Este fic es una especie de adaptacion de la novela: "Lolita" a un Yullen, tiene exceso de OCC lo lamento u.u tambien contiene cosas como shotacon (si, un Allen de 13 años y un Kanda de 32 es un CLARO ejemplo de shota xD) y tambien hay una probable muerte de personaje.
trate de hacer lo mejor para adaptarlo de forma correcta asi que espero que les guste ^^
Bueno, les voy a ser sincera, este fic quizas no lo actualice tan seguido por que es un tanto mas complicado (yo me entiendo) igual, tampoco es que voy a tardar siglos, no se asusten xD ademas primero tengo que saber si les gusta T.T ... para esto ultimo * aprovecha para recordarles* voy a necesitar de sus reviews, no cuesta mucho y me dejan contenta ;D bueno, terminando con las aclaraciones, este capitulo se lo dedico a una amiga a larga distancia u.u que se ganó un lugar en mi corazon (*w*) y me hace reir y me levanta el animo siempre *-* sabes que te amou Stephie *-* un dia te voy a ir a visitar y nos vamos a reír del gato de la esquina y vamos a conquistar el mundoo (? I love you ?
Raiting: T
Disclaimer 1: .man y sus personajes pertenecen a Hoshino Katsura
Disclaimer 2: Lolita pertenece a Vladimir Navokov *-*
Advertencias: lenguaje dirty (?
Allen...
By Meiko Murakami
~†» Veneno en la herida «†~
"Moyashi, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía... Era Allen, sencillamente Allen, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Allen- chan en la escuela. Era Allen Walker cuan do firmaba. Pero en mis brazos era siempre Moyashi."
¿Tuvo Allen una precursora? Por cierto que la tuvo. En verdad, Allen no hubiera podido existir para Kanda si un verano no hubiese amado a otra... ¿Cuándo? Tantos años antes de que naciera Allen como tenía el ese verano. Siempre puede uno contar con un asesino para una prosa fantástica
Yuu Kanda nació en Japón. Su Tutor, (o mentor como se empeñaba Kanda en llamarlo) el prestigioso profesor de artes Froi Tiedoll, era una persona suave, de trato fácil, que lo cuidaba como si se tratase de su propio hijo. Poseía un lujoso hotel en Okinawa. El joven Kanda solo tenía memorias de su infancia a partir de sus 8 años de edad, según su Mentor eso era normal, Tiedoll solía decirle que nadie puede recordar cuando nació, por lo tanto el no tenia por que recordar el periodo anterior a sus 8 años.
Pero incluso a pesar de esto en la mente de Kanda existían una niñez feliz, una zona de tibieza en el pasado impenetrable, hondonadas y valles del recuerdo sobre los cuales, se puso el sol de su infancia
Creció como un niño feliz, saludable, en un mundo bri llante de libros ilustrados, arena limpia, cerezos, perros amistosos, paisajes marítimos y rostros sonrientes, Desde sus profesores, hasta sus compañeros todos gustaban de él, todos lo mimaban.
Pero no era eso lo que él quería, el siempre había sido un niño con un carácter un tanto fuerte para la edad. Tiedoll le enseñaba a él y a sus compañeros a navegar y a pasear en bicicleta, a nadar, a zambullirse y a esquiar en el agua, les leía novelas y él lo adoraba y lo respetaba y lo enorgullecía. Pero por supuesto que él no lo demostraba, eso no era algo propio del pelinegro. Lo único que demostraba el pequeño, era respeto y cortesía (aunque no fuera lo que más deseaba hacer) y aun a pesar de esto el mundo entero lo adoraba.
Asistía a una escuela diurna japonesa a pocas millas de Kyushu; allí practicaba con su katana, obtenía excelentes calificaciones y estaba en términos perfectos con sus profesores, mas no así con sus compañeros, puesto que los ignoraba, según él era gente "poco interesante".
Como él, Alma era de origen japonés. Recordaba sus rasgos con una nitidez mucho menor que hacía pocos años, antes de conocer al Moyashi.
Verán, según Kanda Hay dos clases de memoria visual: con una, recreamos diestramente una imagen en el laboratorio de nuestra mente con los ojos abiertos (y así veía a Alma, en térmi nos generales tales como «piel bronceada», «brazos delgados», «pelo color miel y largo», «pestañas largas», «boca grande, labios delgados», «ojos color avellana»); con la otra, evocamos instantáneamente te con los ojos cerrados, en la oscura intimidad de los párpados, el objetivo, réplica absolutamente óptica de un rostro amado, un diminuto espectro de colores naturales (y así veía al Moyashi).
Alma era una niña encantadora, pocos meses menor que Kanda, quien en ese entonces tenía catorce años. Sus padres eran viejos amigos de un familiar de Tiedoll. Habían alquilado una villa no lejos de Okinawa. Al principio, Alma y Kanda hablaban de temas periféricos. Ella recogía puñados de fina arena y la dejaba escurrirse entre sus dedos.
Sus mentes estaban afinadas según el común de los pre-adolescentes orientales inteligentes de sus tiempos y su generación. Alma quería ser en fermera en algún país europeo donde hubiera hambre; Kanda, ser un samurái famoso.
Se enamoraron simultáneamente, de una manera fre nética, impúdica, agonizante y desesperada. A su corta edad Kanda había experimentado lo que era estar profundamente enamorado de una persona, Alma y el solían pasear bajo los árboles en primavera, algunas veces solo se iban a las playas más cercanas a disfrutar de sus platicas, hablaban tanto de temas superfluos como también hablaban del amor y la poesía, si bien Kanda detestaba esta última, era capaz de hacer un esfuerzo por su amada.
Todavía recordaba una noche de verano en la cual alma y él se escaparon de sus respectivos hogares, esa noche era excesivamente calurosa y Alma llevaba puesto un vestido color blanco con puntilla que dejaba ver sus largas piernas bronceadas.
Solo se recostaron en la arena con los rostros mirando al cielo y las estrellas, bajo la luz de la luna quedaron inmóviles, solo contemplándose el uno al otro, y de vez en cuando mirando las estrellas. Alma tomo su mano con delicadeza, podía sentir la calidez y la suavidad de ese cuerpo a su lado. El aroma tropical que Alma desprendía era uno de los aromas más bellos que pudiera haber sentido. Y entonces ella giró de costado, Kanda hiso lo mismo quedando frente a ella, podía observar esos ojos rasgados mirarle con profundidad.
Y en un movimiento lento sus rostros se acercaron tanto que sus alientos se entremezclaron haciéndose uno. Sus labios salados rozaron los de Kanda, y en movimientos inocentes se dieron su primer y único beso. Ella tembló y se crispó cuando el pelinegro lamió suavemente el ángulo de sus labios entreabiertos. Un racimo de estrellas brillaba sobre ellos, entre siluetas de largas hojas delgadas ese cielo vibrante parecía tan desnudo como su amada bajo su vestido liviano
Cuatro meses después, Alma murió de de Leucemia en un hospital de Tokio.
La conmoción producida por su muerte consolidó la frustración de ese verano de pe sadilla y la convirtió en un obstáculo permanente para cualquier romance ulterior, convirtiéndolo en el ser frío, distante y grosero que ahora era.
En ese entonces, cuando ella murió Kanda imposto frialdad, hizo como si nada hubiese sucedido, creo un muro impenetrable a su alrededor. Su mentor y sus amigos (o "hermanos" como Tiedoll se esforzaba en hacer que los llamara) trataron de consolarlo, trataron de brindarle apoyo, y cariño, y él los rechazo profundamente, se aisló y adquirió un temperamento volátil.
Pero ese macizo de mimosas, el racimo de estrellas, la comezón, la llama, el néctar y el dolor quedaron en él, y a partir de entonces ella lo hechizó, hasta que, al fin, dieciocho años después, rompió el hechizo encarnándola en «otro».
En el resplandor de aquel verano remoto, cuando empezó a hendirse su vida. Cuando procuró analizar sus propios anhelos, motivaciones y actos, se rindió ante una especie de imaginación retrospectiva. Estaba per suadido, sin embargo, de que en cierto modo fatal y mági co, el Moyashi empezó con Alma...
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Ahora, Yuu Kanda era un hombre de treinta y dos años formado, y prospero, reconocido profesor japonés de matemáticas al cual poco le importaban los paisajes, las poesías, la historia. Era un hombre serio y un tanto malhablado.
No le gustaba estar rodeado de gente a menos que fuera necesario como era el caso del colegio en Japón en el que trabajaba. Se había ganado una buena fama como profesor y era solicitado en varios lugares en los cuales le resultaba gustoso trabajar, no era un hombre al que le gustara estar mucho tiempo en un lugar, estaba siempre huyendo.
Tuvo incontables amoríos con mujeres de toda clase, mujeres hermosas que le amaban profundamente y que estaban dispuestas a renunciar a todo por el hombre japonés con mal carácter, nunca le faltaron pretendientes, puesto que siempre fue muchacho muy apuesto, pero él, por más que lo intentara había perdido la capacidad de amar hacía mucho tiempo.
Ya no era el joven apasionado por su profesión ahora simplemente todo era una rutina. No había razón en el mundo por la cual debía sonreír, o inclusive respirar. Pero él no era de estúpida gente que se suicidaba, no señor, el era orgulloso, y aunque ya no tuviera razones para seguir adelante, iba a arrastrar su maldito trasero hasta el último latir de su corazón.
Estuvo mucho tiempo viviendo en Francia ejerciendo su profesión allí, pero luego de un tiempo decidió que era hora de marcharse nuevamente. Ahora había aceptado un trabajo en Ramsdale un pueblo de New Hampshire (Inglaterra) y tenía un semestre libre antes de comenzar las clases así que decidió pasar el verano en lo de un antiguo su compañero en sus épocas de entrenamiento, Noise Marie.
Se encontraba manejando, con su mente vacía, solo concentrándose en la carretera, tenía unos paisajes admirables, pero a él ya no le importaba. Simplemente todo era una "mierda".
Su vehículo era un antiguo viking sedan modelo de los 30's color Almendra, había comprado este modelo pensando en la comodidad que este le brindaría, dado que él viajaba constantemente, debía tener el auto apropiado, se sentía muy a gusto con su nueva adquisicióía un tapizado color champagne y unos detalles en dorado en el manubrio y palanca de cambio.
Había pasado ya un buen rato manejando, y había llegado a la casa de su viejo amigo, pero lo único que encontró fueron las ruinas de lo que iba a ser su posada.
Todo se encontraba quemado, lo que ahora podía observar era un gran manto gris que cubría los escombros del lugar en el que alguna vez hubo muebles, plantas, risas y llantos.
Lanzó un par de maldiciones y se dirigió a una antigua estación de servicio que quedaba cerca de la ó unas monedas en la cabina telefónica de la estación y marcó el número de la casa de su mentor, Tiedoll, estaba seguro de que el viejo sabía qué demonios había sucedido con la casa.
Luego de unos segundos una voz familiar de atendió.
—Buenas tardes—
—Habla Kanda, solo llamaba para...— fue interrumpido por un estruendoso grito del anciano que se encontraba del otro lado de la línea
—¡Hijo mío! ¿Cómo has estado? ¿Que ha sido de ti? ¿Por qué nunca llamaste?—
—Quizá fue porque no quería saber nada con usted, ¿no lo cree?— Hubo unos segundos de silencio que fue interrumpido por el propio Kanda
—¿Qué mierda le paso a la casa de Marie?—
—Oh! ¿Has visto que tragedia la de tu hermano? Se ha incendiado su casa—
—Dime algo que no sepa— dijo un tanto molesto por la respuesta obvia que había obtenido.
—Oh, veo que lo comprobaste por tus propios ojos. Bueno tu hermano está viviendo con la familia de su esposa en Alemania hasta que reconstruyan la casa. ¿Ibas a visitarlo, verdad hijo?—
—No soy tu hijo y Marie no es mi hermano has ¿oído viejo?—
—Tu siempre tan cariñoso—
—¿Ha dejado algún mensaje?—
—Así es, me dijo que un amigo de la familia llamado Cross Marian estaba de acuerdo a que pases el verano en su casa, dijo que si pagabas una pequeña suma, podrías quedarte en uno de los cuartos de su casa—
—Dame dirección— dijo con un tono demandante
—Calle Lawn numero 342... te extraño hijo, vendrás a...— Kanda le había cortado abruptamente el teléfono y ahora se dirigía nuevamente su vehículo un tanto fastidiado.
No era que realmente estuviera enojado con el viejo, era tan solo su forma de ser, desde sus 15 años jamás había vuelto a su antiguo hogar, se había marchado a lo de un "tío" con la escusa de que le quedaba cerca de la universidad en la que quería estudiar, y jamás regreso pero en el fondo siempre estaba la añoranza de volver a su hogar y ver a su "viejo", volver a los tiempos lejanos, pero solo era un sueño, y si los sueños se hacen realidad, significa que nunca lo fueron.
Condujo a una velocidad un poco excedida durante un buen rato antes de encontrarla calle indicada como destino.
Se sentía enfurecido, decepcionado, y harto, pero como cortés asiático no pudo rehusarse a que lo despacha ran hacia la calle Lawn, se juró a sí mismo que no soñaría siquiera con perma necer en Ramsdale bajo ninguna circunstancia, y que ese mismo día volaría a las Bermudas o las Bahamas...
Cuando llego al lugar indicado se percató de que era un lindo barrio para vivir, entre olmos, y colinas, había unas cuantas casas con jardines muy bien cuidados.
En cuanto entro en la cuadra de la posada del tal Cross un perro blanco comenzó a perseguir las ruedas del auto, le hubiera encantado arrollar al perro con la gran rueda, pero su dueña, una anciana de cabellos blancos se encontraba en la puerta de su casa tejiendo y llamando a su perro. No quería problemas, estaba cansado así que lo dejo pasar.
Y ahí se encontraba, era la típica casa inglesa, de esas que no tienen enrejados, estaba pintada de un blanco un tanto gastado, era bastante grade con un parque adelante y otro atrás, ambos decorados con plantas y flores de diversos colores. Estaciono el vehículo, se dirigió hacia la entrada d la casa y llamo a la puerta, luego de unos segundos se escucho la voz de una mujer que gritaba:
—¡Ya va!—
A los pocos instantes la puerta se abrió dejando ver a una jovencita de color con un gesto de preocupación y con un repasador en las manos.
—Usted dirá—
—Mi nombre es Yuu Kanda y soy profesor de..—
—Un minuto algo se está quemando—
Y salió disparada hacia la cocina dejando así la puerta abierta de par en par y a un Kanda un tanto molesto y confundido con sus maletas en la puerta.
Observo con meticulosidad todo el lugar, era un recibidor un tanto pequeño con una mesa de roble en el centro, El vestíbulo tenía diversos adornos; un canillón colgan te sobre la puerta, un artefacto de madera rojiblanca, y la reproducción preferida por la clase media presuntuosamente artística, la Arlesiana de van Gogh.
Una puerta abierta a la derecha dejaba ver una sala con más trastos exóticos en una rinconera y un sofá a rayas contra la pared. Al final del pasillo había una escalera, y mientras se secaba el sudor de la frente (sólo entonces advirtió el calor que hacía fuera) y miraba, por mirar algo, observo una pelota de tenis gris sobre un arcón de roble.
Le llegó desde el descanso la voz de contralto de Cross, (un hombre robusto con una pelirroja cabellera larga y un cigarrillo entre sus labios) que inclinado sobre el pasamano dijo melodiosamente:
—Tú debes ser el profesor amigo de Marie—
La ceniza de un cigarrillo cayó como rúbrica. Des pués, fue bajando los escalones mientras que Con el índice seguía golpeando el cigarrillo.
—Así es—
—Bien yo soy Cross, y aquella preciosura que te atendió es mi criada, Louise—
—Arriba esta tu estudio, mi cuarto y el de Allen por allí está la cocina, el baño...—
El hombre seguía describiéndole toda la casa. Creía que vivía solo, pero al parecer el hombre tenia un hijo.
—Bien, la pensión son 100 dólares por mes incluyendo la comida que esta muñequita te preparará— dijo señalando a la criada que estaba en la cocina
El hombre se dirigió al jardín trasero halagando un poco a la casa y él lo siguió con hastío.
Como era de esperarse era un jardín un bastante descuidado, pero hermoso. De pronto el hombre de detuvo y señaló entre los árboles y plantas...
Allí se encontraba recostado boca abajo su viejo amor de Okinawa jugueteando con las piernas alzadas al cielo azul y ojeando un libro.
—Oh ahí esta Allen, y allí mis plantas carnívoras, ¿son lindas verdad?—
Vaciló un momento.
—Hermosas—
Pero no era a las plantas a las que miraba, claro que no, su mirada se encontraba perdida en ese joven de pelos color canela que se encontraba tendido en el suelo, tuvo que observarlo dos veces para darse cuenta de que se trataba de un chico y no de una joven como pensó en primera instancia, tenía los mismos hombros frágiles, la misma espalda esbelta, sedosa, el mismo pelo castaño que tenia «Ella».
El joven miraba el libro que tenia entre las manos, sus ojos color plata se deslizaban por cada línea de esas hojas con pasión. De pronto, el chico se percato de su presencia y Kanda pudo ver su encan tadora sonrisa, Los dieciocho años vividos desde entonces se empequeñecieron hasta un latido agónico.
Le era muy difícil expresar con fuerza adecuada esa llamarada, ese estremecimiento, ese impacto de apasionado asombro. En el brevísimo instante durante el cual su mirada envolvió al niño recostado entre la maleza de aquel jardín, mientras pasaba junto a él en su disfraz de adulto, el vacío de su alma logró succionar cada detalle de su brillante hermosura, para compararlo con los rasgos de su novia muerta.
Poco después, desde luego, el, ese Moyashi,«su Moyashi», habría de eclipsar por completo a Alma, dejándola en el terrible olvido. Se quedo ahí como un tonto parado tan solo admirando la belleza del chico. Entonces reacciono y enfadado consigo mismo, le dio vuelta la cara con un descortés "tsk"
—¿Qué dice?—
articuló Cross ya sentado en la sala con una botella de licor entre sus manos.
—¿Cuánto dijo por la habitación?— dijo haciéndose el desentendido
—Cien dólares—
—De acuerdo, me quedaré—
Y así se dispuso a comenzar con su mudanza. Llevando y trayendo paquetes del auto. Una de sus maletas era un tanto más pesada así que tuvo que arrastrarla hacia la casa. Mientras lo hacía escucho una vos melodiosa que se ofreció a ayudarlo.
—¿Necesita ayuda?—
—Estoy bien—
Trato de alejarlo con esa seca y un tanto ruda respuesta, pero por el contrario el joven tomo de un lado la maleta y le dirigió una perspicaz mirada.
—¿Ha visto que es más fácil de a dos?—
No le contesto nada, tan solo le dedico una mirada un tanto cruel y volvió a lo suyo. Una vez hecha la mudanza, se dirigió a su cuarto, que ahora era un desastre debido a todas las cosas tiradas. Estaba un poco cansado y hacia un calor terrible así que tan solo se recostó sobre la cama. Se sentía un poco abrumado.
Ese joven cuya perfección le recordaba a sus épocas de juventud en Kyushu le hacía estremecerse de un modo que jamás lo había hecho.
Aquel niño de ojos color plata lo había hipnotizado haciendo que casi olvidara todo lo anterior a esa tarde en que lo vio, pero verán, el veneno seguía en la herida, y la herida se negaba a sanar Y a pesar de todo Kanda seguía siendo la misma persona malhumorada de siempre.
Oyó que alguien golpeo la puerta y seguido a eso se escucho una dulce voz.
—¿Puedo pasar?—
—Si no tengo remedio...—
El pequeño entro a la habitación. Tenía puesto un short azul bastante corto con una remera que le quedaba grande y estaba descalzo. Llevaba en las manos una bandeja con limonada fría que hacía que los vasos transpiraran por el calor del ambiente.
Trato de esquivar un poco al pelinegro que se había puesto de pie, el mayor se deleitaba oyendo los pasos de los desnudos pies del castaño resonar en la habitación
—Me he dado cuenta que no me he presentado, lo siento. Mi nombre es Allen Walker y soy el aprendiz de Cross. Pensé que estaría cansado así que le traje algo de beber— dijo esbozando una gran sonrisa.
—¿No se supone que me lo tendría que traer la criada?—
Allen agacho la cabeza y hablo con voz queda
—Debería, pero a mi maestro le gusta que yo haga las cosas, además Louise y mi maestro están... ocupados—
—Ah... Ya veo, esa es la novia de tu maestro—
—No, solo una de las tantas— Expresó con una naturalidad increíble.
Se levanto y tomo uno de los vasos y el pequeño solo se dedico a dirigirle otra tierna sonrisa.
Allen Walker era un niño huérfano de 13 años, sus verdaderos padres lo habían abandonado, para Allen su único y verdadero padre fue un hombre denominado Mana, Cross solo era un explotador de menores, que le decía a todos que Allen era su hijo, para evitar problemas con la ley, pero Allen siendo de naturaleza noble le agradecía haberlo acogido en su hogar a pesar de los malos tratos.
—Bueno mocoso, ya te puedes ir—
—¿Le han enseñado buenos modales a usted señor Kanda?—
—Que te importa Moyashi—
—¿Moyashi? ¿Qué es eso?—
—Averígualo si puedes Mo-ya-shi — dijo en tono de desafío
—Lo aré— dijo Allen sacándole la lengua de una forma muy infantil y luego yéndose de la habitación dando un portazo
No pudo evitar esbozar algo muy parecido a una sonrisa. Ese chico le provocaba algo extraño, su rostro tan armonioso era asimétricamente perfecto. Cada detalle del chico era asombroso.
Quería tenerlo cerca, tenía deseos de poder seguir sintiendo esa fragancia a caramelo y vainilla que el menor emanaba, quería rosar esa piel tersa con las yemas de sus dedos haciendo que el pequeño se estremeciera, pero no podía tan siquiera soñar con que eso sucediera, era tan solo un niño, y era un impensable y enfermo el solo ver el cuerpo de ese pequeño con otros ojos que no fueran los de un padre.
Kanda, que era una persona pasional, estaba dispuesto a conformarse con el solo hecho de poder observarlo... solo admirar la belleza prohibida de tiempos lejanos...
...Continuará ...
Fiuuu *silva* ah, me salio un poco mas corto de lo que esperaba, pero bueno, ahi estuvo...espero que les haya gustado el primer capitulo ^^
¿creen que merece continuacion? eso ni siquiera yo lo se D:
bueno, cualquier error, horror, opinión, etc. me la hacen saber y yo ago lo posible por enmendar el error ;D como les dije antes,dejar un review solo les lleva unos minutos y hacen feliz a esta torpe escritora (si es que puedo llamarme a mi misma escritora)
por cierto, tuve que subir el capitulo 5 veces para que quedara bien T.T
Meiko Yuu Walker! ^^
