D gray man pertenece a Katsura Hoshino
¡Feliz cumpleaños Marcia! -inserte corazón aquí-
Kanda lo notó una sola vez, cuando regresaban a la orden, había echo falta esa pequeña chispa molesta que lo hiciera hervir como un caldero, al principio le pareció antinatural que el estúpido conejo estuviera tan callado después del altercado que ocurrió en medio de una batalla reciente, apenas había podido percibir lo que había dicho aquel akuma; poseía una habilidad extraña, porque antes de enviarlo a volar casi al otro lado del claro, le había mencionado algo relacionado con lotos y promesas sin cumplir. Lavi lo había interceptado, pero en algún momento, se dio cuenta que aún no había eliminado al akuma, y parecía estupefacto escuchando una sarta de murmullos incomprensibles, al menos para él, que estaba a una distancia considerable. Había empuñado a muguen fuerza, y se lanzó al demonio, escupiendo multitud de improperios contra el conejo y su inutilidad, pero antes de que pudiera hacer nada, una monstruosa cantidad de fuego se arremolinó entorno al dúo, apenas escuchando ahogarse entre las llamas las palabras "bookman mentiroso", retrocedió de un salto a fin de no quedar carbonizado, al igual que el akuma que solo fue una fina capa de ceniza desvaneciéndose en el aire.
Había estado a un segundo de soltar un rosario de insultos dedicados a su compañero, pero en el instante que se dio la vuelta con el ceño fruncido a profundidad, se detuvo, más por el instinto que lo frenó ante el aura que desprendió Lavi por una milésima, que por la sensación extranjera que le provocó ver la mirada ensombrecida y perdida en la hierba amarillenta bajo sus pies. Casi de inmediato, como si el engranaje suelto de una muñeca de cuerda se hubiera compuesto, respingó y levantó el rostro con una extensa sonrisa.
—Ah, Yuu, ese último fue una molestia, ¿No crees?—ignorando el pormenor de su nombre recién pronunciado, Kanda ahondó aún más las características irritadas en su facciones. Podía asegurarlo, las esquinas de su boca estaban en el mismo lugar, los músculos de su rostro tensados igual, pero esta vez... le pareció una sonrisa plástica. Chasqueó la lengua y rápido enfundó a muguen para marcharse.
—Hemos terminado.
—Sí...
Esta vez, decidió no prestar atención al vacío de esa palabra, el conejo estaba cansado, probablemente; y pensar que en unas horas su majadería habitual regresaría multiplicada, fue la razón por la que dormitó recostado a la ventana del tren mientras tenía la espada entre sus brazos. Al despertar, no solo su cabello seguía lacio, también, Lavi estaba recostado en el asiento paralelo al suyo, mirando con aire pensativo el paisaje oscuro extendiéndose afuera. Ante la atención puesta sobre él, junior lo miró de reojo e intentó sonreír, otra vez, pero el gesto fue tan quebrado, que pronto perdió las ganas de parecer feliz y se limitó a regresar su interés en otra cosa que no fuera él.
Kanda creyó que el akuma lo había poseído, después que lo que había comido le cayó pesado y esa era la manera en la que ocultaba los retortijones de su estómago, y casi de inmediato cerró los párpados restando importancia al asunto, pues, el silencio que tanto añoraba finalmente se manifestaba a él. Aún así, una pequeña puya no dejaba de picar en él; el fresco recuerdo de aquella faceta que nunca había presenciado.
