Disclaimer: Tsubasa Chronicles y todos sus personajes son obra original del grupo CLAMP. Esta historia es sin fines de lucro, con interés creativo y para entretener al fandom.
Nota de Autor: El Rated ira cambiando conforme avance la historia. Al igual que ocurrio con Tsubasa, la idea es que se ponga mas oscura y madura conforme se desarrolle la tama.
La Búsqueda de los Fragmentos
Capítulo 1: La isla de los Guardianes
En un mundo extraño y sombrío, un hombre de cabello negro y lentes observa con atención a través de un misterioso portal. El grupo de viajeros, sin sospechar que están siendo espiados avanzan confiados a la siguiente aventura.
Nirai Kanai había quedado atrás y ya tenían el rumbo fijo en una nueva dimensión. La visita de Fuuma los dejo con muchas expectativas y en el caso de Kurogane con un brazo nuevo que se moría por estrenar en combate.
-Aquí tienes muchacho—dijo el robusto hombre de la tienda, mientras dejaba caer el saco de harina sobre el mostrador, junto con los demás productos— ¿Se te ofrece algo más?
Syaoran repaso nuevamente las cosas nombradas en la lista, asegurándose de no pasar por alto nada del encargo.
-Eso es todo—respondió y finalmente saco de su bolsillo un amuleto con un símbolo en su centro, el cual mostro ante el vendedor—Cárguelo a la cuenta.
El hombre de poblado mostacho indago con una mirada inquisidora al extraño grupo que visitaba su tienda esa mañana. Un sujeto de cabello negro y mirada temible, uno rubio de expresión despreocupada y para finalizar, el mocoso de cabello castaño que llevaba en la cabeza un conejo blanco.
-¿Acaso son miembros del clan Ryo?—dijo mientras evaluaba la autenticidad de aquel amuleto.
-Diría que somos miembros honorarios temporales—comento Fye con total normalidad, pese a que el dueño de la tienda seguía con aquella expresión de poco amigos.
-Mejor para ustedes—respondió pero finalmente acepto su pago. Kurogane se acercó al mostrador y tomo el saco de harina para cargarlo sobre su hombro. Syaoran y Fye se repartieron el resto de las cosas.
Había pasado ya tres días desde que abandonaron Niran Kanai para llegar a Takamagura. La isla de los guardianes, como la llamaban los lugareños. Se trataba de una ciudad construida entre las colinas de una gran isla. Rodeados por una frondosa selva, hogar de numerosas formas de vida salvaje, los habitantes de Takamagura convivían con la magia y la naturaleza.
Ni bien llegados tuvieron la buena fortuna de conocer al clan Ryo, una familia que rápidamente les dio la bienvenida y los acogió en su hogar. Ropa limpia, buena comida y un lugar donde dormir, todo a cambio de hacer algunas tareas. Por eso aquella mañana se encontraban de compras en el pueblo.
- Creo que ya hemos conseguido todo lo de la lista de Amane-san—comento Syaoran a sus compañeros.
-En ese caso, será mejor que regresemos—agrego Kurogane y los demás estuvieron de acuerdo. Comenzaron a caminar colina abajo por pequeñas y adoquinadas calles. Desde esa altura, podían ver la costa y el mar brillante por el sol del atardecer.
-Es un lugar muy hermoso no crees?—comento Fye y Syaoran no pudo más que asentir en señal de acuerdo.
-Apuren el paso, que nos están esperando—insistió el moreno
-Nee, Kurogane está haciendo los mandados de muy buen humor verdad?—Mokona hizo aquel comentario en voz alta.
-Se nota que quiere regresar a casa para beber—agrego Fye y ambos rieron en complicidad, de nada sirvió que el moreno les lanzara una mirada de advertencia por encima de su hombro. Ciertamente, Kurogane había encontrado en Amane una compañera de bebida. La mujer tenía buen estomago para el alcohol y como su marido no compartía su emoción por el trago, aprovechaba la presencia de su huésped para invitarlo a beber. Cualquier ocasión y cualquier excusa era razón más que suficiente.
-Syaoran!—escucharon alguien que los llamaba. Un muchacho de cabello castaño alborotado y sonrisa alegre se acercó corriendo. Llevaba sobre su hombro un pequeño dragón negro que movía la cola emocionado.
-Ryu—saludo el muchacho a uno de los hermanos Ryo. Ryu era el hijo del medio y el primer varón. El más enérgico de los tres, travieso y efusivo. El y su hermano Moses tenían más o menos la misma edad de Syaoran, motivo por el cual se emocionaban de tenerlo como visita. A pesar de los pocos días que llevaban allí, lo consideraban un amigo y siempre que tenían la oportunidad lo invitaban para divertirse y hacer cosas juntos. -¿Qué sucede?
-Mamá me dijo que los había mandado a comprar víveres—explico mientras intentaba recuperar el aire—Así que pensé en venir a darle una mano.
-Te lo agradezco, pero justo estábamos por regresar a casa—
-Mejor aún, así podemos hacer algo antes de la cena—
Llegaron frente a la casa de los Ryo cuando el sol terminaba de ocultarse pero al cielo seguía siendo de un azul claro. Un amplio jardín frontal rodeado por una cerca de metal daba paso a una construcción de dos pisos.
-Ya regresamos—anuncio Ryu mientras se dirigía con los demás a la cocina. Allí encontraron a su madre, su padre y su hermano.
-Bienvenidos—saludo la mujer con una sonrisa entusiasta mientras cortaba un par de verduras para la cena— ¿Cómo les fue? ¿Consiguieron todo?
En respuesta, Kurogane levanto sonriente y triunfal sobre su cabeza un enorme botellón de color ámbar con un asa de metal. Los ojos de Amane destellaron de emoción.
-¡Excelente!—Felicitó chocando sus palmas emocionada—Pero trae un par de vasos, hay que probarlo y ver que este en buen estado.
-Antes que empiecen a empinar el codo cariño –interrumpió Bakura y se dirigió al moreno— ¿Me ayudas con la mesa?
-¿Vamos a cenar en el jardín?—pregunto Ryu viendo como sacaban la mesa por la puerta que daba al patio trasero.
-Así es. Hoy Yakumo viene a cenar—explicó mientras retomaba la tarea de hacer la cena.
-¿Le ayudo con eso?—se ofreció Fye y la mujer accedió encantada.
- ¿Quién es Yakumo?—pregunto Syaoran mientras ayudaba a Ryu y Moses a llevar los platos y cubiertos hasta la mesa.
-El maestro de mi hermana—
-¿El que la entrena para rendir su prueba?—
-El mismo—respondió—Pero además es un amigo de la familia.
En cosa de unos minutos tuvieron la cena lista sobre la mesa, justo a tiempo para la llegada del invitado.
-Estamos en casa—anuncio Stella, la mayor de los tres hermanos. A diferencia de los varones, ella se parecía mucho físicamente a su madre, solo que con los ojos y el cabello de Bakura
-Bienvenida hija—su madre la recibió con un fuerte abrazo que no dudo en corresponder por más de que se encontrara sin fuerzas. Era habitual en esos días verla llegar a la hora de la cena completamente desecha después de un día de intenso entrenamiento.
-Gracias por invitarme a cenar—dijo Yakumo, un hombre alto de mirada dura pero serena.
-No hay de que, ya nos tocaba viejo amigo—insistió Bakura divertido— ¿Qué tal el entrenamiento?
-Bien supongo—respondió su hija
-Todavía deja mucho que desear—contradijo severamente sin importarle que a Stella le dolieran cada una de sus palabras.
-Tranquila cariño, pronto lo harás bien—tanto su padre como su madre le dedicaron una mirada llena de amor y confianza. Aun así no consiguieron levantar su ánimo.
- Tienes que esforzarte más si pretendes pasar la prueba y convertirte en un guardián—
-Si me estoy esforzando! Hago lo mejor que puedo—
-Estoy segura de que así es amor—aplaco su madre—Esforzarse es importante, pero también saber cuándo descansar y reponer energías. Por eso, relajémonos un poco y disfrutemos de la cena.
Stella tomo asiento en la mesa mientras comenzaban a pasar los platos con comida. Ubicada al lado de Ryu y frente a Fye y Syaoran.
-¿Qué tal su día chicos?—pregunto a los invitados.
-Interesante. Hoy recorrimos gran parte del centro—
-La gente aquí es muy amable, aunque ese sujeto de la tienda de víveres no tanto—agrego Mokona
-¿Un sujeto robusto con bigote de cepillo?—pregunto Amane a lo que los viajeros asintieron—El tosco Neigall. No es carismático con nadie pero, ¿qué les dijo?
-Nada en particular, solo que desconfiaba que fuéramos de parte del clan Ryo—explico Syaoran—Creo que esperaba pago en monedas.
-No le hagan caso, es un tonto—aseguro Bakura mientras buscaba entre las cosas de su bolsillo un amuleto idéntico al que tenían Syaoran—Cada clan en Takamagura tiene su propio símbolo, es algo que se otorga a sus miembros y es imposible de falsificar. Porque además de funcionar como un medio de pago a crédito, otorga protección a su portador. Todo el clan se mantiene unido a través de estos amuletos.
-Dudo que en otra tienda les hagan el mismo problema, pero si llega a suceder no duden en avisarnos. Haremos algo al respecto—Syaoran asintió agradecido por la hospitalidad de la pareja.
El ruido de un golpe seco contra la mesa los tomo a todos por sorpresa. Stella había caído de cara, profundamente dormida.
-Vaya…-murmuro Yakumo
-Realmente se está esforzando mucho—comento Bakura mirando a su mujer.
Stella despertó solo para encontrase acostada sobre su cama. Según ella, había cerrado los ojos cinco minutos para descansar la vista pero al parecer fue mucho más que eso. No sabía a ciencia cierta qué hora era. Cuando abandono su cuarto para ir a la cocina, toda la casa estaba a oscuras y en silencio. Seguramente todos dormían apacibles en sus camas.
Tenía un hambre feroz ahora que había conseguido descansar un poco. Esperaba encontrar algo que comer en el refrigerador. Entro a la cocina y se sorprendió de escuchar risas amortiguadas en el jardín. Junto un par de bocadillos y estaba por regresar a su cuarto pero la curiosidad pudo más y termino por salir al patio. Allí descubrió a Syaoran y compañía sentados bajo un cerezo, bebiendo tranquilamente a la luz de la luna.
-Lo siento, ¿te despertamos?—pregunto Syaoran
-No descuida, fue el hambre en realidad—dijo con sinceridad – ¿Qué estaban haciendo?
-Pues, la noche está muy linda y el cerezo nos trae recuerdos—comento Fye con nostalgia—Así que se nos ocurrió sentarnos un rato a beber. ¿Quieres unirte?
-Yo…no lo sé, debería ir a descansar para seguir mañana temprano con mis practicas—mentía, en el fondo moría de ganas de poder pasar un buen rato como hace tiempo no se lo permitía. Pero cuando pensaba en su examen y en Yakumo, sentía que estaba en falta. Antes de poder seguir dando pretextos, Kurogane le tendió un vaso con sake.
-Ten –dijo de forma contundente—preocuparte todo el tiempo por aquello que tienes que hacer no te hará hacerlo mejor.
- Bien dicho Kuro-pon, relajarse también es importante!—
-A quién diablos llamas Kuropon?—
-Kuropon o Kuropin?—canturreo Mokona para echar más leña al fuego. Pero al final, gracias a toda esa escena Stella rio divertida y termino por aceptar la invitación. Tomo asiento junto a los viajeros y estuvieron un rato bebiendo.
- Stella-san, ¿qué clase de prueba debes pasar para convertirte en un guardián?-
-No sabría decirte, cambia cada año. Pero siempre comienza con una batalla entre los aspirantes, para ver el nivel de cada uno –
-¿Por qué es tan importante convertirse en guardián? Tengo entendido que no es obligación hacerlo—
-Cierto, todos en Takamagura nacen con habilidades mágicas pero solo los que presenten la prueba pueden llamarse a sí mismo Guardianes. El titulo da honor al clan y trae sus beneficios, por ejemplo solo un guardián puede aspirar a un puesto en el consejo. Pero también tiene sus obligaciones, se supone que cada uno tiene una misión especial –explico Stella mientras miraba la luna reflejarse en la bebida de su vaso
—Mamá y papá, ambos son guardianes. Cuando se conocieron y enamoraron, sus familias no estaban de acuerdo porque no se llevaban bien entre sí. A ellos no les importo, y decidieron casarse y formar el clan Ryo, independiente de sus familias de origen. No lleva mucho de eso y todavía no somos tan conocidos y por eso a veces sufrimos un poco el desdén de los otros clanes.
-Por eso quieres convertirte en guardián, para traer honor a tu familia—pregunto Kurogane.
-No—respondió extrañamente—siendo sincera, quisiera no tener que rendir este examen. Pero es la única forma de mostrarles a todos que puedo controlar mis poderes.
Syaoran no entendía muy bien a que se refería con eso, sin embargo antes de poder preguntar recibieron una repentina visita.
-Mekyo!—exclamó Mokona abriendo sus ojos y de la gema roja en su frente se proyectó un portal. Watanuki los observaba desde el otro lado con una sonrisa amable.
-Buenas noches—saludo con su tranquilidad característica. –Disculpen la interrupción repentina
- Kimihiro, que sorpresa—
-¿Quién ese ese?—pregunto Stella en voz baja a Fye.
-El dueño de una tienda que concede deseos—explico y ella le miro sorprendida.
-¿Concede deseos? ¿Así como así?—
-No, más bien a cambio de un pago que sea igual al valor de tu deseo—
-Sí, pero es más razonable que la anterior dueña—agrego Kurogane con un murmullo que era más para sí mismo.
-¿Sucedió algo? ¿A qué se debe tu llamado?—pregunto Syaoran. Podía deducir por la mirada preocupada del muchacho que se trataba de algo serio.
-No es algo que sucedió, más bien es algo que puede llegar a pasar. Una advertencia—dijo de forma ambigua—Syaoran, últimamente han estado sucediendo cosas extrañas y aun no puedo entender su significado. El mundo espiritual está inquieto y además…tuve un sueño.
-¿Qué clase de sueño?—
-No era un sueño ordinario, pero tampoco podía moverme libremente en el pese a mi habilidad—continuó—Pero en el vi algo que llamó mi atención. Un símbolo, las alas de un murciélago…como las de ese sujeto.
-¿Te refieres…a Fei Wong Reed?—
Stella vio asentir al extraño y enseguida noto como el ambiente se ponía tenso. Esta vez no se animó a preguntar nada a nadie porque los tres muchachos tenían una mirada sombría.
-¿Estás diciendo que sigue vivo?—quiso saber Kurogane
-De momento no puedo estar seguro de nada. Solo decirles que sería prudente mantener los ojos abiertos—prosiguió con más calma- Como siempre sucederá lo inevitable, pero mejor si no los toma por sorpresa. Aun así, me gustaría que me informaran de cualquier suceso extraño que les ocurra durante el viaje. Quizás, juntos podamos armar este rompecabezas.
-Entiendo, cuenta con nosotros Kimihiro— Watanuki asintió de nuevo, esta vez con una sonrisa tranquila. En ese momento, reparo por primera vez en la joven sentada entre los chicos.
-Lo siento, aparecí de la nada y sin presentarme—dijo educadamente—Soy Watanuki Kimihiro, gusto en conocerte.
-Stella Ryo, el placer es mío—respondió, tras intercambiar saludos Watanuki termino por despedirse.
- Eso es todo, los dejo seguir disfrutando de una hermosa noche de verano. Hasta la próxima—
Mokona dio por finalizada la conexión y la imagen de Watanuki se desvaneció, no así el ambiente de tensión pues seguía bien instalado entre los viajeros.
-Disculpen que pregunte pero…¿quién es ese tal Fei Gong?—
- Fei Wong…veras, es una larga historia—dijo Fye pensando cómo responder—Podríamos decir, que se trata de un sujeto muy peligroso que arruino cientos de vidas solo para hacer realidad un deseo que era imposible.
-¿Y está muerto?—
-Supuestamente, pero para empezar no era del todo humano así que no sabemos-
-Si Kimihiro nos advirtió al respecto será mejor tener cuidado—
…
-Buenos días!—saludo Ryu aquella mañana con su habitual buen humor. Todavía era temprano, aun así en la cocina se encontró con los viajeros, Stella y su padre quien preparaba el desayuno.
-Buenos días Ryu—saludaron los demás y mientras tomaba asiento se percató que su hermana estaba más callada de lo habitual, pálida, con expresión de haber sido condenada a la horca.
-¿Qué sucede contigo?—pregunto pero entonces cayo en cuenta que día era aquel—Ahh…es hoy es tu prueba. ¿Estás nerviosa?
Stella dirigió a su hermano una mirada de obviedad y se limitó a asentir en silencio.
-Lo harás bien hija, tranquila—
-Si, tienes que ponerle cabeza fría. Si quieres te ayudo—Ryo mojo su dedo índice con saliva y sin previo aviso lo introdujo en el oído derecho de su hermana.
-Qué asco! RYU! Date por muerto!—ambos hermanos salieron a las corridas, justo cuando su madre entraba a la cocina.
-Por dios, no podrían esperar hasta después del desayuno—comento cansada. Tras saludar a los demás tomo asiento mientras recibía una taza de té de parte de su marido. – ¿Qué tal muchachos? ¿Tienen planes para hoy o vendrán a ver las pruebas?
-Pensé que era algo solo para aprendices—
-Oh no, el examen se lleva a cabo en la arena del consejo—explicó mientras tomaba un pequeño sorbo de su té—Cualquiera puede acercarse a ver, de hecho aquí se lo toman como una especie de festival. Habrá puestos de comida, bebida y gente vendiendo cosas.
-Suena interesante-
Así, un par de horas más tarde, Syaoran, Kurogane y Fye junto a Mokona y el resto de la familia Ryo se encontraban a los pies de un enorme coliseo de piedra. Yakumo ya los esperaba en la entrada.
-Bien cariño, aquí nos separamos—dijo Bakura a su hija quien parecía al borde del colapso mental. El pálido de su rostro fue reemplazado por un verde enfermizo, sus manos temblaban y parecía que si abría la boca para decir algo moriría en ese mismo instante—Tranquila, todo saldrá bien.
-Solo ve allí y da tu mejor esfuerzo, así sea cual sea el resultado estarás satisfecha contigo misma—agregó su madre tras darle un fuerte abrazo y un beso en la frente.
-Stella, recuerda, ante todo…control—dijo su maestro con seriedad. Ella asintió y tras despedirse de los demás se marchó por uno de los pasillos internos. Los demás subieron unas empinadas escaleras que llevaban a las tribunas de pisos superiores. Cuando encontraron una fila en la que cupieran todos, se acomodaron en los asientos.
-¡¿Ya están bebiendo?!—exclamó el hombre al ver que tanto su mujer, el ninja y el mago lo primero que habían asegurado era un vaso de alcohol que ofrecían los vendedores. –¡Todavía no es ni mediodía!
-Vamos, para esto no hay horario—respondió Amane sin perderé la calma.
-Además, que es un evento sin algo bueno que beber—acoto Fye con una sonrisa llena de emoción.
-¡Brindo por eso!—
-¡Salud!— exclamaron mientras chocaban los vasos. Bakura no pudo más que dejar caer la cabeza entre los brazos suspirando resignado. Syaoran que comprendía ese sentimiento se animó a darle un par de palmadas sobre su espalda a modo de consuelo.
La prueba comenzó después de una pequeña ceremonia de apertura, donde los miembros más antiguos del consejo dieron un discurso sobre la importancia de los guardianes y que se esperaba de la nueva generación. Finalizado el protocolo, tal como Stella les había comentado, las pruebas comenzarían con una batalla uno contra uno entre todos los aspirantes. Los oponentes fueron sorteados en el momento.
Syaoran disfrutaba mucho ver esos combates, en especial porque le interesaba la magia que utilizaban en ese mundo. Todos los aprendices se especializaban en un tipo de arma y en un tipo de magia elemental. Así claro estaban todos los elementos comunes como el agua, la tierra y el aire, pero se asombró de ver otros elementos un tanto más extraños, como la niebla o las sombras. Además, algunos hechiceros peleaban junto a una criatura y estas también variaban. Desde gatos o perros salvajes hasta cosas más exóticas como serpientes con alas y dragones como el que Ryu solía llevar al hombro.
-¿Por qué pelean junto a esas criaturas?—pregunto a Bakura
-Los llamamos familiares—explico—En Takamagura convivimos mucho con la naturaleza, pelear junto a un familiar puede incrementar tus poderes. Pero es algo complicado, solo funciona si entre ambos obtienen lo que se llama "sincronización" que permite a la magia de ambos actuar como una sola. Sino, el resultado será que una de las dos se debilitara y la otra se saldrá de control.
-Sabe, me hace acordar a un mundo llamado Hanshin—comento Fye—Allí todas las personas tenían un espíritu que los acompañaba.
-Ya veo, aquí es parecido. La ventaja de tener un familiar es que no solo la magia se comparte. Las almas sincronizan y la fuerza vital se vuelve una sola. Y como la mayoría de las criaturas aquí vive varios cientos de años, eso prolongaría tu vida. –explico Amane—Pero por el contrario, si alguno de los dos es lastimado el otro también lo siente. Por eso la mayoría se lo piensa dos veces antes de optar por un familiar.
-Miren, es el turno de Stella—exclamo Moses señalando a la arena. En efecto, su hermana estaba allí junto a un muchacho de cabello marrón cenizas.
Stella respiro profundo intentando calmarse y concentrarse en lo que tenía que hacer. A su lado, su oponente la miraba de reojo con una sonrisa burlona.
-No puedo creer que te hayan dejado participar—comentó Raiko en voz lo suficientemente baja como para no ser oído por el árbitro. –Stella, tu siempre causas problemas donde quiera que vayas.
Aunque internamente moría de ganas de mandarlo al demonio, era consciente de que no debía caer en su juego de provocación. Solo esperaba desconcentrarla para que la batalla fuese más sencilla.
Uno de los jueces dio las últimas indicaciones sobre lo que estaba o no permitido, el combate era por tiempo y solo servía como una muestra de habilidades, no era eliminatorio. Tras darse la mano con su rival, ambos tomaron lugar en los extremos opuestos del campo.
Stella fue la primera en actuar, con un movimiento de su brazo hizo aparecer una larga y afilada guadaña envuelta en un halo de fuego. En el otro extremo, Raikou haciendo algo parecido obtuvo una espada de la cual saltaban pequeñas chispas de color blanco azulado.
-Mira cariño, empuña la guadaña igualita a ti—comento Amane con emoción al ver a su hija.
-Esa es mi niña—respondió su padre con orgullo.
Raiko embistió con la muchacha con una espada cargada de electricidad. Stella bloqueo utilizando el mango de la guadaña a modo de barrera y empujo a su oponente a un costado para liberarse. Casi de inmediato devolvió el ataque con una ráfaga de fuego. Consiguió golpear a Raiko pero no con la suficiente fuerza de modo que no resulto lastimado.
-Están muy parejos—comento Kurogane, experto en analizar batallas—Al menos en técnicas de pelea.
-Considerando que el fuego y el rayo son elementos muy parecidos, esta pelea debería serlo—agregó Fye y de reojo miro a Yakumo, quien hasta el momento no había dicho nada. Le extraño que lejos de estar concentrado en la pelea, parecía más interesado en el reloj que marcaba cuanto tiempo les quedaba a los competidores.
-Eres patética Stella—se mofo el muchacho cuando después de hacer caer tres rayos del cielo, consiguió atinarle a la muchacha justo con el ultimo. Había quedado paralizada de cara al suelo y aprovecho la oportunidad para continuar con sus provocaciones—Tú y tu clan son una vergüenza, mejor ríndete y dale lugar a alguien que lo merezca.
Stella temblaba pero ahora era de rabia, sabía que tenía que mantener la cabeza fría y sin embargo estaba en blanco. No había nada salvo Raiko, el idiota de Raiko y sus comentarios hirientes. Raiko y esa sonrisa burlona que deseaba borrar a golpes. Raiko y su mirada de desdén.
Sin saber bien como, consiguió romper aquellos círculos de azul eléctrico que la mantenían cautiva. Se levantó hecha una furia, con la vista clavada en su objetivo. Ese muchacho ridículo, lo haría pagar por todos sus comentario. Alzo la guadaña sobre sus hombros, como si estuviera por batear.
-¡No uses ese ataque!—advirtió Yakumo desde la tribuna cuando vio las intenciones de su alumna, sin embargo fue demasiado tarde. Stella abanico con todas sus fuerzas y un haz de fuego salió despedido en dirección a Raiko. Este se sorprendió, primero porque los ataques en área estaban prohibidos pero además, el haz de fuego debía ser de unos seis metros de largo.
No tuvo más opción que tirarse cuerpo a tierra lo más que pudiese y que el ataque pasara por encima. Lo hizo y termino impactando contra los pilares que sostenían las gradas. Un corte limpio, por unos segundos todos contuvieron la respiración, en el mejor de los casos la columna seguiría intacta. Sin embargo, poco a poco comenzó a deslizarse y la estructura empezó a temblar. Los gritos y el caos no se hicieron esperar.
-Rayos, hay que hacer algo antes que se venga abajo—dijo Amane mientras se ponía de pie rápidamente. Ellos estaban en el primer piso y quedarían aplastados pero además, la gente en el segundo también se vería afectada al desmoronarse el suelo bajo sus pies. Invocando magia de viento consiguió mantener unido el espacio entre dos pilares, gracias a un colchón de aire.
Fye utilizo su magia para mantener juntos un par de pilares y Syaoran se sumó utilizando la misma estrategia de Amane. Un poco más alejado, Yakumo conseguía de alguna manera sostener también la estructura gracias a sus poderes.
-¡Hay que sacar a todos de aquí!—Bakura y los demás comenzaron a ayudar a las personas a encontrar la salida, junto con otros miembros de la organización.
-¿Cómo haremos para salir nosotros sin que esto se nos caiga encima?—pregunto Fye mientras la gente salía a las corridas.
-Descuida, ya lo tengo resuelto—aseguro Amane con envidiable calma a pesar de la situación.
Afortunadamente la evacuación se completó mucho antes de que comenzaran a sentir cansadora la tarea de mantener la estructura. Ya no se veía que quedara nadie y Syaoran comenzó a preguntarse lo mismo que su amigo. ¿Cómo le harían para salir de allí todos juntos sin que el techo se desplomara? Antes de que pudiera preguntar cuál era el plan, bajo sus pies se abrió un circulo negro y como si de un pozo se tratase cayo a través de él.
En un abrir y cerrar de ojos, se encontró tirado en el suelo de tierra a las afueras de la arena. Se incorporó justo para ver como los mismos círculos se abrían en el aire y de estos caían Fye, Amane y Yakumo.
-Están todos bien?—pregunto su marido mientras le tendía una mano.
-Si, descuida—respondió acomodando su ropa y le dirigió una mirada a su hijo—Gracias Ryu.
-Los demás pudieron salir a salvo?—pregunto Syaoran
-Eso parece, según dijeron no falta nadie y solo hay heridos menores que se lastimaron al salir de forma descontrolada—
…
Stella estaba sentada debajo de un árbol, desde aquella colina podía ver el ocaso perderse entre la espesura de la selva. Abrazaba sus rodillas con fuerza mientras pensaba, recordar lo sucedido le provocaba una angustia que la obligaba a ocultar su rostro entre las piernas.
Sintió el crujir de las hojas en el piso, señal de que alguien se acercaba. Levanto la vista y se sorprendió mucho de ver a su padre.
-Así que aquí te escondes—dijo con una sonrisa amable. A continuación se dejó caer sentado al lado de la chica.
-¿Cómo me encontraste?—
-No sería tu padre si no supiera donde buscarte—respondió entretenido, pero al ver el abatimiento de su hija se puso más serio—Te alegrara saber que al final, no hubo ningún herido.
No respondió, aunque ciertamente era un alivio oír eso, nada cambiaba la gravedad de lo sucedido.
-¿Tuviste problemas con el consejo?—
-Me regañaron un poco—comento como si nada—Pero al final les dije que ese viejo edificio se caía solo a pedazos. Desde hace rato que le falta una remodelación, tu solo aceleraste el proceso.
-No es divertido papá…de nuevo perdí el control—Bakura podía sentir la frustración en las palabras de su hija así que la rodeó en un fuerte abrazo consolador—Si siempre va a ser así, yo ya no quiero tener este poder.
-Es una parte de ti hija, no puedes renegar de eso—explico tiernamente—Y aun así, aunque forme parte tuya, no te define completamente. Todavía puedes ser mucho más.
-Tengo miedo papa…-
-Lo sé, pero confía en mi—aseguro mirando a su hija a los ojos fijamente con convencimiento—Todo se va a solucionar.
Stella regreso a casa con su padre justo cuando el cielo se volvía oscuro. Fue recibida con una cálida bienvenida por parte de su madre y sus hermanos.
-Descuida hija, lo harás mejor la próxima—aseguro Amane mientras disfrutaban una abundante cena a modo de consolación.
-Digan lo que digan, el tuyo fue el mejor espectáculo—acoto Fye con gracia. Ese comentario la hizo reír, aunque fuese un poco. Para ese entonces comenzaba a tomarse las cosas con más calma, aunque siguiera triste en el fondo.
La cena termino pero la reunión parecía querer extenderse un buen rato, especialmente cuando su madre saco una botella de licor especial y lo acompañaron con unos postres de naranja. Pero aunque agradecía la intención, Stella estaba cansada. Solo quería ir a su cama e intentar descansar.
-Con permiso, yo mejor me voy a la cama—
-De acuerdo cariño, que descanses—
-Mokona ira contigo—dijo la pequeña de color blanco dando un salto sobre su cabeza—Mokona dormirá contigo y así mañana te sentirás mejor.
-Jajaja, de acuerdo—respondió agradecida.
Tal y como le venía pasando esos últimos días, en cuanto apoyo la cabeza en la almohada concilio un sueño profundo. Sin embargo este no duro mucho. A eso de las tres de la madrugada, la muchacha se encontró desvelada mirando el techo de su habitación. La casa estaba en silencio, seguramente el pequeño festejo ya había terminado. Volteo a su lado y miro a Mokona dormir apaciblemente sobre la almohada. La pequeña murmuraba cosas en sueño.
Stella tenía una idea rondando en su cabeza, se preguntaba si valía la pena intentarlo. Al final, considerando que quedarse allí sentada sin hacer nada no solucionaría las cosas, se atrevió a tocar a Mokona intentando que despertara.
-Mokona….oye, Mokona—llamaba despacio, tampoco quería matarla de un susto. Pero al parecer, tenía un envidiable sueño pesado—Mokona, necesito hablar con ese sujeto.
Como si la hubiera oído, se puso de pie en el acto aunque sorprendentemente seguía dormida. Así y todo de su gema proyecto una imagen al aire , donde una vez más vio a ese extraño joven de gafas y ojos bi colores.
-Buenas noches—saludo con la misma tranquilidad que la vez anterior.
-Buenas noches…esto…¿no sé si me recuerda? –Dijo un poco tímida—Nos conocimos hace unos días.
-Si, tu eres…Stella-chan? Si mal no recuerdo—
-Si y usted…lo siento no recuerdo su nombre—
-Watanuki Kimihiro—
-Watanuki-kun me dijeron que tiene una tienda que concede deseos—
-Así es. Imagino que el motivo por el que estamos hablando ahora mismo es que tienes uno—dedujo mirando a la joven con atención.
-Sí. Realmente espero que usted pueda ayudarme—suplicó.
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