Querida Candy:

¡Cuánto tiempo ha pasado y nada de ti he sabido! Supongo que es normal, ya que hubiera sido más difícil separarnos, si estuviéramos en contacto, sin embargo, la incertidumbre me está matando. Cuando miró los rojos matices del atardecer, pienso en ti, me recuerdan el color de tus mejillas al sol de Escocia, con tus infinitas pecas, esas pecas que tanto me gustan y que tanto extraño.

Estoy luchando ¿sabes? Lucho por cumplir con el objetivo que ambos nos planteamos el día que nos separamos: ser felices, debo admitir que me cuesta aún más trabajo de lo que pensé que lo sería, cuando te vi partir esa noche de invierno, más lo intento Candy, en verdad lo intento.

A veces los recuerdos de esa noche llegan a mi memoria, para torturarme aún en mi extensa agonía: aún siento mi cuerpo pesado, cuando revivo en mi memoria aquella vez que llevé a Susana a su habitación, dejándote a ti sola en la nieve; aún puedo sentir mi rostro oculto entre tus dorados cabellos, cuando mis manos se negaban a dejarte partir; aún delirio con tu silueta desapareciendo entre la nieve, cuando tú no volteaste. Cuando recuerdo todo eso, las palabras de Susana llegan a mi mente "Todavía puedes alcanzarla" Tantas veces me he arrepentido por no haberla escuchado. Pero ya es demasiado tarde, querida Candy, esa noche tú fuiste lo suficientemente fuerte para no voltear atrás, te fuiste sin voltear ni una sola vez; yo también debo igualarte en valor, Candy, sí tan solo fuera lo mitad de fuerte que tú, pero no lo soy, aunque cada día me esfuerzo por seguir tu ejemplo.

Querida tazan pecosa, aún actúo pensando que eres mi único público, es uno de los pocos consuelos que me quedan: la actuación. ¡Cómo me gustaría que asistieras alguno de los estrenos! Sé bien, que ese ya es un sueño lejano y sin embargo aún actúo pensando que se cumplirá, añorando que un día tal vez, puedas venir a verme en un estelar.

Candy no te escribo esta carta como una reanudación de mis profundos sentimientos por ti, yo solo quería saludarte, hacerte saber que estoy bien, y si es posible recibir una respuesta tuya. ¡Qué mala pasada nos jugó la vida! Estoy seguro, que como nuestro amor nunca habrá dos, y aún así, somos ajenos, tenemos que aprender a vivir con ello. Tal vez algún día lejano, podamos volver a estar juntos, soñar no cuesta nada, aunque todas esas ilusiones le hacen mal a mi corazón, no puedo evitar tenerlas presentes. Solo espero, que por lo menos, tú estés mejor que yo.

Candy, se la mejor enfermera, cómo yo me esmero en ser el mejor actor, algún día nuestros caminos se volverán a juntar, y para ese entonces deseo verte satisfecha y feliz con la vida; yo pondré todo mi empeño para cuando ese día llegue, puedas reconocer al Terry seguro de sí mismo y lleno de vitalidad que viste en los días de Londres. Hasta entonces querida pecosa.

Terry


-Releí una y otra vez las líneas de esa carta vieja. No me atreví a mandársela, por supuesto, tan solo un contacto nuestro pudiera destruir lo que llevamos años construyendo: un espacio de olvido entre nosotros. Años, han pasado años y aún no he tenido la fuerza de verla y sin embargo aún tengo la esperanza de volverla a tener entre mis brazos.

En verdad me gustaría volver a verla, que nuestros caminos se juntarán de nuevo, más cuando pase eso, deseo mostrarle a un Terry pleno y agradecido con la vida. Tendré que esperar entonces, pues mi corazón aún desfallece cuando recuerdo su nombre. Jamás dejaré de amarla, pero espero algún día ser capaz de suprimir este sentimiento lo suficiente, para tener la fortaleza de volverla a ver, sin miedo de no poder dejarla ir-Terry dejó la carta de papel doblado y añejo en el escritorio, miró hacía la ventana de su habitación y observó esos matices que tanto le gustaban del atardecer.