Hola, hacía rato que no escribía un fic y esta vez fue de algo diferente. Nunca había escrito un fic de Grand Theft Auto y realmente espero que este no sea el último porque hay mucho que contar y muchos headcannons que me gustaría expresar. Espero sea de su agrado.
Quizá su comportamiento no era un problema psicológico. Quizá su comportamiento era debido al ambiente en que había crecido y las circunstancias diarias de la vida que no le ayudaban a rehabilitarse de aquella difícil niñez. En cierta forma, había podido sobrellevarlo encontrando un sueño que alcanzar, pero de una u otra manera, el mundo parecía conspirar contra su felicidad.
Había intentado ser un jugador de hockey profesional y no era malo en ello, pero después un par de malos tratos, y el desafortunado accidente del entrenador con un palo de hockey, tuvo que abandonar su sueño y enterrarlo hasta el fondo. No era su culpa, la vida le había tratado mal, pero al tiempo encontró un nuevo sueño y estaba más que decidido a cumplirlo. Después de demostrar la naturalidad y genialidad con que desempeñaba el pilotaje en la fuerza aérea, de nuevo la perra vida le arrebató lo que tenía. Lo clasificaron "demasiado inestable mentalmente" como para ser un piloto. Vaya que ese fue un golpe, pues la depresión lo consumió en su totalidad hasta que él apareció.
Habían pasado un par de años desde que se vieron por primera vez y ahora, vivían juntos. Eran literalmente unos Partners in crime y vaya que se divertían a pesar de estar quebrados todo el tiempo y vivir en la miseria. Después de todo, ¿qué importaba la vida si podía ser feliz con su mejor amigo?
¿Mejor amigo? Bueno, ese era el término en que su relación estaba frente a los demás. Pero era algo más, o al menos para él lo era.
Después de estar un tiempo juntos, viviendo bajo el mismo techo, durmiendo en la misma cama, era de esperarse que desarrollase un vínculo y un sentimiento más fuerte que el de una amistad. El entendía que Trevor tenía un sentido del humor muy peculiar, una forma de expresarse, una forma de actuar diferente, y por ello jamás lo juzgó, no, le dejó ser quien era. Al principio le incomodaba un poco dormir de cucharita con él, pero con el tiempo se acostumbró y se volvió tan natural que algunas veces también invadía su espacio personal para dormir de aquella forma o reclinaba la cabeza sobre su hombro cuando Trevor lo rodeaba con un brazo al ver las películas que tanto le gustaban.
Sin embargo, para él no era más que un bromance puro, no lo veía ni sentía como su compañero y este último, a pesar de estar consciente de ello, no podía evitar ilusionarse con una vida entera junto a Michael, robando bancos, asaltando inocentes y emborrachándose juntos bajo las estrellas, pero más que nada, siendo felices y dándose el cariño que tanto les había faltado a ambos.
Nunca se propasó con él, pero más de una vez había sentido aquellas mariposas en el estómago que le gritaban que se hiciera cargo y a las cuales hubiera estrangulado con gusto. Más de una vez había visto aquellos rosados labios frente a el cuando dormían y tenía que luchar contra sus suplicantes impulsos de sentirlos presionados contra los suyos. Se conformaba con acariciar levemente aquel sedoso y oscuro cabello azabache. Cuando cambiaban de lado la "cuchara", no podía evitar el crecimiento de aquella dureza en su ropa interior, muchas veces tuvo que esperar a que cayera dormido para levantarse e ir al baño a satisfacerse a sí mismo.
Era una vida muy cómoda y feliz para él. Le encantaba poder ser como era a su alrededor y la adrenalina que los golpes tan bien planeados de su amado compañero le hacía sentir en la gloria. Toda esa violencia injustificada en los robos era una catarsis para suprimir aquel deseo tan recóndito de su ser. El deseo de poder ser suyo para siempre de aquella forma. Y hasta ese punto, todo parecía ir muy bien, es decir, los pequeños golpes eran fructíferos aunque entre las reparticiones se quedaran con lo suficiente para sobrevivir un tiempo, pero iba excelente en cuanto a su relación. Todo lo hacían juntos. Todo. Incluso llegó a pensar que podía ser posible que sus sentimientos fuesen correspondidos.
Pero de nuevo, la perra vida hizo acto de presencia.
Fue poco después de un atraco. Michael y Brad, el otro compañero de golpes, quisieron celebrar en un club de striptease. Aquello no le molestaba a Trevor, incluso él iba de vez en cuando. Eran solo bailarinas y una que otra prostituta que bien sabía no significaban nada para él o para ellas. Aquel día una bailarina fijó los ojos en Michael. No era voluptuosa o la gran cosa, pero tenía algo que llamaba la atención. No le tomó mucha importancia, al fin y al cabo, también tenía el derecho de satisfacer sus necesidades. Lo que no se esperó fue que su compañero desarrollase algún sentimiento hacia ella.
De vez en cuando Michael salía sin él, solo le decía que iba a ver a alguien. Al principio era algo irrelevante, pero la frecuencia con que empezaba a salir solo empezó a afectarle. Ya no hacían todo juntos. Le daba vueltas la cabeza y no podía dejar de pensar en que algo raro estaba ocurriendo con Michael. Había dejado de corresponder gradualmente a las cucharas, siempre estaba distraído cuando comían o hacían algo juntos, incluso algunas veces no llegaba a dormir. Se había generado una distancia física entre ellos. Trevor ya no sentía aquella cabeza reposar sobre su hombro o sus piernas cada tarde y él había dejado de hacer lo mismo por aquella sensación que incomodaba el ambiente.
Un día ya no pudo más. Iba a llegar al fondo de eso y trataría de controlar sus impulsos agresivos a toda costa. Actuaría más a la Mikey y lo seguiría de forma sigilosa. Craso error ya que la verdad fue más que abrumadora. Lo sospechaba, pero no quería reconocerlo y ahí estaba, frente a sus ojos. Después de haberlo seguido bajo la nieve durante media hora, lo vio estrechando el cuerpo de aquella bailarina corriente del club de striptease al que fueron. Sentía como se encogía su pecho con cada tierna caricia que se otorgaban aquellos obvios amantes. La forma en que acariciaba la mejilla de la zorra esa, la forma en que besaba sus labios. Era devastador. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Se alejó de aquel lugar caminando, aumentando la velocidad en cada paso que daba, tirando a la gente que se atravesaba en su camino.
- ¿Estás bien, amigo?- Preguntó un transeúnte que le vio llorar.
- ¡AAAARRRGH!- Golpeó al sujeto hasta que quedó en el suelo inconsciente- ¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA! ¡MIERDA!- Insultaba a cada patada o puñetazo que le daba.
Se detuvo en cuanto vio sus nudillos llenos de sangre, el mismo instante en que notó como el frío invernal convertía en hielo quebradizo las lágrimas sobre su rostro. Mantuvo su cuerpo en cuclillas unos instantes hasta que al fin empezó a tirar de su cabello mientras gritaba con fuerza y rabia acumuladas. No podía creerlo, pero había vuelto a pasar. Lo habían vuelto a dejar atrás, lo habían vuelto a rechazar, lo habían vuelto a abandonar. Todo otra vez.
Llegó a la casa rentada en donde vivían, lo primero que hizo fue golpearse la cabeza contra la pared mientras lloraba amarga y ruidosamente. Cogió todo el licor del que disponían para olvidar por un par de horas (o días de ser posible) aquel dolor que le invadía. Y así, habiéndose acabado el licor, terminó inconsciente en el piso.
- ¿T?
Despertó en la cama. Tenía otra ropa, no podía distinguirla al estar cubierto con las mantas. Una punzada de dolor en la cabeza le hizo reaccionar y acto seguido llevó una mano encontrando una venda en el camino.
- Whooa, tranquilo amigo –Su compañero le cogió la mano para evitar que se hiciera más daño- ¿Estás bien? Te encontré en el piso herido y vi sangre en la pared.
Solo podía observar aquellos orbes celestes que le dedicaban esa tan cálida y preocupada mirada que tanto necesitaba. Sonrió levemente. Mikey estaba ahí, estaba preocupado por él. No podía sentirse más que feliz por ello. El alcohol en su sistema y la contusión le habían hecho olvidar momentáneamente el motivo de sus acciones.
- Bueno, no te quitaré el ojo de encima hoy, T. ¿Ok?
Trevor asintió a la vez que se acomodaba de costado. El joven de ojos azules suspiró aliviado al ver que estaba bien, le había asustado mucho encontrar a su compañero así. Lo había visto ebrio, pero por lo general terminaba bien, no en el piso lleno de sangre. Se sentó en el otro extremo de la cama y procedió a quitarse las botas de nieve y el abrigo. No se molestaría en cambiarse la ropa cuando se encontraba tan cansado por todas las emociones que había experimentado aquel día. Se metió en las cobijas y sin pensárselo dos veces, le hizo la cucharita a Trevor una vez más, de forma de que pudiese sentirlo cerca y protegerlo de que pudiese volver a lastimarse de aquella forma.
Trevor no pudo evitar dormir con una sonrisa esa noche.
Muchísimas gracias por llegar hasta aquí, ¡Nos leemos hasta la próxima!
