Los personajes de esta historia pertenecen a Rebeca Sugar.


yo

El oscuro cielo, que llevaba todo el día amenazando lluvia, y el fuerte viento que azotaba Beach City no invitaba a salir, y mucho menos a ir a comprar donuts. Los últimos clientes, una madre y sus dos hijos pequeños, hacía rato que habían abandonado el establecimiento dejando poco que hacer a sus dos aburridos empleados.

Tras el mostrador, Lars se balanceaba peligrosamente con los ojos cerrados sobre las patas traseras de su silla al ritmo de alguna canción que sonaba en sus enormes auriculares. De vez en cuando tarareaba en alto alguna frase o tocaba con gestos bruscos una imaginaria batería.

A su lado, Sadie descansaba el rostro sobre su mano mientras ojeaba distraída una revista. Cada cierto tiempo brindaba una mirada disimulada a su compañero, pero ésta no duraba más de unos segundos. Tras otros 30 minutos pasando aburrida las páginas levantó la vista hacia el reloj. Quedaba menos de una hora para salir, y aún no le había preguntado a Lars nada.

La tarde anterior se había enterado que iba a celebrarse una fiesta la noche de Halloween en la vieja nave abandonada y pensó que sería divertido ir. Esa misma mañana, durante el desayuno, decidió valientemente que le iba a preguntar a Lars si le apetecía ir con ella, pero según caminaba hacia el "Big Donut" su valor se fue desinflando poco a poco. No encontró en todo el día un momento que le pareciese adecuado para abordar el tema y al ver que pasaba el tiempo se iba poniendo más y más nerviosa, lo que no ayudaba nada. Al día siguiente tenían el día libre y no lo vería, así que si quería hacerle la pregunta era ahora o nunca.

-¿Lars? -dijo volviéndose tímidamente hacia su amigo pero sin atreverse a mirarle a los ojos. -La noche de Halloween celebran una fiesta y había pensado que podía ser divertido ir juntos, si te parece...

-¡Sadie! -exclamó fuertemente Lars asustándola y quitándose los auriculares de golpe.

-¿...Sí? -preguntó ella notando cómo el rubor subía a sus mejillas ¿No la había escuchado con la música?

-Cúbreme media hora al cierre, ¿vale?

-¿¡Qué!? -exclamó Sadie mirando el reloj.

-¡Venga Sadie, si no va a entrar nadie! -rogó él entrando en el cuarto de empleados. No habían pasado ni dos minutos cuando salió de nuevo habiéndose cambiado la camiseta de empleado por una suya y echándose la cazadora al hombro. -He quedado con Buck y los chicos.

-Pero Lars...

-¡Gracias Sadie! -canturreó saliendo por la puerta del Big Donut sin darla tiempo a contestar, cruzándose con Steven que entraba en ese mismo momento.

-¡Adiós Lars! -se despidió alegremente Steven. Obtuvo un único gruñido como respuesta.

Sadie seguía mirando confusa la puerta por la que había desaparecido Lars cuando Steven llegó al mostrador.

-¡Hola Sadie!

-Hola Steven.

-¿Estás bien?

-¿Qué..? ¡Oh ,sí, no te preocupes! -y devolviéndole una sonrisa a su amigo le dijo. -Justo a tiempo Steven. Estaba a punto de cerrar y ya pensaba que no podía ofrecerte el primer dónut limitado de Halloween.

-¿Quéééééé? -exclamó alegre Steven iluminándosele la mirada.

Ella rió de buena gana y sacó el dónut especial de una cámara de la trastienda.

-Pero tienes que correr a casa, está empezando a llover.

Steven se volvió hacia la calle y vio que efectivamente una fuerte lluvia empezaba a golpear contra los cristales del local.

Muy serio se volvió hacia Sadie que volvía con la escoba para limpiar antes de cerrar y sentándose junto al mostrador empezó a comerse su dónut.

-Ya que Lars no está me lo comeré aquí y así te ayudo a cerrar -dijo con voz que pretendía ser sería.

Sadie rió al verle tan convencido y le acarició la cabeza.

-Muchas gracias por el detalle Steven, eres un auténtico héroe.


-¿Sadie? -preguntó Steven ajustándose la capucha del chubasquero mientras Sadie cerraba con llave el Gran Dónut.

-¿Sí, Steven?

-Mañana abren una nueva atracción de terror en la feria y vamos a ir Amatista, Connie y yo a pasar el día. Si no tienes planes con Lars te puedes venir.

Durante un instante Sadie sonrió divertida para sí misma. ¿Planes con Lars? No había tenido el valor de pedirle ir a la fiesta, y tampoco solían verse en sus días libre. Pero no iba a quedarse en casa por esto. Ella tenía que hacer su vida sin contar con Lars.

-Puede ser divertido -contestó animada abriendo un paraguas que había encontrado en la caja de objetos perdidos.

-¡Estupendo! -saltó Steven contento. -Pues nos vemos a las 12 en el muelle.

-Muy bien. Hasta mañana Steven.

-Hasta mañana.

Se quedó de pie viendo como su amigo corría bajo la lluvia hacía su casa junto a la playa y cuando desapareció tras el acantilado dirigió su mirada al mar.

Durante unos instantes observó el fuerte oleaje y cerrando los ojos aspiró el olor a mar mezclado con el de la lluvia. Sin quererlo sus pensamiento volaron a un momento concreto no hacía mucho, un momento pasado junto a Lars en la isla.


Durante el tiempo que pasaron aislados únicamente llovió un par de días.

Ya avanzada la noche le había despertado lo que parecía ser el sonido de gotas golpeando contra las hojas de la improvisada cabaña. Con cuidado de no despertar a sus compañeros, se acercó silenciosamente a la abertura que habían decidido utilizar como puerta. Fuera la lluvia caía suavemente pero sin descanso, elevando un dulce olor a tierra mojada y haciendo brillar las geodas de un modo increíble. Se dejó llevar por la sensación de paz que siempre le daba ese sonido y olor y cerrando los ojos se sentó en el suelo rodeándose las piernas con los brazos. No supo cuánto tiempo pasó así cuando una voz le sacó de sus pensamientos.

-¿No puedes dormir?

Ella se volvió y pudo ver a Lars de pie junto a ella mirando al exterior.

-No es eso, sólo quería ver la lluvia -contestó suavemente ella apoyando la barbilla en sus rodillas.

Lars no dijo ni hizo nada, hasta que finalmente se sentó en silencio junto a ella a ver el agua caer.

Pasaron el rato juntos, compartiendo el silencio con complicidad. Entonces, para sorpresa de Sadie, él se reclinó hacia atrás apoyándose en los brazos de modo que la espalda de ella quedaba pegada a parte de su pecho y en un mudo gesto la invitó a apoyar la cabeza en su hombro. Sadie aceptó encantada, y notó como le subían los colores a las mejillas cuando minutos después el descansó su mejilla junto a su sien.

Y dos días más tarde la había besado.


Con un suspiro de pesadumbre dio la espalda a la playa y comenzó su regreso a casa.

Sí, se habían besado. Y poco después estaban discutiendo de nuevo y enfrentándose a una gema para salvar sus vidas.

Cuando regresaron a Beach City cada uno se marchó a su casa sin apenas dirigirse la palabra y, cuando se vieron días después en el Big Donut, ninguno de los dos sacó a colación nada de lo ocurrido la semana que pasaron atrapados en la isla.

Y habían vuelto a su relación anterior.

Justo en el jardín de entrada a su casa Sadie se detuvo y apretó los puños con rabia.

-¡Eres tonta Sadie! -se regañó a sí misma. Y lo peor es que no sabía si lo decía por no haberse atrevido a pedirle a Lars ir a la fiesta o simplemente por perder el tiempo pensando en una persona tan egoísta como él. -Lo mejor es que esta noche vea una película tonta y me acueste temprano -concluyó entrando en casa.