Disclaimer: Los personajes de la película Maléfica no me pertenecen...PERO OJALÁ! Y no hago esto para sacar dinero.


Old married Couple

Capítulo 1

Tres veces van ya. TRES! ¿Por qué, a ver?¿Yo que he hecho para que me convierta en perro? Nada. ¡Exacto! ¿Es que solo así se puede ahuyentar a los guardias? No podía ser en un oso, ¿verdad? NO. No podía ser en un cazador de pescado, como un oso. Yo también cazo pescado. ¡Entiendo a los osos! Tenía que ser un PERRO! Con el asco que me dan! De todos los animales tuvo que ser un PERRO!

Con estas divagaciones volaba Diaval, el cuervo, siervo de Maléfica. Cualquiera que mirase al cielo solo vería a un pájaro montando escándalo, a graznidos, mientras volaba en círculos. Pero la verdad es que el cuervo estaba sumido en un interesante debate consigo mismo, y contra su ama.

Y ahora tengo que ir al castillo! ¡A tres millas! Ida y vuelta, ¡Todos los días! De no ser por lo bella que es...¡No lo hacía!¡No señor! Eso por convertirme en perro, OTRA VEZ!

Normalmente no le importaba, haría lo que fuera por su ama. Si ella le decía que se iba al fin del mundo, él preguntaría si quería que le trajera un ramo de flores de allí.

Pero hoy se había levantado con el ala torcida, y repartía insultos a diestro y siniestro.

¡Malditos guardias! ¡"Gracias" a ellos solo he podido dormir una hora! ¿Quien les manda patrullar el muro al amanecer? ¿Es que hay que poner un cartel? MURO DE ESPINOS. NO PASAR, QUE TE LA VAS A GANAR. ¡No, pues los guardias son idiotas! ¡Eh! Un muro de espino gigante, ¡vamos a cruzarlo!

El castillo del rey Stephan ya se veía en la distancia, y el vuelo de Diaval había abandonado el movimiento circular que reflejaba su frustración con el mundo hoy, y se hizo rectilíneo.

Una de las ventanas del castillo estaba abierta, y daba al gran salón, donde desayunaban el Rey y su esposa. Diaval se posó en el alfeizar, y escudriñó el ambiente en el salón. Allí estaba, el culpable de todo aquello. Sentado alegremente en su trono.

Maldito humano. ¡Egoista! A saber que hizo con sus resplandecientes alas. Y míralo, ahí sentado, como si fuera el más sabio de todos reyes habidos. Debería volverse loco de vergüenza, sacrificar algo tan bello como seguro que lo fue Maléfica, por conseguir poder.

Una criada entró en el salón, transportando una bandeja entre sus manos, que hizo que algo en el interior de Diaval saltara como un resorte.

Huevos.

Llevaba huevos de desayuno, al rey.

¡Canibal!

LO MATO.

Y ya se estaba lanzando en picado a por Stephan, graznando y aleteando sin parar, no sin antes llevarse por delante a la criada, y haciendo que la bandeja con el desayuno de los reyes saltara por los aires.

-¡¿Quién ha dejado la ventana abierta?!- Gritaba Stephan, tratando de quitarse al cuervo de encima. Diaval le aleteó en la cara, y le picó en la cabeza. Stephan agitaba las manos tratando de coger al pájaro, sin éxito alguno.

La reina profirió un grito de sorpresa y se remangó el vestido para poder apartarse, ya que el rey no miraba a donde iba, en su pelea con el cuervo. Maldiciones y gritos de frustración salían de la boca de Stephan, mezclándose con los furiosos graznidos del cuervo que seguía picoteándole sin piedad. Stephan se pisó su propia capa, y cayó al suelo de espaldas, y con él, la corona, que rodó unos metros hasta quedarse estática. Diaval advirtió esto, y salió disparado a por la corona, cogiéndola con el pico, y elevándola en el aire.

-¡Traedme una ballesta!- Exclamó Stephan, recomponiéndose torpemente, y mirando al cuervo con furia. Este le devolvió la mirada. El Rey sabía que los pájaros no podían sonreir, pero a Stephan le pareció que este lo miraba con una sonrisa burlona.

Diaval planeó en círculos por la sala, con la corona en el pico, y se posó en una de las lámparas de velas, donde la soltó, dejándola colgada y fuera del alcance del Rey.

Advirtió que un criado llegaba con la ballesta. Asi que era hora de largarse. Con un graznido, volvió a desplegar las negras alas, y voló hacia la ventana. Escapó de la flecha de Stephan por unos milímetros, que alcanzó la pared de piedra, mientras que el escapaba, volando, dando vueltas sobre si mismo, y riéndose a carcajadas.

Definitavmente esto había mejorado su día. No podía esperar a contarlo en las ciénagas.


TENÍA QUE HACERLO. No he podido evitarlo.

Espero que os haya gustado.