N/A: Esta pequeña reflexión sobre los pensamientos y sentimientos de Claudio Frollo se me vino a la cabeza hace mucho, mientras leía el capítulo "Fiebre" de Nuestra Señora de París. Estoy muy satisfecha con esta pieza. Creo que más adelante la voy a desarrollar, y tal vez desemboque en una historia más extensa. ¡Me encanta Claudio!

Espero que la disfruten. Como siempre, la crítica constructiva es bienvenida.

No soy dueña de nada. Todos los personajes pertenecen a la historia y al imaginario de Víctor Hugo.

Tentación

¿Qué tienen esos ojos que no puedo dejar de mirarlos?

¿Por qué no puedo desviar la mirada cuando en ellos veo arder el fuego de mi propio fin?

¿Qué hechizo embrujó mi cuerpo con esta necesidad del suyo?

¿Qué placer existe que sus caricias no puedan saciar?

Habría arrancado de su ser la fe, hecho girones la sotana de su cuerpo, negado la vanidad de su alma...

Claudio Frollo estaba rendido. Si ella lo pedía, él regaría con su propia sangre los helados mármoles de la Catedral. La regarían ríos carmesíes, semejantes al trazo de labios femeninos sobre aquel rostro moreno...

Y los Soles. Esos dos Soles Negros que lo miraban fijo, que conservaban algunos rasgos infantiles, pero que atraían con un embrujo de mujer...

Claudio no soportaba el pensamiento, no soportaba el sueño, no soportaba no ser en ella.

Quería alejarse de sus melodías danzantes, pero en aquello, sólo veía su destrucción. Ni siquiera en aquel eterno destierro lograría desprenderse del recuerdo de esas formas hechiceras.

No había agua para acallar la hoguera que gritaba, y que se encendía cada vez más. Lenguas de fuego que lamían su piel. Fuego que quema.

Quema.

"¿Qué más quieres de mí?"

Fuego que sólo necesita más fuego.

Melodías danzantes.

Sabía, en el fondo de su alma sabía que estrechándola entre sus brazos, sólo querría más. Los Soles siempre arderían.

Como las Lenguas de fuego.

Que queman. Que arden.

Como Claudio.

Perfume embriagador.

"Por Dios…"

Cerraba los ojos y la veía. Ella, su Perdición.