico británico volvió a ser atacado por los seguidores de El-que-no-se-debe-ser-nombrado. El pasado sábado y bajo la ligera vigilancia del lugar debido a la visita semanal al poblado de Hogsmeade, un grupo de mortífagos ingresó al Bosque Prohibido del instituto.

Por razones que se investigan un puñado de jóvenes de 5º y 6º año se encontraban merodeando los alrededores del mencionado bosque sin ningún tipo de supervisión. Los estudiantes, entre ellos el joven Potter, fueron sorprendidos y atacados por los capuchas blancas. No se registraron pérdidas irreparables, pero un número no conocido de ellos sigue bajo el cuidado de Poppy Pomfrey enfermera del centro educacional, quien se negó a dar declaraciones sobre el compromiso vital de los jóvenes.

Se sospecha de la participación del hijo del recientemente asesinado Lucius Malfoy, como autor material de los ataques contra los estudiantes. Fuentes cercanas indican que el joven Malfoy recibió en diciembre su iniciación como mortífago y se lo relaciona directamente con una serie de amenazas contra "El niño que vivió" y alguno hijos de muggles dentro de las paredes del colegio de magia y hechicería.

"No se explica cómo pudieron ingresar los mortífagos a las inmediaciones de Hogwarts, pero sabemos que Usted-sabe-quien tiene complices al interior del recinto..." –afirma el ministro Cornellius Fugde . Investigaciones posteriores confirman la urgencia del ministerio por obtener la tutela temporal de Draco Malfoy una vez terminado el año escolar. Por el momento Albus Dumbledore, director de Hogwarts no ha permitido el ingreso de ningún miembro fiscalizador del ministerio.

Rita Skeeter

Hermione escuchó que la puerta se entreabría y escondió el periódico entre las sábanas. Una cabeza pelirroja se asomó tras el biombo que ocultaba la cama de la Gryffindor.

-¡Hermione! –Ron corrió a su encuentro abrazándola fuertemente. –¡Qué alivio que ya estés bien! ¡Vaya susto que nos diste! Harry estaba como loco, para qué decirte yo... –desvió la mirada hacia la mesita de noche junto a la cama soltando la Hermione de sus asfixiantes brazos. –Veo que ya te estás poniendo al día... ja! No tienes remedio.

-Ron... –dijo la muchacha sonriéndole –Estás bien... ¿No te ocurrió nada?

-Bueno, si le llamas nada a los cruccios del padre de Goyle... sí estoy bien. –murmuró con voz pícara. –nada que la señora Pomfrey y sus pociones no pudiera aliviar.

La muchacha lo miró a los ojos sintiendo gran alivio de saber que sus mejores amigos estaban sanos y salvos.

-¿Y Harry? –preguntó tímidamente.

-¿Harry? –masculló el colorín rascándose la cabeza. –Bueno, él está algo... ocupado...

-¿Todavía está molesto conmigo? –lo interrogó Hermione con una expresión triste en el rostro. –Entiendo si no quiere hablarme...

-No creas que no se ha preocupado por ti, todos lo estábamos... Lavender, Parvati, Dean, Seamus, Justin y los demás preguntaban diariamente por ti... Incluso venían a verte cuando tenían tiempo. –afirmó contando con los dedos las visitas que había recibido la Gryffindor durante su estancia en la enfermería. –Si vieras las caras de felicidad que tenían cuando Dumbledore nos contó que habías recuperado la conciencia. –se puso serio al ver la cara desilusionada de su amiga. –Escucha, Hermione... Harry no está bien de ánimo, esto del ataque lo dejó bastante afectado...

-Sabes perfectamente que eso no explica su enojo ni su indiferencia... –suspiró Hermione hundiéndose en las almohadas. –Pero qué querías que hiciera, que pasara por alto lo ocurrido y fingiera que todo estaba bien...

Ron le lanzó una mirada fulminante que la hizo estremecer.

-¿Y ahora está bien acaso? –preguntó buscando una respuesta sincera en los ojos chocolatados de su amiga. –Hermione... No sé si hiciste bien, no considero que tu reacción fue la más adecuada, pusiste en peligro a los miembros de la A.D.... Pero estuviste cuando te necesitamos, eso lo reconozco... Tus problemas con tu ex novio arréglalos con él... –la mirada de Hermione se entristeció, cada palabra de Ron era cierta, su actitud infantil guió a sus amigos directo a las garras de Voldemort. –Nadie te guarda rencor... bueno tal vez Luna, pero créeme que todos entendimos como te sentiste. No tenías a quien recurrir, sin embargo ir a descargarte con el hurón no fue una buena elección... Bueno se me hace tarde para Pociones –se acercó a la muchacha y la besó en la mejilla. –Regreso a la tarde, le diré a los chicos que me acompañen... ¿te parece bien?

Hermione asintió con la cabeza y los labios apretados. Trataba de no dejar escapar las lágrimas que se le venían a los ojos copiosamente.

-¿Cómo está Hermione? –preguntó Harry a Ron al tiempo que el pelirrojo cerraba la puerta de la enfermería.

-¿Por qué no entraste a verla? Si hubieras visto su cara se te habría quitado inmediatamente ese estúpido orgullo tuyo... –contestó cargando su mochila sobre el hombro. –Y está bien, ya que preguntas.

-Me alegro... –murmuró mientras Ron lo miraba con reproche -¿¡Qué querías que hiciera!? Que la abrazara y le dijera: "Oh Hermione me alegro tanto que ya estés bien... No te preocupes porque casi nos mataste a todos en otro de tus ataques de neurosis..."

Un hombro lo golpeó violentamente arrojándolo contra la pared. Reconoció la mirada gris de Malfoy caminando en dirección contraria a los Gryffindor.

-¿Y ése a dónde va? –preguntó Ron ignorando el golpe de Harry contra la pared. –¿No nos tocan dobles con Slytherin?

-No creo que quiera aparecerse en clases, por lo menos hoy... –contestó Harry poniéndose de pie. –Ya leíste el artículo de Skeeter en portada de El Profeta esta mañana.

-Tienes razón... –murmuró Ron apresurando el paso –¿Crees que las cosas que se dicen de él sean verdad?

-Bueno, tú lo viste entre el grupo de mortífagos con Hermione tomada del brazo... –especulaba el moreno entrando a las mazmorras. –Es bastante sospechoso que nosotros estuviéramos buscando como locos a nuestra amiguita y él está junto a ella en medio del Bosque Prohibido rodeado de los compañeros de su difunto padre.

-Y madre... no olvides las cualidades oscuras de Narcissa. –agregó Ron al tiempo que tomaban asiento en las últimas filas de la habitación.

Snape entró en la mazmorra con su conocida actitud altanera y su cara de perro rabioso. Dejó un pesado libro sobre el escritorio y se puso a escribir una serie de instrucciones en la pizarra.

-Alumnos, los exámenes serán la próxima semana... –inició con un tomo de burla en su voz. –Espero que los que demostraron las habilidades necesarias para continuar en mi clase el año pasado obtengan unas calificaciones decentes. –detuvo su mirada en Ron y Harry –Aunque todos sabemos que hay aspirantes a magos y brujas que definitivamente no cumplen con las expectativas de este curso... –soltó una risa burlona. –Las pociones que se pedirán como requisito para aprobar este año están en la pizarra. Espero que las tengan listas a tiempo para presentarse al examen oral, donde deberán dejar sus muestras... Bueno ya conocen el procedimiento... Esta es su última oportunidad para aclarar sus dudas. Así que... ¡a trabajar!

La clase se trascurrió extrañamente armoniosa durante la mañana. La calma que se respiraba en el salón era únicamente interrumpida por los paseos de Snape de un lado a otro de la mazmorra, algunos puntos menos para Gryffindor y los comentarios sobre los titulares de El Profeta que susurraban en la sala como un aleteo de moscas.

-Dicen que lo llevarán a Azkabán... –comentaba Parvati a una chica de Slytherin sentada unos puestos más allá.

-¡No lo puedo creer! –exclamaba la muchacha poniendo sus manos en la boca –Está bien que trataran de deshacerse de Potter... ¡pero la sabelotodo de Granger no hacía mal a nadie!

-Tan guapote y tendrá que terminar sus días hecho papilla en ese horrible lugar... –susurraba Lavender mirando a Pansy. –¿Tú crees que es culpable?

-Créelo o no, Brown, pero yo no comparto las ideas de los mortífagos... Sin embargo, las tradiciones son muy importantes para nosotros los Slytherin, y el deber de Malfoy era seguir los pasos de su padre... pero me temo que aún no tenía la edad para ser mortífago, la verdad, es que no entiendo nada.

-Ginny Weasley estaba ahí... –interrumpió Dean –Y me comentó que Malfoy había sacado a Hermione del Bosque Prohibido antes que Ustedes-saben-quien la eliminara.

-Interesante... –masculló la chica de Slytherin que conversaba con Parvati. –A lo mejor, después de todo es un traidor de su sangre. –una sonrisa malintencionada se dibujó en sus labios -¡Gracias, Thomas, ése si que es un comentario que arderá en mi sala común!

-Cuando quieras, Essex. –concluyó el Gryffindor dirigiéndole una coqueta mirada a la muchacha quien se sonrojó.

Sonó la campana y los alumnos comenzaron a recoger sus apuntes y libros para salir de la sala. Algunos Gryffindor siguieron comentando las habladurías del desayuno compartiendo información con los curiosos Slytherin que los interrogaban, todavía sin entender lo que iba a pasar con el futuro de Malfoy.

-¿¡Que nadie de Slytherin lee el Profeta!? –exclamó Ron dejando atrás la puerta de la mazmorra.

-Me temo que el único que lo hacía era el hurón... –contestó Harry cargando un par de libros. –Debemos aceptar que el único con un coeficiente intelectual decente era él... El resto seguro leía las historietas o los resultados del campeonato de Quidditch, sin contar a Parkinson que cada semana aparecía fotografiada en la página de "sociales".

-Es verdad... –murmuró Ron. –Hey! Lavender!

La muchacha se detuvo a esperar al colorín, Parvati la imitó quedándose quieta a su lado.

-Chicas... Voy a ver a Hermione después de Transformaciones ¿vienen? –preguntó Ron entusiasmado.

-Pues claro –contestó Lavender esperando saciar su sed de chismes corroborando desde la fuente directa. –Yo tengo Adivinación a esa hora... ¿Nos juntamos en la enfermería a las seis y quince?

El pelirrojo afirmó con la cabeza y siguió su camino hacia el salón de Estudios Muggles. A medio camino de un corredor se detuvo.

-Harry dejé mi pluma en las mazmorras... Ve tú a clases y yo llego más tarde.

-¡Date prisa Ron! –gritó Harry mirando la delgada figura del Weasley que desaparecía por el final del pasillo.

Golpeó suavemente la puerta del salón y al no escuchar respuesta abrió asomando la cabeza.

-¿Olvidó algo Weasley? –preguntó Snape sentado frente al escritorio.

-Mi pluma, profesor... –Ron se dirigió al puesto que había ocupado con anterioridad y pudo distinguir los colores azulinos de su pluma. Volvió sobre sus pasos y se dispuso a salir del salón.

-Weasley... –lo detuvo Snape –Mándele mis cordiales saludos a la señorita Granger, pero dígale que no aceptaré su ausencia en el examen... –concluyó sin despegar la vista de sus anotaciones.

Ron abandonó la mazmorra algo choqueado por la "amabilidad" de Snape. Después de todo era Hermione la mejor de la clase, después del hurón por supuesto. A lo mejor se había ganado algo de aprecio por parte del "cabeza de cera" debido a su dedicación, porque ni hablar de comportamiento... ¡Cuántos puntos había logrado restar Hermione a la casa Gryffindor en todos estos años de pociones! Caminó a paso ligero por el corredor donde había dejado a Harry, no había necesidad de correr... Ser prefecto tenía sus privilegios, como el llegar tarde a clases sin tener que temer por los puntos menos. Una figura platinada pasó por el costado de Ron silenciosamente en dirección a las mazmorras.

-¡Malfoy! –gritó el colorín mientras observaba que el rubio se detenía y daba vuelta a mirarle.

Ron se acercó al Slytherin acortando peligrosamente la distancia entre ambos.

-No sé si lo que dice El Profeta es cierto y tampoco me interesa... –afirmó el Gryffindor apretando los dientes. –Pero te agradezco que hayas sacado a Hermione del lugar a tiempo... –Malfoy quiso interrumpirlo, pero Ron levantó una mano en señal que no lo interrumpiera. –No sé porqué lo hiciste, pero salvaste a mi mejor amiga...

-Eso no cambia nada entre nosotros, Weasley. –murmuró Malfoy mirándolo desafiante a los ojos. –No te metas en los asuntos que sólo nos incumben a Granger y a mí... –respiró profundamente como queriendo tragarse su orgullo. –Y no tienes nada que agradecer, sólo hice lo correcto.

Se dio media vuelta y continuó con su camino hacia la sala de Pociones. Ron se alzó de hombros y se apresuró para llegar a Estudios Muggles.

A las seis y quince esperaban en la puerta de la enfermería un séquito de alegres Gryffindor. Lavender y Parvati cargaban un enorme ramo de flores celestes, Dean conversaba animosamente con Ron acerca de la clase de Transformaciones. A lo lejos se podía distinguir a Harry acompañado de Seamus, quien caminaba presuroso al encuentro del resto de sus compañeros.

-Pueden entrar, pero traten de no alborotar mucho a los chicos, necesitan descansar –dijo la señora Pomfrey saliendo de la enfermería.

El grupo se dispersó dentro de la habitación, los chicos se acercaron a saludar a Hermione para luego acercarse a la cama de Neville quien estaba muy contento de ver a sus amigos. Parvati hizo aparecer un jarrón con agua sobre el velador de la castaña para poner las flores.

-Muchas gracias, chicas... –murmuró Hermione con una sonrisa en el rostro, sin evitar desviar la vista hasta la cama de Longbottom donde Harry conversaba alegremente con Neville, Dean y Seamus. Ginny había llegado hace algunos minutos y conversaba ahora con Luna al otro lado de la sala.

-Dime, Hermione... –interrumpió Lavender cortando las bromas que Parvati le dirigía a Hermione por el cerro de libros a los pies de su cama. –¿Es cierto eso que dicen...?

La castaña la miró despistadamente como interrogándola.

-Ya sabes... –continuó Parvati con brillo en los ojos –Eso que Malfoy te rescató...

-Pues sí. –contestó Hermione –Fue algo así.

-¡Qué divino! –exclamó Lavender poniendo sus manos en el pecho –Me hace recordar esas novelas muggles de caballeros y doncellas... sin olvidar esos horribles dragones... –murmuró con una mueca de asco en el rostro, Hermione puso los ojos en blanco y emitió un suave suspiro.

Unas camas más allá Harry hacía como que prestaba atención a la plática de Ron sobre los resultados de los partidos de los Cannions, sin embargo su vista estaba perdida en los gestos divertidos de Parvati y Lavender y los comentarios que le hacían a Hermione.

-Bueno, vamos a cenar... –concluyó Ron sobándose el estómago. –Si llegamos tarde tendremos que pedir la comida a las cocinas... Y eso incluye un castigo por vagar tarde en los pasillos.

Los chicos se despidieron saliendo ruidosamente de la enfermería. Sólo uno de ellos enlenteció la marcha para detenerse frente a la cama de la castaña Gryffindor.

-Así que estás mejor... –dijo secamente. –Hasta tienes ánimos de bromear con las chicas.

-Si, ya me siento bien, Harry. –respondió Hermione sin mirarlo. Guardó silencio un minuto para escoger bien las palabras. –Siento mucho lo que pasó... Puse en peligro a toda la Armada... Todo por un estúpido arrebato... Tal vez sino hubiera desaparecido por tantas horas...

-Lamento mucho que todo terminara así. –murmuró el moreno acercándose a la chica. –Pero tú sabes que ya no era lo mismo... no desde... tú sabes a lo que me refiero.

Hermione sintió un hielo que recorría su espalda atravesándole las entrañas.

-No... no quiero... hablar de eso... –tartamudeó esquivando los ojos verdes del muchacho, los suyos comenzaban a llenársele de lágrimas que no estaba segura de poder contener. –Sólo quiero que sepas que lo siento y que espero que sepas perdonarme... porque no podrás entenderme.

-En eso estamos de acuerdo, Hermione. –concluyó Harry muy frío. –Jamás entenderé muchas de tus reacciones y no voy a intentarlo tampoco... Pero te disculpo como Jefe de la Armada y cuando estés lista puedes volver a unirte a los entrenamientos.

-¿Y cómo amigo sabrás perdonarme...? –musitó con un grito desesperado ahogado en la garganta.

-Tú sabes que mi orgullo es bastante grande, estoy haciendo un enorme esfuerzo para poder mirarte con los mismos ojos, Hermione. –contestó con inseguridad en su voz, odiaba tener que ser tan cortante con ella –Te pusiste en riesgo vital, y nos arrastraste a todos contigo, traicionaste mi confianza y pusiste en duda mi palabra... Dame algo de tiempo.

Harry le dirigió una sonrisa inexpresiva a la castaña y salió de la pieza. Hermione miró hacia ambos lados de la enfermería. Luna había bajado a comer con los chicos y Neville había pedido permiso para retirarse a su habitación. Estaba sola, completamente sola y con el corazón en las manos.

-¡Todo él! –gritó furiosa mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. -¡MI confianza... MIS palabras! ¡¡¡Me cago en su confianza y quemaría sus palabras!!! Y qué pasa conmigo entonces... no puedo esconder lo que siento y ser una piedra insensible y egoísta como él...

Su llanto era más bien chillón y brevemente interrumpido por sonoros suspiros. Golpeaba el colchón con ira y movía la cabeza de un lado al otro (n/a: esos son los ataques neuróticos de los que hablaba Harry) desordenando aún más su rebelde cabellera. En un último intento por controlarse abrazó sus rodillas escondiendo la cara entre sus piernas, las lágrimas no paraban de rodar empapando las sábanas y la intensidad de los gritos no cesaba.

Se mantuvo así unos minutos hasta que sintió que unos brazos la rodeaban y una mano acariciaba sus cabellos castaños tratando de calmarla. Alzó la mirada para encontrarse con los grises ojos de Malfoy quien la miraba con una media sonrisa en los labios.

-Asumo que hablaste con Potter... –murmuró al ver el rostro enrojecido y mojado de la Gryffindor.

-¿Cómo.. lo... sabes? –hipó Hermione secándose las mejillas con las sábanas.

-Te conozco Hermione –sólo la llamaba así cuando estaba en esas condiciones deplorables –la única persona capaz de sacarte así de tus casillas es él... ¡Te pone como loca!

La chica comenzó a realizar un puchero y sus ojos se volvieron vidriosos.

-Ya, brujita, no sigas llorando... –susurró el Slytherin a su oído –Yo sé que tú no eres así de neurótica... él te convierte en esto. Mira que hasta se te va a ir el apetito y yo que bajé a las cocinas a pedirte algo de comer.

-En realidad, tanto llanto me está despertando el estómago... –contestó la chica dibujando una sonrisa amistosa, que no lograba impedir que sus ojos siguieran húmedos.

Malfoy le alcanzó una bandeja que descansaba en una mesita al lado de la cama.

-¿Por qué hay dos bandejas? –preguntó Hermione tomando un sorbo de jugo de calabaza.

-¿Qué acaso creías que te iba a dejar comiendo sola? – Malfoy se sentó frente a Hermione apoyado en la mesita, ella lo observaba gratamente impresionada. –Come, Granger que se enfría.

Comieron en silencio, tranquilos acompañados sólo de la tácita compañía de la señora Pomfrey que caminaba de una lado a otro ordenando la habitación antes de irse a dormir.

-Mañana puede regresar a su habitación, señorita Granger. –dijo la enfermera –Procure descansar mucho para que rinda bien en sus exámenes, buenas noches.

-Madam Pomfrey... ¿no esperará que regresen los chicos? –preguntó Hermione mientras Draco le retiraba la bandeja de las piernas. –No, ellos ya deben estar en sus habitaciones, fueron dados de alta mientras usted tenía otro de sus ataques...

Malfoy trataba de mantenerse serio ante el insidioso comentario de Poppy, no quería que Hermione se enfadara con él.

-¿Ves lo que te digo? –exclamó Hermione una vez que la enfermera abandonara la habitación. –Todos creen que soy una histérica...

-Bueno si te deja más tranquila puedo fastidiar a Potter hasta el cansancio... –propuso Draco terminando su cena –a modo de venganza.

-¡Cierto que es todo un esfuerzo para ti fastidiar a Harry! –dijo sarcásticamente –A propósito de fastidiar... ¿Leíste el titular del periódico esta mañana?

Malfoy guardó silencio y miró las flores sobre el mueble de Hermione. Afirmó con la cabeza.

-No creas que le creo una palabra a esa Skeeter... –dijo antes que al Slytherin le bajaran sus ataques de rabia incontenible. –¿Pero será cierto que el ministerio anda tras de ti?

-Sospechan que tenga algo que ver con los asesinatos cometidos durante las fiestas de fin de año contra magos de familias muggles. –bufó –Es estúpido pues, ni siquiera, me moví de Hogwarts. Con decirte que tengo una citación a declarar para agosto, hasta entonces no puedo utilizar mi varita...

-¿Cómo rendirás tus exámenes? –preguntó Hermione alzando la voz. –A ellos no les importan tus calificaciones, claro porque ellos no recuerdan lo que es estar en la escuela y el esfuerzo que implica...

-¡Cálmate Granger! –exclamó el rubio –Dumbledore dejó sin efecto todas estúpidas reglas apelando a mi inocencia. Él sabe lo que realmente ocurrió, sabe que Voldemort mató a mis padres y que nunca llegué a ser mortífago... Claro que le pedí una total discreción con respecto al tema, no quiero el rechazo de mis compañeros de casa por no cumplir con los deberes que impone mi sangre... Bueno, se hace tarde y tengo que ir a hacer mi ronda... ¡Qué duermas bien! –concluyó poniéndose de pie y cargando ambas bandejas vacías salió de la habitación.

-¡Gracias! –gritó Hermione antes que el Slytherin cerrara la puerta.

Sacó los almohadones del respaldo de la cama y apoyando su cabeza en la suave funda blanca se quedó dormida.