Bueno, lo primero es saludar de nuevo, he vuelto con nueva historia, y sé que tengo las otras completamente abandonadas, pero es que no consigo encontrar inspiración para continuarlas, al menos por el momento. En cambio una nueva idea ha llegado a mi cabeza y quería compartirla por aquí. Espero que os guste.
De la manera más tonta
CAPÍTULO 1.
Las pequeñas franjas de la persiana dejaban que dispersos rayos de sol atravesaran los cristales, iluminando tenuemente la estancia, y provocando que abriera los ojos levemente.
La cabeza se le partía del dolor, tenía la boca completamente seca, y pastosa, y le dolían todos y cada uno de los músculos conocidos de su cuerpo. Definitivamente, aquella noche debía haber sido bastante movidita, teniendo en cuenta la resaca inmensa que la inundaba y los escasos flashes que llegaban a su cerebro, recordatorios de aquella noche.
Cerró de nuevo los ojos, intentando aplacar el intenso dolor de cabeza que se había instaurado en ella, y trató de hacer memoria de lo ocurrido la noche anterior. Se veía a ella con su amiga Jenna en el taxi que las trasladó desde el hotel a la discoteca donde se llevaba a cabo la fiesta. En otro flash recordó como las copas se fueron sucediendo sin control alguno entre risas y bromas. Y a partir de ahí, nada.
Era su primera noche de fiesta en Los Ángeles y se habían propuesto disfrutarla al máximo. Quizás el exceso de alcohol había sido grande, y ella estaba pagando las consecuencias de aquello, pero merecía la pena. Tanto ella como su mejor amiga desde hacia años, Jenna, habían conseguido papeles en una nueva serie que preparaba la FOX, una de las cadenas televisivas más importantes del país.
Es cierto que jamás pensó que la cogerían tras su desastrosa audición, en la que el pianista se confundió y ella tuvo que parar la canción, quedando como una pequeña diva caprichosa. Fue por eso que se sorprendió realmente al recibir el llamado de la productora, citándola en Los Ángeles para comenzar la grabación del episodio piloto que determinaría el futuro de la serie.
Se había trasladado junto a Jenna a un lujoso hotel situado a las afueras de la gran ciudad, antes de buscar un alojamiento permanente, y aquella noche habían decidido salir a conocer la nueva ciudad. Pero en determinado momento de la noche, perdió el control, y no recordaba absolutamente nada de lo que había ocurrido aquella noche.
Notó un cuerpo junto a ella en la cama, y deslizó una mano hasta su cabeza. Intentó pronunciar una palabra, pero de su boca no salió más que un ligero gruñido. Cerró los ojos con más fuerza, concentrándose para conseguir hilar la frase correctamente.
-Je… Jenna, ¿tienes ibuprofeno? –dijo con dificultad en un susurro, sin abrir aun los ojos.
La respuesta de su amiga no se daba, para su desesperación.
-J, ¿me has oído? –dijo dándole la espalda a su acompañante de cama.
Suspiró profundamente y se dio la vuelta de nuevo, quedándose frente a su acompañante.
-Jenna, hazme caso jod… -abrió los ojos, y se encontró ante sí con una chica que no conocía, rubia, blanca de piel, que dormía profundamente, y, para su mayor sorpresa, totalmente desnuda.
Se sobresaltó, levantándose rápidamente de la cama, sin percatarse de que ella se encontraba en el mismo estado que la rubia, sin ninguna prenda que cubriese su cuerpo.
Por suerte, la muchacha que dormitaba parecía tener sueño profundo, ya que ni se inmutó ante el brusco movimiento que había realizado.
Comenzó a buscar su ropa por la habitación, maldiciendo interiormente. ¿Quién era esa chica? Miró a su alrededor, y, como suponía, no estaba en la habitación de su hotel, sino en lo que parecía ser un moderno apartamento. Consiguió reunir sus prendas, se puso la ropa interior, y las demás prendas las cogió entre sus brazos y salió rápidamente del habitáculo, para no despertar a la rubia.
¿Cómo había acabado allí? La cabeza le daba vueltas intentando recordar algo de aquella noche, pero no lograba recordar nada más allá de un brindis con Jenna y un chupito de tequila. Agh, el maldito tequila siempre causaba ese efecto en ella, además de contribuir a su enorme resaca.
Se vistió rápidamente y buscó su bolso, tratando de encontrar su teléfono móvil, que le diera alguna pista sobre lo que había ocurrido aquella noche.
El final ya lo suponía, no había muchas opciones después de despertar en cama ajena, acompañada y completamente desnuda.
No le sorprendía el hecho de que fuera una mujer, al fin y al cabo, no era algo nuevo en ella, ya que desde su estancia en los mayores teatros de Nueva York había determinado su bisexualidad, la prensa lo sabía y no se avergonzaba de su condición, sino que la disfrutaba completamente.
Lo que realmente la preocupaba era no recordar exactamente quien era la chica que había amanecido junto a ella, ya que no era capaz de recordar siquiera el momento en el que se presentaron. Además, a ella nunca le había gustado el sexo de una noche, ni el acostarse con alguien con quien no hubiera cruzado más que unas palabras. Esa era realmente su mayor preocupación.
Cogió su móvil y descubrió un nuevo SMS que se apresuró a leer. Era de Jenna, y parecía haber sido escrito en un momento de evidente embriaguez de la asiática.
*Holya Lee! Wpasatelo bein con la rubia tu q puesdes jajajajajhaaja mñana noss vesmos! J.*
La incomprensión de Lea aumentaba, Jenna sabía que se había marchado con aquella muchacha, lo que le transmitió algo más de seguridad, pues si hubiera sido alguien que no fuera de fiar o ella no hubiera querido, Jenna no habría consentido que se marchara con ella.
Se puso los zapatos que llevaba la noche anterior, unos vertiginosos tacones que le otorgaban 10 centímetros de altura que no le venían nada mal, ya que era bastante menuda, pero que, debido a la hinchazón de sus pies, le supondrían una tortura hasta llegar al hotel, suponiendo que consiguiera llegar.
Se dirigió a la puerta del apartamento, con la clara intención de marcharse de allí cuanto antes, pero una dulce voz hizo que se sobresaltara.
-¿Nunca te han dicho que irse de un sitio sin despedirse es de mala educación? –dijo la rubia, vestida con un pequeño short de pijama y una camiseta ancha cubriendo su torso, sonriendo dulcemente.
-Perdona –dijo algo avergonzada Lea- no quería molestarte, ya me iba.
-No es necesario –contestó- quédate a desayunar si quieres –dijo acercándose un par de metros hacia ella- después de lo de ayer supongo que estarás hambrienta –dijo con una ligera carcajada.
Lea se sonrojó ante el comentario, y sus ganas de huir rápidamente del lugar aumentaron.
-No, en serio, tengo que irme –dijo apresuradamente- lo siento, ya nos veremos –añadió dirigiéndose rápidamente hacia la puerta del apartamento y saliendo del lugar a la velocidad del rayo, dejando a la rubia bloqueada.
Salió del portal del edificio, aun maldiciendo interiormente, y se apresuró a buscar un taxi que pudiera llevarla de vuelta al hotel.
Mientras caminaba por las calles, marcó el número de Jenna en el móvil, rezando por que ésta pudiese darle algún detalle más de la noche. Cuando estaba a punto de cortar la llamada, una adormecida voz contestó al otro lado.
-¿Qué quieres Lee? –dijo completamente adormilada Jenna-
-¡¿Me puedes explicar que hice anoche? –dijo elevando la voz-
-¡No grites, joder! –contestó la asiática desde el otro lado- tengo una resaca que no puedo con ella.
-Yo también, y no solo eso –añadió Lea- además, me he levantado en un sitio desconocido con una rubia desconocida al lado, ¿puedes decirme que pasó ayer?
-No te comas la cabeza Lea, la conociste, te gustó, le gustaste, te miró, la miraste, te comió, te la comiste y se fueron juntas, lo que pasara después es cosa vuestra –dijo Jenna sin muchas ganas-
-¡Eso no me vale J! necesito saber qué pasó exactamente en esa discoteca –respondió, comenzando a desesperarse.
-Ok, no me estreses, cuando vengas al hotel hablamos, ahora déjame dormir y dale la revancha a la rubia, que seguro que tiene ganas, además, así lo recuerdas –Lea oyó una carcajada al otro lado del interfono.
-¡No te rías! –dijo elevando bastante la voz, mientras escuchaba como su amiga se despedía y colgaba el teléfono- será…
Guardó su móvil en el bolso y continuó su búsqueda de un vehículo que pudiera trasladarla hasta su hotel, lo que parecía realmente complicado.
Finalmente, y tras veinte minutos dando vueltas por numerosas calles desconocidas para ella, logró dar con un taxi libre, que se apresuró a parar. Montó en el vehículo y puso rumbo a su hotel, intentando despejar la mente de lo que parecía haber ocurrido aquella noche, además de tratar de aliviar la horrible resaca que seguía azotándola sin piedad.
Finalmente llegó a su destino, pagó al taxista y se dirigió a su habitación, con ganas de tumbarse en la cama y hablar largo y tendido con Jenna, hasta encajar las piezas del puzzle.
Cuando entró a la habitación se encontró a su amiga tumbada sobre la cama, atravesada de lado a lado, imposibilitando que hubiera hueco para nadie más. Se colocó al lado y comenzó a moverla para que se despertase y le hiciera un sitio en aquella gran cama.
-Jenna… J… despierta –susurraba mientras la zarandeaba suavemente tratando de despertarla.- Jenna, venga, despierta –dijo moviéndola algo más bruscamente, lo que causó un sobresalto en la muchacha.
-¡Joder! –dijo algo agitada- menudo susto me has dado Lea –añadió mirándola algo enfadada- ¿ya estás aquí?
Lea se sentó en la cama junto a ella, apoyando su cuerpo en el cabecero de la cama.
-sí, ya llegué, ahora cuéntame con detalles todo lo que hicimos anoche por favor.
Jenna se incorporó imitando la postura de Lea y mirándola.
-Por favor Lee, no le des tanta importancia, es una tontería, una noche de desfase y nada más, deja de rayarte.
-Jenna, te estoy pidiendo que me lo cuentes, ¿puedes hacerme el favor de decirme lo que pasó y aclararme? –dijo algo molesta.
-No pasó nada. Bebimos mucho, puede que más de la cuenta, especialmente tú, y en determinado momento me acerqué a saludar a un conocido dejándote sola. Cuando volví estabas enganchada al brazo de una rubia y no dejabas de reír por lo que te decía, asíque supuse que lo estabas pasando bien. Al rato te acercaste a mí y me la presentaste como tu "lady", diciendo que estabas cansada y que te ibas con ella. Ella me dijo que no me preocupara por ti, que ella te cuidaba. Volví con mi conocido y te fuiste con ella. No sé nada más.
-¿Y me dejaste ir con una desconocida así como así? Podría haber sido una asesina, o una violadora, o cualquier otra cosa.
-Teniendo en cuenta la manera en que te miraba no podía ser nada de aquello –dijo la asiática con una ligera sonrisa en los labios- de todas formas, no entiendo por qué te preocupas tanto, fue una noche de fiesta, un poco de sexo y ya está.
-Ya, pero… -intentó replicar Lea, mas Jenna cortó su respuesta-
-No hay peros, Lea, no le busques más problemas, una noche de sexo, no la volverás a ver nunca más, deja de preocuparte por tonterías –dijo mirándola seriamente- y tráeme un ibuprofeno, por favor. Se me va a partir la cabeza –añadió Jenna-
Lea suspiró. En el fondo su amiga tenía razón. No merecía la pena preocuparse con algo como aquello, que no traería ninguna consecuencia. Se levantó de la cama y buscó un par de pastillas en su maleta, tendiéndole una a Jenna y tomándose ella la otra. Realmente necesitaba descansar. Se tumbó en la cama, cerró los ojos y, tras unos minutos de duermevela, cayó en los brazos de Morfeo.
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