Un yermo gris espadas clavadas en el suelo hasta donde alcanza la vista, nubes negras y carcinomas en el cielo, engranajes cayendo lentamente. El sonido de dos guerreros sobre la colina tapizada de armas, un hombre vestido rojo y negro contra un simple muchacho, el dolor de las armas de su enemigo quedo clavada en su alma. Pero la mirada de un hombre que no pensaba perder, dispuesto a darlo todo antes de caer. Hojas que se levantas del suelo, que se mueven en una lluvia de espadas hacia el chico.
Dos guerreros inmutables en la distancia, un recuerdo distante de una batalla que definió el destino de sus ideales… un golpe fuerte resonaron en toda el aula.
"Despiértese Emiya".
Una voz le dijo a un muchacho de pelo rojo con el cabello ligeramente blanquecino. Lentamente levanto la cara, con el rostro cansado, observo al profesor. La clase entera cotilleo durante unos segundo, algunos alegres pensando en la reprimenda que sufriría el joven, otras preocupadas por el motivo por su aparente cansancio.
-joven emiya-dijo el profesor- desconozco el motivo, pero le agradecería que si tiene la necesidad de caer en lo brazos de Morfeo vaya a la enfermería
-si- dijo con el rostro cansado-como usted diga.
Ante esto el salón cayo en silencio; las jóvenes se alegraron y los hombres sintieron profunda envidia. Emiya salió del salón, en la puerta el profesor lo interrumpió-Shirou-le dijo-no se duerma de camino a la enfermería.
En su camino, al cruzar una esquina, se cruzó con dos personas, dos mujeres tan bellas que destacaban entre la gente. Ambas impresionaban hondamente a Shirou mas que por su belleza, era la sensación que despedían, lo que impresionaba, su aura, diferente a la de cualquier otra persona, más fuerte, resonante, poderosa. Ambas señoritas tenía algo que no tenía el resto, como si en medio de un incendio intentaras encontrar una copa de oro, tan magnifico y tan difícil a la vez.
Ya alejándose las vio una de pelo carmesí que alcazaba su cintura, una joven de cabello negro ordenado en una cola de caballo mas largo que el de su compañera.
Emiya suspiro-hah, y hay mas.
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-Ayer a las cuatro de la tarde se encontró el cadáver hombre de 27 años, el estudio forense determino que había muerto, hace unos 10 días, tenía los pulmones perforados, con lo que se estima era un cuchillo de hoja amplia. Se desconocen los móviles del asesinato.
Viendo las noticias, un joven promedio, con una altura promedio, con un rostro promedio, y nada destacable en general, tenía el cabello corto de color castaño y ojos marrones, lo único llamativo en él era su perversión. Separándose de ventanal en medio de la calle, vio a una muchacha de cabello negro bastante bonita esperándola en la esquina. Se dirigió a la joven, ya con ella esta le preguntó.
-¿que estabas haciendo?
-estaba viendo las noticias, nada importante.-le dijo el joven-¿a dónde quieres ir ahora, Yuma?
La chica cerró los ojos, como si pensara por un rato.
-al parque-fue su respuesta- hay algo que quiero hacer hay.
Ya en el parque, se divirtieron un rato, el tiempo transcurrió, y el lugar se vació, nada ni siquiera el viento se sentía, un silencio naranja. La chica se acercó, su mirada dulce observaba al hombre que tenia delante, tan cerca estaba de él que su cabello le tocaba el rostro y le murmuro-¡issei! ¿podrías morir?
El joven se alejo con el rostro impresionado, -¿Cómo?-dijo.
-¿podrias morir por mi?- la joven repitió, Con una voz cruel
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Un peón come un alfil, en un campo de batalla imaginario un soldado asesina a un clérigo. En respuesta una torre blanca se mueve a través del tablero. Una pieza, color rojo correspondiente a un alfil, se mueve una casilla en respuesta. Los jugadores dos mujeres una de cabello negro y otra de cabello rojo.
-que te interesa del joven- pregunto la mujer de cabello negro, corriendo una pieza en tablero.
-nada en especial akeno, dijo la joven pelirroja, viendo el tablero preguntándose "cual es el mejor movimiento". Las piezas rojas completadas con una torre, un caballo, una reina y un rey negro.
-mi señora-interrumpió un joven entrando en la sala- issei hyoudo clase 2-b aquí esta la información que me pidió- dijo entregándole una especie de informe. La chica de rojo movió una de sus piezas mientras leía el informe.
-Tsk, vaya, vaya parece que estoy en jaque- dijo Akeno mientras movía su rey a una zona segura.
El chillido de la puerta volvió a sentirse, una chica de cabello blanco y corto se vio entrar sentándose un mueble pronunció- tiene un aura muy extraña. No siento que sea humana.
-Todos los indicios dicen que es humano, Koneko,- dijo el joven, que otrora había entrado en la habitación.
El silencio duro unos segundos, un cirulo mágico se abrió en el suelo, rojo con runas en los costados, que titilaba, como el timbre de un teléfono, buscaba un receptor, alguien a quien darle su mensaje
-jaque mate- dijo la chico de rojo levantándose de su asiento-parece que alguien nos llama.
-¿Vas a ir tú, Rias?-le pregunto la chica de cabello negro
-si- respondió ella-creo saber de quién se trata.
Colocándose sobre círculo desapareció en una luz carmesí. Abrió los ojos, la luz ya no la segaba y los abrió aún más, su vista estaba paralizada frente a ella dos hombres uno sangrado tirando en el suelo inconsciente con una herida que atravesaba el corazón. La otra persona viéndolo, con una mirada insatisfecha, decepcionado de algo que no estaba allí presente; con una rodilla en suelo, como si hubiera intentado ayudarlo y notase la futilidad de sus acciones.
El silbido de la brisa resopló en el parque baldío. Sin verse, pero conscientes de su existencia, los allí presentes se anunciaron mutuamente. y allí donde la llama de un fuego se apaga, un dique retiene una tormenta. Le vio claramente, el color de su cabello, el color de sus ojos, con sus manos permitiéndole al moribundo ver el cielo, era un acto noble pero, su mirada, un bloque de hielo agrietado, observaba al joven.
Y así como la sangre en el mar, el joven desapareció. Retirándose del lugar sin mediar palabra con nadie, sin ver a nadie, como si no le importara el repentino invitado que esa noche fría vino a presentar sus melancolías.
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-Azh azh azh azh azh azh azh azh… - aspiraba mientras caminaba, cada suspiro era más lento, cada vez más pesado. A cada paso sentía como si sus pies fueran de plomo. Una viga, se desplomo cerca de donde el joven había estado. El estruendo hizo que perdiera el equilibrio, apenas si podía mantenerse parado, el humo en sus retinas le había impedido la capacidad de parpadear, su ropa prácticamente derretido sobre sus propias ampollas. El fuego se extendía hasta donde se podía ver, el asfalto y el acero se derretía en una lava cárnica que consumía todo aquello que tocaba. Las otrora casas de maderas ahora no eran más que ceniza, ceniza hirviente que era llevada por el viento. Era el infierno, un circulo tan déspota y despiadado tal como lo describió dante.
Con el cuerpo ennegrecido y la carne consumada la energía del joven dieron su último suspiro, cayó al suelo como un títere que pierde a su titiritero. Su alma estaba muerta, pronto su cuerpo también.
El rayo de luz calentó su mano a través de las cortinas, abrió los ojos y se levantó rápidamente hace tiempo que no rememoraba ese día, un sueño tan vivido de como lo fue entonces, un recuerdo tan tortuoso, como lo fue siempre.
Shirou se preparó para ese día, poniéndose ropa informal, arreglándose para ocultar su pelo rojo blanquecino.
Salió de su casa, camino por un rato he incluso compro un helado- ahh- suspiro mientras comía,- podría ser posible- en su mente Shirou no tenía cuál sería su plan de acción, había estado protegiendo a esa persona por unos años, pero había sido descuidado. Ahora esa persona tenía una soga al cuello, y simplemente no podía y a eliminar a su problema de manera tajante, se preguntaba además "¿por qué había decidido proteger a esa persona?
-simplemente no puedo- se decía- tendré que esperar, por eso los seguía, conteniendo lo más que podía, ocultándose entre la multitud, observando desde la lejanía. Quería encontrar la falla, el punto débil, la grieta en el castillo impenetrable y luego detonarlo, volver todo ceniza.
El joven al que protegía se detuvo frente a una tienda de televisores, observando las noticias, pronto se dirigió hacia su compañera. Esa chica de cabello negro, Shirou desconocía su nombre y realmente no le importaba. Pero la energía que despedía, el aura que tenía; era oscura, un asesino en la noche viéndote en la oscuridad, una llama negra fría que te consumía con tocarte.
La pareja caminaba, reía, hablaba. Se detuvieron en un parque y Shirou se escondió entre la hierba, esperando, ocultándose tan bien, que tendría que tenerlo en la nariz para notar su presencia. Y allí esperó. El lugar se vacío solo las dos personas a la que Shirou seguía se encontraba en este lugar. Después de una pequeña broma, la chica se acercó a los oídos y le susurró algo que el no escucho
El joven se alejó con el rostro impresionado, -¿Cómo?-dijo
-¿podrías morir por mí?- la joven repitió, con una voz cruel.
El muchacho pregunto-yuma ¿Qué estás diciendo?
-te pregunté, Issei-le respondió la muchacha -¿podrías morir por mí?- en ese instante las ropas de la chicha trasmutaron, unas alas negras como las de un cuervo aparecieron en su espalda. un conjunto era bastante exhibicionista.
El joven llamado Issei retrocedió como si viera una hoz y un traje negro, si bien su cuerpo tenía miedo, sus ojos literalmente se ampliaba como si quisiera ver mejor un espectáculo. El ángel negro se acercó caminado seductoramente hacia el chico, su mano empezó a brillar y le dijo con una voz sardónica e irónica-lo siento.
En ese instante Shirou reacciono, salió de su escondite tal chita cazando a una gacela. La chica reacciono tan rápido como pudo creo un objeto amorfo, parecido a una lanza y atravesó con él a su objetivo en el pecho. El joven grito sordamente, cayó sobre sus rodillas abrazándose el pecho, con una mirada que gritaba un por qué.
El rayo de luz que atravesaba el pecho del joven fue cortado junto con la mano que lo creo. Con dolor la chica retrocedió de un salto viendo donde hace nada estaba su mano. Una teñida de rojo el joven que la sostenía veía a el ángel negro con odio, la chica noto la mirada llena de rencor de aquel joven su cabello rojo y la espada corta de color blanco empapada en su sangre.
-bastardo-grito con fuerza- ¿Por qué me interrumpes?
-tengo mis motivos-le respondió Shirou. Y una espada negra apareció en su otra mano.
-¿podría ser que tú?...- la frase fue interrumpida antes de que pudiese terminarla, la chica se vio obligada a retroceder ante la hoja negra que casi la mata, viendo que no saldría de allí impoluta, creo una lanza de luz y rompió el suelo con ella, el polvo que se dispersó le permitió escapar con un círculo mágico.
Shirou se acercó al joven la pérdida de sangre lo había hecho entra en estado de shock, inconsciente de sí mismo, del tiempo y el espacio a su alrededor. Emiya se arrodillo a su lado le toco la espalda y le permitió mirar el cielo.
-jajajajaja- se rio tristemente-muy joven, apenas 17, no viviste nada compañero.
Shirou estaba afligido ante su propio fallo, inconsciente de la perdida, un fallo como cualquier otro. La luz del atardecer ya estaba desapareciendo, Shirou no tenía facultades de hacer nada, simplemente quería que el cuerpo estuviera en las mejores condiciones, para cuando fuera encontrado.
Preparándolo, como un jefe mortuorio mientras la luz del atardecer desaparecía, encontró un papel, grabado en runas que él no conocía, brillaban titilantes como si enviasen un mensaje. El brillo del papel se apagó y otra más grande se encendió. A unos metros torbellino de luz carmesí, que se intensificaba con la oscuridad de la noche.
Shirou no presto atención, era la llamada de la muerte, la hoja de parca que se acercaba lentamente. Después de todo si varios ángeles quisieron si vida, al momento de su muerte los segadores su buscarían su alma con ahínco. El chicho cuya respiración se había clamado y se apagaba poco a poco ya no tenía importancia. Shirou se levantó, la presencia que tenía en su espalda ya podía realizar su trabajo. De un salto se fue del lugar tan rápido como le fue permitido. sin preguntar, sin responder nada, solo el viento se escuchaba en la lejanía mientras el joven pelirrojo se aljaba.
En aquel parque solo dos seres se mantenían.
El rostro contra el pavimento, un cuerpo que se bañaba en su propia sangre, una boca sin aliento, una mente inconsciente. El joven no tenía medio para expresar su dolor aunque no debería sentir el desgarro en su pecho, pese a todo lo sentía, como un alma separada del cuerpo que siente los tormentos de su carne. Mas era un alma sorda, un espirito ciego y mudo, solo la sensación de tortura se perduraba en su pecho. Se preguntaba ¿por qué? ¿Qué había salido mal? Al final nada de eso importa.
En el trance supremo el joven se vio acompañado ¿Cómo lo sabía? No importaba. Tenía compañía, una mano anónima que le permitió ver el cielo. Sentir como sus ojos contemplaban el firmamento, aun cuando no había respuesta y para él era negra oscuridad, le produjo un sensación de delicia inefable. –si –se dijo –,estoy tranquilo.
Aunque fuese poco, aun cuando no tuviera mucha relevancia, Hyoudou Issei le agradeció al anónimo, morir de una manera más digna. Y aquel ser desapareció, tal como una mota de polvo en una chaqueta. Ya era el momento, todo carecía de significado, cuando el momento de morir llega, lo mejor que puede hacer es aceptarlo con orgullo.
El cielo se abrió, ya no había oscuridad, es mas, no había parque al anochecer. Cuando se despertó en la mañana, el muchacho se encontraba en su habitación, clásica, tranquila y promedio. Estaba confundido, agotado, ligeramente molesto. – ¿Cómo? –Se preguntaba – ¿estaba soñando?
Estaba en su hogar, con el cuerpo entumecido, como si hubiera dormido días o lo hubieran drogado. Y pensó –Era tan real ¿cómo una herida se podía desvanecer así? no tiene sentido.
Miro la hora en su reloj, era jodidamente tarde-mierda-grito, alistándose tan rápido como pudo se fue a su escuela.
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Rias estaba mirando la ventana, revisando la entrada de la academia, vio el chico de pelo de cabello castaño entrar y sonrió.
-¿quien era el otro?-le pregunto akeno
-no importa después de todo dudo que sea el asesino.
-aun asi que hacia allí-pregunto el chico de cabello rubio.
No lo se Kiba, no lo se.
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Hyoudou Issei se encontraba en la azotea, con su mirada dirigiéndose a la nada, confundido, su mente era un lodazal, un pozo de agua turbia que no quería sedimentar.-fue un sueño-dijo frotándose la cabeza-fue un sueño, nadie la recuerda, las personas que juro habérsela presentado, no tienen ni idea de quien hablo, claro que fue un sueño, no una pesadilla.
Era una mentira, una ilusión, estaba seguro, nada era real, sus recuerdos eran fantasía. Mientras pasaban las horas, el joven se convencía de esta idea. En la escuela, donde nadie conocía a esa chicha de cabello negro llamada yuma, donde nadie le creería, esa bella fantasía. Ya ni el mismo la creía, más bien quería olvidarlo.
Terminada la escuela, mientras caminaba, su mente vagaba: el cemento contra su rostro, el rayo de luz dorada que le atravesó el pecho, la sangre que lo bañaba, visión borrosa y la sensación de mirar al cielo. Pronto en medio de sus desvaríos, se dio cuenta, se había dirigido al parque, como si inconscientemente quisiera ver su charco de sangre, pero no había nada.
-Estas buscando algo, chico-dijo una voz, una voz tranquila, pero Issei sintió como si tuviera una pistola apuntándole en la sien. lentamente giró, allí había un hombre tenia un pañuelo alrededor del cuello y una gabardina gris, un sombreo corto y un cabello medianamente largo.
Issei sintió terror, no era miedo, no era un susto provocado por una exaltación, era terror, era un terror proveniente de lo más profundo de su ser. Corre, le dijo una voz anónima; escapa le gritó otra. Su conciencia, su cuerpo, le ordenaron con toda vehemencia que huyese de allí, aunque por unos segundos sus piernas no le respondieron.
Los arboles se acercaban estaba corriendo sin siquiera saberlo, algo muy profundo le exigía que no podía morir. -¿de que huyes chico!- El sujeto de la gabardina le dijo, mientras invocaba una lanza, color azul, entrelazada en dos piezas de metal.
Se precipitaba, ya no sabia contra que, el joven buscaba desesperadamente salvar su vida y asi una sombra, se puso frente a el, y recibió una fuerte patada en la costillas, tal era su fuerza que salió despedido unos cuanto metros.
Issei estaba paralizado, como era posible que alguien fuera tan rápido, pero había otro detalle, algo que lo dejaba más perplejo, tenía un par de alas negras en su espalda. el chico no dijo nada, temía que cualquier frase que dijese generase una escena de genero patético- no creas que puedes huir chico-le dijo el hombre, se acercó a él y le atravesó con la lanza el hombro.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa-grito Hyoudou desesperado.
-Duele no es así, no solo es el ser atravesado, te quema ¿verdad!, sientes como un hierro hirviente, que te debilita poco- decía el hombre mientras clavaba con mucha lentitud la lanza en el hombro del joven y afirmo- me pregunto como un demonio como tu puede ser tan inútil, lo siento pero debes morir.
Levanto la lanza, se preparó para lanzarla con la fuerza suficiente para romper su columna, y la sintió más ligera, estaba rota.
-¿Cómo a podido pasar?-decía el hombre.
-retrocede uno cuantos pasos- dijo, como si de la nada proviniese una voz femenina. Así una mujer apareció, caminado con una sonrisa confiada.
-Cabello rojo-fue la respuesta que obtuvo la chica-, un miembro del clan gremory, supongo que no puedo terminar este trabajo.
-vuelve acercarte a él y terminaras muerto, dijo la joven de cabello carmesí
-está bien me retiro por ahora… ¿pero qué?- el hombre vio el lugar donde estaba parado lleno de sangre y uno de sus brazos faltaba casi desde su omoplato, su extremidad en el suelo y una espada clavada en el suelo, una persona estaba parada detrás del hombre, un joven de cabello rojo blanquecino.
-te encontraste con alguien muy compasivo-le dijo-yo no soy así
-¿quién eres?-le pregunto el hombre sin girar
-no te importa, bástate, con que soy tu verdugo
-que un humano me diga eso, es humillante. Un perro no debería morder a un león.
-perro dices-dijo el joven, poniendo una lanza roja en su cuello-entonces entonces los dientes de un perro serán tu asesino. Ahora, respóndeme ¿Qué eres? Y ¿qué ganas matando a este chico?
-ni el león más moribundo le responde a un perro
-si pero los perros son mejores
La lanza se corre del cuello, lentamente, se clava en la espalda de su víctima, esta no grita, no llora, no muestra emoción, aun así su aura era una locura, un ser desquiciado que no conocía ni su forma. así como la termita arde con violencia, aquel loco desquiciado simplemente desapareció, un cuerpo inerte cayó al suelo, la sangre salía del pecho pero nada más, no era triste ni motivo de alegría, no era la caída de un héroe ni un villano, el hombre en el suelo, era simplemente patético.
El joven pelirrojo camino hacia Issei, muy tranquilamente, con la mirada vacía, se puso al frente y apunto la lanza todavía ensangrentada hacia el.
-te quiero preguntar una cosa ¿Cómo es posible que sigas vivo?
No respondió, estaba perdido, como si su vida se fuera al peñasco, ya la herida en su hombro no significaba nada, el dolor se desvanecía, se había desmayado.
Dos dragones, veo alrededor de mí, la tierra calcinada, los árboles en ceniza, tan caliente que el suelo ya se ha petrificado, el cielo es rojo, no se si es dia o de noche- Marwrrrrrrr-que significa esto me pregunto incluso ahora no recuerdo su significado- Marwrrrrrrr Marwrrrrrrr, dos bestias, de cien metros de altura, con sus rostros alargados, sus cuernos, sus ojos afilados, el par de alas en su espalda que podría ser mas grande que ellos mismos, el fuego proveniente del infierno que salía de sus bocas.
Dos dragones uno rojo y otro blanco, luchando en la tierra, en el viento y en el mar, trayendo caos donde ponían sus patas, parecía como si hablasen, un idioma ininteligible, ¿por que estoy yo aquí? el de rojo me observo, fue un leve momento, pero estoy seguro, lo hiso.
La apocalíptica batalla continuaba, y yo lo observaba. Tales bestia convirtieron la tierra en lava y la propia lava empezó a hervir, tan como si las rocas se encendieran, una llama azul de 20 metros de altura y el fuego me rodeó, una llama ineludible, consumiéndome, quemándome, para sorpresa, no era como el dolor mas inerrable, era como sentir que desaparezco, no quiero esto, simplemente no lo quiero.
Desperté era mi habitación, la que siempre ha sido, me dolía la cabeza, otro maldito sueño, porque mi mente juega con tanta estupideces, ni siquiera siento el dolor que debería sentir, se supone que me atravesaron el hombro, y aun así aquí está intacto.
Siento mi pecho desnudo, me abre quitado la camisa al dormir,- hah-suspiro me levanto y noto mi completa desnudes, ahora si ¿Qué hice anoche?-ay mísero de mi-dije mientras me acariciaba la cabeza, sorprendiéndome al decir una frase que jamás había escuchado-¿en qué idioma lo dije?
Miré la hora mi reloj era increíblemente tarde, me levanté rápidamente, las sabanas sujetas a algo se enredaron a algo y caí de bruces al suelo, levantándome, observé aquel objeto que había tomado mis sabanas. Mis ojos literalmente se salían de sus cuencas tal era mi sorpresa, una mujer, una dama completamente desnuda y no cualquier dama, Rias gremory, la mujer mas deseada en mi escuela, un ídolo inalcanzable que había caído en mis brazos
