Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima.
Animal pertenece a The cab.
Esta historia me pertenece. Más bien a mi imaginación, pero es lo mismo.
Trate de contenerme (y nunca funciona), pero creo que ya es hora de que por fin lean algo mío, y algo nuevo también *3*
La idea no me pregunten de donde salió, es completamente loca y me encanto!
Como siempre, me inspiré en una canción del mismo nombre: Animal de The cab.
Esto será un short fic con adorado lemon ;)
Enjoy!
Sinopsis:
Dentro del mundo de los humanos, existe otro tipo de individuos. Enfermedad o simplemente naturaleza, la realidad es que ningún científico logra comprenderlo.
Cuerpo humano e interior de piedra, frío y robótico. Sin sentimientos, sin la capacidad de manifestar una expresión, como si fueran animales sin alma.
Nadie conoce la cura a su problema y nunca lo harán si no llevan a cabo las pruebas que podrían demostrar lo contrario.
Un experimento que involucra a ambas especies, dos semanas conviviendo en el mismo lugar, y Lucy no se ha dado cuenta de que su apartamento es el lugar de investigación y ella, se ha convertido en la posible cura.
Prueba 1
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No del todo humanos, ni tampoco completamente maquinas. En realidad, no sabía lo que eran. Suponía que eso la dejaba en algún punto medio entre ambas especies o lo que pudiera ser. Fue algo que jamás entendió y evitaba a toda costa poder hacerlo.
Según su padre, todos ellos eran completamente humanos; solo carecían de las emociones que caracterizaban a un ser vivo. Poseían todas las cualidades del ser humano, como: la percepción, la memoria, la imaginación, la voluntad, el conocimiento de la sexualidad… Joder, especialmente el último.
Desde pequeña, su padre la llevó a viajar por el mundo en busca de respuestas sobre aquellas ''personas'' que su mente de científico loco no lograba descifrar.
No los diseccionaban o algo por el estilo, solo intentaban conocer y descubrir que había más allá de su mente y porque no podían sentir algún tipo de emoción.
El sexo parecía ser el mismo que con los humanos: Hombre y mujer. Todo era exactamente igual, solo por el tema de los sentimientos. Todos y cada uno de ellos mencionaba que no contaban con un corazón y alma, comentario que Lucy no soportaba escuchar ni en sus más profundas pesadillas. Era como si fueran hijos del demonio o algo así, y siempre odio todo lo paranormal. Ni siquiera soportaba ver una película de terror sin sentir que se desmayaba. Lo mismo sucedía cada vez que estaba en presencia de esos… animales.
Podría ser el comentario más cruel, pero no lograba verlos como humanos, y eso, la hacía menos humana que ellos. Lo sabía muy bien, solo que no podía evitar sentir miedo. Sus rostros sin una pizca de emoción la inquietaban demasiado. Por esa razón evitaba cualquier contacto. Por eso también se mantenía alejada de su padre aunque lo amara con toda la vida. Solo que su padre parecía amar más a su trabajo que cualquier cosa, además de su madre, por supuesto.
En el tema del amor, podría decir que era igual que aquellos desafortunados incapaces de sentir. Continuaba esperando por la persona indicada que, por lo visto, si no venia arrastrándose, se había perdido en el camino. Cualquiera de las dos opciones solo terminaba deprimiéndola más. A sus veinticinco años, estaba cansándose de esperar. ¿Un buen amante era mucho pedir?
Al parecer sí.
Tenía dos semanas libres de vacaciones y no sabía qué hacer con ellas. Necesitaba descansar o bien, salir en busca de un nueva aventura que incluyera algún hombre que hiciera latir su corazón como loco. ¿Cuándo había sido a última vez que sintió algo parecido?
A decir verdad: Nunca.
Tal vez ella misma podría ser una de esos raritos y ni siquiera lo sabría. De cualquier forma, culparía a su padre por involucrarla en todos esos viajes científicos.
Se paseaba por la cocina mientras preparaba algo para comer. Aun tenía todo el día para pensar que es lo que haría con sus días libres.
Le agradaba hacer las labores del hogar mientras escuchaba su música favorita y meneaba las caderas por el lugar. Era algo que hacía desde que era pequeña.
Escuchó que llamaban la puerta y se apresuró a ir hacia allí, no sin antes bajar un poco el volumen de la música.
Abrió la puerta con una enorme sonrisa que al poco tiempo se borró lentamente.
Un hombre, aparentemente de su misma edad, se mantenía de pie y la miraba fijamente. Era guapísimo.
Tenía el mentón fuerte y la nariz respingada, los labios eran una completa maravilla que podría jurar volvería loca a cualquier mujer. Sus rasgos eran asquerosamente masculinos y seductores.
Bajo la vista por ese cuerpo marcado y musculoso, era alto y la dejo completamente sin aliento. No solo porque el tipo tenía una belleza masculina que había visto jamás, sino por su rostro inexpresivo y el vacio de sus ojos.
Era uno de ellos.
— ¿Lucy Heartfilia?- preguntó sin mostrar algún brillo o algún tipo de emoción.
Sorprendentemente, eso no fue en lo que Lucy se enfocó.
El tipo tenía una voz grave que la hizo derretirse y le provoco escalofríos. Su cuerpo reaccionaba ante él. Su cuerpo la traicionaba ante un animal.
Sintió sus mejillas sonrojarse en cuanto sintió que los pezones se le endurecían. ¿Por qué se sentía tan afectada? Debería golpearse para volver a la realidad. ¡No es humano! Le gritó su subconsciente.
Se aclaró la garganta y alzó la barbilla. Recuperando la firmeza, o al menos fingir.
— Si, soy yo.
Él no respondió. Solo le ofreció una carta que saco de sus vaqueros. Lucy la tomó dudosa. Ese tipo le daba mala espina.
Abrió el sobre para leer el contenido, aunque tenía una ligera sospecha de quien podría ser aquella hazaña.
»Estaré en un viaje de conocimientos por dos semanas y necesito que alguien cuide de nuestro más preciado invitado. Y quien más para hacerlo que mi preciosa hija. Considéralo un regalo de cumpleaños adelantado.
Cuídate, cariño.
PD: Natsu es inofensivo. Aunque si se sale de control, sé que podrás manejarlo.
Con amor: tu padre. «
— Mi cumpleaños es en tres semanas.- gruñó en voz alta. — Y eso no me tranquiliza.- se giró furiosa y buscó el teléfono. Eso no iba a quedarse así, y mucho menos sería la niñera de un hombre eróticamente fascinante que no era humano.
Natsu se inclinó para tomar la maleta del suelo y entró a la casa para seguir a Lucy; observando su femenina forma de caminar y las curvas de su trasero que se marcaba perfectamente en esos vaqueros ajustados.
Aunque no conocía, ni sentía el sentimiento, sabía que la rubia estaba más que molesta. Lo único que sintió, fue el exquisito aroma femenino golpear su cuerpo y el deseo que lo abrasó.
Había pasado un tiempo desde que sintió como el simple aroma de una mujer lo quemaba.
Lucy tenía una belleza única: el rostro de un ángel y una voz dulce como la misma miel, con un cuerpo sensualmente irresistible. Y aun continuaba vestida.
Cerró los ojos y dejó que sus pulmones se inundaran en aquella fragancia, haciendo que su cuerpo se agitara en respuesta, despertando a la erección que crecía entre sus pantalones.
Como deseaba saborear a esa mujer.
— ¿Y porque tengo que hacerlo yo?- la escuchó reprochar contra el teléfono en su oído. — Son mis vacaciones, papá… ¿Qué significa eso? ¡Por supuesto que tenía planes.
Jude parecía molestarla cada vez más. Tal vez era un privilegiado al no sentir absolutamente nada. No quería jamás sentir algo parecido a la ira. La forma en que describían ese sentimiento era de lo peor.
— De acuerdo. Pero esto será lo último que haré por ti. No quiero envolverme más en tus experimentos, ni en tus pacientes locos.- resopló y suavizó su expresión. — Yo también te quiero. Saluda a mamá.- terminó la llamada y pasaron varios minutos en silencio completo.
Lucy trataba de asimilar lo que acababa de hacer. Pasaría dos semanas completas cuidando a un tipo raro. No solo era un desconocido, sino también un fenómeno. Tanto tiempo evitando involucrarse con ellos y había fracasado.
— Esto es una mierda.- se dijo a sí misma.
— Lo siento.- lo escuchó disculparse y lo miró sorprendida. Sorpresa que pronto se evaporó de su rostro.
Eso es lo que odiaba más de ellos. Escuchar respuestas humanas y acordes a la situación, pero no ver ninguna emoción reflejada en su rostro. Solo con una expresión neutra.
— ¿Puedes dejar de hacer eso? Me pones los nervios de punta.
— ¿Hacer qué?
Por supuesto. Ellos no tenían idea de lo que causaban.
— Olvídalo.- le restó importancia. — Tengo una habitación extra. Puedes quedarte allí.- él asintió. — Te la mostraré.
No conocía como se sentía la satisfacción o la alegría de ver algo maravilloso, pero si eso sucediera, la sentiría en ese momento. El trasero de Lucy se meneaba muy cerca de su rostro mientras subían las escaleras. El calor le recorrió el cuerpo y se imagino tomando su cuerpo contra la escalera; saboreando sus pechos y aspirando el delicioso aroma a rosas que desprendía. Aun más, quería apretar ese redondo trasero con las manos mientras la penetraba hasta el fondo. Esa mujer tenía el mejor culo que jamás había visto en su vida.
— Aquí es.- su voz lo sacó de sus pensamientos indecentes. Abrió la puerta y busco el interruptor. — Para encender las luces, debes tocar este botón y mágicamente todo se iluminara. - explicó y sonrió. — Es como si tuvieras un sol personal. Solo que este, no te matara por su calor.
— No soy un estúpido.- respondió, carente de emoción.
¡Diablos! Como odiaba eso.
Se avergonzó un poco. Honestamente, es que no tenía idea de cómo comportarse frente a él. Se sentía nerviosa y comenzaba a pensar que no era solo por su naturaleza. Este tipo despertaba todos sus sentidos, incluso los que no conocía que tenia. Era una criatura en el cuerpo de un humano sexualmente ardiente.
— Si, lo siento, Einstein.- se disculpó un poco sarcástica. Ignorando su anterior bochornoso momento.
Continuó explicando que es lo que había en la habitación y con lo que debería tener cuidado. Natsu solo asentía y continuaba observándola detenidamente. Su presencia la intimidaba y gritaba por salir de ahí y tomar algo de aire. ¿Cómo sería capaz de soportarlo por dos semanas?
Mataría a su padre. De verdad iba a hacerlo en cuanto volviera.
— Bien. Supongo que es todo.- todo para correr. Era momento de huir. — Tengo otros asuntos que arreglar, así que ponte cómodo y…- se golpeó con un duro muro hecho de músculos en el momento en que se giró.
Una descarga le recorrió el cuerpo y su garganta se secó. Era tan fuerte y ella tan diminuta. Natsu era un hombre vigoroso, de eso no había duda.
Se le erizaron los vellos del brazo en cuanto sintió las manos masculinas posarse sobre sus caderas y atraerla hacia él.
Pensó en darle una patada en las bolas y correr por su vida, pero lo único que hizo fue alzar la mirada y ver sus ojos impasibles.
Más allá de esa oscuridad, Lucy logró ver el deseo voraz y exigente de tomar su cuerpo. Natsu la deseaba. Y ella le gusto la idea.
Podía sentir su dura erección contra su vientre. Apenas podía respirar. La tensión entre ambos era explosiva.
Él le recorrió con la mirada esos ojos marrones y brillantes, los labios carnosos que gritaban por ser besados, hasta la curvatura de su cuello y ese sensual escote. Volvió nuevamente a sus ojos.
— ¿Me tienes miedo, Lucy?- su voz era ronca y atractiva. ¡Santo dios! ¿Por qué se excitaba de esa manera? Ella siempre tuvo el control de su cuerpo y ahora Natsu parecía ser el que lo tenía.
— Si.
— ¿Por qué?- exigió saber.
— Porque no me gusta lo desconocido. No sé lo que estas pensando cuando no muestras ninguna emoción. No sé qué pasa por tu cabeza.
Un segundo. Solo por un segundo, logró ver un brillo de diversión en sus ojos.
— Quiero desnudarte, Lucy. Quiero tomarte sobre esa cama hasta saciarme y hacer te corras. Quiero probar tus pechos y cada centímetro de tu piel. Eso es en lo que estoy pensando.
La rubia sintió un cosquilleo en la entrepierna y el pulso se le aceleró. Sus palabras la dejaron aturdida y deseosa. Acababan de conocerse y ya quería llevarla a la cama. La idea era demasiada tentadora.
Su musculoso cuerpo sobre el de ella, introduciéndose hasta llenarla, moviéndose demandante y poderoso. Tragó saliva. Debía alejar esas fantasías.
— Si no me sueltas ahora, voy a gritar hasta que me escuchen los vecinos.
— Conozco otras maneras de hacerte gritar.
Mantener la cabeza fría y las bragas en su lugar. Eso debía hacer.
Se apartó rápidamente de su agarre y huyó por el pasillo. Lo menos que quería, era liarse con un animal insaciable. No cuando ella trataba de alejarse de todo eso y tener una vida normal.
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Por poco estuvo a punto de acoplar objetos contra la puerta para así evitar que aquel tipo no entrara mientras durmiera. No obstante, también estuvo tentada a permitir su entrada, como si lo esperara para acompañarla en su sueño.
Su cabeza estaba hecha un lío.
¿Cómo podía haberla afectado de esa manera con solo una mirada? Era una completa estúpida.
Si ese idiota pensaba que la podía intimidar, estaba completamente equivocado. No caería en su red, no se dejaría seducir, no permitiría que le tomara el pelo y se burlara, y mucho menos, no permitiría que sus piernas temblaran en su presencia.
Sin importarle poco su vestimenta, salió de la habitación y bajo a la cocina para buscar algo de comer. Estaba hambrienta. Podía pasearse desnuda si así lo quería. Era su casa y haría lo que quisiera.
Se repitió una y otra vez que no sucumbiría a los estúpidos deseos de su cuerpo y que lo único que Natsu conseguiría seria una patada en la ingle si se acercaba demasiado. Todo el plan se derrumbó en cuanto lo vio paseando por la cocina solo en calzoncillos.
Paseó la mirada por su torso desnudo. Tenía los hombros anchos, abdominales marcados, al igual que los músculos en los brazos y piernas. El vello masculino que bajaba por su ombligo volvió su interior liquido y se imagino a si misma pasando la lengua por todo su tórax y morder el elástico de sus calzoncillos…
— ¿Disfrutas de la vista?- levantó la mirada de inmediato. En su voz y rostro, no había signos de molestia, diversión o cualquier otra alteración. Aun así, se sobresalto por su comentario.
Se cruzó de brazos. Ocultando la excitación de sus pechos.
— Para ser alguien que no tiene sentido del humor, me sorprende que puedas hacer una broma.
— Te sorprendería lo que podría hacer contigo.
Ahí iba de nuevo. Esa fuerza que los atraía como imanes. Sintió una sacudida y contuvo el aliento por unos segundos. La manera en que la miraba no demostraba nada, sin embargo, lograba sentirse atractiva, deseada. Él la deseaba. Y a considerar por el bulto en sus calzoncillos, demasiado.
Sacudió la cabeza y caminó a paso firme hasta la nevera, aunque las piernas le temblaban como gelatina. Justo al lado de Natsu.
Tenía que sacárselo de la cabeza.
Bien, si decidiera sucumbir ante sus hormonas y comenzara a sentir algo más, ¿Qué sucedería? Él nunca sentiría algo y no era su plan estar con un robot.
— Deja de devorarme con la mirada o te sacare a patadas.- advirtió la rubia.
Si pudiera sonreír, lo habría hecho. Esa mujer era demasiado interesante. Parecía odiarlo y al mismo tiempo no lo hacía. Era como si luchara con sus dos mitades para saber quién sería la ganadora, y quería que fuera la que se entregara a él quien ganara la ardua batalla.
¿Cómo no iba a mirarla?
Lucy era una mujer espectacular. Había conocido mujeres atractivas en su vida y, aunque no sintiera absolutamente nada, sabía cual le convenía más. Y todo su cuerpo pedía a Lucy.
Lujuria. Era lo único que podía sentir. Era lo único que podía ser. No había otra explicación.
Cubría su exquisito cuerpo con una camisa y llevaba las piernas desnudas. Su miembro se hinchó aun más al pensar como seria que ella lo rodeara con los muslos, moviendo sus caderas contra las suyas para buscar su propio placer. Joder, como deseaba enterrarse en ella y liberar el dolor de su entrepierna.
Fue incapaz de contenerse, en realidad, ni siquiera lo intento. Se acercó a ella y la apresó con sus brazos entre la encimera en donde preparaba un emparedado; inclinándose lo suficiente para inhalar el aroma de su cabello y rozarle los labios contra el cuello.
Ella tembló. Podía sentir el caliente aliento contra su piel y su erección apretarse contra su trasero. Dios, que alguien la ayudara con esas sensaciones ardientes.
Natsu besó levemente la curva de su cuello y Lucy se estremeció, cerrando los ojos y suprimiendo un jadeo. Tenía que apartarlo.
— Estas invadiendo mi espacio. No me gusta que invadas mi espacio.
— Entonces, déjame invadir tu cuerpo. Te aseguro que te va a gustar.- susurró contra su oído.
Oh, y no lo dudaba. Solo besó su cuello y ya había mojado sus bragas.
Natsu acarició sus piernas y cuando llegó hasta sus caderas, la hizo girar y quedar frente a él. Su miembro latía ansioso por enterrarse en la carne de Lucy. Solo así sabia que la deseaba con desesperación y, por un momento, quiso sentir algo más.
Ignoró el pensamiento. Estaba bien con su vida. Con el tiempo y experiencia en observar a los demás, entendió que tener sentimientos era muy complicado. No quería lidiar con algo tan difícil.
Lucy podía sentir su necesidad. Tal vez no lo reflejaba, pero podía sentir su ansia por tocarla y, antes de que pudiera detenerlo, Natsu se inclinó contra su boca y capturó sus labios.
Ella se quedo inmóvil por unos segundos sin saber cómo reaccionar. Sin embargo, todo desapareció cuando la lengua de Natsu penetró su cavidad, reclamándola con un beso feroz y hambriento, asaltándola como un animal.
Sus piernas temblaron y tuvo que sostenerse de sus musculosos brazos. Nunca la habían besado de tal manera.
Su lengua saboreaba la de él, perdiéndose completamente en la humedad de su caliente boca. Natsu apoyó su cuerpo más contra ella y buscó sus muslos. Le propinó caricias erógenas y después le apretó el trasero. Se sentía como el cielo el tener entre sus manos ese increíble culo. Solo si pudiera sentir.
La rubia gimió contra su boca en el momento en que presionó su miembro contra su mojada entrepierna.
Era una pasión desenfrenada, algo que no había vivido antes. Ocurría algo con el beso de Lucy que lo hizo percibir algo diferente.
Ella le rodeó el cuello con los brazos para sentirlo más cerca. El placer que estaba sintiendo no se comparaba con nada. Natsu se perdió en su aroma femenino y trazó una línea de besos debajo de su oreja hasta su cuello. Estaba desesperado por poseerla, sentirla debajo de él mientras la embestía hasta correrse. La deseaba demasiado que hacía que su entrepierna latiera en dolor.
Fue entonces, cuando una molestia en el pecho lo obligo a detenerse. No dejo que eso lo afectara, pero de nuevo lo sintió. Un leve golpe.
— ¿Sucede algo?- le preguntó la rubia con el ceño fruncido. Esa expresión mostraba preocupación.
Él negó.
— Algo me golpeó el pecho.
Ella se vio más confundida.
— ¿Qué?
Natsu le tomó la mano y se la llevó a pectoral izquierdo. Nuevamente, otro golpe se hizo presente. Lucy se quedo helada.
Científicamente, era imposible. En su presencia, continuaba siendo imposible.
— Natsu…Tu corazón.- tragó saliva. — ¿Estas sintiendo?
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Para los que pregunten sobre The deal, aun sigo editando y creo que no podré editarlos todos (mucho que hacer y poco tiempo), aunque el 26 sigue siendo la fecha para la publicación cap 40 ;)
También ya trabajo en los demás fics.
Estoy obsesionada con The cab y creo que vendrán más oneshots con inspiración de sus canciones porque todas tienen historias geniales!
Espero les haya gustado. Maru is back!
Nos leemos!
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