Título: Fin de Año.
Personajes: Kai Hiwatari & Tala Ivanov.
Género: General, Amistad, ¿Romance?
Rating: T
Advertencias: Secuela de "Navidad, al fin y al cabo". Insinuación de Shonen Ai. Tala/Kai implícito.
Resumen: Un año más ha pasado. Ese año está a punto de terminar, y muchas cosas pueden pasar a finales de Diciembre. Eso lo sabe muy bien Kai Hiwatari.
Disclaimer: Beyblade no me pertenece. Pertenece al talentoso, Takao Aoki, al cual le agradezco infinitamente por traer a mi mundo tan bella y shipeable obra de arte.
25/12/10.
1. Capítulo 1- Noche Buena y Navidad. Otra vez.
Sin darse cuenta, un año más ha pasado.
La época, el frío que hace y el ambiente que se respira en el aire le dicen a Kai Hiwatari que otra vez es Noche Buena, y pronto, Navidad.
Este año ha sido diferente al de todos los demás. Si bien es cierto que estuvo un par de meses en Rusia, pronto regresó a Japón, a donde verdaderamente pertenece. Y desde entonces, se ha visto inmerso en su rutina, en su vida diaria. Escuela por las mañanas, alguna que otra bey-batalla por las tardes, y la mayor parte de sus fines de semanas estuvieron ocupados al pasarla con sus amigos en algún lugar recreativo o simplemente en la casa de Tyson, recordando tiempos pasados o descansando simplemente.
A los Blitzkreig Boys no volvió a verlos, pero no por ello perdió el contacto. De vez en cuando Tala lo llamaba, platicaban un rato por teléfono y luego cada uno seguía con sus vidas. Otras tantas, era el mismo ruso-japonés quién llamaba a la Abadía, pero no siempre encontraba al pelirrojo con el que quería hablar así que sus llamadas se limitaban a saber cómo estaban y qué había pasado desde la última vez que supo de ellos.
Y así y a grandes rasgos, es como otro año más estaba a punto de terminar en la vida de Hiwatari. Esta vez y a diferencia del año pasado cuando habían celebrado Noche Buena y Navidad en la Abadía (todo por causa de Bryan) este año sería muy diferente al pasado. Primeramente, porque el bicolor estaba en Japón. En segunda, porque el resto de los G Revolution habían volado esa mañana al lugar de destino donde este año celebrarían con los demás equipos de beyblade dicha fiesta. Así que por consiguiente, Kai estaba solo en la ciudad y tampoco tenía ganas o ánimo para celebrar una fiesta que no odiaba, pero que tampoco era su favorita.
Sin más, estaba decidido.
Para él, sería como otro día normal. No fiesta, cena sencilla y definitivamente se acostaría temprano pese al ruido de música y las platicas de las personas que se escuchaba de los departamentos contiguos, que parecían pasársela muy bien.
Pero él, también se la estaba pasando de maravilla. Luego de tomar un prolongado baño, y ponerse ropa cómoda pero abrigadora, se había puesto a ver una película y comía palomitas. De vez en cuando se reía con los chistes que hacían o el giro tan descabellado que daba la trama. En definitiva, se la estaba pasando bien, a su manera, pero así era.
Justo cuando la película acabada de terminar y el ruso-japonés se planteaba ver otra o hacer otra cosa, alguien llama a su puerta. Confundido sobre quién pudiera ser, pues no había pedido nada y en definitiva no esperaba a nadie, es que va a abrir.
- ¿Sí?
Al hacerlo y ver quién es, su expresión cambia por una de sorpresa, de confusión quizá. Su tono de voz también lo revela.
- ¿Tala? ¿Qué... haces aquí?
Lo mira de arriba abajo porque no se cree que el ruso esté ahí. ¿Es que se ha quedado dormido mientras veía la película y ahora está soñando, o qué pasa?
- Hola, Kai. ¿Puedo pasar? -con una sonrisa arrogante en su rostro, Ivanov lo saluda completamente complacido por la reacción que éste tiene al verle.- Ha pasado mucho desde la última vez que nos vimos.
Su sonrisa se amplía un poco más, sacando al bicolor de su sorpresa inicial y haciéndose a un lado para que pase. Afuera, el frío se cuela entre ellos y hace tiritar al ruso-japonés. Sin duda, no hay nada como el calor de un hogar.
En cuando el ruso entra, se da cuenta del estilo del departamento por lo que se quita sus zapatos, y cuelga la gabardina negra que lleva en el perchero.
- Ehh, así que este es tu departamento... nada mal.
Da un rápido vistazo al lugar, siendo ignorado el comentario por el otro.
- Ah. –y en su lugar, le ofrece algo de beber. Sólo por cortesía.- ¿Quieres algo de tomar? Agua, quizá Café...
- El café estaría bien.
El ruso se gira para verlo, mostrando una pequeña sonrisa que no es ni burlona ni arrogante. Sólo es eso... una sonrisa.
El gesto sorprende al otro, pero no lo demuestra. Actúa como si nada, pese a que aquello le ha provocado un brinco en el corazón.
- Siéntate, si quieres.
Kai da media vuelta para ir a la cocina y prepara la bebida, mientras el líder de los Blitzkreig mira todo más de cerca. Algo sobre el librero le hace sonreír, y esta vez, sí es de forma presuntuosa. Lo que llama su atención es la fotografía que les tomaron el año pasado cuando veían los fuegos artificiales, esa misma, donde sólo aparecen ellos dos.
"Curioso", piensa Ivanov.
- Pensé que no te encontraría en casa, Kai. –alza un poco la voz, para que el mencionado lo escuche sin problemas desde donde está.
Si bien el departamento no es muy grande, lo justo para que una pequeña familia viva ahí, la cocina está al fondo, antes de llegar al patio, por lo que hay algunas cosas de por medio.
- Puedo saber... ¿cómo por qué pensaste eso?
- No lo sé... –deja la fotografía en su sitio y toma otras cosas que se encuentra en su camino. Algunos discos de música, un libro, incluso el móvil que se está cargando. ¿Desde cuándo Kai, tiene celular?
- Supuse que... estarías en casa de Tyson con los demás, celebrando. –agrega, girándose al sentir la mirada de éste observándolo desde el otro extremo.- ¿Qué?
- ¿No sabes? –cuestiona, y enmarca una ceja al ver su expresión. ¿Será posible que Tala, no sepa que...?
- ¿Saber qué?
- Que Tyson y los chicos viajaron esta mañana a Rusia. Bryan, los invitó. –explica, haciendo una pausa en la que nota la sorpresa del otro. Sí, es como creyó. Ivanov, ignoraba eso. ¿Cómo es posible?-. Supuse que... por eso estabas aquí.
- No tenía idea de eso. –el pelirrojo camina hasta donde él está, recargándose en una de las paredes.- Sabía que Bryan estaba afinando detalles para hoy y mañana, pero no que hubiera invitado a nadie más. Por eso mismo es que ayer por la noche tomé mi vuelo. Sé que es mejor estar en cualquier lugar, con Tyson incluso, que celebrar otro año más con Bryan. Tú sabes de lo que hablo.
- Sí.
Por supuesto que sabe a lo que Tala se refiere.
El recuerdo lo tiene muy presente. Y no es que hubiera sido una "horrible" Noche Buena y Navidad (para ser la primera de sus vidas) pero Bryan se había emocionado tanto aquella vez que se volvió una persona totalmente diferente. Una especie de... maníaco por celebrar dichas fiestas, y eso era lo aterrador. Lo que no le gustaba. Recordar lo emocionado que estaba, la perfección que buscaba y que todo se hiciera como él quería, era... abrumador, desesperante.
Kai, aún sentía la molestia de aquella vez al tener que recorrer muchas tiendas en busca del regalo de Ivanov, y peor aún... la incomodidad que sufrió para entregarle el obsequio. Esa misma, producida por tener que decirle unas palabras y darle un abrazo, sin mencionar que había tenido que tomarse un par de fotos con él.
- Espera un momento... –el pelirrojo habla, como si acabara de pasarle algo por la cabeza que no le cuadraba.- Sí dices que Bryan los invitó a la Abadía. ¿Cómo es que tú estás aquí? Porque supongo que también te invitó a ti, ¿no?
- Sí, de hecho fue una invitación muy "personalizada" y específica. Una amenaza, diría yo.
El bicolor le tiende una tasa caliente de espumoso café con leche, pasando a su lado con una propia para tomar asiento en el sofá. El ruso le sigue, y ambos toma asiento en la pequeña sala, uno frente a otro.
- Pero al igual que tú... –le mira.- No tenía planeado pasar otra Navidad así con Bryan. No estoy loco para soportar dicha tortura.
- Lo entiendo.
De pronto los dos se quedan en silencio y sólo se escucha la música de otro piso, o las risas de los invitados de los vecinos. Ambos beben su café, pero por algún motivo Kai comienza a sentirse incomodo, quizá nervioso al estar así con el ruso. Más que nada, porque comienza a detallar en él, en su persona y sus rasgos, y eso no le gusta.
- Entonces... –habla sólo por hablar. Para romper con ese silencio y de alguna forma obtener su propio control.- Por eso estás aquí.
- Sí.
Ivanov no se da cuenta del estado del otro, por lo que continúa la conversación como si nada.
- En un principio pensé quedarme en el hotel pero como comencé a aburrirme, decidí mejor ir a visitar a Tyson o a ti. Al final... terminé aquí, enterándome que ellos ni siquiera estaban en la ciudad.
- Ya ves.
- Por cierto, Kai... ¿desde cuándo tienes móvil?
El aludido repara hacia donde mira el ruso, viendo a un lado la fotografía de ellos.
"¡Maldición!".
- Hasta donde yo sabía no tenías, ¿o sí?
El mencionado se levanta rápido cuando ve a Tala ponerse de pie y con la clara intención de tomar el celular. Así que se le adelanta y le bloquea el camino. Éste, no sabe qué pasa.
- A-ah, eso... el Señor Dickenson me lo acaba de dar. No es la gran cosa, mira.
Se lo lanza, atrapándolo el otro a duras penas.
- ¡Ey! –motivo por lo que Ivanov se queja, molesto.- Avísame antes idiota, casi se me cae.
- Hn.
Kai aprovecha que el líder de los Blitzkreig mira el móvil, por lo que toma la fotografía y la oculta tras de sí. Discretamente va hacia su habitación, lanzándola sobre la cama o lo primero que encuentra y cierra la puerta tras él.
"Eso estuvo... cerca".
Respira hasta entonces aliviado, satisfecho de que pudo evitar una conversación vergonzosa. Porque algo le dice que no podría responder a, por qué tiene una foto de ellos dos en la sala. Y eso, se puede malinterpretar. Kai, lo sabe.
- Dame tu número. –exige el ruso en cuando lo ve llegar, con papel y pluma en la mano para que se lo apunte.
- ¿Y cómo para qué lo quieres? Tú ni siquiera tienes uno... ¿o sí?
¿Será que algo se le ha pasado a Kai, en los últimos meses?
- No. Pero sería bueno poder llamarte cuándo sea, y saber que sí contestarás. –una sonrisa arrogante curva sus labios, molestando al otro por simple acción.
- C-como sea.
El ruso-japonés frunce el ceño, sorprendido de que el gesto del ruso lo haya hecho sonrojar por algunos segundos.
¿Pero qué le pasa? ¿Él, sonrojándose a causa de Tala? ¡Imposible! Seguramente todo ese asunto de Noche Buena y Navidad, de Ivanov de visita lo están afectando seriamente. Sí, eso debe de ser.
Sin más le entrega el pedazo de papel donde ha escrito su número (la mano le temblaba, maldición), buscando su tasa de café porque siente que se marea. Que se le baja el azúcar o algo así de patético, y todo le da vueltas. ¿Y cómo por qué diablos ha comenzado a hacer tanto calor, eh? ¿Qué no estaba haciendo un frío espantoso?
El calentamiento global, sin duda.
Tala pasa a su lado, y la pequeña corriente de aire que hace junto al aroma que percibe como su colonia, lo sacan rápidamente de sus pensamientos.
- ¿A dónde vas?
La pregunta le sale atropelladamente que él mismo se sorprende de lo que ha dicho. ¡Dios! De verdad, ¿qué le está pasando? ¡Él no es así!
El líder de los Blitzkreig se detiene unos pasos más adelante y se gira para verlo.
- Saldré un momento... Ahora regreso, ¿bien?
Su sonrisa altanera no falta, y es eso mismo lo que avergüenza un poco más al nieto de Voltaire.
- Has lo que quieras... –murmura por lo bajo, desviando su mirada hacia otro lado, molesto.
Molesto con él mismo pues cuando Tala sale por la puerta y ésta se cierra tras él, su vista se clava en ella y la mira por largos segundos como idiota. Y así se siente. Como un completo idiota, aunque no sabe exactamente por qué. Debe de estar desvariando, ya.
- ¿Pero qué...? ¡Qué diablos!
Sus puños se cierran con fuerza y se deja caer pesadamente en el sofá más grande. Desde su posición actual, Kai puede detallar en el techo y en las figuras que él les haya forma.
Pero qué interesante. Esa de ahí, se parece al ruso de perfil. Al darse cuenta de lo que piensa, vuelve a molestarse.
- Maldición... –por lo que cierra mejor sus ojos, esperando no pensar en nada que lo relacione con el de cabellos rojos.
Y al menos funciona por un tiempo. Hasta que poco a poco se va haciendo más tarde y el pelirrojo no regresa. Su "Saldré un momento... Ahora regreso" se transforma en media hora, en cuarenta y cinco minutos, e Ivanov ni sus luces.
Y no, no es que esté preocupado por él aunque afuera haya comenzado a nevar y a hacer más frío, y éste sólo se haya llevado su gabardina puesta. Que sepa esto, y mire por la ventana no significa que lo está esperando o algo así. Sólo está aburrido, y es lo único que se le ha ocurrido hacer. Enserio.
Pero los minutos siguen pasando, y Tala no vuelve.
"¡Al diablo!".
Hiwatari se cansa de esperar, por lo que va por su abrigo para salir a buscarlo. Quizá el idiota se perdió o algo. Vamos, que es probable, ¿no?
Así que una vez listo, toma sus llaves, abre la puerta y se queda en su sitio con la mano en la manija viendo a la persona que está frente a su puerta. Y sí, sabe que tiene una expresión idiota, pero no lo puede evitar.
- Kai... ¿Me ayudas?
Pues el dueño de Wolborg está ahí, con un par de cajitas en las manos y una bebida grande en la otra. Sin mencionar con que su cabello y su ropa están llenos de nieve, y el bicolor sabe que no debería de estar pensando en eso, pero Tala se ve muy... "curioso", es lo primero que viene a su mente, reaccionando al fin.
- Idiota...
Es todo lo que llega a decir, tomando ambas cajas y dejándole a él sólo la bebida. Entra sin más, viendo al otro entrar una vez que se ha quitado la nieve de encima afuera, y colgado de nuevo su gabardina. La chaqueta que siempre usa es con la única que se queda.
- De nada, Kai. Ya sabes...
El aludido también se quita su abrigo, y le reclama un poco más allá con la mirada.
- ¿Se puede saber hasta dónde fuiste? Pensé que habías regresado a Rusia o algo.
- No exageres, Kai. Sólo me tarde... –mira el reloj, viendo que ya pasando de las once. Por lo que se sorprende.- ¿Qué? ¿Más de una hora?
- Nada más, eh.
- Lo siento... –avanza hacia la cocina, en busca de algunos platos y cubiertos. Lo necesario, para servirse de cenar.- Pero no encontraba ningún local abierto y ese que sí lo estaba, estaba demasiado lleno. ¿Oye, dónde tienes los platos hondos?
Hiwatari va a ayudarlo, sacándolos de una de las alacenas.
- Sí tenías hambre podías haber comido algo aquí...
- O en el hotel. –menciona, sin prestarle atención a sus palabras.- Pero tenía ganas de otro tipo de comida. A ver si te gusta lo que te traje.
Una vez más el gesto de Tala lo toma por sorpresa, y eso de sonrojarse se está volviendo ya una costumbre.
- N-no tenías que...
- Lo sé. Pero quería hacerlo... vamos.
Éste le guía hasta la mesa, donde la pasa su cajita para que se sirva. Ambos cenan en silencio, escuchando ahora los villancicos que cantan los demás vecinos. Y Kai, no lo entiende.
De ser un día completamente normal. ¿Cómo es que se convirtió en esto?
En la visita de Tala, en una pequeña cena navideña, y en un agradable ambiente que no iba a aceptar, pero le gustaba. Y que comparada con la Navidad pasada, le gustaba más ésta que ésa impuesta por Bryan. Que estuvieran ellos dos solos, no tenía nada que ver. De verdad.
Así, la velada terminó con uno que otro comentario de parte de Ivanov o de él. Hablaron de todo y de nada a la vez. Y como ya era muy noche, Kai, como quién no quiere la cosa, le sugirió que se quedará a dormir ahí y mañana regresara a su hotel. Ivanov, no muy convencido que digamos, terminó aceptado y quedándose a dormir en el sofá, bajo muchas mantas que no eran necesarias, pero que el bicolor insistía en que no quería hacerse responsable si se resfriaba o le daba pulmonía.
De está forma, y luego de un par de horas más en que el dueño de Dranzer no podía conciliar el sueño por más que quería alegar sus pensamientos hacia Tala, terminó por quedarse dormido al fin.
Mientras afuera, la nieve caía con un poco más de fuerza y terminaba de cubrir la ciudad de blanco siendo entonces, lo que se conoce como una blanca Navidad.
.::.
Kai, quién dormía plácidamente en esos momentos, poco a poco fue sacados de sus sueños. A lo lejos, escuchaba una música que era opacada por cierta vibración sobre la madera. Era su celular. Así que tanteando busca su móvil sobre el buró, encontrándolo al fin y contestando con torpeza la llamada.
- ¿Sí?
Su voz es apenas un murmullo, y habla más dormido que despierto. Ni siquiera sabe quién es, y mucho menos, qué quería a las tantas de la madrugada.
- Ah, Kai. Pensé que no me contestarías.
- ¿Tala? ¿Dónde...?
Al reconocer su voz se incorpora de la cama, prendiendo la lámpara que tenía a su costado para bajarse de ésta e ir hasta la sala donde no encuentra al pelirrojo en el sofá, y ni siquiera parece estar en el apartamento.
- No te molestes... –le dice con una pequeña risa, como si supiera que había ido a buscarlo.- Ya me he ido de tu departamento. Pero si fuera tú... echaría un vistazo a mi puerta.
- ¿Qué?
El bicolor no entiende qué es lo que pasa. Deben de ser como las cinco de la madrugada y aún no termina de despertarse por completo.
- Vamos, sólo hazlo. Hace mucho frío, ¿sabes?
Sin soltar el móvil va hasta la puerta, que en efecto, no está cerrada con llave ni tiene ninguna chapa puesta, por lo que al abrirla, encima del tapete de bienvenida ve algo que es cubierto con la chaqueta que reconoce como la del ruso. Sí, esa misma que le regaló el año pasado.
Pero sigue sin entender nada.
- ¿Pero qué dia...?
- Feliz Navidad, Kai. –le interrumpe Ivanov al otro lado de la línea.- No sabía qué regalarte así que eso fue lo único en que lo que pensé. Cuídalo muy bien, eh. Nos vemos.
- Espera, Tala...
El pelirrojo cuelga, terminando con eso la llamada.
- ¡Hn! Ese idiota...
Vuelve a mirar la chaqueta, agachándose para recogerla y encontrándose bajo ésta una pequeña caja de regalo. Lo que más lo sorprende es que tenga un par de agujeritos en los costados, así que sin más, ingresa de nuevo a su departamento.
No lo entiende. De verdad que no entiende qué es lo que pretende el pelirrojo, o qué significa aquello. Su visita, la cena, y ahora eso... ¿un regalo de Navidad? Ivanov quiere volverlo loco. Es lo único que Kai, tiene presente.
De pronto algo se mueve dentro de la cajita, y el de ojos violetas enmarca confundido una ceja. ¿Qué diablos es lo que el ruso le regaló?
Al abrirlo, sus ojos se abren en sorpresa y su mirada que brilla un poco más se enternece ante lo que ve. Por primera vez en el día, Kai sonríe sinceramente.
Es un conejo. Tala le ha regalado un pequeño, blanco y bonito conejito que lo mira con sus lindos ojitos rojos. Y cuando él acerca uno de sus dedos para tocarlo, el pequeño animalito mueve sus bigotes y lo huele, sus orejitas también las mueve y el bicolor sonríe más.
Lo toma en su mano, y éste es una cosita tan pequeña y bonita, que no lo puede negar. Le gusta mucho este conejito, que parece un pequeño y brillante copo de nieve. Una parte de él, está muy agradecido con el ruso, no lo puede negar más.
- Feliz Navidad, a ti también... Tala.
Sigue sonriendo, porque se siente muy bien. Está feliz, como no lo había estado en mucho tiempo. Le gusta la Navidad, es otra verdad que está ahí, y es inminente.
Continuará...
Bueno. Después de tres años, vengo con esta pequeña secuela. Lo cierto es que me quedé desde aquella vez con ganas de hacer una especie de bonus, y lo más curioso de todo es que sí tenía escrito algo de eso. Pero no me gustó la idea ni lo que tenía escrito.
Así que los últimos días he trabajado tanto en la corrección de "Navidad, al fin y al cabo" como en la idea de esta continuación. Sólo son dos capítulos, éste está enfocado en Noche Buena y Navidad, y el segundo sería a partir de Navidad y fin de año.
Esta historia la dedico a todas aquellas personitas que leyeron y dejaron su comentario en dicho fic. Es decir a: Sabaku no tenshi, GabZ-senpai, PPBKAI, Ann Saotomo, C-Marian-T-Hiwatari-C, Alexa Hiwatari, Tier & Ginny-Flor de Cerezo-.
Si leen esto, espero que les guste. Se podría decir que este es mi regalo de Navidad para ustedes que se toman su tiempo y me leen. Yo lo aprecio mucho, y esta es la única manera que tengo de agradecérselos. Sin más por ahora, gracias por leer. ¡Qué tenga una linda Navidad! ;)
