UN ABRAZO DE AMOR


Su llegada me provocó desconcierto, el verla así tan vulnerable y descontrolada por

aquello que hasta hace poco había vivido con Terry, me hacían decaer a mí también, no

podía soportarlo, la angustia corroía mi interior, pero a pesar de todo allí estaba, junto a

ella, abrazándola y sintiendo su calor cerca del mío, deseaba protegerla, decirle que no

sucedería más nada, que de ahora en adelante yo sería quien cuidaría de ella, quien velaría

sus sueños de ser necesario.

- Albert, no Albert, lo amo – eran sus palabras que a duras penas emitía con un delgado hilo de voz que parecía desquebrajarse a cada momento – deseaba decirle que no me lo quitara, que no… - rompió en llanto.

- Calma, todo estará bien – le decía yo, intentando hacerla sentir mejor ante ese inmenso dolor y angustia que vivía.

Su sufrimiento calaba mis entrañas, no sentía rencor hacía Terry, porque a pesar de todo

yo sabía que él no era culpable, no, solo era al igual que ella un afectado del destino, de

ese cruel destino que se llevaba la felicidad de todos, incluso la mía, ¿Por qué teniéndola

tan cerca, no podía amarla?, ¿Por qué tenía que resguardar ese sentir dentro? ¿Por qué?,

esas cuestiones rondaban mi mente, haciéndome sentir cada vez más vulnerable ante

ello, pero debía mantenerme en pie, tenía que estar firme como siempre lo solía hacer,

mi apacible carácter y la forma tan pacifica que tenía de ver las cosas, debía seguir así,

más sin embargo, el amor dentro de mí, quería estallar, deseaba salir y decirle…. No estás

sola Candy, jamás lo estarás, aquí estoy yo porque "Te amo".

Aquel día intente hacer lo mejor que pude porque ella estuviera bien, aunque pareciera

que lo que hacía no era suficiente para curar su dolor, no, no lo era. ¿Qué debo hacer?

¿Qué?, de nuevo se agolpaban en mi cabeza las preguntas, "ya no – pensé – debes hacer

que ella sea feliz, solo eso, no la dejes nunca, no te alejes jamás, protégela sigue estando

a su lado y amala, como solo tú sabes amarla…. En silencio."

Ese abrazo, ese cálido abrazo que me hacía sentir en las nubes a su lado, para ella parecía

no tranquilizar su dolor, daría todo lo que poseía porque en esos momentos ella no

estuviera sufriendo como lo hacía, pero no, mi pecho solo era el pañuelo de lágrimas con

el que ella cubría su dolor, aquella angustia que yo también presentí, estando así como la

tenía junto a mí, con ese abrazo de amor.


FIN