Sweet Home: Godric's Hollow

Matrimonio

-Déjame en paz.- gritó una niña rubia, de unos diez años, que al parecer huía de un niño moreno de la misma edad. Iban corriendo por una playa con poca vegetación y llovía a cantaros.

-No Nataly. No te vayas por ahí. Tan solo dime si o no.

-No.- gritó la pequeña corriendo más.- Tengo mucha vida por delante.

De repente cayó un rayo muy cerca de donde estaba Nataly. El niño se acerco a ella para ver si estaba bien.

-Sirius.- dijo Nataly.- ¿Qué es eso?

Sirius se fijo en lo que decía Nataly, era una sustancia entre transparente y medio amarilla.

-Es lo que pasa cuando cae un rayo en la arena.- dijo Sirius.- Aquí estaremos seguros. Un rayo no cae dos veces en el mismo sitio.

Nataly sonrió. Realmente era un niño extraño.

-¿Por qué quieres que me case contigo?- preguntó la niña de repente.

-Para besarte cuando me de la gana.- contestó él.

Se fueron acercando hasta que unieron sus labios en un beso inexperto, pero dulce, saboreando cada segundo que pasaba. Y de repente, cayó un rayo en el mismo sitio, separando a los dos niños.

Una mujer de unos 36 años abrió los ojos lentamente. ¿Por qué había soñado eso? Hacía mucho que no lo recordaba. Suspiro resignada, se había dormido en el trabajo. Miro un momento los últimos diseños, para luego levantarse.

-Buenos días Bella Durmiente.-dijo Jessica. Su mejor amiga y modelo. Jessica Pewert era una chica castaña y con la piel ligeramente bronceada.

-¿Por qué no me habéis despertado?- preguntó Nataly enrojecida.

-Oh vamos jefa, solo han sido cinco minutos.- dijo Leonard, uno de los costureros.- Y ¿sabes una cosa? Eres mucho menos dulce cuando duermes.

Nataly solo puso los ojos en blanco para después esbozar una sonrisa. Al menos no se había estado mucho, y los preparativos para el desfile ya estaban listos.

-¿Qué he dicho?

-Qué cuando furas famosa nos subirías el sueldo.- contestó Benjamín, otro costurero.

-Chicos me voy para casa.- se despidió Nataly.- os veo a las seis en el desfile. Gracias por trabajar toda la noche

Aunque podía utilizar la red Flu, Nataly prefirió ir andando por las calles de Nueva York mientras se tomaba un café. Tardo más o menos una hora en llegar a su piso. Era un pequeño apartamento situado en Wall Street. La mayoría del piso estaba ocupado por un estudio donde Nataly hacía sus diseños. Al entrar en su piso Nataly vio como el suelo de su piso estaba recubierto de pétalos de rosa. Siguió el camino y llego a la sala de estar, donde estaba repleto de ramos. Vio como en el teléfono tenía un mensaje, aunque era bruja encontraba que el teléfono iba muy bien y casi había obligado a todos los de su entorno a utilizarlo. Casi corriendo apretó el botón de los mensajes recibidos:

- Cariño, aquí hay un pétalo para cada momento que he pensado esta noche en ti.

Déjalos impresionados guapísima. Te quiero. Andrew.

Cualquiera que hubiera visto la cara de boba que Nataly estaba poniendo se quedaría impresionado.

Tenía una suerte que no se la merecía. Hoy haría un desfile en la mejor pasarela de Nueva York y estaba saliendo con el hijo de la Ministra de Magia de América.

Miró su reloj y vio sorprendida que eran las cinco, tenía el tiempo justo para arreglarse e ir para el desfile. Rápidamente llegó hasta su habitación y se sentó en su tocador, para hacerse un simple arreglo con su pelo, que rubio y ondulado le llegaba hasta los codos.

Mientras se aplicaba el maquillaje iba pensando en ese sueño, hacia muco tiempo que había pasado aquello, 26 años para ser más exactos. Había leído en los periódicos que al final había sido declarado inocente y que había hecho una entrada triunfal después de que capturaran a Pettegrew, pero llevaba mucho tiempo sin verlo. Pero era mejor así, Sirius Black solo le había traído quebraderos de cabeza. Ella ahora tenía su vida montada, estaba con el mejor hombre del mundo y todo el sector femenino mágico de Nueva York y Inglaterra conocía el nombre de Nataly Catterfeld.

Intento alejar la imagen de Black de su cabeza, tenía cosas más importantes que hacer que pensar en ese...conocido, por así decirlo.

Se puso una simple camiseta negra con unos pantalones tejanos desgastados. Corrió hacía su chimenea y desapareció entre las llamas.

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El ambiente estaba que se cortaba con un cuchillo de la tensión que había allí. Nataly estaba más que nerviosa, solo se tranquilizó al ver llegar a Fran, un chico negro, gay, diseñador y la competencia de Nataly. Aunque eso no impedía que fueran íntimos, ya que Fran le había enseñado todo lo que sabía sobre diseño.

- ¿Cómo esta la rubia más guapa de Nueva York?

-Nerviosa, muy nerviosa, al borde de un ataque.- susurro Nataly después de darle un abrazo.

-Venga, que va a salir todo muy bien.- la animó su amigo, prestando más atención en analizar cada milímetro de los costureros.

-Nataly, ay dios mío.- gritó Natasha, una de sus colaboradoras. A su lado traía a una modelo con una camiseta fucsia.- ¡Esto tendría que ser salmón! Es horrible.

-Vale, vale tranquila. A ver, hazla pasar después de Mariha, con las luces parecerá salmón.- Nataly cogió a Fran del brazo, y justo cuando ya se iba se dio cuenta de algo- Natasha, lo ves horrible porque esta al revés.

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Estaba nerviosa, podía llegar a lo mas alto, o caer en picado. Hizo pasar a la modelos una a una, mostrando la colección primavera-verano, que pronto saldría a la venta. Y no hubo ningún tipo de contratiempo.

Después tuvo que ir a por las fotos de prensa.

-Señorita Catterfeld sonría un poco más.- decía el fotógrafo.- Así perfecta.

Pero Nataly no le escuchaba, había visto a un apuesto hombre de pelo castaño, que la miraba cariñosamente.

-¿Me disculpa?- dijo Nataly. se fue directa hacía él. Nada más verlo se le tiro encima.- Te quiero. Te quiero.- dijo la mujer.- Gracias por las flores.

-¿Te han gustado?

Nataly le dio un fugaz beso y le susurro:

-Me han encantado.

-El desfile ha estado sensacional.- le dijo Andrew sonriente.- saldrás en los periódicos de toda América.

Nataly solo sonrío. La verdad es que el desfile había estado genial.

-Te pasó a recoger a las ocho.- dijo el hombre.- la cena benéfica.- añadió ante la cara sorprendida de la rubia.-Con mi madre.

-¿Con tu madre¿Es esta noche?- él solo asintió Nataly puso una cara de preocupación que no agrado para nada a Andrew, aunque se le paso enseguida al ver que su novia levantaba la cabeza con una impresionante sonrisa.- Vale.

-¿Te he dicho lo fantásticamente maravillosa que puedes llegar a ser?

-Me parece que hará falta que me lo recuerdes esta noche.- dijo la mujer dándole un beso.- a las ocho.

Andrew se fue dándole un beso. Unos ejecutivos estaban esperándolo y no se miraban con muy buena cara la escena. A medio camino Adrew se dio la vuelta y susurro.

-Te quiero.

Jessica se acercó a su amiga y se puso a su lado.

-Dime que tiene algún defecto.- suplicó la castaña.

-Quiere que me vaya con él a Irlanda por Navidad.- dijo Nataly sonriendo como si con eso quedara todo claro.

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Realmente estaba muy cansada. Y lo que le faltaba era una cena con la madre de Andrew. No era que la mujer le cayese mal, pero para Martha, la madre de Andrew, ella no era lo que deseaba para su hijo.

Y para colmo, Andrew había enviado a un coche a buscarla. Quería pasar un rato con él y no se aparecía por ningún lado. El coche paró delante de une edificio abandonado que no se parecía nada a lo que creía que sería la cena benéfica.

-¿La cena no es aquí no?- preguntó dudosa.

-Sígame.- dijo simplemente el conductor.

Extrañada Nataly lo siguió, con la varita agarrada bajo el vestido. Subieron dos pisos, hasta llegar en un pasillo.

-Yo la dejo ahí señorita. Estaré en el coche.

Nataly se quedó sola en el pasillo a oscuras.

-¿Andrew?

-¿Si?

Nataly se dio la vuelta y se encontró con su novio, al que difícilmente podía ver ya que estaba todo a oscuras.

-¿Qué es esto? Se suponía que íbamos…

-Shhh, sígueme.

La cogió de la mano y la guió hasta una puerta, que la abrió lentamente.

-He pensado en 200 o 300 invitados.- soltó de sorpresa el hombre.

-¿Para Navidad?- preguntó sorprendida Nataly.- ¿tanta gente?

De repente se abrieron luces y dejaron ver el contenido de la habitación. Era espaciosa y estaba repleta de estantes de joyería y al parecer de los dependientes.

-Nat, ya se que solo llevamos ocho meses pero me he dado cuanta de que quiero estar contigo.- dijo rápidamente Andrew.- ¿Te gustaría ser mi esposa?

Nataly no contestó. Claro que quería, pero había un pequeño problema, y tenía nombre, apellido y vivía en el Valle de Godric.

Andrew se la quedo mirando, esperando que dijera algo.

-Te lo volveré a repetir cariño ¿Quieres ser mi esposa?

-¿Estas seguro?- preguntó ella sin pensarlo.- Quiero decir si estas plenamente convencido de lo que vas ha hacer.

-Yo sí Nat¿Y tu?- Andrew suspiro.- Dicen que a la tercera va la vencida, y yo nunca hago la misma pregunta tantas veces si no se lo que me van a contestar y aún a riesgo de ser rechazado te lo voy a preguntar de nuevo- dijo poniéndose de rodillas y cogiendo la mano de Nataly- ¿quieres ser mi esposa?

Nataly se lo pensó un momento y finalmente dijo:

-Si. Claro que si.

Andrew solo la abrazó y le dio besos por toda la cara.

-Te quiero Nat. Vamos, hay que elegir un anillo.

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En ese mismo instante una mujer de unos cincuenta años, rubia y muy bien arreglada se bajaba de una elegante limusina.

Los periodistas estaban por todas partes. Esa cena benéfica era muy importante. El problema era que no veía a su hijo por ninguna parte.

-¿Y Andrew?- preguntó a un hombre que había a su lado.

-Lleva retraso señora.- dijo el hombre escuetamente.

-Seguro que es por esa tal Nataly Catifeld.

-Catterfeld, Inglesa, diseñadora.

-Lo que sea.- dijo Martha. Estaba harta que esa Barbie inglesa no hiciera más que entretener a su hijo.

- Señora Hurley ¿Qué piensa de los que opinan que la propuesta que hizo para tapar los agujeros de Brooklyn, es innecesaria?

-Tan solo les diré que se den un paseo por allí.- dijo Martha.- A ver si con un poco de suerte se caen en algún bache.

Tan solo pudo avanzar unos seis pasos ya que unos diez periodistas la acosaron nuevamente.

-Señora Hurley, se rumorea que su hijo se ha prometido con la diseñadora Nataly Catterfeld ¿Tiene algún comentario?

-tendría algún comentario si mi hijo se hubiera prometido.

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Mientras tanto en una elegante limusina, estaban una pareja celebrando su cercano enlace.

Mientras Nataly le daba besos por todo el cuello Andrew iba comentando como lo había planeado todo.

-Lo tenía pensado desde hacía días. Sabía que el desfile iría genial, y era el día perfecto. Ya veras la cara que se le va a quedar a mi madre.

Nataly paró y levantó la cabeza.

-¿tu madre?

-Claro. Vamos a llamar a tus padres.- dijo el hombre mientras se sacaba el móvil del bolsillo de la chaqueta. A Nataly le encantaba usar aparatos muggles, y había hecho coger la costumbre a Andrew de usar móvil.

-No.- gritó Nataly cogiendo de un zarpazo el móvil.- Quiero decir que hace casi 17 años que no los veo. Solo he hablado con ellos por carta y por la red flu. Prefiero ir a verlos. Sola.

-Nat, algún día tenderán que conocerme.- dijo Andrew extrañado.

-Si, y ellos te querrán.- dijo la mujer poniendo morritos.- Algún día.

Andrew solo suspiro.

- Esta bien.- aceptó. Aunque después añadió.- ¿Es por que soy yanqui?

-Eso, y demócrata.- dijo Nat antes de besarle.- guardemos el secreto unos días ¿Vale?

-vale.- aceptó él-venga que hemos llegado.

Antes de bajarse, Andrew le dio la vuelta al anillo de compromiso, que era de oro blanco, con un diamante enorme.

Ella solo le dedicó una hermosa sonrisa. Andrew fue el primero en salir del coche, y ayudo a Nataly a bajarse. La hizo pasar rápidamente por delante de las cámaras, hasta llegar donde estaba su madre.

-Hola mama.- dijo dándole un beso en la mejilla.

-llevas retraso cariño.- le susurro ella. Después se dio la vuelta hacía Nataly.- ¡Nataly!- exclamo con falsa alegría.- Vaya estas esplendida. Vayas a donde vayas tu siempre eres la reina de la fiesta. He oído maravillas sobre tu nueva colección.- dijo cogiéndola de las manos y con una fantástica sonrisa.

-Si, gracias.- dijo Nataly. Pronto vio que Martha se había quedado pálida y, aunque intento soltarse de ella, no pudo.

-Andrew.- llamó su madre.- ¿Me puedes decir como es que Nataly lleva un pedrusco en un dedo tan importante?

-Ehh, mama…

Nataly iba a decir algo, pero Martha giró el anillo y gritó.

-¡ESTAIS PROMETIDOS!

En menos de un segundo tenían a todos los fotógrafos haciendo un millón de fotos.

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están prometidos, lo sentimos chicas, Andrew Hurley ya esta cazado o Andrew Hurley sucumbe a los encantos de Nataly Catterfeld, son solo una muestra de los titulares de los periódicos.- dijo Jessica. Estaba hablando con Nataly por el móvil. Aunque eran brujas, encontraban el móvil de uso muy cómodo.- Soy tu mejor amiga de Nueva York, no puedo enterarme que te casas junto con otros doce millones de personas.

-Jess no te enfades, no pude hacer nada.- dijo Nat. Estaba conduciendo un descapotable plateado impresionante.

-¿Lloraste?

-¿Tu no lo habrías hecho?- preguntó Nataly. La verdad es que no pudo aguantarse al tener a tantisimos periodistas.

-¿Un solo hombre para el resto de mi vida? Lloraría a moco tendido. Estamos en la cafetería, pásate.

-no puedo.- dijo Nat.- Estoy en Inglaterra, en el Valle de Godric.

-¿En el valle de Godric?- exclamó Jess con los ojos muy abiertos por la sorpresa.- La que se va a liar.

-Aha, la que se va a liar.- fue lo único que pudo decir Nat. Miró por encima de sus gafas de sol el número de las casas.- Jess te dejó. Adiós, cuídate.

Aparcó delante de una casa de dos pisos, que parecía bastante acogedora. Aparco el coche, y antes de bajarse se quitó el anillo.

Al bajarse lo primero que vio fue a un gran perro danés que no paraba de aullarle.

-Hola Brian. Vamos chico cállate ya.

Una voz de hombre fue lo que izo callar a Brian, que no hacía más que olisquear a Nataly.

-vamos chico, cállate. Tranquila, no muerde.

Nataly se dio la vuelta, encontrándose con un moreno de infarto, de ojos azules.

-¿Puedo ayudarla?- dijo el hombre, mirándola de arriba a bajo con una seductora mirada.

Nat salió de su estado de ensimismamiento, recordando el porque de su visita. Y tenía que ser rápida.

-Sí, para empezar mueve el culo y fírmame de una vez el divorcio.

El hombre dejó de sonreír al instante. Parecía que no se lo creía.

-¿Na…Nat?- tartamudeo mirándola de arriba a bajo.

-La misma.- dijo quitándose las gafas dejando ver una expresión de cansancio en su cara.- Vamos Sirius, tengo que coger un traslador para Nueva York a las cinco.

Pasaron unos segundos antes de que Sirius reaccionara. Al moreno se le estaban pasando un millón de cosas por la cabeza y no sabía por cual empezar.

-Te presentas aquí, después de 17 años.- empezó Sirius. Que al parecer había cambiado totalmente su expresión de sorpresa a una de ¿rabia?- y lo único que quieres es el divorcio. No se, podrías preguntar¿Qué tal en Azkaban, Sirius, o ¿Cómo te ha ido después de salir? fue una injusticia. Pero¿mueve el culo i concédeme el divorcio? Hasta habrías quedado mejor preguntando que qué tal la familia.

-¿Realmente crees que te preguntare esa agilipolles?- dijo Nataly cerrando los ojos cansada.- Fírmame el jodido divorcio.

-¿Estas de coña no?

-Mira, nunca he entendido el significado de esta expresión, pero no, no estoy de coña.- dijo gritando Nat, luego pareció tranquilizarse- ya lo leí todo sobre lo que paso, y mira lo siento. Vamos Sirius.- dijo intentando a no sonar a una suplica.- ¿Qué haces?- dijo gritando al ver que el moreno se iba a zancadas al porche de la casa.

-Me voy, tu lo hiciste, deberías reconocer el gesto.- dijo encarándola.

Nataly cogió los papeles y los puso de nuevo en su bolso.

-Por favor ¿podríamos ser un poco más civilizados?- pidió Nataly dulcemente.- Firma para que me pueda ir a casa.

-¿Y que sabes tu de tu casa?- gritó Sirius airado.-Seguro que ni tus padres saben que estas aquí.

-Eso es mi problema.- contesto amenazante.

-¿a si? Ve a verlos, y luego pude que hablemos.

-¡SIRIUS!- gritó Nat.-La única razón por la que no quieres firmar es porque yo quiero que lo hagas.

-La única razón por la que no quiero firmar - gritó Sirius. Se había metido dentro de su casa y le estaba gritando a través de la puerta.- es porque te has convertido en una especie de yanqui pija. ¿Qué queda de la chica del Valle?

-De esa chica no queda nada.- gritó Nat. Siempre conseguía sacarla de sus casillas.- Sirius joder, fírmame el divorcio.

-Por el simple placer de joderte no lo haré.

-¿A si¿Con que esas tenemos?- gritó Nat.

-Sí, coge tus patitas de Iñaki pija y coge ese traslador.

Nataly tan solo susurro un: "Muy bien", antes de irse.

Sirius al ver que se iba corrió hacía la puerta trasera para cerrarla. Lanzó un largo suspiro para después ir a la cocina y coger una cerveza de mantequilla. Miro extrañado que su perro no estaba dentro. Normalmente cuando entraba en la casa, el perro hacía lo mismo.

-La próxima vez que quieras dejar a alguien fuera, asegúrate que no sabe donde esta la otra llave.- dijo una voz a sus espaldas.

Sirius se giro lentamente y con una falsa sonrisa.

-Puede que si mi mujer hubiera tenido el detalle de decirme donde escondió la llave antes de marcharse, hasta yo sabría donde estaba.

Nataly solo cerró los ojos. Realmente las cosas no serían fáciles. Cuando a Sirius Black se le metía algo en la cabeza no había manera de hacerlo cambiar de idea. Pero no se dejaría vencer tan fácilmente.

-Aquí hay una copia para ti, una para mi y otra para los abogados.- dijo Nataly.- vamos Sirius, de esa niña del valle de Godric ya no queda nada, he cambiado. Tan solo fui la primera chica que hizo el amor contigo. No sirve de nada que estemos casados.

Por un momento Nat pensó que por fin el moreno entraría en razón. Pero se equivocaba.

-¿Tengo que refrescarte la memoria?- dijo Sirius con una sonrisa.

-Oh no, Sirius.

Vete a saber que iba a hacer ese loco. Pero aún se asustó más cuando cogió un puñado de polvos flu y se fue hacía su habitación.

Nataly se espero unos diez minutos, hasta que Sirius salió con una sonrisa de oreja a oreja.

-Siéntate cariño.- dijo Sirius.

-No me llames cariño, cariño.- dijo Nataly acercándose a él y con el dedo levantado señalándole.- ¿Qué has hecho?

Sin que Sirius tuviera que responder, Nataly se puso pálida de golpe. Delante de la casa había el coche del departamento de aurores.

Como era un pueblo pequeño, tenían un pequeño departamento de aurores que se ocupaba de todo.

-¿Has llamado al jefe del departamento de aurores?- gritó Nataly.- Sabes que ese viejo loco me odia.

Nataly corrió a esconderse ante la mirada divertida de Sirius.

-Por las barbas de Merlín.- dijo una voz de hombre.- Si es la pequeña delincuente Nat.

Nataly se dio la vuelta lentamente. Ante ella estaba un hombre pelirrojo con una túnica roja con bordes dorados.

-¿Boby?- exclamó la rubia. Se lanzó a los brazos del hombre. –No sabía que eras el jefe de los aurores.

-Ya ves, y lo bueno es que puedo cachear y detener a jovencitas guapas como tu.

-Ehem.- carraspeó Sirius haciéndose notar.- te recuerdo el por que estas aquí.

-Oh si.- dijo Boby dejando a Nataly en el suelo.- Nat he venido para llevarte a comisaría.

-¿Qué?-Gritó Nat.- ¿De que se me acusa esta vez?

-De allanamiento de morada.

-A no- dijo Nataly acercándose a su bolso y cogiendo la llave.- He usado una llave.-Dijo mostrándosela.

-Aun así no puedes entrar en casa de Sirius así como así.

-Hay Boby, Boby.- dijo Nat. Si Sirius se creía listo, ella lo era más.- Mira estos papeles, y veras que no he hecho nada ilegal.

Boby se los miro unos instantes, para luego girarse hacía Sirius.

-¿No me dijiste que ya os habías divorciado?

-Pues va a ser que no.- dijo Nat triunfante.

-Sirius, entonces no ha hecho nada ilegal.-dijo Boby. Luego se giro hacía Nat.- ¿No te ha pegado no? Porque últimamente nos tomamos muy en serio todo esto.

Nataly miro unos instantes a Sirius y luego a Boby.

-No, tranquilo, no me ha puesto un dedo encima.

-Bueno, como hace mucho que no os veis, os dejo para que lo hagáis.

-¿La dejaras suelta?- gritó Sirius.- ¿Qué me dices de los filetes que robó en la tienda de la señora Mei?

-Oh, oh, oh, oh.- consiguió decir Nat.- Los devolví, lo sabes.

-¿Y el incidente en la granja del señor Ray?- Sirius no se daba por vencido.

-Como si sola pudiera tumbar a una vaca.- dijo Nataly con suficiencia. La verdad es que era el verano antes de empezar su cuarto curso en Hogwarts, y Boby colaboro en tirar al animal, que cayó mal y se rompió dos patas.

-Boby.- dijo Sirius felizmente.- ¿No estaba en busca y captura la persona que dejo el tractor de tu madre aparcado en el barranco?

Nat iba a decir algo, pero vio que no serviría de nada. Esta vez no tenía ni una coartada. La Navidad de su séptimo año en Hogwarts, cogío el tractor de la madre de Boby sin permiso para dar una vuelta. Tuvo algunos problemas, y el tractor acabó aparcado en un barranco. Desde ese día estaba en busca y captura la persona que lo había dejado así.

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Lo odiaba. Lo odiaba con todas sus fuerzas. Se pasó dos horas dejando que le hicieran fotos con un cartel donde ponía el número de detenido. Luego le habían tomado declaración. Aunque tampoco se lo pasó mal, ya que muchos de los que trabajaban allí ya la conocían de cuando la detenían de pequeña.

Cogió un puñado de polvos flu y dijo la dirección de casa de sus padres a regañadientes.

-¿mama?

-¿Nataly? Cariño ¿Cómo estas?

-Muy bien. Sorpresa.

-Ya es mucha sorpresa que te conectes a la red.

-Bueno, la sorpresa es que estoy aquí.

-¿Aquí¿En el valle?

Nataly asintió con una sonrisa.

-Cariño vente inmediatamente para casa.

-bueno ¿podría papa venir a buscarme?

-¿Donde estas?

Nataly vacilo unos instantes antes de responder.

-En la cárcel del pueblo.

-¿Otra vez?- exclamó su madre poniendo los ojos en blanco.- Ya estabas tardando ¿Qué has hecho esta vez?

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Piedad, es mi primer fic!

Esta basado en la peli de Sweet Home Alabama.

Espero que os haya gustado, reviews por favor!

Se aceptan recomendaciones, críticas y algún crucio, Avadas kedavara no por favor, mi gata me echaría en falta T.T

Elizabeth Black Swann