Insomnio

Como consecuencia de las vacaciones, Romano estaba comenzando a trasnochar mucho más de lo habitual. No es que no lo hubiese estado haciendo otras veces durante días de labor, pero ahora que acababan de comenzar sus días libres en el resto de meses, no dejaría de dormirse cuando apenas está amaneciendo y levantarse a la hora de la cena.

Podría haber seguido así de no ser por haber aceptado quedarse en casa de España a pasar el verano este año.

No le apetecía quedarse solo con su hermano , mucho menos saber que en realidad estaría solo, Veneziano precisamente tampoco iba a estar con él de todos modos, sus planes consistían dejar al musculoso molesto como invitado y hacerle de guía turística. Qué novedad, lo mismo que estaba haciendo desde hace...menos de unos días.

Así que, de alguna manera ya no podía estar como un animal nocturno, de lo contrario no pasarían casi nada de tiempo los dos juntos.

El italiano finalmente soltó un suspiro a medida que daba vueltas por la cama. Sus ojos se mantenían muy abiertos incluso si realmente estaba cansado.

─¿Hm? ¿Roma, aún no te has acostado? ─exclamó el español al abrir la puerta del dormitorio y encontrárselo sentado en la cama─ pensaba venir con cuidado para intentar no despertarte...

─No sé cómo pretendes que me duerma ahora si sabes que me eché una siesta muy larga esta tarde ─murmuró Romano, no paraba de frotarse los párpados cansados que no se querían caer de sueño todavía.

─Si pero...no puedes estar ahora toda la noche despierto, no es nada bueno trasnochar ─mientras hablaba se iba acercando a la cama hasta dejar una taza de leche en la mesilla de noche.

Romano frunció un poco el ceño ante ese comentario. Mira quien hablaba, el bobo que prefiere caerse de sueño cada noche antes que descansar y dejar el trabajo atrasado para el día siguiente. Pero sabía perfectamente que en ese aspecto, España jamás cambiaría. No era el único sufriendo de insomnio en ese momento.

Dejandole sentarse a su lado sobre el colchón, el castaño acercó la taza de leche caliente a sus manos.

─Me había traído esto para bebérmelo, pero podríamos compartirlo. Es leche con cacao.

─Si te lo has traído para ti no seas idiota y tomatelo rápido ─dijo el italiano encogiéndose de hombros con el ofrecimiento.

─¡Claro que no! Anda Roma pruébalo al menos, verás que te ayuda a dormir~

El poder para que España lograse convencerlo de algo era increíble. Veneziano solo lo conseguiría a base de berrear y pedirselo a todas horas. Aunque claro, no era lo mismo que su relación junto al español, cambiaba demasiado las cosas. Hizo que tomara la leche y darle un primer sorbo acompañado de un resoplido leve para luego dárselo y tumbarse de nuevo en la cama.

No, no funcionaba. No era suficiente. Algo más faltaba para dejar al sureño completamente KO. ¡Un triste vaso de leche funcionaría cuando de verdad solo estabas somnoliento!

Durante ese silencio ambos se recostaron tras tomar la leche, solo que Romano fingía ya estar dormido esperando que realmente ese remedio funcionase.

─Roma ─susurró España lentamente, procurando no alzar más la voz─ ...¿Estas dormido?

─Sí.

─No mientas, tal vez consiga ayudarte a conciliar el sueño con otra forma ─dijo en un intento por abrazar su cuerpo desnudo que no ponía resistencia.

─¿Qué pretendes hacer ahora? ¿Un cuento? Tan solo cierra los ojos y duérmete tú tambien, bastardo zopenco. ─Romano entre sus gruñidos roncos agarraba más manta de la que ya tenía.

─¡Ovejas!

─..¿Ovejas?...

─Si, ¡Ovejas! ¿No dicen siempre que contar ovejas sirve para dormir? Ya que ninguno nos podremos dormir si seguimos así, puede que contando ovejitas nos ayude ─decía el español sacando una sonrisilla.

Romano quiso comenzar a reírse como loco con semejante sugerencia. Por desgracia España hablaba tan en serio como el que tambien podría ponerse a contarle un cuento. Seguro le estaba pareciendo la idea más romántica del mundo. Era una bobada, nadie probaría de verdad a contar ovejitas y le serviria para dormirse, el italiano pensaba que aquello era una mentira más que no surgía efecto nunca...

...aunque, no era la primera vez que hizo eso cuando era pequeño y sí que funcionó. Tan falso no debía de ser entonces.

Con velocidad se giró para mirarlo y que viera parte de su cara enrojecida, haciéndose un ovillo.

─D-De acuerdo...pero empieza ya antes de que me arrepienta ─contestó sentenciando en un bufido.

España soltó una risa antes de comenzar su conteo. Su voz melodiosa poco a poco decía números de ovejitas impaciente por conseguir que Romano se durmiera. A medida que contaba ovejas, observaba que no solo el pelirrojo no se dormía, sino que al contrario, se ponía más tenso por cada oveja. ¿Lo estaba haciendo muy deprisa? ¿O quizás demasiado lento para concentrarse?

No pudo seguir y se detuvo en 22 ovejas.

─Romano, ¿No lo hago bien? ─preguntó el español confundido─ No parece que te adormezca escucharme contar...

─..Ngh...¿Por qué tienen que ser estúpidas ovejas? ─saltó Romano de repente con el entrecejo fruncido─ ¡Ahora en mi cabeza no puedo parar de imaginar mil ovejas haciendo "bee" y TODAS ellas se transforman en Veneziano! ¡Deja de contarlas! ¡Usa otra cosa, maldición!

─Oh...¿Otra cosa con la que contar? No suena mal...hm...no dice nada de que no se pueda contar algo que no sean ovejitas, ¿Qué tal contar tomates? ─respondía el castaño, altanero y menos dormido que antes─ pensemos mejor que estamos recogiendo tomates maduros, te prometo que eso mismo lo haremos mañana~

Romano no tardó nada en volver a retomar postura, buscando un cobijo en su pecho antes de que le viese un gesto avergonzado. No iba a admitir bajo ningún concepto, que le estaba encantando oírle contar tomates. Quería dormir de una vez, pero mantenerse agradecido de estar cerca suyo mejoraba el quitar su pesado insomnio. Tras un "Sigue", volvio a contar desde cero.

Un tomate sobre la cesta

Dos tomates sobre la cesta

Tres tomates sobre la cesta

Cuatro tomates sobre la cesta...

El italiano mantuvo los ojos entrecerrados, prestando atención a la dulce voz y a sus latidos. Ahora era él mismo quien queria luchar contra el sueño. España cuanto más continuaba más bostezos se le escapaban. Solo pasarían unos minutos para tener a su adorable Romano contando tomates junto a él adormilado.

Perder ante el sueño por 59 tomates se convirtió en una buena derrota para conseguir que los dos pudieran dormir esta noche.