La luz de la luna estaba en todo su esplendor aquella noche. Brillaba con tal intensidad que parecía engrandecerse con el pasar de los minutos. Daba directo en el rostro de un apuesto joven. Ésta reflejaba en el rostro de aquel chico una paz interminable, la que no sería perturbada hasta que el sol hiciera acopio de su presencia. De un momento a otro, el adolescente se removió debajo de sus blancas sábanas. En su rostro se podía observar cierta angustia que impedía su pacífico sueño. Expresiones de terror se dibujaban en él. De repente, una lágrima se derramó sobre su mejilla y él despertó.

-No! Otra vez!- decía el joven.-Esto no me puede estar pasando de nuevo!.

El adolescente se sentó en la cama dejando su espalda en el frío respaldo de ésta. Se pasó los dedos de la mano derecha sobre los ojos para quitar los restos de sueño. Desvió su mirada hacia el cristal de la ventana y así fue como la escena de su pesadilla volvió a su memoria.

Todo estaba en llamas. Hogwarts estaba siendo atacado por Lord Voldemort. Mortífagos corrían en busca de una nueva víc0tima para acabar con la guerra de una buena vez.

Sangre derramada en el frío piso de los pasillos de Hogwarts era lo que más se observaba. Era intoxicante ver tanta gente muerta por todos lados. Las personas que aún sobrevivían se encargaban de defender a los que más débiles se encontraban. Otros, o atendían a los más heridos o eran atendidos.

De un momento a otro amaneció, puesto que la guerra se extendió hasta la madrugada para dar paso a la mañana.

Era el momento crucial. Harry Potter, según Narcissa Malfoy, estaba muerto. Hagrid, derramando lágrimas, cargaba el pequeño cuerpo de Harry, hasta llegar al castillo que era Hogwarts. Voldemort sonreía creyéndose vencedor. Draco se dirigió hacia el lado de su padre, quien se lo suplicó con la mirada, de una manera dudosa. Pero al fin y al cabo fue.

Sin que nadie lo viera venir, de un momento a otro, el Niño que Vivío estaba en pie y atacando a Voldemort con un Expeliarmus y éste le devolvía un Avada Kedavra. Y así como todo empezó todo terminó. Voldemort era detorrado por Harry Potter.

El joven se levantó de la cama dispuesto a no pensar más en eso. Esa pesadilla le recordaba todo lo malo vivido aquella noche. Siempre era lo mismo. Siempre tenía que tenerlo en cuenta su subconsciente a la hora de dormir.

Se dirigió al baño de su cuarto. Fue directo al lavabo, giró la manija del lavamanos y el agua empezó a descender en una generosa cantidad. Extendió sus manos y estás se mojaron en el agua para luego pasárselas por el rostro. Cogió una toalla y procedió a secársela.

Salió del baño y vio que ya amanecía. Fue hacia su mesita de noche y miró el reloj. Marcaba las 6 am. Pronto tendría que ir a trabajar. Sí. Trabajar. Era nada más ni nada menos que Draco Malfoy, un joven de 18 años trabajando. Tenía que hacerlo para sobrevivir y llevar una vida, por lo menos, algo digna. Después de lo sucedido en la batalla más grande presenciada por el mundo mágico, tuvo que donar la mayor parte de sus riquezas a la reconstrucción de Hogwarts, para no pasar el resto de su vida en Azkaban, puesto que el mismísimo Harry Potter pidió al Ministro de Magia para que no lo condenaran a pasar el resto de su vida en la cárcel por ser un mortífago y lo peor, que no lo condenaran…al beso del dementor. Ese suceso había dejado impresionado a Draco, puesto que no sabía por qué Harry lo había defendido después de tantas malas escenas que se habían recreado respecto a los dos, desde el momento en que se conocieron.

Draco escuchó que tocaron a su puerta y que alguien entraba sin ser autorizado.

-Disculpe señor, tiene visitas-dijo la señora de la limpieza.

-Visitas?-dijo él- Quienes?

-Malfoy, tenemos que hablar. Es algo de suma importancia- dijo el joven.

-Potter?-dijo con una sonrisa vacía- A qué viene tu agradable visita-dijo el rubio evidentemente molesto porque irrumpieran la paz de su dormitorio.

-Veo que no te gusta la simple presencia de otras personas, en fin…- dijo Harry dando por terminada la anterior situación y hablar de lo que realmente importaba- El punto es que…

-Espera Potter. Vienes con alguien? Me dijeron que tenía ´´visitas´´-dijo el rubio tajante.

-Sí. Vengo con mi mejor amiga. Algún problema?- dijo el moreno alzando una ceja.

-Aparte de que traes a mi departamento a Granger sin ser invitada y lo mejor de todo, irrumpes en mi dormitorio como si fueras lo máximo Potter. No. Ningún problema.-dijo el rubio indignado.

-Deja de una vez por todas las diferencias, de lado, que nos han rodeado desde un principio, Malfoy. Ya crecimos, ya no somos los niños de antaño. Bueno, al menos yo lo hice-dijo el moreno pasándose una mano por la nuca.

-Dime a qué viniste Potter.-dijo él con un tono de desagrado, por lo que había dicho Harry.

-Harry, porque demoras tanto?-dijo Hermione entrando a la habitación- Debemos irnos pronto, está anocheciendo y Crookshanks le tiene miedo a la oscuridad.

La cara de Draco era toda una poesía. Jamás en su vida iba a admitirlo, pero, Hermione se veía completamente hermosa. Su cabello ondulado caía hasta un poco más arriba de su ombligo. Su piel estaba más blanca que la última vez que la vio. Sus ojos café claros destilaban un brillo casi imposible de imaginar. Estaba un poco más delgada, lo que la hacía ver mejor, puesto que su vientre se había aplanado. Y sus labios, más rosas que nuca. ¿En qué estaba pensando?

-Granger? Eres tú?- dijo Draco con un hilo de voz.

-Malfoy, no empieces. Sé que es una tremenda blasfemia para ti, que yo siendo una sangre sucia esté en tu departamento, pero no es para que exageres fingiendo que nunca me has visto.-desvió su mirada hacia los ojos azules de su amigo-Ahora vámonos Harry. Tengo hambre y no creo que Malfoy tenga el honor de alimentarme y mucho menos a Crookshanks.

-Y dime Granger. Sigues con el pobretón de Weasley? Vaya gustos- dijo el rubio evadiendo la iniciativa de conversación de los dos amigos, sentándose en su cama exageradamente grande.

-Eso a ti no te incumbe. Que tanto interés tienes en mi?-dijo la castaña arqueando una ceja.

-Ninguno que se te cruce por la mente Granger. No te hagas ilusiones.

-Mejor cierra la boca Malfoy o dejo en ella una bola de pelos de Crookshanks! O mucho mejor, te vuelvo a girar el rostro con mi mano en puño.

-Enserio?-dijo riendo sonoramente- Que ingeniosa Granger, respecto a lo de girarme la cara, no volverá a suceder. Te recuerdo que eso pasó en tercer año y las cosas cambian.

-De eso ya estoy al tanto. Harry, vámonos-dijo la castaña tomando del brazo a Harry y sacándolo de la habitación, y, antes de que cerrara la puerta dejó ver una mueca de que no molestara más, idéntica a la que le hizo en tercer curso, cuando Draco mintió acerca de los dementores, haciendo una mala broma a Harry.

Draco sonrió por primera vez después de tanto tiempo. Granger y Potter seguían siendo los mismos, sobre todo Ganger. Draco, cuidado aquella sangre sucia se cola en tus pensamientos, se dijo a sí mismo. Dejó de pensar en aquella situación y se vistió para ir al trabajo. Aquel día era viernes. Y tenía planeado hacer muchas cosas.