Para situaciones desesperadas medidas drásticas

Autor: Gabyah

Género: comedia/ romance

Pareja: Helga/ Arnold

Advertencias: Posible OC, espero no mucho.

Notas del autor al final.

oOo

Las palabras malditas fueron leídas, una a una las letras formaron la despiadada oración, que en conjunto con las tonalidades llamativas sentenciaron su rotunda ruina.

Y no era del todo su culpa cierto, ¿cierto? ¡Maldición! La culpa la tenía el estúpido cabeza de balón, Helga Pataki, adolecente de dieciséis años apenas cumplidos, simplemente pasaba por ahí, casualmente, con su típico aire decaído después de una de tantas discusiones tontas con el por no desacreditar el titulo, " su único y verdadero amor" y futuro esposo por no decir menos, y ese era el meollo del problema, que no conseguía siquiera acercársele ni medio segundo sin que antes su boca floja en conjunto con sus desobedientes cuerdas vocales pronunciaran y blasfemaran estupidez tras estupidez dirigidas a su amado Arnold.

Siempre era lo mismo, ella tenía el regalo divino de tenerlo cerca y ella lo echaba a perder, una y otra vez, y la cosa no paraba ahí, su vocabulario era más mordaz y vulgar cuando había chicas, entiéndase "zorras-roba-amores" cerca, bufando pateo una lata la cual siguió trayectoria con sus celestes ojos dispuesta a seguir usando como objeto para depositar su frustración cuando vislumbro las palabras malditas, henos aquí donde nuestra historia comenzó.

La vendedora miraba fijamente, Helga la reconoció de inmediato, lo que hizo que su desesperación y el sonrojo de su rostro se tonificara, ¡maldición! Que acaso dios la odiaba, y como si estuviera en un déjà vu, sus manos sudaron, mientras se acercaba a la caja con un par de revistas de lucha con la "innombrable" muy bien escondida entre ambas, unas gaseosas Yahoo y unas frituras de cerdo, esperando tal vez, y solo tal vez, que la asquerosa vendedora tuviera el tacto de no avergonzarla nuevamente.

"Tranquila Helga, concentración"

Su turno llego, y la mujer la miro sin interés, la rubia pareció olvidar sus pensamientos anteriores, cuando la cajera tomo sus artículos para pasarlos, escucho el tic tac del ya anticuado reloj de pared a espaldas de la mujer, "tic" "tac" el tiempo pareció detenerse cuando la mujer termino de pasar las frituras y comenzó con la primera revista, retuvo el aire en sus pulmones y una gota de sudor se deslizo deliberadamente desde su frente hasta el término de su mandíbula, quiso distraerse cuando la segunda revista de luchadores fue la siguiente, fijo su vista desesperada a la persona detrás de ella, la cual para su desgracia eran unos muchachos que la miraban fijamente, uno de pelo negro y ojos azules le sonrió para su desconcierto.

— ¿Desea comprar esta revista?

Helga regreso su vista desorbitada hacia la vendedora la cual tenía la revista en una mano, sintiendo el pánico a punto de estallar paso saliva, definitivamente dios la odiaba, ¿acaso la castigaba por no gustarle los animales tiernos, ni ser gentil, o amable? ¡Dios! ¿Acaso tanto humillación era necesaria? El rubor de sus mejillas colonizaron su rostro y de su garganta inaudibles murmullos salían sin éxito, hasta que dios se apiado de ella y un y apenas audible — ¿Qué? —. Salió de su boca.

— ¿Que si desea recarga para su celular? —Helga observo como la vendedora terminaba de empaquetar sus recientes compras, la rubia se relajo liberando todo el aire de sus pulmones cruzándose de brazos en una ya típica pose y negó con la cabeza. — diecinueve noventaicinco—.

La rubia deposito veinte dólares sobre el mostrador para tomar a toda prisa su bolsa y salir de ahí, todo estaba saliendo de maravilla, la puerta eléctrica se abrió sin ningún problema, es mas, reconoció el aquereso sentimiento de felicidad donde hasta vislumbraba florecitas y maripositas color de rosa, si, una asquerosa y típica ensoñación de las tantas niñas rosa que odiaba, pero no importaba ya que dentro de poco a unos cuantos pasos más por la misma acera llegaría hasta su casa y podría por fin respirar tranquila, resoplo de anticipación al estar frente a la finca, ¡solo unos pasos más!, subió el primer escalón, ¡solo un poco más! Subió el segundo escalón, podía oír el coro de victoria cuando su mano se acerco a la perilla de la entrada, cuando un crujir la paró en seco, después de esto el sonido de las latas contra el piso rebotaron estridentemente, sonando con mayor fuerza en su mente, su cuerpo se congelo y la mano quedo tendida aun a punto de tocar la perilla, hasta que el ultimo sonido de la lata que rodaba se dejo de escuchar, si, dios no podía ponérselo fácil, se giro fastidiada para después ponerse en cuclillas decidida a recoger rápidamente su delito y refugiarse en el interior de su hogar, cuando sintió que una ráfaga de aire frio la golpeaba fuertemente, cuando el joven de cabellera negra le ofrecía la revista cortes mente ,Helga enrojeció como nunca lo había hecho ya que por un momento y pese a el contraste con el pelo oscuro su mente le jugo la mala pasada que ese quien le ofrecía la revista maldita era ni más ni menos que el mismísimo Arnold, el apuesto muchacho sonrió aun mas cuando aprecio el sonrojo de la muchacha para que en un acto seguido fuera de malicia, cabe mencionar, leyó en voz baja las palabras del título de la revista, Helga paso del rojo al azul para después pasar de nuevo al rojo furia que la caracterizaba y en un acto de supervivencia arrebato rápidamente la responsable de tan bochornosa escena. — ¡Mete en tus asuntos idiota! — el joven solo vio con la boca abierta como la rubia se dirigió hacia la puerta rápidamente para después entrar a la casa y cerrar la puerta con un estrambótico sonido. Una gota de sudor surco por sus mejillas y sin esperarlo y aun con la sorpresa anterior presente la rubia salió nuevamente con su pose de superioridad para recoger de manera chistosa ante sus ojos azules lo que se apreciaba y definía como frituras de cerdo y latas de soda Yahoo, para de nuevo darle la espalda y perderse nuevamente tras la puerta de su casa, el chico pestaño incrédulo para después sonreír con ganas, si Hillwood seria entretenido.

Escucho como Miriam la llamaba, lo cual ignoro olímpicamente subiendo rápidamente hasta su habitación, cerró con seguro la puerta de su cuarto y se cercioro que no hubiera nadie que pudiera estar en su espacio personal, con su día de locos y el mundo confabulando para hacer su vida miserable no estaba de mas ser un poco cuidadosa, por no decir esquizofrénica, para así por fin leer lo que sería su próxima y tal vez mas catastrófica estrategia de las tantas "enamorando-a-Arnold" que había intentando sin éxito, y es que para situaciones desesperadas medidas drásticas, ojeo rápidamente hasta que llego a la pagina estelar y leyó en voz alta " Diez pasos para conseguir al chico de tus sueños".

Después de todo, Helga Pataki era muy crédula cuando de chicos se trataba.

Continuara….

oOo

Hola mis amores, cuánto tiempo ¿no? Pues les traigo este nuevo proyecto, esperando que no se hayan olvidado de mi en esta sección, para los que se pregunten esta historia será realmente corta, tiene mucho potencial y por eso espero terminarla pronto, ya que fluyen con mayor facilidad las ideas cuando realmente estoy emocionada con la trama, y aunque suene a cliché espero no caer en el de alguna forma ya que como se estarán imaginando los consejos de la revista serán por no decir muy pero muy errados y bobos, repito no me gusta el drama por lo que me inclinare e incursionare él un genero desconocido totalmente para mí, la comedia, sin olvidar el romance que tanto me gusta.

Mucha gente me pidió cuando termine En busca de la felicidad que siguiera escribiendo por lo que espero no decepcionarlos con esta nueva historia, sepan también a los que me han estado pidiendo la continuación de El otro lado de cristal que reeditare la historia y le daré termino próximamente gracias por su continuas muestras de afecto.

Así que ya saben espero ansiosa que se apiaden de mí y me dejen sus comentarios así que hasta entonces:

Hasta la próxima….