Prefacio
Me agaché para poder coger el vaso, para demostrar que, a pesar de todo, no era una inútil. Me agaché y entonces lo sentí… un líquido bajó por entre mis piernas hasta llegar al suelo dejándolo todo empapado.
Respira, Bella –me recordó su voz en mi cabeza.
Y así lo hice. Cogí aire por la boca llenando mis pulmones al máximo y expulsándolo por mi nariz.
-Mark –grito Arual-, Bella ha roto aguas
Y, como si de una bala se tratase Mark apareció en menos de tres segundos enfrente de mí. Me cogió en brazos y dijo:
-Gracias Arual, tranquilízate y descansa, ¿vale? –Giró su cabeza hacia mí-. Muy bien Bella, sigue así. Inspira, expira… muy bien sigue así –animó mientras me depositaba en mi cama, situada en la única habitación existente en la tercera planta de esa enorme casa, en tiempo record, tardó dos segundos.
Me puso con toda la delicadeza y cuidado posible en la amplia cama cubierta por un juego de sábanas dorado –como sus ojos- y, a los pocos segundos, Fany y Danny aparecieron en la habitación. Danny traía unas cuantas toallas, las cuales depositó en el sofá de cuero negro. Fany traía una caja de metal y las agujas para la anestesia, la cual dejó en mi mesita de noche para después girarse y decirle a Danny:
-Danny, baja y quédate junto con Arual y con Sofía
Danny abrió la boca para replicar pero, rápidamente, Fany lo agarró por un brazo y lo alejó de la habitación –lo cual, en estos momentos, era lo más seguro para mí- y le dijo:
-Tranquilo Danny, Sofía pronto regresará de su caza-y con eso, Fany echó fuera a Danny sin darle un solo segundo para replicar o decir algo.
Yo no pude aguantar más las ganas de vomitar y vomité los últimos dos litros de sangre ingeridos.
-Tranquila, Bella, todo va a ir bien –dijo Mark en un vano intento por animarme, no obstante, intenté sonreír, pero las contracciones –las cuales habían empezado hace ya un rato- me lo impidieron ya que el dolor era tan fuerte que mi intento por sonreír se transformó en una enorme y fea mueca de dolor.
Fany se acercó a mi y me quitó los pantalones junto con la ropa interior –me hubiera sonrojado, pero el dolor ocupaba toda mi mente, no tenía espacio para mandar la orden de impulsar la sangre hacía arriba, hacia mis mejillas-.
-Estás bastante dilatada, Bella- comentó- Mark, inyéctala una dosis de morfina –ordenó.
Mark se alejó de nosotras y se acercó a la mesita. Cogió la horrenda-estúpida-gigante-monstruosa inyección y la llenó con el líquido transparente –o droga- la cual me privaría del dolor –cosa que deseaba y agradecía-, me adormilaría y me idiotizaría –como Edward hacía conmigo… él siempre fue mi droga personal.
-Bella, es la hora –dijo Mark-. Yo sé que serás fuerte y sobrevivirás, demuéstrame que no me equivoco.
Yo asentí y cerré mis ojos, no quería ver como la fina y puntiaguda punta de la jeringuilla se encontraba con mi piel y la traspasaba. No lo vi, pero lo sentí. Sentí como la aguja penetraba mi piel del brazo y como la droga o morfina era inyectada en mí.
-Muy bien Bella –dijo Fany-. Esperemos unos segundos a que la morfina funcione y empezaremos. Estate tranquila Bella, estaremos contigo todo el tiempo, no nos iremos, no te dejaremos, te apoyaremos –dijo Fany, acariciando mi mejilla.
-Ni yo mismo lo hubiera dicho mejor –dijo Mark mientras se inclinaba para depositar un beso en mi frente y besar los labios de su amada esposa, Fany.
Yo ya empezaba a notar como las drogas hacías efecto en mi y al segundo siguiente Fany ya estaba en posición para poder empezar el parto.
Todo fue muy rápido, después de empujar un par de veces y jadear en busca del aire que se escapaba de mis pulmones y haberme roto un brazo y las dos pierna durante el largo y doloroso parto, lo oí. Oí el sonido más maravilloso del mundo entero, el llanto de mi bebé.
-Enhorabuena, Bella, es una niña –dijo una Fany cubierta de mi sangre cargando a una preciosa niña cubierta de sangre de rizos cobres y ojos de un expresivo y hermoso marrón chocolate. A pesar de estar cubierta de mi sangre era hermosa.
Use la poca fuerza que me quedaba para extender mis brazos, lanzando un pequeño gemido de dolor al mover el brazo roto, en una muda petición para que me la dejará coger. Fany no vaciló ni dudó cuando se acercó a mí con la niña envuelta en una toalla rosa que Mark le acababa de dar.
-Renesme Carlie… -susurré
Sentir el cálido peso de mi hija me convirtió en la anterior Bella, la Bella que era antes de que él… arruinase mi vida. La pequeña me miró con sus preciosos y expresivos ojos marrón idénticos a los míos, alzó su delicada, pequeña y cálida manita a mi cara y pude ver como en mi mente aparecía yo misma pero vista desde fuera, como si fuera vista… como si yo fuera ella.
Sonreí, mi hija tenía un don. Ella podía mostrar a los demás lo que ella quisiese con solo su toque…
Entonces me sonrió y yo jadeé. Ella poseía una perfecta y blanquísima dentadura con todos sus dientecito. Apartó su manita de mi cara y, aun sonriendo, tocó mi aún abultado vientre.
Sentí que iba perdiendo fuerzas, miré a Fany la cual enseguida captó mi mirada, cogió a la pequeña y se la dio a Mark, el cual se la llevó para terminar de lavarla.
Entonces un dolor cruzó mi vientre y mis entrañas se retorcieron de dolor, mi columna tembló provocando que un gritó escapara de mis labio.
Fany estuvo como rayo encima de mi, comprobando que todo estuviera bien. Mientras tanto yo lloraba de dolor y pequeños grititos y quejidos de dolor se escapaban. El dolor era tres veces peor que el dolor que sentí cuando James me rompió la pierna, que cuando los cristales se clavaron en mis piernas en aquella estúpida clase de ballet.
Fany jadeó, incrédula y dijo en un susurro:
-Imposible… Bella, son mellizos –dijo y salió corriendo a por la siguiente dosis de morfina, me pinchó varias veces hasta que estuve completamente drogada y no me quejaba ni lloraba del dolor que ya no sentía gracias al uso de los fármacos.
Después de unos cuantos minutos que para mi fueron igual de largos que años el llanto de mi pequeño bebé resonó en las paredes de mi habitación y en mi corazón. Con la poca fuerza que tenía extendí mis blandos y sin fuerza brazos para poder cogerlo. Fany me lo pasó y con cuidado lo depositó en mis brazos.
Jadeé pero no de dolor si no de haber visto a mi hijo, a mi segundo angelito. Él era precioso, tenía mi pelo castaño pero igual de rebelde que su padre y sus ojos… sus ojos era de un verde esmeralda precioso e increíblemente hermoso, como los de su padre cuando aun era humano…
Una imagen llegó a mi cabeza. Era yo pero… ¿Tan mal me veía? En la imagen había una chica sudorosa y sonrosada de pelo castaño y con ojos soñadores y felices pero que aun mostraban un gran dolor, el del rechazo, el dolor del desamor… el mío… La imagen me venía desde fuera entonces comprendí el poder de mi pequeño.
Entonces me vino a la cabeza el pensamiento de… ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera ido, si Edward siguiera conmigo?
Mi pequeño debió de recibir eso ya que una imagen de Edward me vino a la cabeza y el pensamiento mostraba duda.
Yo simplemente sonreí y el me respondió regalándome una hermosa sonrisa idéntica a la de su hermana, llena de preciosos, pulidos y blancos dientecitos repartidos en dos hileras en su pequeña boquita. Pero la sonrisa… era idéntica a la de su padre.
-Edward Jacob, serás un rompecorazones –dije dándole el nombre de mis dos seres más queridos, el nombre de los dos hombres que, después de todo, me habían abandonado a mi suerte: Edward el amor de mi vida y Jacob, mi mejor amigo, mi hermano.
Entonces Mark llegó con otra manta, Fany cogió al pequeño E.J. y lo puso en la mata. Mark se lo llevó y Fany se dirigió a la mesita de noche donde se encontraba la caja metálica, la abrió y de ella sacó dos enorme jeringuillas de plata y opacas.
Yo estaba todavía adormilada, apenas sentía ya mis extremidades pero aun así podía sentir la pérdida de sangre que estaba teniendo no sé como pude pero templé al ver que Fany se acercaba con las dos enormes y plateadas jeringuillas hacia mi.
-¿Qué… qué es eso? –tartamudeé débilmente.
-Ponzoña… al parecer Cullen estaba preparado, te iba a transformar sin romper el tratado, simplemente iba a inyectar el veneno en tus venas y en tu corazón –explicó Fany
¿Edward? ¿Edward me quería transformar? ¿Iba a hacer eso por mí? ¿Por qué? Yo solo era una mascota para él. Sonreí, aunque Edward no estuviera conmigo el me iba a transformar ya que ese veneno, esa ponzoña era la suya, la que empezaba a salir de sus colmillos después de cada beso, después de algún mal pensamiento que tenía alguna persona sobre mi y le hacía querer matar al poseedor de ese pensamiento, o eso decía él.
De repente todo ocurrió muy rápido:
La sangre subió por mi garganta hasta llegar a mis labios y salir de mi boca.
El gritó de miedo de Fany "¡Mark, dios mío, ayúdame! ¡Esta perdiendo demasiada sangre!".
Un movimiento mío y un sonido espantoso.
Un sonido como el de un huso rompiéndose pero mucho mas fuerte.
Un grito de pánico "¡Su columna!".
Y lo ultimo que sentí antes de que todo se convirtiera en una masa de oscuridad, tinieblas, pesadillas, miedo y dolor fue un pinchazo directo al corazón, el sonido de un corazón cambiando.
Sin embargo, después de haber conocido a mis hijos, jurar que lo olvidaría y que no me volvería a enamorar lo último que pensé fue dirigido a él: "Edward, te amo".
Bueno aquí les dejo el prefacio de MHDA, mi segundo fic, también es M.
A partir de aquí los capítulos serán de 5 a 8 páginas del word.
Espero que les haya gustado.
Si dejan reviews subiré antes, en serio.
Muchas gracias por leerme, besos, abrazos, las quiere:
Vuestra muy loca escritora:
CaBC (Cris)
