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CURIOSIDAD
CAPÍTULO 1
Shizuru Fujino y Natsuki Kuga estudiaban en la misma universidad, se conocían desde niñas, habían crecido juntas y pasaban la mayor parte del tiempo haciéndose compañía, por eso la castaña creía que sabía todo sobre la otra, sin embargo, Natsuki tenía un pequeño secreto…
Uno que Fujino no podría haber imaginado ni siquiera en sus sueños más locos.
Y terminó saliendo a la luz de forma inesperada.
Fue un 15 de agosto, era el cumpleaños 21 de la oji-verde. Shizuru entró al departamento con una gran sonrisa, había conseguido la chaqueta que Natsuki deseaba y también su pastel favorito, todo pintaba bien, quería sorprenderle, irónicamente, era ella quien se llevaría la sorpresa. Silenciosa, abrió la puerta del cuarto, por poco se le cayó el pastel cuando vio a la otra, Kuga dormía en playera y bóxer, como era costumbre. ¿El problema? Su ropa interior se levantaba cuando no debería tener motivos para hacerlo.
Pero eso no fue lo que le hizo quedarse con la boca abierta, la verdadera sorpresa fue escuchar a Kuga susurrando "Shizuru" entre sueños, porque sus susurros no tenían nada de inocentes.
Estaba consciente de que vio algo que no debió ver, era su culpa por entrar sin tocar, por lo cual retrocedió sobre sus pasos, cerró la puerta e intentó que su voz sonase casual.
-¡Natsuki!-. La nombrada se removió entre las sabanas. -¡Natsuki!-. Tenía el sueño muy pesado, sobre todo cuando tenía esa clase de sueños. -¡Soy Shizuru!-. Eso sí le hizo abrir los ojos. -¡Nat, despierta!-. Vio su ropa interior, maldiciendo entre dientes. Odiaba despertar con erecciones, además, era aún peor en situaciones como esa.
Rápida, se levantó de la cama, tomó ropa y se metió en el cuarto de baño. Una ducha casi siempre solucionaba su problema mañanero, rogaba fuese así en ese momento, porque el sueño había estado bastante… intenso. -¡Pasa Shizuru!-. Cuando Fujino entró se encontró la habitación sola, en el fondo lo agradeció, ver así a la oji-verde le había hecho sentir un cosquilleo ahí abajo. -¡Me ducharé, no tardo!-. Así, la castaña esperó sentada en la cama mientras Natsuki intentaba que el agua helada funcionara.
De repente, comenzó a hacer memoria, cayendo en cuenta de detalles a los que nunca les dio importancia, como el que Natsuki jamás iba a baños públicos, que evitaba las clases deportivas para no ducharse en la escuela, y el que Saeko no la dejaba meter a otras chicas en su habitación, a excepción de ella, cuando eran adolescentes.
Se sintió tonta por haber ignorado todas esas señales tan obvias, era entendible que los demás no lo notaran, pero ella debió hacerlo por ser la mejor amiga de la oji-verde y pasar todo el día con ella. Después se sintió un poco decepcionada al pensar que Natsuki no había confiado en ella, sin embargo debía ser realista, tenía que afrontar que eso era algo demasiado privado.
Dejó sus divagaciones cuando Natsuki salió del baño con una sonrisa.
-Feliz cumpleaños, Nat-. Le abrazó.
Podía omitir el asunto, no era la primera vez que guardaba un secreto de Kuga, total, eso no afectaba su amistad, ¿o si…?
Los ojos esmeralda brillaron emocionados cuando le dio la chaqueta, no tardó ni un segundo en ponérsela, era negra con azul marino y le sentaba de maravilla. Tenía todo el aspecto de una chica mala aunque no mataba ni una mosca. A decir verdad, adoraba el estilo de Natsuki, esa apariencia de ruda les había evitado más de un problema.
Bueno…
No le gustaba solo su estilo.
Le gustaba Natsuki, y bastante, desde que eran adolescentes.
Pero nunca se lo había dicho para no hacer de su amistad una relación incomoda.
La oji-verde siempre se había mostrado indiferente ante cualquier interés amoroso o sexual, o así lo creía hasta que le escuchó murmurando su nombre prácticamente entre gemidos. Ese pequeño descubrimiento sí que hacía la diferencia.
Le preparó un gran desayuno a la cumpleañera, quien se dejó consentir como hacía en cada cumpleaños desde que se conocían, después comieron parte del pastel. A Nat le quedó un poco de dulce en la comisura, Shizuru tomó una servilleta y le limpió, eran pequeñas acciones como esa las que convencían a todos de que ambas tenían más que una amistad. Pero eran solo amigas acostumbradas a demasiada cercanía.
Una cercanía tan íntima que les hacía sentir otras cosas no tan fraternales.
Casi al terminar de comer pudo percatarse de que Natsuki se sentaba con las piernas ligeramente abiertas, otro detalle que siempre le había parecido tan natural que lo pasaba por alto sin pensar, pero en ese momento tenía todo el sentido del mundo. Desvió la mirada.
-¿Todo bien Shizuru? Te noto rara-.
-Si, solo estaba divagando-. Le restó importancia con un gesto. La otra entrecerró los ojos, no se creía eso, pero sabía que no podría sacarle la verdad poniéndose terca. Nunca podía ganarle en argumentos a Shizuru.
-Vale-. Vio de reojo su reloj. -¿Nos vamos?-. Aunque fuese su cumpleaños, seguía siendo día escolar. Shizuru asintió. -Oh espera, ¿viniste en tu coche?-.
-Vine en taxi-.
-Perfecto-.
Ambas tomaron sus mochilas para ir al estacionamiento. Desgraciadamente en el camino se toparon con el molesto vecino de la peli-azul.
-¡Feliz cumpleaños Natsuki!-. El chico sacó un ramo de rosas, algo ridículo tomando en cuenta que a Nat ni siquiera le gustaban esas flores. Shizuru negó con la cabeza, había visto muchos intentos de su parte, todos y cada uno fatales.
-Ahora no Takeda…-. El ceño fruncido de la oji-verde era una clara señal de rechazó, pero Takeda podía ser muy insistente, tan terco como una mujer, o incluso más…
-Quiero invitarte a cenar esta noche-.
-Ya tengo planes-. Iba a ir a cenar con Shizuru.
-Mañana entonces-. Kuga suspiró.
-Mañana estoy ocupada-. Una pequeña mentira no podía herir a nadie.
-El día siguiente-. La castaña reprimió una sonrisa.
-Tengo ocupada toda la semana-. Quiso caminar pero Takeda vio sus intenciones y se atravesó enfrente.
-Soy paciente, cuando quieras, solo tú y yo-. Le guiñó un ojo, Kuga sintió un escalofrío.
-¡Contigo ni a la esquina Takeda!-. Lo quitó del camino con un empujón y salió corriendo de ahí mientras arrastraba a Shizuru consigo.
Una vez libradas del chico, llegaron al estacionamiento, ahí subieron a la motocicleta de Natsuki, decididas a irse antes de que Takeda les alcanzará como ya les había pasado antes. Por lo general, Shizuru estaba tranquila cuando viajaban en el vehículo de Nat, sin embargo, al abrazarse a la cintura de la oji-verde sintió una punzada de nervios. Sacudió la cabeza, era lo mismo de siempre, no tenía por qué sentirse diferente.
Natsuki no necesitaba verle para percatarse de sus nervios, le conocía demasiado bien, le conocía mejor que nadie. Por eso, de la nada, sintió como si le tirasen un balde de agua fría encima, no… ella no podía saberlo ¿o sí? Era una locura pensar que lo supiera, pero… "eso" era lo único de sí misma que podría poner nerviosa a Shizuru.
Negó ligeramente con la cabeza.
Todo estaba bien, o eso quería creer, solo debía evitar sacar el tema a relucir.
